TOMO II
MILAGROS EUCARÍSTICOS
PARA CRECER Y VIVIR EN
JESÚS EUCARISTÍA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ESTOS RELATOS SON UNA RECOPILACIÓN HALLADAS EN FUENTES FIDEDIGNAS, PARA DAR GRACIAS Y GLORIA A DIOS POR SU “DIVINA MISERICORDIA” EN JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR.

 

 

MILAGRO EUCARISTICO DE TURIN
(No confundir con Santo Sudario)
Italia (1452)

Turín es una ciudad industrial e intelectual. Fue la ciudad amada de San Juan Bosco, quien  desarrollo aquí su inmenso apostolado y construyó la Iglesia de María Auxiliadora, y fundó el colegio para los niños. Ciudad donde numerosos milagros ocurrían por la intercesión de María, Auxilio de los cristianos y de San Juan Bosco.

Turín es también muy conocida por que en ella se guarda el famoso Manto o Sudario de Nuestro Señor (diferente al milagro que trata este artículo). Este se encuentra en la Catedral de San Juan el Bautista, donde estuvo anteriormente, el Milagro Eucarístico.   Fue en esta Iglesia donde el Obispo con gran multitud de personas, llevó por primera vez en procesión, el Milagro Eucarístico.

 

Situación histórica del milagro Eucarístico:

 

En el año 1453, Mohammed II capturó Constantinopla, matando atrozmente cientos de miles de cristianos. Su plan era continuar su ataque de terror por toda Europa. Lo lógico era que los europeos se hubieran unido para parar ese ataque. Pero el poder del mal distrajo a los países Europeos, creando conflictos entre ellos. Italia fue un ejemplo de esto, lo cual reclamó la atención inmediata de Jesús.

La hoy ciudades de Milán, Turín, Venecia y Florencia eran pequeños imperios y estaban constantemente en guerra unos con otros. Los diferentes duques que contemplaban a Milán, empezaron una guerra que duró cuatro años. Durante este conflicto, Mohammed II que había reunido fuerzas, atacó y conquistó Constantinopla y siguió hacia el noroeste. Los pobres Italianos estaban tan envueltos en la guerra de Milán, que no le prestaron atención a esta situación con Mohammed.

Francesco Sforza, quien era una fuerza muy poderosa en Italia, fue proclamado Duque de Milán, y esto fue lo que comenzó la batalla. Su único aliado en Italia era Florencia, y esto no era suficiente. Desesperado, reclutó ayuda de otros poderes extranjeros. El Duque de Anjou y Lorraine tenía su mirada en el reino de Nápoles y Sicilia. El consintió en ayudar a Francesco en Milán a cambio de Nápoles y Sicilia, después que terminara la batalla.

El ejército de Anjou y Lorraine marchó hacia Milán en defensa de Sforza. Tenía que pasar por Piedmonte, el cual estaba gobernado por uno de los enemigos de Milán. La actitud de su director, Ludwig, fue que si ellos eran amigos de sus enemigos, ellos también eran sus enemigos. Por tanto cuando el ejército se acercó a Piedmonte, tuvieron que entrar en batalla con las tropas de Piedmonte. En una batalla sangrienta, las tropas de Anjou se retiraron. Esto sucedió en las afueras de Exiles, donde ocurrió nuestro milagro.

Historia del Milagro :

Cuando las tropas de Piedmonte cruzaron la ciudad de Exiles, y las tropas de Anjou se acercaron, todos los aldeanos y todos los que vivían en esa área, dejaron sus casas.

Los soldados de Piedmonte empezaron a saquear las casas e Iglesias de la ciudad. Un soldado entró en la Iglesia local en Exiles, forzó y abrió la puerta del tabernáculo para robarse la custodia. La tomó sabiendo lo que era. No le importó tampoco tomar la Hostia Consagrada que estaba ahí reservada. Esta custodia era usada para dar bendiciones. El soldado tiró la custodia en su saco, y lo puso sobre su burro.

Probablemente por la presencia del Señor el animal se sentía molesto de llevar el saco sobre la espalda y se caía continuamente. De cualquier manera, el soldado quería deshacerse de las cosas que había robado, y por esta razón vendió el saco y su contenido al primer mercader que cruzó su camino, por un precio muy barato. El mercader vendió el saco a otro mercader, quien se lo vendió a otro. Cuando el ultimo mercader compró el saco, éste iba en camino a Turín.

El mercader entró en la ciudad con el burro cargando el saco. En frente de la Iglesia de San Silvestre, como se llamaba en la época del milagro, en la plaza el burro tropezó y se cayó. Su dueño trató de levantarlo, pero el animal se negó a moverse. El dueño empezó a pegarle y se juntó una muchedumbre. A nadie le gustaba ver como maltrataba al burro. Entre más grande se hacía la muchedumbre, más frustrado se sentía el mercader y golpeaba al burro sin misericordia. El burro se movía de un lado a otro tratando de escapar los latigazos de su amo. El saco se resbaló de la espalda del burro y cayó en el suelo, y todo el contenido se esparció por la calle.

Todos los ojos se fijaron en la custodia, especialmente en la Hostia que estaba dentro de ella. Resplandecía, haciéndose tan brillante que tenían que apartar los ojos del resplandor. La Custodia se elevó en el aire, hasta una altura de 10 - 12 pies, y ahí se detuvo permaneciendo suspendida en el aire. La muchedumbre manifestaba con suspiros su impresión ante la Señal Milagrosa. Desde la Iglesia de San Silvestre, el Padre Coccomo se dio cuenta de que algo pasaba al ver la muchedumbre, y fue a ver que era lo que les atraía. Cuando vio la custodia flotando en el aire, se dio cuenta de que esta era una señal del Señor. Entonces, el sacerdote corrió para informarle al Obispo lo sucedido.

El Obispo inmediatamente formó una procesión de sacerdotes que fue desde la Catedral hasta la Plaza. Esta noticia se esparció rápidamente, y oficiales de la ciudad marcharon, a ver el milagro, en fila detrás de los sacerdotes. Cuando el obispo llegó al lugar, la custodia se abrió, y cayó al suelo, dejando a la Sagrada Hostia suspendida. Estaba rodeada por una aura deslumbradora.

El Obispo, acompañado de los sacerdotes, empezó a cantar un himno en Latín. Las personas de la ciudad cantaron " Resta con noi, ", Quédate con nosotros. "

La Hostia comenzó a descender. El obispo sujetó un cáliz y la Hostia Milagrosa empezó a bajar, y lentamente se deslizó en el cáliz. Las personas de la ciudad se maravillaron de este hecho, y siguieron al Obispo en procesión hasta la Catedral. Inmediatamente se le avisó al Vaticano.

Este milagro sucedió el 6 de junio, de 1453. Ocho días antes de esto, Mohammed II conquistó

Constantinopla, y ubicó su trono en la Catedral de Santa Sofía. Durante el mismo período, otro Milagro Eucarístico ocurrió en Langenwiese, un pueblo pequeño entre Polonia y Checoslovaquia. Poco después la guerra de Milán terminó.

Veneración y peregrinaciones

Inmediatamente comenzó la veneración del Milagro Eucarístico de Turín. Peregrinos de toda Italia y Europa se reunían en el Santuario. A la iglesia se San Silvestre se le llama la Basílica de Corpus Domini ( Iglesia del Cuerpo y Sangre del Señor ),

 En 1455, la jerarquía de la Iglesia de Turín, acordaron hacer un tabernáculo para honrar y conservar el Milagro Eucarístico. La Hostia se guardo en el nuevo tabernáculo hasta que un nuevo relicario de mármol se erigió en el lugar donde cayó el burro en 1453.

 La ciudad de Turín fue conmovida por este Milagro Eucarístico. Pusieron una señal a donde ocurrió el milagro, y donde cayo el burro. Este lugar se convirtió en un lugar de peregrinación, tan visitado que los peregrinos no cabían en esa pequeña área. En el año 1521 un nuevo edificio fue construido para los devotos y peregrinos. El Oratorio fue construido en el lugar donde el burro cayó.

 En 1525, se instituyó la Compañía del Cuerpo de Cristo para ser protectores del Milagro Eucarístico. Su símbolo era la Custodia y la Hostia suspendida sobre ella. Esta compañía estaba encargada de cuidar el Oratorio y el lugar donde cayó el burro.

 En el año 1584, llegó de la Santa Sede la orden que el Milagro Eucarístico debía de ser consumido. La razón dada por el Vaticano fue para no obligar a Dios a mantener este Milagro Eucarístico sin corromperse por siempre.

 La Hostia Sagrada, fue consumida por orden Papal en 1584, después de estar perfectamente conservada por 131 años. La Adoración y Devoción del Milagro Eucarístico continuó.

 En 1598, una plaga amenazó a muchas personas, esto fue durante otra sangrienta guerra entre los de Piedmonte y los franceses. El Señor le estaba dando un mensaje a las personas, que fue recibido por el Concilio de Turín.

Ellos le hicieron una promesa al Señor, que sí El libraba a las personas de esa enfermedad mortal, se le construiría una iglesia completamente nueva en honor del Santísimo Sacramento de Turín. El Señor escucho las oraciones y la plaga termino.

 En 1607, se hicieron los cimientos de la nueva iglesia, la cual se terminó en 1671. A la derecha del altar principal, hay un área cerrada por unas barandillas que es el lugar donde cayó el burro. Hay una placa con una inscripción en latín. San Juan Bosco la tradujo así:

 Aquí, el 6 de junio, de 1453, cayó el burro que  estaba cargando el Cuerpo del Señor.

Aquí la Sagrada Hostia, libre de sus ataduras, se elevó en el aire.

Aquí descendió suavemente a las manos suplicantes de los turinenses.

Aquí, por lo tanto, recuerden el milagro, arrodíllense en el suelo, veneren y miren con temor un lugar sagrado. 

En la pequeña Iglesia de Exille, donde ocurrió el robo ese día en 1453, el tabernáculo roto nunca fue arreglado. Ellos lo conservaron en su forma original en honor al acontecimiento milagroso.

 Solemnes procesiones y celebraciones han tenido lugar en los diferentes Centenarios de la Fiesta. En 1853, San Juan Bosco escribió acerca de la fiesta y de las grandes preparaciones que se hacían. En estas fiestas asistieron la Reina Adelaida, esposa de Vittorio Emmanuel II, y de la Reina María Teresa, viuda de Carlos Alberto, quienes recibían Comunión en la Basílica. En 1953, la fecha de la celebración del Quinto Centenario, fue cambiada para septiembre, desde el 6 hasta el 13, para que coincidiera con el Congreso Eucarístico que se celebró ese año.

 Se escribieron himnos especiales en honor del Milagro Eucarístico de Turín. Se cantan los días de las fiestas, y especialmente durante la celebración del Centenario.

 Papas que han reconocido el Milagro de Turín : Pío II, Gregorio XVI, Clemente XIII, Benedicto XIV, San Pío X, Pío XI y JPII..

MILAGRO EUCARISTICO DE WALLDÜRN
Ocurrido en el 1330, Alemania.

SCTJM. Padre Jordi Rivero, 18-VII-2003

Walldürn es un encantador pueblecito alemán situado entre bosques, campos de trigo y maíz, en el centro-sur de Alemania. Allí fuimos en peregrinación para venerar el milagro Eucarístico en la basílica de San Jorge.

El Milagro del corporal
(Según lo escrito en 1589 por Hoffius, sacerdote de la parroquia)

Un sacerdote llamado Heinrich Otto celebraba la Santa Misa en 1330 cuando accidentalmente derramó el cáliz que ya había consagrado. La Preciosa Sangre de Nuestro Señor cayó sobre el corporal y una imagen de Cristo crucificado, en color rojo de sangre, se hizo visible sobre el mismo. Alrededor de esa imagen se podían ver once cabezas iguales de Cristo con coronas de espinas. (Ver Foto #1)

Lleno de temor, el sacerdote escondió el corporal bajo el altar y no fue hasta su lecho de muerte cuando confesó lo que había hecho y donde había escondido el corporal. Allí lo encontraron y pronto el corporal milagroso recibió gran veneración. Desde entonces han ocurrido muchas curaciones, milagros y conversiones.  

En 1408, después que le mostraran el corporal milagroso, el obispo de Würzburg, Gerhard von Schwarzenberg, en cuya jurisdicción estaba el pueblo de Walldürn dio la aprobación oficial a las peregrinaciones.

En 1445 el corporal fue llevado al Papa Eugenio IV a Roma. Las imágenes de Cristo aun eran visibles. Esto fue confirmado por el mismo Papa en el certificado de indulgencias que aun se preserva.

El milagro se hizo famoso en toda Europa y a través de los siglos se le ha representado en el arte de todo el continente.

El milagro de la tela protectora


Alrededor del año 1920 se le añadió al corporal una tela de lino protectora por la parte de atrás. En 1950 una investigación científica se llevó a cabo. Ya no se podían ver las imágenes en el corporal. Sin embargo, cuando la tela protectora fue expuesta a la radiación con luz ultravioleta, se descubrió en ella, para el asombro de todos, la imagen de Cristo Crucificado claramente visible.(Ver: foto #3) Además los expertos determinaron que "el corporal no había sido una pintura que se destiñese con el paso del tiempo".

 

Significado del Milagro


A través de los siglos Dios nos ha recordado con numerosos milagros que Jesús está realmente presente en la Eucaristía. El mismo Dios que tiene poder para multiplicar panes se hace presente bajo las especies de pan y vino. 

A pesar de que la ciencia no tiene explicación para los milagros, estos no nos fuerzan a creer. Mas bien pasan desapercibidos para quienes cierran su corazón, pero para quien busca la verdad son una ayuda valiosa.

En la misa, cuando el vino se convierte en la Sangre de Cristo, normalmente continúa teniendo apariencia de vino aunque es en verdad sangre. Solo por la fe sabemos que es Sangre del Señor. En Walldürn, sin embargo, el vino convertido en Sangre tomó las apariencias de sangre. Además Cristo quiso manifestarse haciendo su imagen visible con Su Sangre sobre el corporal. ¿Por que además hay 11 cabezas de Cristo coronadas de espinas en torno a la imagen central?. Yo pienso que Jesús quiso recordarnos que El es uno y al mismo tiempo está presente en cada partícula de Su Cuerpo y de Su Sangre, de manera que todos los que reciben la Eucaristía reciben al mismo Jesucristo. La cruz y la corona de espinas nos recuerdan además que la Santa Misa es el sacrificio de la Pasión de Nuestro Señor.

La actual basílica fue construida entre 1698 y 1728 por Franz Lothar von Schonborn, Arzobispo de Mainz. En 1962 el Papa Juan XXIII la elevó a basílica menor. Desde 1938 los monjes agustinos cuidan de la basílica.

El corporal milagroso, que tiene ya mas de 650 años, se guarda en el retablo del altar lateral izquierdo. Cuando abren dos grandes puertas, se puede aun contemplar el corporal pero ya no se distinguen las imágenes (ver foto #3). También en la basílica hay reliquias de San Agustín y Santa Rita. 

Peregrinaciones


Desde el que primero se corrió la noticia del milagro han venido peregrinos a Walldürn para adorar la Preciosa Sangre. Aunque durante las guerras y la Reforma hubo un declive, las peregrinaciones no se suspendieron en ningún año.


El Papa Urbano III concedió indulgencia plenaria a los peregrinos.

El período principal de peregrinación comienza el domingo de la Trinidad y dura cuatro semanas. Pero van peregrinos todo el año.

 

Propósito del peregrino


En nuestro tiempo en que muchos cristianos ya no creen en la Eucaristía y otros aunque dicen creer la olvidan, los peregrinos venimos para adorar al Señor y renovar nuestro compromiso de fe. El milagro Eucarístico de Walldürn nos recuerda que en la Eucaristía recibimos verdaderamente y substancialmente el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. Es el mismo Cuerpo que se entregó en la Cruz y la misma Sangre de su Corazón traspasado por amor a todos.  La profesión de fe y la renovación de nuestra fidelidad es el propósito mayor de la peregrinación.   

 

 MILAGRO EUCARÍSTICO DE LANCIANO

 Lanciano, Italia - año 700

Lanciano es una pequeña ciudad medieval, que se encuentra en la costa del Mar Adriático de Italia, en la carretera entre San Giovanni Rotondo y Loreto. Lanciano significa - "Lanza".  Se trata de la antigua Anxanum, de los pueblos Fretanos.

Aquí se conserva desde hace mas de doce siglos el primero y mas grande de los milagros Eucarísticos.   

Descripción del Milagro

La parte de la Hostia en el centro del círculo de carne, aunque era verdaderamente la Carne de Jesucristo, siguió teniendo los accidentes de pan sin levadura después del milagro, tal como ocurre en cada Consagración.  Se mantuvo por muchos años pero se desintegró porque la luneta que la contenía no había sido herméticamente cerrada.

La Carne y la Sangre actualmente visibles no solo son la Carne y la Sangre de Jesús como en toda Hostia consagrada, sino que mantiene hasta la actualidad los accidentes propios de carne y sangre humana.

La Carne, desde 1713, se conserva en un artístico Ostensorio de plata, de la escuela napolitana, finamente cincelado.

La Sangre está contenida en una rica y antigua ampolla de cristal de Roca.

La Hostia-Carne, aún se conserva muy bien.  El tamaño de la hostia es como las hostias que el sacerdote eleva en las misas hoy día.   Es ligeramente parda y adquiere un tinte róseo si se ilumina por el lado posterior.  La sangre coagulada tiene un color terroso que tiende al amarillo Ocre.

El Milagro de Lanciano es un continuo milagro. La Hostia convertida en Carne y el Vino convertido en Sangre, sin el uso de ningún preservativo, están aun presentes en el relicario. 

Historia del Milagro Eucarístico:

Un Monje de la Orden de San. Basilio, sabio en las cosas del mundo, pero no en las cosas de la fe, pasaba un tiempo de prueba contra la fe. Dudaba de la presencia real de Nuestro Señor Jesús en la Eucaristía. Oraba constantemente para librarse de esas dudas por miedo de perder su vocación. Sufría día tras día la duda. ¿Está Jesús realmente y, substancialmente presente en la Eucaristía?. Dudaba sobre el misterio de la transubstanciación.

Su sacerdocio se convirtió en una rutina y se destruía poco a poco. Especialmente la celebración de la Santa Misa se convirtió en una rutina más, un trabajo mas.

La situación en el mundo no le ayudó a fortalecer su fe. Había muchas herejías surgiendo durante esta época. Sacerdotes y obispos eran víctimas de esas herejías, las cuales estaban infestando a la Iglesia por todas partes. Algunas de estas herejías negaban la presencia real de nuestro Señor en la Eucaristía.

El sacerdote no podía levantarse de esta oscuridad que envolvía su corazón. Cada vez estaba mas convencido, por la lógica humana, de esas herejías.

El Milagro

Una mañana del año 700, mientras celebraba la Santa Misa, el sacerdote estaba siendo atacado fuertemente por la duda y después de haber pronunciado las solemnes palabras de la consagración, vio como la Santa Hostia se convirtió en un círculo de carne y el vino en sangre visible. Estaba ante un fenómeno sobrenatural visible, que lo hizo temblar y comenzó a llorar incontrolablemente de gozo y agradecimiento. .

Estuvo parado por un largo rato, de espaldas a los fieles, como era la misa en ese tiempo. Después se volteo despacio hacia ellas, diciéndoles: ¡Oh afortunados testigos a quién el Santísimo Dios, para destruir mi falta de fe, ha querido revelárseles El mismo en este Bendito Sacramento y hacerse visible ante nuestros ojos. Vengan, hermanos y maravíllense ante nuestro Dios tan cerca de nosotros. Contemplen la Carne y la Sangre de Nuestro Amado Cristo!.

Las personas se apresuraron para ir al altar y, al presenciar el milagro, empezaron a clamar, pidiendo perdón y misericordia. Otras empezaron a darse golpes de pecho, confesando sus pecados, declarándose indignos de presenciar tal milagro.

Otros se arrodillaban en señal de respeto y gratitud por el regalo que el Señor les había concedido. Todos contaban la historia por toda la ciudad y por todos los pueblos circunvecinos.

La carne se mantuvo intacta, pero la sangre se dividió en el cáliz, en 5 partículas de diferentes tamaños y formas irregulares. Los monjes decidieron pesar las partículas y descubren fenómenos particulares sobre el peso de cada una de ellas.

Inmediatamente la Hostia y las cinco partículas fueron colocadas en un relicario de marfil.

 

Significado Espiritual de este milagro:

Como ha sido comprobado, la Hostia que fue milagrosamente convertida en Carne, es compuesta del tejido muscular del corazón humano (miocardio).

Nuestro Señor muestra su Corazón Eucarístico, traspasado por los pecados de la humanidad. Corazón que se deja traspasar por Amor. Corazón humano y divino, que sufre y ama.

De tantas manera Jesús nos tiene que recordar que está vivo, que su Corazón arde de amor por los hombres, que su Corazón es de carne, con sentimientos, deseos, ansias por salvarnos y que todavía sufre por tantos desprecios, blasfemias e indiferencias de nosotros pecadores.

 Su Corazón es fuente abierta de gracia y misericordia. De este Corazón fluyó sangre y agua, símbolo de liberación y purificación para nuestros corazones.

 Este Milagro Eucarístico de Lanciano nos llama a la reparación, a ser almas de oración constante, en reparación por tantos pecados, por los nuestros y por los del mundo entero.

Parece que Jesús hoy nos dice - (Habrá alguien que tenga compasión de Mi, que viva con amor, que cumpla con virtud y perfección su vocación, para que la Sangre Preciosa de Nuestro Señor no se derrame en vano.)

Este Milagro Eucarístico es un llamado urgente a la conversión, a reflexionar sobre nuestras vidas, pasadas y presentes. A tomar en serio la vida espiritual, y emprender el camino estrecho que nos lleva a la santidad, a la vida de virtud y perfección. Es una llamada de Dios a dejarnos purificar por el crisol del sufrimiento en nuestras vidas.

Además de que es muy significativo que este milagro sucediera en la ciudad llamada por el nombre de Longinos, el que traspasa el corazón de Jesús, y existe otro paralelo con lo que paso con Longinos: El sacerdote al contemplar el Corazón Eucarístico de Jesús y su sangre, recibió la gracia de la conversión.

Otro detalle importante es que en este milagro eucarístico Jesús permitió ser crucificado de nuevo. Después del milagro, la Hostia fue clavada a un pedazo de madera, para que al secarse no se enrollara como le sucede a la carne. Aquí estaba El otra vez con clavos en Su Cuerpo, clavado a un pedazo de madera.

 

Frutos del Milagro:

El milagro que ocurrió en el año 700 fue solo el comienzo. Eso fue hace más de 1250 años. Si después del milagro, la carne y la sangre se hubieran desintegrado, como esperaban muchos, de todas maneras ya en sí mismo era un milagro espectacular.

Además de la renovación de la fe del sacerdote y de todos los testigos, Lanciano ha sido un lugar donde muchos han encontrado la fe en la Eucaristía, y otros han aumentado en esa fe.

De inmediato la noticia del Milagro Eucarístico y el testimonio de la transformación del Sacerdote se divulgó por toda la ciudad y el país. Todas las personas hablaban del milagro. Los peregrinos concurrían a Lanciano para venerar la Hostia convertida en carne y el vino en sangre. Aumentó la Fe y devoción al Corazón Eucarístico de Jesús, y se extendió por todo el país.

Desde el principio, la Iglesia local aceptó este milagro como un verdadero signo del cielo, y veneró el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor en la Eucaristía en varias procesiones. Especialmente el día de su fiesta, que es el último domingo de octubre.

La fama del santuario se propagó rápidamente a través de la región y muy pronto toda Italia comenzó a hacer peregrinaciones a la Iglesia. Estas peregrinaciones no han sido solo locales, de todo el mundo llegan personas a venerar el Corazón de Jesús revelado en la Eucaristía.

Manuscritos

A través de los años se han escrito muchos relatos para mostrar la autenticidad del Milagro Eucarístico y milagros espirituales como físicos que se han dado en este lugar. Por haber sido este un milagro tan importante, los antecedentes y la historia de los hechos fueron cuidadosamente registrados.

Hubo un manuscrito en Griego y Latín que confirma el milagro y que fue escrito y certificado en la misma época del milagro. En una cronología de la Ciudad de Lanciano, un historiador escribió que a principios de 1500, dos monjes de San Basilio vinieron a la Iglesia, la cual estaba bajo la custodia de los Franciscanos y pidieron pasar la noche allí. También pidieron ver el pergamino que tenía la historia del Milagro Eucarístico de Lanciano. Los Franciscanos les dejaron estudiar el pergamino durante la noche. Pero a la mañana siguiente los monjes de San Basilio se fueron muy temprano antes de que los Franciscanos se despertaran y se llevaron el manuscrito.

Se cree que el motivo fue que los Monjes Basilianos estaban avergonzados de que uno de los suyos hubiera perdido la fe en la Eucaristía. El hecho es que nunca se recuperó dicho manuscrito.

La Iglesia del Milagro:

La Iglesia donde se encuentra el Milagro Eucarístico de Lanciano esta en el centro de la ciudad. Lo que es el centro de la ciudad hoy en día era el suburbio de la ciudad en el Siglo Ocho, cuando ocurrió el Milagro Eucarístico. En este tiempo se llamaba la Iglesia de los Santos Longinos y Domiciano, y estaba bajo la custodia de los monjes de San. Basilio del Rito Griego Ortodoxo. Esto fue antes del Gran Cisma de 1054.

Esta Iglesia del milagro permaneció bajo la custodia de los monjes de San Basilio hasta 1176, que fue cuando los Benedictinos llegaron. El edificio se había deteriorado mucho y los Benedictinos no estaban muy animados de cuidar de el. Los Frailes Menores Conventuales (Franciscanos), sin embargo querían custodiar el Relicario.

Uno de sus benefactores, el Obispo Landulfo fue nombrado Obispo de Chieti y les dio el Santuario. En 1252 los Benedictinos se fueron y los franciscanos se hicieron cargó de todo con Bula pontificia del 12/5/1252.

En 1258 los Franciscanos edificaron la iglesia actual en el lugar de la Iglesia original de San Legonciano.  Esta fue transformada en 1700 del estilo románico-gótico al barroco.

En 1515, el Papa Leo X hizo de Lanciano una Sede Episcopal bajo la responsabilidad directa de Roma. En 1562 el Papa Pío IV escribió un Bula Papal elevándola a la Sede Arzobispal.

En 1666 los Franciscanos se encontraron en medio de una batalla legal con los Raccomandati, un grupo "selecto" de la ciudad, que pensaban que eran mejores que todo el mundo. Trataron de quitarle la Iglesia a los Franciscanos, poniéndole una demanda a la Iglesia original de San Longinos, sobre la cual fue edificada la Iglesia Franciscana. Si hubiera ganado, hubieran tenido las dos Iglesias.

El 25 de junio, de 1672, el Papa Clemente X declaró el altar del Milagro Eucarístico como un altar privilegiado en el Octavo día de los difuntos y en todos los Lúnes del año.

El Señor intervino por medio del Cardenal Giannetti de la Sagrada Congregación de Obispos y Religiosos, y los Franciscanos ganaron el caso. Inmediatamente aplicaron para obtener el escrito oficial, y 18 años mas tarde en 1684, se le concedió.

Durante el tiempo de Napoleón en 1809 los Franciscanos fueron arrojados de la ciudad. Pero volvieron con un triunfo solemne el 21 de junio, de 1953.

Diferentes lugares de Veneración dentro de la iglesia:

A través de los años el Milagro Eucarístico fue colocado en diferentes lugares en la Iglesia de San Francisco.

En 1566 la amenaza de los Turcos se hizo dominante a través de la Costa Adriática. Por medidas de seguridad el Milagro Eucarístico fue sacado de su capilla y fue guardado en el otro lado de la Iglesia.

El 1 de agosto de ese año un fraile, Giovanni Antonio de Mastro Renzo, perdió la fe, no en la Eucaristía, sino en la habilidad o deseo de Dios para salvarlo a él y a su pequeño grupo de Franciscanos, de la embestida de los turcos. El fraile viendo la necesidad de salvar el Milagro Eucarístico de los Turcos, cogió el relicario que contenía la Carne y la Sangre del Señor y con sus frailes desapareció de la ciudad. Caminaron toda la noche.

Antes del amanecer, el Fraile Giovanni sintió que ya había suficiente distancia entre ellos y el enemigo y le ordenó a sus frailes que descansaran. Al salir el sol se dieron cuenta de que estaban de nuevo a la entrada de la ciudad. Creyeron que el Señor había intervenido porque quería que el Milagro Eucarístico de Lanciano fuera un signo de seguridad para las personas de la ciudad, un signo de que Dios no los había abandonado. Los frailes quedaron llenos del Espíritu Santo y ofrecieron permanecer en la Iglesia y proteger el Milagro Eucarístico con sus vidas.

Según esto ocurría, el Señor los protegía del mal, igual que a la ciudad de Lanciano y al Milagro Eucarístico.

La Carne y la Sangre de Nuestro Señor permanecieron guardadas hasta 1636, a pesar de que la amenaza de invasión de los turcos había desaparecido. En este tiempo el Milagro Eucarístico fue transferido al lado derecho del altar, encerrado en un tabernáculo de hierro. Había cuatro llaves para la bóveda, cada una guardada por diferentes personas de la ciudad. Esta fue llamada la Capilla Valsecca, en honor de su benefactor.

En 1713 el relicario de marfil fue reemplazado por el que hoy exhibe las dos reliquias. Es de plata y cristal. La hostia esta expuesta como regularmente se hace en una custodia y las partículas de sangre en un cáliz de cristal, que muchos creen es el cáliz original donde se dio el milagro.

En 1887, el Arzobispo de Lanciano, Monseñor Petarca, obtuvo del Papa Leo XIII, una indulgencia plenaria perpetua para los que veneraran el Milagro Eucarístico durante 8 días después del día de fiesta.

La Carne y Sangre Milagrosa estuvieron guardadas en esa capilla hasta 1902. Los fieles solo podían venerar el Milagro Eucarístico en ocasiones especiales, el Lunes después de Pascua y la última semana de Octubre, la semana de la fiesta. La Indulgencia Plenaria estaba disponible para las personas durante la fiesta.

En 1902 se determinó que la Capilla Valsecca era inadecuada para el Milagro Eucarístico. El Obispo Petrarca, con el apoyo de los Lancianenses, le construyó un hermoso altar monumental donde está actualmente.  Se puede subir a contemplar de cerca el milagro, por una escalera detrás del altar mayor. El tabernáculo está abierto por detrás para que se pueda ver el relicario que contiene la preciosa Sangre y Carne de Nuestro Señor.

Lanciano fue escogido como el lugar para el Primer Congreso Eucarístico de la región de Abruzzi  del 23 al 25 de septiembre, de 1921.

 

Investigaciones científicas

En 1574 se hicieron pruebas de la Carne y la Sangre y se descubrió un fenómeno inexplicable. Las cinco bolitas de Sangre coagulada son de diferentes tamaños y formas. Pero cualquier combinación pesa en total lo mismo. En otras palabras, 1 pesa lo mismo que 2, 2 pesan lo mismo que 3, y 3 pesan lo mismo que 5. Este resultado esta marcado en una tabla de mármol en la Iglesia.

A través de los años se han hecho muchas investigaciones. Nuestro Señor se ha permitido ser pinchado y cortado, examinado a través de microscopio y fotografiado.

A las distintas investigaciones eclesiásticas siguieron las científicas, llevadas a cabo desde 1574, en 1970-71 y en 1991.  En estas últimas, el eminente científico Profesor Odoardo Linoli docente en Anatomía  y Histología Patológica y en Química y Microscopía Clínica, con la colaboración del Profesor Ruggero Bertelli de la Universidad de Sena, utilizó los instrumentos científicos más modernos disponibles.

Los análisis, realizados con absoluto rigor científico y documentados por una serie de fotografías al microscopio, dieron los siguientes resultados:

* La Carne es verdadera Carne. La Sangre es verdadera Sangre.

* La Carne y la Sangre pertenecen a la especie humana.

* La Carne está constituida por el tejido muscular del corazón.   En la Carne están presentes, en secciones, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el relevante espesor del miocario, el ventrículo cardiaco izquierdo.

* La Carne es un CORAZON completo en su estructura esencial.

* La Carne y la Sangre tienen el mismo grupo sanguíneo (AB).

* En la Sangre se encontraron las proteínas normalmente fraccionadas, con la proporción en porcentaje, correspondiente al cuadro Sero- proteico de la sangre fresca normal.

* En la Sangre también se encontraron estos minerales: Cloruro, fósforo, magnesio, potasio, sodio y calcio.

* La conservación de la Carne y de la Sangre, dejadas al estado natural por espacio de doce siglos  y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, es de por sí un fenómeno extraordinario.

Conclusión:

Se puede decir que la Ciencia ha dado una respuesta segura y exhaustiva acerca de la autenticidad del Milagro Eucarístico de Lanciano.


Jesús nos da, otra vez, Su Corazón por medio de este Milagro Eucarístico. El mismo que fue traspasado por Longinos en el Calvario. El mismo que está en cada Eucaristía en cada Tabernáculo.

Es un Corazón traspasado de amor por los hombres, y que solo recibe desprecios, indiferencias, blasfemias, sacrilegios de los mismos hombres.   Es manifestación de amor, amor mas sublime no existe. Solo Nuestro Señor, nos ama de esta forma. Cada Misa, cada Eucaristía es un acto de amor de nuestro Señor. En cada Eucaristía se derraman gracias de salvación para la humanidad.

El Señor nos sigue dando su sangre , Su Cuerpo todos los días en la Eucaristía para sanarnos, liberarnos y sustentarnos. Que cada Eucaristía sea un encuentro único con el Corazón de Jesús, encuentro con el Dios de Amor, el Dios que se manifiesta misericordioso, compasivo, y a la misma vez con un Corazón traspasado por los pecados nuestros y de la humanidad.

Que podemos hacer nosotros, sino consolar al Corazón traspasado de Jesús, no permitiendo que su preciosa sangre sea derramada en vano en nuestras vidas, sino mas bien, apropiarnos de las gracias que brotan de su costado abierto, abierto todavía, para que podamos ir a la fuente abierta de salvación que es su Corazón.

Cristo esta vivo entre nosotros, cada milagro Eucarístico es una prueba más de esto. "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". San Juan 6:54-56

 !Bendito y alabado sea Jesús Sacramentado, por siempre sea amado su Corazón traspasado !

  

LA SAGRADA EUCARISTÍA

 

La Eucaristía es el sacramento en el cual, bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y sustancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
Jesús mismo lo dice:

 

"En verdad, en verdad os digo, Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es

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Aquel que desciende del cielo y da la vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. Respondióles Jesús: Yo soy el pan de vida (. . .) Si uno come de este pan vivirá para siempre, pues el pan que yo dar‚ es mi carne, para la vida del mundo"" (Jn. 6, 32-34, 51).

- "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna (Jn. 6, 54)"

 

- "Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, esto es mi cuerpo. Y tomando el cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, que ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que ser derramada por muchos para remisión de los pecados (Mt. 26, 26-28). Este pasaje lo recogen también San Marcos (14, 22-25), San Lucas (22, 19-20) y San Pablo en 1 Cor. 11.23-26:

 

"Porque yo he recibido del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche que fue entregado, tomo el pan y, después de dar gracias lo partió y dijo: Este es mi cuerpo, que se da por vosotros, haced esto en memoria mía. Y asimismo, después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: Este cáliz es el nuevo testamento en mi Sangre; cuantas veces lo bebáis, haced esto en memoria mía...Así pues, quien coma el pan y bebe el cáliz indignamente, será reo del Cuerpo y la Sangre de Señor".

 

Las palabras de Jesucristo fueron tan claras, tan categórico el mandato que dio a sus discípulos -"haced esto en memoria mía"- (Lc. 22, 19), que los primeros cristianos comenzaron a reunirse para celebrar juntos la ‘fracción del pan’, después de la Ascensión del Señor a los cielos:

 

"Todos -narran los Hechos de los Apóstoles- perseveraban en la doctrina de los Apóstoles y en la comunicación de la fracción del pan, y en la oración" (Hechos 2, 42).
San Pablo mismo testimonia la fe firme en la Presencia real de la primitiva cristiandad de Corinto: "El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la Sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es comunión del Cuerpo de Cristo? (. . .) Porque cuantas veces comáis este pan y bebáis el cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que El venga. De modo que quien comiere el pan o bebiere cl cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor" (I Cor. 10, 16; 11, 26-27).

 

Ellos creían con absoluta sencillez que el pan consagrado era el Cuerpo de Cristo. Los Apóstoles y sus sucesores presentaban a los fieles el pan consagrado diciendo: Corpus Christi, y los fieles respondían Amén. La Eucaristía era Jesús, y nadie habló jamás de símbolo o figura.

 

El Señor no dijo: “Esto es un símbolo de mi cuerpo y esto es un símbolo de mi sangre”, sino este es mi cuerpo, esta es mi sangre.

 

Los efectos que la recepción de la Eucaristía produce en el alma, son los siguientes:

 

A. Aumento de la gracia santificante.
B. Gracia sacramental específica.
C. Perdón de los pecados veniales.
D. Prenda de vida eterna.

 

A. Aumento de la gracia santificante: Para comulgar, como señalamos, hay que estar en gracia de Dios la Eucaristía es un sacramento de vivos, y por la Comunión esa gracia se sustenta, se revitaliza, se aumenta, y enciende en el gozo de la vida divina. La Comunión, pues, hace crecer en santidad y en unión con Dios.

 

B. Gracia sacramental específica
La gracia sacramental específica de la Eucaristía es la llamada gracia nutritiva, porque se nos da a manera de alimento divino que conforta y vigoriza en el alma la vida sobrenatural.

 

C. Perdón de pecados veniales
También se perdonan los pecados veniales, alejando del alma la debilidad espiritual. Los pecados veniales, en efecto, constituyen una enfermedad del alma que se encuentra débil para resistir al pecado mortal.

 

D. Prenda de vida eterna
De acuerdo a las palabras de Cristo en Cafarnaúm, la Eucaristía constituye un adelanto de la bienaventuranza celestial y de la futura resurrección del cuerpo: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna, y yo lo resucitar‚ en el último día"" (Jn. 6, 54; cfr. Dz. 875).

 

La validez de la confección de la Eucaristía depende, por tanto, de la validez de la ordenación: consagrar es tarea propia y exclusiva del sacerdocio ministerial. La prueba que ofrece la Sagrada Escritura es concluyente: el encargo hecho por Cristo en la intimidad del Cenáculo a sus Apóstoles y a sus sucesores haced esto en memoria mía (Lc. 22, 19; I Cor. 11, 24), va dirigido exclusivamente a ellos, y no a la multitud de sus discípulos.

 

Para la recepción lícita o fructuosa se requiere:

 

a) el estado de gracia, y
b) la intención recta, buscando la unión con Dios y no por otras razones.

 

Así como nada aprovecha a un cadáver el mejor de los alimentos, así tampoco aprovecha la Comunión al alma que está muerta a la vida de la gracia por el pecado mortal.

 

 

La transubstanciación

 

En efecto, el término transubstanciación (trans-substare) expresa perfectamente lo que ocurre, pues al repetir el sacerdote las palabras de Jesucristo, se da el cambio de una substancia en otra (en este caso, de la substancia ‘pan’ en la substancia ‘Cuerpo de Cristo’, y de la substancia ‘vino’ en la substancia ‘Sangre de Cristo’), quedando solamente las apariencias, que suelen denominarse  “accidentes”.

 

Cuando yo miro la Hostia consagrada veo los accidentes -color, forma, olor, tamaño, etc.- del pan; pero la fe no los sentidos- me dicen que ahí no está la sustancia del pan, sino la sustancia del Cuerpo de Cristo.

 

Nadie duda que el Señor está presente en medio de los fieles, cuando éstos se reúnen en su nombre: Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos (Mt. 18, 20).
También está presente en la predicación de la palabra divina, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla.

 

En la Eucaristía, el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El sacrificio de Cristo presente sobre el altar da a todas las generaciones la posibilidad de unirse a su ofrenda.

 

 

 

Más Milagros Eucarísticos para fortalecer la Fe

 

 

El Santo Grial, el cáliz que utilizó Nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena, y en el que se convirtió por vez primera el vino en la sangre del Señor, ha sido en la historia de la cristiandad una reliquia que ha unido la leyenda con la verdad. Los caballeros de la Edad Media tenían como ideal la búsqueda del Santo Grial, al que se atribuían poderes milagrosos y contenía un alto significado espiritual. Era símbolo de la perfección consumada, emblema de la pureza moral, de la fe triunfante, de la caridad bienhechora, del heroísmo caballeresco.

Esto se manifestó en los Caballeros de la Tabla Redonda, en las grandes obras musicales de Ricardo Wagner, Parsifal y Lohengrin, e incluso modernamente tenemos la búsqueda del Santo Grial en una película de Steven Spielberg con Harrison Ford titulada «Indiana Jones y la última cruzada», que fue una de las más taquilleras de la temporada. Por el mundo hay varios cálices que pretenden ser el Santo Grial de la Última Cena. Voy exponer las razones por las cuales creo que el auténtico es el que se conserva en Valencia desde hace 500 años.

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La familia de San Marcos evangelista era rica. Tenía un molino de aceite en Getsemaní, donde fue la Oración del Huerto de Jesús. También tenían una casa en la capital, en Jerusalén; y allí celebró Cristo la Última Cena: lo que hoy llamamos el Cenáculo. Dicen los Hechos de los Apóstoles (12:12) que éstos de reunían con frecuencia en el Cenáculo, que era propiedad de la familia de San Marcos.

El Cenáculo, que mide 15,5 metros de longitud y 9,5 de anchura, ha sido mezquita durante siglos, pues los musulmanes tenían especial interés en convertir en mezquitas los principales lugares cristianos. Hoy pertenece al Estado de Israel. En la planta baja han puesto el museo del «Holocausto nazi».

Como es lógico la familia de San Marcos le puso al Señor para la cena la mejor vajilla que tenían. En aquel tiempo las copas de más valor no eran las de oro y plata, sino las de piedras preciosas. En las épocas griega y romana era de uso frecuente, en mesas lujosas, los vasos de piedras ricas. Plinio nos dice que los antiguos se preciaban de hacer cálices de piedras preciosas: y explica cómo se hacían. En muchos museos y colecciones figuran vasos greco-romanos de piedra. La copa del Santo Grial de Valencia es de ágata. Parece ser del siglo II antes de Cristo. Lo original es sólo la copa. Las asas y el pie son de orfebrería posterior.

San Marcos acompañó a San Pedro a Roma a predicar el Evangelio. Es lógico que se llevara consigo la copa de su familia, que utilizó el Señor en la Última Cena, para que en ella consagrara San Pedro al decir misa. Después del Concilio Vaticano II tenemos varias fórmulas para decir el canon de la misa: unas más largas y otras mas cortas. Pero hasta el Concilio Vaticano II sólo había una fórmula: la del Canon Romano. Se conserva inalterada desde los tiempos apostólicos.

Yo mismo he utilizado esta fórmula miles de veces cuando se decía la misa en latín. En esta fórmula del Canon Romano se dice: «El Señor Jesús, tomando en sus santas manos ESTE CÁLIZ...». Cuando yo decía «este cáliz» pensaba en «un cáliz». Pero hora caigo en la cuenta de que San Pedro decía «este cáliz» porque era el mismo que había utilizado el Señor en la Última Cena.

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Consta por la historia que en Roma había un cáliz, llamado el «cáliz papal», porque con él sólo decía misa el Papa, pues era el mismo cáliz que había utilizado el Señor el la Última Cena. Cuando la persecución del emperador Valeriano, que se estaba apoderando de los bienes de la Iglesia, el Papa de entonces, San Sixto II, encargó al diácono San Lorenzo, que era el administrador de los bienes de la Iglesia de Roma, que salvara el cáliz del Señor de la rapiña del emperador.

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San Lorenzo, que después murió mártir en la parrilla, era español, aragonés, de Jaca. Para salvar el cáliz se lo entregó a un soldado del ejército romano, paisano suyo, que volvía a Jaca de permiso, para que se lo entregara a sus padres, acompañando el cáliz con una carta que conocemos. Al texto de esta carta se refiere el pergamino nº 136 de la colección Martín el Humano del Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona Es conocido el cuadro de la basílica romana de San Lorenzo-extramuros, en las afueras de Roma, en el que está San Lorenzo entregando un cáliz a un soldado que lo recibe de rodillas. Este soldado se trajo el cáliz a Jaca y se lo entregó a la familia de San Lorenzo, y éstos al Obispo de Jaca.

Durante la invasión musulmana, este cáliz se escondió en el Pirineo aragonés. Por eso los Caballeros Medievales no sabían dónde estaba, y lo buscaban por el mundo. En el siglo XIV, Martín el Humano, rey de Aragón y Cataluña, quiso llevarse a su Oratorio Real el Santo Cáliz del Señor, que se conservaba en el Monasterio de San Juan de la Peña, en el Pirineo aragonés, y en compensación hizo al monasterio un valioso donativo. De esta donación se conserva documentación en el Archivo de la Corona de Aragón del 26 de Septiembre de 1399. Más tarde, el 18 de Marzo de 1437, Alfonso el Magnánimo entregó el Santo Cáliz a la catedral de Valencia para que allí fuera custodiado; y ahí se encuentra desde entonces.

El 8 de Noviembre de 1982 el Papa Juan Pablo II, en su visita a la catedral de Valencia, oró ante él de rodillas, y lo utilizó cuando celebró misa en el Paseo de la Alameda, en la que ordenó a ciento cincuenta nuevos sacerdotes, procedentes de toda España.

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La palabra «grial» unos opinan que es una evolución de la palabra hebrea «goral» que significa copa grande, vaso, recipiente. Otros opinan que procede del romance ibérico, pues con este significado aparece en el Arcipreste de Hita, en el Amadís de Gaula e incluso en el Quijote de Cervantes. Si realmente la palabra «grial» procede de España, sería una confirmación de la existencia aquí del Santo Cáliz.

Don Antonio Beltrán, Catedrático de Arqueología en la Universidad de Zaragoza, estudió el Santo Grial y en su libro «El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia», publicado en 1984, dice: «La Arqueología no tiene nada que oponer a la autenticidad del Santo Cáliz; antes bien, es capaz de probar con seguridad que, dada la fecha y origen de la copa, ésta pudo estar perfectamente en la mesa de la Cena del Señor. Al resultado de nuestra investigación hemos llegado sin apartarnos un ápice del recto camino de observación, interpretación y determinación cronológica; pasos obligados en todo estudio arqueológico».

En la introducción del libro agradece la ayuda de veinte especialistas que han colaborado en su trabajo. El Santo Grial tiene 17 centímetros de altura. La copa mide 5,5 de altura y 9,5 de anchura. El pie está adornado de perlas y esmeraldas.
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Por lo anteriormente expuesto se puede mantener con fundamento que el Santo Grial de Valencia es el cáliz que utilizó el Señor en la Última Cena cuando instituyó la Eucaristía. Entonces dijo: «Éste es el cáliz de mi sangre». Y después: «Haced esto en memoria mía». Hagamos ahora alguna consideración sobre la Eucaristía.

La presencia real de Cristo vivo en el pan y  el vino  consagrados es cuestión de fe. Por las apariencias, el pan y el vino consagrados no se distinguen del pan y el vino sin consagrar. Pero ya sabemos que las apariencias engañan. La Luna parece plana y sabemos que es esférica. La Luna llena, en el horizonte, parece más grande que en el cenit, y sabemos que no cambia de volumen porque es una bola de piedra. No todo lo que sabemos podemos experimentarlo personalmente. Yo admito los movimientos de rotación y traslación de la Tierra porque así me lo dicen los astrónomos, que saben más que yo.

Tenemos que fiarnos de los que saben más que nosotros, si tenemos confianza de que no nos engañan porque «saben lo que dicen y dicen lo que saben». Pues Dios es la Sabiduría y Bondad infinitas. Nadie es tan digno de crédito como Él. Dice San Agustín hablando de la fe en Dios: «El que cree lo que no ve, algún día verá lo que creía».

No deja de ser un misterio que un Dios infinitamente grande se encierre en una hostia tan pequeñita. Y que partiéndola no se parte Dios, sino que Dios sigue entero en cada una de las partes. Pero, aunque no es lo mismo, también un paisaje se encierra en una foto mucho más pequeña; y mi voz se divide en cada uno de los oídos de los oyentes sin perder nada, aunque aumente el número de éstos. La comparación es de San Agustín. Jesucristo está entero tanto en el pan consagrado como en el vino consagrado. Por eso para recibirlo no es necesario hacerlo bajo las dos especies. Basta cualquiera de las dos para recibirlo entero.

El sentido de las palabras de Jesucristo no puede ser más claro. Entenderlas de un modo simbólico es engañar o engañarse. Si Cristo hablara simbólicamente, habría que decir que nos engañó. Hay circunstancias en las que no se puede admitir un lenguaje simbólico. ¿Qué dirías de un moribundo que te promete dejarte su casa en herencia, y luego lo que te dejara fuera sólo una foto de ella? Si no queremos admitir que Cristo nos engañó, no tenemos más remedio que admitir que sus palabras sobre la Eucaristía significan lo que expresan. Los mismos judíos las entendieron de modo real. Por eso se escandalizaron cuando Jesús dijo: «Mi carne es verdadera comida». Aquello les sonaba a antropofagia. Si hubieran entendido sus palabras de modo simbólico, no se hubieran escandalizado.

Jesús dijo también: «haced esto en memoria mía». Con estas palabras quiso perpetuar la Eucaristía hasta el final de los tiempos. Es un mandato que otorga a los sacerdotes el poder y el deber de hacer presente el sacrificio eucarístico hasta el final de los tiempos. Dijo Cristo: «Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos». Cristo se ha quedado con nosotros para estar a nuestro lado y ayudarnos en el camino que lleva al cielo. Éste es también el sentido de las palabras: «Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos».

La comunión da fuerza para dominar la concupiscencia, porque nos incorpora a Cristo, lo cual es prenda de salvación eterna. Dijo Cristo: «El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»; «quien come de este pan vivirá eternamente».

También dijo Cristo: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Quien permanece unido a mí vivirá eternamente». El sarmiento que se separa de la vid se seca y es leña para el fuego. Como dice San Juan de Ávila en su libro sobre la Eucaristía: «Metiendo a Cristo en tus entrañas Él te hace partícipe de su divinidad por la gracia. Por eso Dios te ama como cosa suya. Y como dice San Pablo a los Efesios: «Nadie aborrece su propia carne. Nadie echa al fuego su propia mano o su propio pie».

El cuerpo, si no se alimenta, se muere. El alma también. Necesita alimento espiritual: la Eucaristía, que es alimento del alma. La Eucaristía de los moribundos se llama viático, porque da fuerza para caminar hacia la vida eterna. Pero esto es verdad no sólo para los moribundos, sino también para los que están en la plenitud de la vida. Si estuvieras moribundo y te ofrecieran una medicina que te daría diez años más de vida, ¿la rehusarías? Pues la Eucaristía te da la vida eterna. Dice San Agustín: «Si quieres que Dios sea tu casa en el cielo, sé tú su casa en el suelo». Nadie que aposentó al Señor en la tierra, quedó sin recompensa:

- María Santísima lo aposentó en sus entrañas, y hoy tiene en el cielo un puesto privilegiado.
- Zaqueo lo recibió un día en su casa, y le dijo el Señor: «Hoy ha entrado aquí la salvación».
- Marta y María lo aposentaron en su casa, y Jesús las consideraba sus amigas.

La Eucaristía no es un mero banquete conmemorativo de la Última Cena. Es una reactualización de la Última Cena y del Calvario; aunque esto último de modo incruento.

Lo más grande que podemos hacer cada día es comulgar. Al comulgar nos divinizamos. Dios nos transforma en Él. La Eucaristía nos purifica y nos endiosa. Cuando tomo un alimento lo transformo en mí. Cuando comulgo Dios me transforma en Él. Como una hostia después de la consagración.

Hay hostias que nunca se consagraron. Por ejemplo, las que emplean los futuros sacerdotes que aprenden a decir misa, o las hostias sin consagrar con las que ensayan los niños que se preparan para hacer la Primera Comunión. Si estas hostias pudieran quejarse, se hubieran quejado de no haber sido convertidas en el Cuerpo de Cristo, de no haber tenido la suerte de ser consagradas.

Nosotros no podemos quejarnos, pues en nuestra mano está el comulgar. Tengo en mi mano el don de hacer mío a Dios, hacerle sustancia mía; y a mí sustancia de Él: transformarme en Él, divinizarme. No soy yo quien asimila el alimento, sino que el alimento divino me asimila a mí. La Eucaristía me transforma en Cristo. Por eso dice San Pablo: «Vivo yo, mejor dicho, no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí». Pues como dice San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual: «Cristo me transforma, y mi vida es más divina que humana».

Al comulgar me convierto en custodia, pues llevo a Dios en mi corazón. Pero de más valor que una custodia de oro, pues ésta no puede amar al Señor que tiene dentro, y yo sí. Por eso no basta comulgar sólo con la boca. Hay que comulgar con todo el corazón. Y comulgar con frecuencia. Muchos hacen largos viajes y grandes gastos por turismo. Pues aquí tenemos a Dios. Si al comulgar repartieran un millón de pesetas a cada persona, habría cola. Pues en la misa se reparte a Dios, que vale muchísimo más.

Cada comunión que pierdo la pierdo para toda la eternidad. Los méritos que podía haber ganado hoy comulgando, ya no los ganaré jamás. Mañana podré ganar los de mañana, y pasado los de pasado mañana; pero los de hoy los perdí para siempre. Perdí grados de gloria.

Por supuesto que no nos merecemos la Eucaristía. Pero no comulgamos porque seamos estupendos, sino para serlo. No porque amemos lo suficiente, sino para amar más.

Por otra parte, la Eucaristía es el gran regalo de Dios. El regalo es la medida del amor. En el regalo se pone el amor. A más amor, mayor es el regalo. El regalo que nos hace el amor de Dios es Él mismo. No hay regalo más grande que un Dios infinito. Dios omnipotente no pudo darnos nada que valga más que Él mismo. Y nosotros no podemos recibir ningún bien más grande que a Dios.

Por eso debemos prepararnos adecuadamente. Si el Papa te anuncia que quiere visitarte, ¿cómo arreglarías tu casa? Para recibir a Dios hay que estar en gracia. El que comulga en pecado mortal comete un sacrilegio. Y en frase de San Pablo «se traga su propia condenación».

Pero no angustiarse: «pecado olvidado, pecado perdonado». Basta decirlo en la próxima confesión. No tener escrúpulos para comulgar. Pero sí delicadeza de conciencia. Y al comulgar hablar con Dios: darle gracias, pedirle, adorarle, amarle, proponerle fidelidad, etc.

Está muy bien cantar algo al comulgar. Pero en algunos sitios se va a comulgar cantando, se vuelve cantando, y al minuto todos a la calle. ¿Cuándo han hablado con el Señor que acaban de recibir? ¿Nos vamos a extrañar de la rutina al comulgar? El amor nace del trato. Si no atiendes al Señor que acabas de recibir, terminará por serte indiferente. Para que la vida eucarística y litúrgica no se reduzca a un simple formalismo, exige preparación.

Una madre dice amorosamente a su hijo: «te comería». Dios nos come de amor. Una madre, por amor, daría la vida a su hijo moribundo. Dios, por amor, muere en la misa, y nos da su vida en la comunión para que nosotros vivamos.

La Eucaristía es el sacramento del amor.
«Dios es amor», dice San Juan.
Por amor, Dios se hizo hombre.
Por amor, Dios murió en la cruz.
Por amor, Dios se quedó en la Eucaristía.
Y esto sabiendo los sacrilegios que se iban a cometer, y el abandono que sufriría en tantos sagrarios. Deberíamos visitar el sagrario al menos una vez al día, aunque sea brevemente si no tenemos más tiempo. Decirle al menos:

«Señor: te doy gracias por todo, te pido por todo, te ruego que me ayudes en todo. Adiós». No has tardado ni un minuto.

Jesucristo nos espera en el sagrario. La Eucaristía no es algo, es alguien. No es interés por una cosa, es amor a una persona que se ha adelantado en amarme a mí primero. El tiempo que estás junto al sagrario te estás tostando al amor de Dios. Déjate embellecer espiritualmente por el sol del sagrario. Como María de Betania que no se cansaba de estar a los pies de Jesús porque lo amaba. Dile: «Aquí estoy, Señor, porque te amo. No puedo estar mucho tiempo, pero quiero repetirte que te amo. Tú ya lo sabes, pero diciéndotelo mi amor se hace más grande».

Decía un protestante: «Si yo creyera que Dios está en el sagrario, no me movería de allí». Si yo lo creo, ¿se me nota?. Dios se alegra cuando comulgamos pues así le manifestamos nuestro amor.

Comulgar es corresponder al amor con que Jesús instituyó la Eucaristía.

La cristificación que la comunión realiza en nosotros nos capacita para la evangelización y el testimonio que como cristianos debemos ejercer en el mundo. La Eucaristía tiene un valor comunitario. Al comulgar yo, comulga la Iglesia. Me beneficio yo y se beneficia la Iglesia. La salud del Cuerpo Místico de la Iglesia depende de la salud de sus miembros. La comunión nos une a todo el Cuerpo Místico de Cristo. Nos une a los comulgantes de hoy, de ayer y de mañana; por encima del tiempo y del espacio. Como dice San Pablo: «Todos nos hacemos un solo cuerpo al participar del mismo pan eucarístico que nos une a Cristo. Por eso la Iglesia no es una simple sociedad humana admiradora de Jesucristo. Es una sociedad que participa de la vida de Cristo.

La misa es el acto más grande y más sublime que cada día se realiza en la Tierra, pues es la representación, es decir, se hace nuevamente presente; es la re-actualización de la Redención de la Humanidad en la cruz. Esta realización histórica se perpetúa en la Santa Misa. Dice el padre dominico Antonio Royo Marín: «Una sola misa glorifica a Dios más que toda la gloria que le dan todos los santos del cielo, incluida la Santísima Virgen, por toda la eternidad».

Esto parece exageración, pero es pura teología. Y se entiende fácilmente. Porque toda la gloria que le dan a Dios todos los santos del cielo, incluida la Santísima Virgen María, es gloria de criaturas. La Santísima Virgen es la más maravillosa de las criaturas, pero criatura también. Y esto no puede compararse a la gloria que Cristo-Dios le da a su Padre-Dios muriendo en la cruz por la salvación del mundo. Por eso, si fuéramos conscientes de lo que vale la misa procuraríamos ir a misa diariamente, si esto nos es posible.

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Una confirmación de la Presencia Real de Cristo en el Santísimo Sacramento son los milagros eucarísticos. Aunque nuestra fe en la Eucaristía se basa en el Evangelio, en la Palabra de Dios. Voy a tratar de cuatro milagros eucarísticos que he estudiado esmeradamente. Los voy a tratar como hechos históricos estudiados críticamente. Prescindiendo de la declaración que la Iglesia pueda hacer algún día.


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Voy a empezar por los Corporales de Daroca.
El 23 de Febrero de 1239, en plena reconquista del Reino de Valencia por Jaime I el Conquistador, antes de entrar en combate en Luchente, a 17 Km. de Játiva, las tropas cristianas estaban oyendo la Santa Misa. Durante ella atacaron los moros, y el capellán, D. Mateo Martínez, tuvo que interrumpirla. Como ya había consagrado, dobló los corporales con las formas consagradas dentro, de unos capitanes que iban a comulgar. Estos corporales los escondió en una cueva cercana debajo de una piedra para salvarlas de una posible profanación. La victoria fue para las tropas cristianas, aunque eran muy inferiores en número.

Para agradecer a Dios la victoria, los capitanes quisieron comulgar con las formas ya consagradas. Cuando el capellán desdobló los corporales se encontró las seis formas consagradas empapadas en sangre. Estos corporales, con las improntas de las seis formas ensangrentadas, se conservan hoy en Daroca, a 8 Km de Zaragoza, de donde era el capellán Mateo Martínez. Hoy están en la Colegiata de Santa María, construida por Juan Marión entre 1585 y 1592 sobre el templo románico anterior. Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, fueron tres veces a postrarse ante ellos. La historia de estos corporales ha sido estudiada por el P. Braulio Manzano, S.I. de quien yo me he informado.

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En 1572, durante la guerra de Flandes entre católicos y protestantes, éstos saquearon la catedral de Gorkum, en Holanda, a 15 Km de La Haya. Robaron joyas y vasos sagrados, y arrojaron al suelo el Santísimo Sacramento. Un hereje dio un pisotón a una forma consagrada con su bota de clavos. Al instante brotaron tres gotas de sangre por los orificios que hicieron los clavos de la bota. El hereje, espantado, confuso y dolido, la recogió y se la llevó al Deán de la catedral Juan van der Delpht. Después arrepentido se convirtió al catolicismo y se hizo fraile franciscano.

Esta Sagrada Forma, con las tres manchas de sangre, fue traída a Felipe II, que entonces dominaba los Países Bajos, por el P. Martín de Guzmán, Provincial de los Agustinos en Alemania y Bohemia. La trajo en una caja de madera cerrada y sellada, acompañada de un documento acreditativo del notario Guillermo Baumer y dos testigos; según consta en el Archivo de Simancas en documento de Marzo de 1594.

Esta Sagrada Forma hoy se conserva incorrupta, en un relicario, en la sacristía del Monasterio de San Lorenzo del Escorial en Madrid. Un cuadro de Claudio Coello, en esta sacristía, representa al rey Carlos II recibiendo la bendición con esta Sagrada Forma a manos del P. Francisco de los Santos, Prior de la comunidad de monjes jerónimos del Monasterio. Este cuadro de Claudio Coello mide 9x7,5 metros y fue pintado entre los años 1685 y 1688. Está considerado como una de las obras maestras de la pintura española del siglo XVII, según Martín González en su Historia de la Pintura. Para todo lo relacionado con el milagro de la Sagrada Forma del Escorial me he informado en el libro que con este título ha escrito el P. Benito Mediavilla, O.S.A.

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Cuando estuve dando conferencias en Almácera (Valencia) contemplé en la iglesia parroquial un gran cuadro que perpetúa el siguiente hecho: En Julio de 1348 un molinero suplicó al párroco de Alboraya, al lado de Almácera, que fuera a llevar el viático a su padre moribundo, en una alquería. En ese momento diluviaba, pero dada la urgencia del caso el párroco se puso en camino. Tenía que atravesar el torrente Carraixet sobre una tabla. Resbaló, se cayó y perdió el Santísimo, que fue arrastrado por la corriente. Apenado por el suceso fue a atender al moribundo.

Al día siguiente fue en su busca un pescador diciéndole que en la orilla del mar, junto a la desembocadura del Carraixet, había tres grandes peces con la cabeza fuera del agua y algo en la boca que parecía una Sagrada Forma. El párroco se acordó del Santísimo que había perdido la noche anterior, se puso los ornamentos sagrados y con un grupo de vecinos fue a la playa con un copón. Se acercó a la orilla con el copón abierto, y los tres peces, uno a uno, dando un salto, depositaron en el copón, que él llevaba en las manos, las tres Sagradas Formas.

Este hecho se ha perpetuado en varios cuadros, en el nombre de una calle de Alboraya titulada «El milagro de los peces», en una capilla en la playa en el lugar en que aparecieron los peces, y en el mismo escudo de Alboraya que tiene un copón con los tres peces depositando en él las Sagradas Formas. La actual capilla está levantada sobre la primitiva. El día de la fiesta acude a este lugar una multitud numerosa desde hace seiscientos años. Todo esto no puede ser el resultado de una invención. Todo esto tiene una fuerza probativa del milagro superior a un documento escrito conservado en un archivo.

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Lanciano está en la costa del mar Adriático, en Italia. En el siglo VIII, estando un sacerdote celebrando la santa misa, después de la consagración, le asalta una tentación sobre la presencia real de Cristo en el Santísimo Sacramento. En aquel instante la Sagrada Forma se convirtió en un pedazo de carne. Asustado, atónito y emocionado se lo dice a los asistentes que suben al altar para observar lo ocurrido. La noticia se difunde por toda la ciudad.

El hecho está registrado cuidadosamente en un pergamino manuscrito de aquel tiempo, que posiblemente es el documento original en el que se describe y certifica el milagro. Por lo tanto puede ser el relato oficial de los hechos.

Este trozo de carne que tiene 5x6 cms. se conserva hasta hoy. Han pasado 1200 años. Esta carne ha sido analizada en 1970 por los profesores de la Universidad de Siena Dr. Linoli, Profesor Universitario de Anatomía e Histología Patológica, y Médico-Jefe de los Hospitales Unidos de Arezzo, y por el Dr. Bertelli, Profesor de Anatomía Humana en la Universidad de Siena.

Se trata de carne humana viva, tejido muscular fibroso, con un lóbulo de tejido adiposo y vasos sanguíneos. No aparece rastro alguno de las sustancias químicas utilizadas para la conservación de cadáveres El análisis cromatográfico de la sangre confirma que es sangre humana del grupo AB, el mismo grupo de la sangre de la Sábana Santa y del Sudario de Oviedo. Es verdaderamente admirable que las proteínas de una sangre tan antigua produzcan una curva electroforética mostrando el perfil propio del suero fresco.

Los análisis se realizaron con absoluto rigor científico, documentado con una serie de fotografías microscópicas. Este milagro ha sido confirmado en 1976 por la Comisión Médica de la Organización Mundial de la Salud definiéndolo como un caso único en la Historia de la Medicina. El informe científico de los profesores Linoli y Bertelli ha sido publicado por Bruno Sammaciccia en su libro «El milagro eucarístico de Lanciano», cuyo texto original italiano ha sido traducido al inglés, alemán, francés y español.

El informe científico de los Doctores Linoli y Bertelli, finalizado el 4 de Marzo de 1971, termina con estas palabras: «En base a lo anterior es posible afirmar, sin temor a contradicción, el origen humano de la carne y la sangre del milagro eucarístico de Lanciano».

Y nosotros terminamos diciendo: «El Señor ha querido dejarnos pruebas visibles y patentes de su Presencia Real en las especies sacramentales para confirmar nuestra fe en la Eucaristía y aumentar nuestra devoción al Santísimo Sacramento del Altar».

Situación histórica de otro milagro Eucarístico:

En el año 1453, Mohammed II capturó Constantinopla, matando atrozmente cientos de miles de cristianos. Su plan era continuar su ataque de terror por toda Europa. Lo lógico era que los europeos se hubieran unido para parar ese ataque. Pero el poder del mal, las nubes oscuras, distrajeron el poder de los países Europeos, creando conflictos entre ellos. Italia fue un ejemplo de esto, lo cual reclamó la atención inmediata de Jesús.

La hoy ciudades de Milán, Turín, Venecia y Florencia no eran ciudades en ese tiempo. Eran pequeños imperios y estaban constantemente en guerra unos con otros. Los diferentes duques que contemplaban a Milán, empezaron una guerra que duró cuatro años. Durante este conflicto, Mohammed II que había reunido fuerzas, atacó y conquistó Constantinopla y siguió hacia el noroeste. Los pobres Italianos estaban tan envueltos en la guerra de Milán, que no le prestaron atención a esta situación con Mohammed.

Francesco Sforza, quien era una fuerza muy poderosa en Italia, fue proclamado Duque de Milán, y esto fue lo que comenzó la batalla. Su único aliado en Italia era Florencia, y esto no era suficiente. Desesperado, reclutó ayuda de otros poderes extranjeros. El Duque de Anjou y Lorraine tenía su mirada en el reino de Nápoles y Sicilia. El consintió en ayudar a Francesco en Milán a cambio de Nápoles y Sicilia, después que terminara la batalla.

El ejército de Anjou y Lorraine marchó hacia Milán en defensa de Sforza. Tenía que pasar por Piedmonte, el cual estaba gobernado por uno de los enemigos de Milán. La actitud de su director, Ludwig, fue que si ellos eran amigos de sus enemigos, ellos también eran sus enemigos. Por tanto cuando el ejército se acercó a Piedmonte, tuvieron que entrar en batalla con las tropa de Piedmonte. En una batalla sangrienta, las tropas de Anjou se retiraron. Esto sucedió en las afueras de Exiles, donde ocurrió nuestro milagro.

Historia del Milagro.

Cuando las tropas de Piedmonte cruzaron la ciudad de Exiles, y las tropas de Anjou se acercaron, todos los aldeanos y todos los que vivían en esa área, dejaron sus casas.

Los soldados de Piedmonte empezaron a saquear las casas e Iglesias de la ciudad. Un soldado entró en la Iglesia local en Exiles, forzó y abrió la puerta del tabernáculo para robarse la custodia. La tomó sabiendo lo que era. No le importó tampoco tomar la Hostia Consagrada que estaba ahí reservada. Esta custodia era usada para dar bendiciones. El soldado tiró la custodia en su saco, y lo puso sobre su burro.

Probablemente por la presencia del Señor el animal se sentía molesto de llevar el saco sobre la espalda y se caía continuamente. De cualquier manera, el soldado quería deshacerse de las cosas que había robado, y por esta razón vendió el saco y su contenido al primer mercader que cruzó su camino, por un precio muy barato. El mercader vendió el saco a otro mercader, quien se lo vendió a otro. Cuando el ultimo mercader compró el saco, éste iba en camino a Turín.

El mercader entró en la ciudad con el burro cargando el saco. En frente de la Iglesia de San Silvestre, como se llamaba en la época del milagro, en la plaza el burro tropezó y se cayó. Su dueño trató de levantarlo, pero el animal se negó a moverse. El dueño empezó a pegarle y se juntó una muchedumbre. A nadie le gustaba ver como maltrataba al burro. Entre más grande se hacía la muchedumbre, más frustrado se sentía el mercader y golpeaba al burro sin misericordia. El burro se movía de un lado a otro tratando de escapar los latigazos de su amo. El saco se resbaló de la espalda del burro y cayó en el suelo, y todo el contenido se esparció por la calle.

Todos los ojos se fijaron en la custodia, especialmente en la Hostia que estaba dentro de ella. Resplandecía, haciéndose tan brillante que tenían que apartar los ojos del resplandor. La Custodia se elevó en el aire, hasta una altura de 10 - 12 pies, y ahí se detuvo permaneciendo suspendida en el aire. La muchedumbre manifestaba con suspiros su impresión ante la Señal Milagrosa. Desde la Iglesia de San Silvestre, el Padre Coccomo se dio cuenta de que algo pasaba al ver la muchedumbre, y fue a ver que era lo que les atraía. Cuando vio la custodia flotando en el aire, se dio cuenta de que esta era una señal del Señor. Entonces, el sacerdote corrió para informarle al Obispo lo sucedido.

El Obispo inmediatamente formó una procesión de sacerdotes que fue desde la Catedral hasta la Plaza. Esta noticia se esparció rápidamente, y oficiales de la ciudad marcharon, a ver el milagro, en fila detrás de los sacerdotes. Cuando el obispo llegó al lugar, la custodia se abrió, y cayó al suelo, dejando a la Sagrada Hostia suspendida. Estaba rodeada por una aura deslumbradora.

El Obispo, acompañado de los sacerdotes, empezó a cantar un himno en Latín. Las personas de la ciudad cantaron " Resta con noi, ", Quédate con nosotros. "

La Hostia comenzó a descender. El obispo sujetó un cáliz y la Hostia Milagrosa empezó a bajar, y lentamente se deslizó en el cáliz. Las personas de la ciudad se maravillaron de este hecho, y siguieron al Obispo en procesión hasta la Catedral. Inmediatamente se le avisó al Vaticano.

Este milagro sucedió el 6 de junio, de 1453. Ocho días antes de esto, Mohammed II conquistó

Constantinopla, y ubicó su trono en la Catedral de Santa Sofía. Durante el mismo período, otro Milagro Eucarístico ocurrió en Langenwiese, un pueblo pequeño entre Polonia y Checoslovaquia. Poco después la guerra de Milán terminó.

 

Veneración y peregrinaciones

Inmediatamente comenzó la veneración del Milagro Eucarístico de Turín. Peregrinos de toda Italia y Europa se reunían en el Santuario. A la iglesia se San Silvestre se le llama la Basílica de Corpus Domini ( Iglesia del Cuerpo y Sangre del Señor ),

En 1455, la jerarquía de la Iglesia de Turín, acordaron hacer un tabernáculo para honrar y conservar el Milagro Eucarístico. La Hostia se guardo en el nuevo tabernáculo hasta que un nuevo relicario de mármol se erigió en el lugar donde cayó el burro en 1453.

La ciudad de Turín fue conmovida por este Milagro Eucarístico. Pusieron una señal a donde ocurrió el milagro, y donde cayó el burro. Este lugar se convirtió en un lugar de peregrinación, tan visitado que los peregrinos no cambian en esa pequeña área. En el año 1521 un nuevo edificio fue construido para los devotos y peregrinos. El Oratorio fue construido en el lugar donde el burro cayó.

En 1525, se instituyó la Compañía del Cuerpo de Cristo para ser protectores del Milagro Eucarístico. Su símbolo era la Custodia y la Hostia suspendida sobre ella. Esta compañía estaba encargada de cuidar el Oratorio y el lugar donde cayó el burro.

En el año 1584, llegó de la Santa Sede la orden que el Milagro Eucarístico debía de ser consumido. La razón dada por el Vaticano fue para no obligar a Dios a mantener este Milagro Eucarístico sin corromperse por siempre.

La Hostia Sagrada, fue consumida por orden Papal en 1584, después de estar perfectamente conservada por 131 años. La Adoración y Devoción del Milagro Eucarístico continuó.

En 1598, una plaga amenazó a muchas personas, esto fue durante otra sangrienta guerra entre los de Piedmonte y los franceses. El Señor le estaba dando un mensaje a las personas, que fue recibido por el Concilio de Turín.

Ellos le hicieron una promesa al Señor, que sí El libraba a las personas de esa enfermedad mortal, se le construiría una iglesia completamente nueva en honor del Santísimo Sacramento de Turín. El Señor escucho las oraciones y la plaga termino.

En 1607, se hicieron los cimientos de la nueva iglesia, la cual se terminó en 1671. A la derecha del altar principal, hay un área cerrada por unas barandillas que es el lugar donde cayó el burro. Hay una placa con una inscripción en latín. San Juan Bosco la tradujo así:

Aquí, el 6 de junio, de 1453, cayó el burro que  estaba cargando el Cuerpo del Señor.

Aquí la Sagrada Hostia, libre de sus ataduras, se elevó en el aire. Aquí descendió suavemente a las manos suplicantes de los Turinenses.

Aquí, por lo tanto, recuerden el milagro, arrodíllense en el suelo, veneren y miren con temor un lugar sagrado.

En la pequeña Iglesia de Exille, donde ocurrió el robo ese día en 1453, el tabernáculo roto nunca fue arreglado. Ellos lo conservaron en su forma original en honor al acontecimiento milagroso.

Solemnes procesiones y celebraciones han tenido lugar en los diferentes Centenarios de la Fiesta. En 1853, San Juan Bosco escribió acerca de la fiesta y de las grandes preparaciones que se hacían. En estas fiestas asistieron la Reina Adelaida, esposa de Vittorio Emmanuel II, y de la Reina María Teresa, viuda de Carlos Alberto, quienes recibían Comunión en la Basílica. En 1953, la fecha de la celebración del Quinto Centenario, fue cambiada para septiembre, desde el 6 hasta el 13, para que coincidiera con el Congreso Eucarístico que se celebró ese año.

Se escribieron himnos especiales en honor del Milagro Eucarístico de Turín. Se cantan los días de las fiestas, y especialmente durante la celebración del Centenario. 

 

El milagro de Bruselas


Un banquero judío, llamado Jonatás, que vivía en Enghien, consiguió por dinero y por mediación de otro judío, Juan de Louvain, falsamente convertido al cristianismo, hacerse con un copón robado en una iglesia de Bruselas y que contenía varias Hostias consagradas. El desgraciado las profanó sacrílegamente en unión de sus amigos; pero, por justos juicios de Dios, fue asesinado dos semanas después. Como la viuda de este hombre entregase las Sagradas Hostias a los judíos de Bruselas, ocho de ellos tuvieron una reunión el día 4 de abril de 1370, que era Viernes Santo, y, habiendo colocado las Hostias sobre una mesa, las pincharon con puñales.
Entonces salió de ellas sangre milagrosa y cayeron de espaldas los sacrilegos como sus antepasados en el Huerto de los Olivos. Aterrorizados, quisieron deshacerse de las Sagradas Formas, y para ello consiguieron que una mujer, falsamente convertida del judaísmo, las llevase a Colonia. Pero movida por los remordimientos, esta mujer reveló el hecho al párroco de Nuestra Señora de la Chapelle.
S
e instruyó después el proceso del hecho, y los judíos declararon convencidos su crimen. Tres de las hostias milagrosas se conservan aún en la Colegiata de Santa Gúdula, en Bruselas, encerradas en una Custodia de extraordinaria riqueza y arte, que se lleva solemnemente todos los años por las calles de la capital en una imponente manifestación de fe, denominada la Procesión del Santísimo Sacramento del Milagro.

 

Curación prodigiosa de una enferma

En San Luis, pueblo no muy distante de Mahón (España), vivía una pobre viuda llamada Juana Cardona Vicent, que ejerció un verdadero apostolado entre la gente ruda del pueblo. A los cincuenta y nueve años de edad, le sobrevino una grave dolencia de estómago, que no le permitió alimentarse más que con caldo de pescado, y, después de veinte años de este sufrimiento, aún se agravó su estado a consecuencia de un aire que la dejó notablemente encorvada, sin poder enderezarse ni mirar al Cielo.

Corría el año 1880, y la pobre mujer hacía ya ocho meses que estaba en cama sin poderse mover de ella. Con motivo de acercarse la festividad del Corpus Christi, sintió en su alma gran fe y confianza de que el Señor la podría curar. Rogó, pues, a los vecinos la bajaran a la puerta de la calle cuando pasase la procesión, e hizo suplicar al sacerdote que llevaba el Santísimo Sacramento que, al estar junto a ella, le acercase un poco la Custodia para adorar a su buen Jesús en la Hostia Sacrosanta.
Present
e estaba todo el pueblo, compadecido del triste estado de la pobre enferma, y he aquí que en el momento mismo de dirigirse el sacerdote con la Sagrada Forma hacia la puerta de la casa donde yacía la enferma, con gran sorpresa y admiración de la muchedumbre, se verificó el instantáneo prodigio de quedar completa y radicalmente curada de su doble enfermedad, siendo testigos de tan gran maravilla todo el pueblo y el señor cura párroco, don Pedro Pons Bauzá, que llevaba el Santísimo Sacramento.

Vivió todavía diez años sin experimentar el más mínimo dolor. Durmió, por fin, el sueño de los justos en 1890, a los noventa de su edad.

 

El milagro de Faverney

Corría el año 1608, época calamitosa para la Iglesia de Francia, sometida a los ataques de los calvinistas que, en ocasiones, llegaban a profanar la persona misma del Señor, presente en la Eucaristía, misterio que odiaban especialmente los herejes seguidores de Calvino.
Esta situación había creado la natural inquietud entre los fieles, amantes fervorosos de la Eucaristía.
En Faverney
, pequeña ciudad de la diócesis de Besanzón, había un monasterio benedictino cuyos monjes acostumbraban a preparar cada año, la víspera de Pentecostés, una capilla adornada con sabanillas y otros lienzos sobre cuya mesa se elevaba un Tabernáculo donde había dos Hostias consagradas, puestas dentro de un viril de plata. Y también aquel año 1608 fue expuesto el Santísimo Sacramento la vigilia de Pentecostés, que coincidió con el día 25 de mayo.

El pueblo fiel homenajeó a Jesús Eucaristia, desagraviándole de las ofensas de los protestantes calvinistas, y, llegada la noche, todo el mundo se recogió y se cerraron las puertas de la iglesia, quedando en el altar de la capilla dos velas encendidas. Y seguramente las chispas de ellas, cayendo sobre los adornos, prendieron el fuego.
Pronto se esparció por todo el templo una espesa humareda. Las llamas devoraron ornamentos, manteles, tarimas y Tabernáculos. Todo quedó reducido a cenizas y ascuas. Los religiosos lloraban de tristeza, cuando contemplaron una maravillosa realidad: sobre aquel montón de cenizas ardientes, vieron el viril milagrosamente suspendido en medio de la iglesia...
Al momento se propagó por la villa la noticia del prodigio, y acudieron al monasterio muchísimas personas de Faverney y de los lugares inmediatos, y, ante la inmensa multitud, el viril continuó suspendido en el aire durante treinta y tres horas, al cabo de las cuales se colocó sobre un corporal que habían puesto debajo.
De esta manera quiso la Providencia divina preservar a los católicos fieles de los errores calvinistas y corroborarlos más y más en la religión católica, mostrándoles, por medio de un asombroso prodigio, la verdad de todo cuanto la Iglesia nos enseña acerca de la presencia real de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento

 

Una niña china, que cree, después de una aparición milagrosa


En las Relazioni della Missione, que hace monseñor I. Koffman, Obispo y Vicario Apostólico del Schen Si meridional, en China, se refiere que, en diciembre de 1892, una jovencita de familia cristiana no había aún recibido la Primera Comunión, porque no se podía persuadir de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.
U
n día, después de haber asistido a la Misa del misionero con otros fieles y catecúmenos, se la vio correr al altar y mirar por todas partes; se le preguntó qué buscaba, y respondió que, a la segunda mitad de la Misa. Había visto a dos Niños de maravillosa hermosura, y que quería ver dónde los había escondido el padre misionero.
Se le explicó entonces que aquélla había sido la visión milagrosa que Dios le mandaba para disipar sus dudas, y se convenció plenamente cuando supo también que las Hostias consagradas eran dos, una de las cuales debía servir para la Comunión de un devoto.

 

El Copón Resplandeciente

 

El siguiente hecho ocurrió en la histórica ciudad de Huesca. Durante la noche del 29 al 30 de noviembre del año 1648, fue robado en la iglesia catedral un copón con las Sagradas Formas, sin que, por desgracia, se diera cuenta persona alguna del horrible sacrilegio. Al amanecer del día siguiente, subió el campanero, según era su costumbre, a tocar el Ángelus y a dar la señal para la Misa primera. Al terminar, un hecho extraño llamó poderosamente su atención. En un montón de estiércol que había en un campo cercano al seminario, vio un objeto que brillaba de una manera extraordinaria. Extrañado de aquel fenómeno, bajó a la iglesia a decirlo al sacristán, y ambos se dirigieron enseguida al lugar de donde salía tan fuerte resplandor. Cuál no fue su sorpresa al ver que la luz procedía del interior del montón, y que, al excavar por aquel punto, aparecía un copón resplandeciente, que contenía la Sagrada Eucaristía.
L
a noticia de este prodigio se divulgó por toda la ciudad con la velocidad del rayo. Con gran concurso de pueblo y piadosísima reverencia, el copón milagroso fue devuelto a la iglesia, y se pudo comprobar, sin ninguna clase de duda, que era el mismo que, el día anterior, estaba en el Sagrario y que unas manos impías se habían atrevido a robar.
En memoria de este prodigio, se tomó el acuerdo de que perpetuamente, el día 30 de noviembre, aniversario del robo sacrílego, se cantara un Te Deum en la catedral, después de Tercia, en acción de gracias, y que, por el mismo motivo, la Misa conventual y las Vísperas de aquel día se celebrarían con la exposición de Nuestro Señor. También, en el lugar de tan rico hallazgo, fue levantada una capilla, que la acción del tiempo ha arruinado totalmente.

(La historia de este prodigio se lee en la cuarta parte del Ceremonial Oscense, del canónigo doctoral doctor Novellas).

San Antonio y la mula

Predicaba San Antonio de Padua en Rímini (Italia). Allí los herejes patarinos habían desfigurado el dogma de la presencia real, reduciendo la Eucaristía a una simple cena conmemorativa.
Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la realidad de la presencia de Jesús en la Hostia Santa. Mas los jefes de la herejía no aceptaban las razones del Santo e intentaban rebatir sus argumentos. Entre ellos, Bonvillo, que era el principal y se hacía el sabihondo, le dijo:



-Menos palabras; si quieres que yo crea en ese misterio, has de hacer el siguiente milagro: Yo tengo una mula; la tendré sin comer por tres días continuos, pasados los cuales nos presentaremos juntos ante ella: yo con el pienso, y tú con tu sacramento. Si la mula, sin cuidarse del pienso, se arrodilla y adora ese tu Pan, entonces también lo adoraré yo.
Aceptó el Santo la prueba y se retiró a implorar el auxilio de Dios con oraciones, ayunos y penitencias.
Durante tres días privó el hereje a su mula de todo pienso y luego la sacó a la plaza pública. Al mismo tiempo, por el lado opuesto de la plaza, entraba en ella San Antonio, llevando en sus manos una Custodia con el Cuerpo de Cristo; todo ello ante una multitud de personas ansiosas de conocer el resultado de aquel extraordinario compromiso contraído por el santo franciscano.
Encaróse entonces el Santo con el hambriento animal, y, hablando con él, le dijo:
-En nombre de aquel Señor a quien yo, aunque indigno, tengo en mis manos, te mando que vengas luego a hacer reverencia a tu Creador, para que la malicia de los herejes se confunda y todos entiendan la verdad de este altísimo sacramento, que los sacerdotes tratamos en el altar, y que todas las criaturas están sujetas a su Creador.
Mientras decía el Santo estas palabras, el hereje echaba cebada a la mula para que comiese; pero la mula, sin hacer caso de la comida avanzó pausadamente, como si hubiese tenido uso de razón, y, doblando respetuosamente las rodillas ante el Santo que mantenía levantada la Sagrada Hostia, permaneció en esta postura hasta que San Antonio le concedió licencia para que se levantara. Bonvillo cumplió su promesa y se convirtió de todo corazón a la fe católica; los herejes se retractaron de sus errores, y San Antonio, después de dar la bendición con el Santísimo en medio de una tempestad de vítores y aplausos, condujo la Hostia procesionalmente y en triunfo a la iglesia, donde se dieron gracias a Dios por el estupendo portento y conversión de tantos herejes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto dice el señor:

EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI SANGRE, TENDRÁ VIDA ETERNA Y YO LO RESUCITARÉ EN EL ÚLTIMO DÍA, PORQUE MI CARNE ES VERDADERA COMIDA Y MI SANGRE VERDADERA BEBIDA.