ESTOS RELATOS SON
UNA RECOPILACIÓN HALLADAS EN FUENTES FIDEDIGNAS, PARA DAR GRACIAS Y GLORIA A
DIOS POR SU “DIVINA MISERICORDIA” EN JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR.
MILAGRO EUCARISTICO DE
TURIN
(No confundir con
Santo Sudario)
Italia
(1452)
Turín es una
ciudad industrial e intelectual. Fue la ciudad amada de
San Juan Bosco,
quien desarrollo aquí su inmenso apostolado y construyó
la Iglesia de María
Auxiliadora, y fundó el colegio para los niños. Ciudad donde numerosos milagros
ocurrían por la intercesión de María, Auxilio de los cristianos y de San Juan
Bosco.
Turín es también muy conocida por que en ella se guarda
el famoso
Manto
o Sudario de Nuestro Señor (diferente al milagro que trata este artículo).
Este se encuentra en la
Catedral de San Juan el Bautista, donde estuvo anteriormente,
el Milagro Eucarístico. Fue en esta Iglesia donde el Obispo con gran
multitud de personas, llevó por primera vez en procesión, el Milagro
Eucarístico.
Situación histórica del milagro
Eucarístico:
En el año 1453, Mohammed II capturó Constantinopla,
matando atrozmente cientos de miles de cristianos. Su plan era continuar su
ataque de terror por toda Europa. Lo lógico era que los europeos se hubieran
unido para parar ese ataque. Pero el poder del mal distrajo a los países
Europeos, creando conflictos entre ellos. Italia fue un ejemplo de esto, lo
cual reclamó la atención inmediata de Jesús.
La hoy ciudades de Milán, Turín, Venecia y Florencia eran
pequeños imperios y estaban constantemente en guerra unos con otros. Los
diferentes duques que contemplaban a Milán, empezaron una guerra que duró
cuatro años. Durante este conflicto, Mohammed II que había reunido fuerzas,
atacó y conquistó Constantinopla y siguió hacia el noroeste. Los pobres
Italianos estaban tan envueltos en la guerra de Milán, que no le prestaron
atención a esta situación con Mohammed.
Francesco Sforza, quien era una fuerza muy poderosa en
Italia, fue proclamado Duque de Milán, y esto fue lo que comenzó la batalla. Su
único aliado en Italia era Florencia, y esto no era suficiente. Desesperado,
reclutó ayuda de otros poderes extranjeros. El Duque de Anjou y Lorraine tenía
su mirada en el reino de Nápoles y Sicilia. El consintió en ayudar a Francesco
en Milán a cambio de Nápoles y Sicilia, después que terminara la batalla.
El ejército de Anjou y Lorraine marchó hacia Milán en
defensa de Sforza. Tenía que pasar por Piedmonte, el cual estaba gobernado por
uno de los enemigos de Milán. La actitud de su director, Ludwig, fue que si
ellos eran amigos de sus enemigos, ellos también eran sus enemigos. Por tanto
cuando el ejército se acercó a Piedmonte, tuvieron que entrar en batalla con
las tropas de Piedmonte. En una batalla sangrienta, las tropas de Anjou se
retiraron. Esto sucedió en las afueras de Exiles, donde ocurrió nuestro
milagro.
Historia del Milagro :
Cuando las tropas de Piedmonte cruzaron la ciudad de
Exiles, y las tropas de Anjou se acercaron, todos los aldeanos y todos los que
vivían en esa área, dejaron sus casas.
Los soldados de Piedmonte empezaron a saquear las casas e
Iglesias de la ciudad. Un soldado entró en
la Iglesia local en Exiles,
forzó y abrió la puerta del tabernáculo para robarse la custodia. La tomó
sabiendo lo que era. No le importó tampoco tomar
la Hostia Consagrada
que estaba ahí reservada. Esta custodia era usada para dar bendiciones. El soldado
tiró la custodia en su saco, y lo puso sobre su burro.
Probablemente por la presencia del Señor el animal se
sentía molesto de llevar el saco sobre la espalda y se caía continuamente. De
cualquier manera, el soldado quería deshacerse de las cosas que había robado, y
por esta razón vendió el saco y su contenido al primer mercader que cruzó su
camino, por un precio muy barato. El mercader vendió el saco a otro mercader,
quien se lo vendió a otro. Cuando el ultimo mercader compró el saco, éste iba
en camino a Turín.
El mercader entró en la ciudad con el burro cargando el
saco. En frente de la
Iglesia de San Silvestre, como se llamaba en la
época del milagro, en la plaza el burro tropezó y se cayó. Su dueño trató de
levantarlo, pero el animal se negó a moverse. El dueño empezó a pegarle y se
juntó una muchedumbre. A nadie le gustaba ver como maltrataba al burro. Entre
más grande se hacía la muchedumbre, más frustrado se sentía el mercader y
golpeaba al burro sin misericordia. El burro se movía de un lado a otro
tratando de escapar los latigazos de su amo. El saco se resbaló de la espalda
del burro y cayó en el suelo, y todo el contenido se esparció por la calle.
Todos los ojos se fijaron en la custodia,
especialmente en la Hostia
que estaba dentro de ella. Resplandecía, haciéndose tan brillante que tenían
que apartar los ojos del resplandor.
La Custodia se elevó en el aire, hasta una altura de
10 - 12 pies,
y ahí se detuvo permaneciendo suspendida en el aire. La muchedumbre manifestaba
con suspiros su impresión ante
la Señal Milagrosa. Desde
la Iglesia de San Silvestre,
el Padre Coccomo se dio cuenta de que algo pasaba al ver la muchedumbre, y fue
a ver que era lo que les atraía. Cuando vio la custodia flotando en el aire, se
dio cuenta de que esta era una señal del Señor. Entonces, el sacerdote corrió
para informarle al Obispo lo sucedido.
El Obispo inmediatamente formó una procesión de
sacerdotes que fue desde la
Catedral hasta
la Plaza. Esta noticia se esparció rápidamente, y
oficiales de la ciudad marcharon, a ver el milagro, en fila detrás de los
sacerdotes. Cuando el obispo llegó al lugar, la custodia se abrió, y cayó
al suelo, dejando a la
Sagrada Hostia suspendida. Estaba rodeada por una aura
deslumbradora.
El Obispo, acompañado de los sacerdotes, empezó a cantar
un himno en Latín. Las personas de la ciudad cantaron " Resta con noi,
", Quédate con nosotros. "
La Hostia comenzó a
descender. El obispo sujetó un cáliz y
la Hostia Milagrosa
empezó a bajar, y lentamente se deslizó en el cáliz. Las
personas de la ciudad se maravillaron de este hecho, y siguieron al Obispo en
procesión hasta
la
Catedral. Inmediatamente se le avisó al Vaticano.
Este milagro sucedió
el 6 de junio, de 1453. Ocho días antes de esto, Mohammed II conquistó
Constantinopla, y ubicó su trono en
la Catedral de Santa Sofía.
Durante el mismo período, otro Milagro Eucarístico ocurrió en Langenwiese, un
pueblo pequeño entre Polonia y Checoslovaquia. Poco después la guerra de Milán
terminó.
Veneración y peregrinaciones
Inmediatamente comenzó la veneración del Milagro
Eucarístico de Turín. Peregrinos de toda Italia y Europa se reunían en el
Santuario. A la iglesia se San Silvestre se le llama
la Basílica
de Corpus Domini ( Iglesia del Cuerpo y Sangre del Señor ),
En 1455, la jerarquía de
la Iglesia de Turín,
acordaron hacer un tabernáculo para honrar y conservar el Milagro Eucarístico.
La Hostia se guardo en el
nuevo tabernáculo hasta que un nuevo relicario de mármol se erigió en el lugar
donde cayó el burro en 1453.
La ciudad de Turín fue conmovida por este Milagro
Eucarístico. Pusieron una señal a donde ocurrió el milagro, y donde cayo el
burro. Este lugar se convirtió en un lugar de peregrinación, tan visitado que
los peregrinos no cabían en esa pequeña área. En el año 1521 un nuevo edificio
fue construido para los devotos y peregrinos. El Oratorio fue construido en el
lugar donde el burro cayó.
En 1525, se instituyó
la Compañía
del Cuerpo de Cristo para ser protectores del Milagro Eucarístico. Su símbolo
era la Custodia
y la Hostia
suspendida sobre ella. Esta compañía estaba encargada de cuidar el Oratorio y
el lugar donde cayó el burro.
En el año 1584, llegó de
la Santa Sede la orden que
el Milagro Eucarístico debía de ser consumido. La razón dada por el Vaticano
fue para no obligar a Dios a mantener este Milagro Eucarístico sin corromperse
por siempre.
La Hostia Sagrada, fue consumida por orden Papal en
1584, después de estar perfectamente conservada por 131 años.
La Adoración y
Devoción del Milagro Eucarístico continuó.
En 1598, una plaga amenazó a muchas personas, esto
fue durante otra sangrienta guerra entre los de Piedmonte y los franceses. El
Señor le estaba dando un mensaje a las personas, que fue recibido por el
Concilio de Turín.
Ellos le hicieron una promesa al Señor, que sí El libraba
a las personas de esa enfermedad mortal, se le construiría una iglesia
completamente nueva en honor del Santísimo Sacramento de Turín. El Señor
escucho las oraciones y la plaga termino.
En 1607, se hicieron los cimientos de la nueva
iglesia, la cual se terminó en 1671. A la derecha del altar
principal, hay un área cerrada por unas barandillas que es el lugar donde cayó
el burro. Hay una placa con una inscripción en latín. San Juan Bosco la tradujo
así:
Aquí, el 6 de junio, de 1453, cayó el burro que
estaba cargando el Cuerpo del Señor.
Aquí
la
Sagrada Hostia, libre de sus ataduras, se elevó en el aire.
Aquí descendió suavemente a las manos suplicantes de los
turinenses.
Aquí, por lo tanto, recuerden el milagro, arrodíllense en
el suelo, veneren y miren con temor un lugar sagrado.
En la pequeña Iglesia de Exille, donde ocurrió el robo
ese día en 1453, el tabernáculo roto nunca fue arreglado. Ellos lo
conservaron en su forma original en honor al acontecimiento milagroso.
Solemnes procesiones y celebraciones han tenido
lugar en los diferentes Centenarios de
la Fiesta. En 1853, San Juan Bosco escribió acerca
de la fiesta y de las grandes preparaciones que se hacían. En estas fiestas
asistieron la Reina
Adelaida, esposa de Vittorio Emmanuel II, y de
la Reina María
Teresa, viuda de Carlos Alberto, quienes recibían Comunión en
la Basílica. En
1953, la fecha de la celebración del Quinto Centenario, fue cambiada para
septiembre, desde el 6 hasta el 13, para que coincidiera con el Congreso
Eucarístico que se celebró ese año.
Se escribieron himnos especiales en honor del
Milagro Eucarístico de Turín. Se cantan los días de las fiestas, y
especialmente durante la celebración del Centenario.
Papas que han reconocido el Milagro de Turín : Pío
II, Gregorio XVI, Clemente XIII, Benedicto XIV, San Pío X, Pío XI y JPII..
MILAGRO EUCARISTICO DE
WALLDÜRN
Ocurrido en el 1330, Alemania.
SCTJM. Padre Jordi Rivero,
18-VII-2003
Walldürn es un encantador pueblecito alemán situado entre
bosques, campos de trigo y maíz, en el centro-sur de Alemania. Allí fuimos en
peregrinación para venerar el milagro
Eucarístico
en la basílica de San Jorge.
El Milagro del corporal
(Según
lo escrito en 1589 por Hoffius, sacerdote de la parroquia)
Un sacerdote llamado Heinrich Otto celebraba
la Santa Misa en 1330
cuando accidentalmente derramó el cáliz que ya había consagrado.
La Preciosa Sangre de
Nuestro Señor cayó sobre el
corporal
y una imagen de Cristo crucificado, en color rojo de sangre, se hizo visible
sobre el mismo. Alrededor de esa imagen se podían ver once cabezas iguales de
Cristo con coronas de espinas. (Ver Foto #1)
Lleno de temor, el sacerdote escondió el corporal bajo el
altar y no fue hasta su lecho de muerte cuando confesó lo que había hecho y
donde había escondido el corporal. Allí lo encontraron y pronto el corporal
milagroso recibió gran veneración. Desde entonces han ocurrido muchas
curaciones, milagros y conversiones.
En 1408, después que le mostraran el corporal milagroso,
el obispo de Würzburg, Gerhard von Schwarzenberg, en cuya jurisdicción estaba
el pueblo de Walldürn dio la aprobación oficial a las peregrinaciones.
En 1445 el corporal fue llevado al Papa Eugenio IV a
Roma. Las imágenes de Cristo aun eran visibles. Esto fue confirmado por el
mismo Papa en el certificado de indulgencias que aun se preserva.
El milagro se hizo famoso en toda Europa y a través de
los siglos se le ha representado en el arte de todo el continente.
El milagro de la tela protectora
Alrededor del año 1920 se le añadió al corporal una tela de lino protectora por
la parte de atrás. En 1950 una investigación científica se llevó a cabo. Ya no
se podían ver las imágenes en el corporal. Sin embargo, cuando la tela
protectora fue expuesta a la radiación con luz ultravioleta, se descubrió en
ella, para el asombro de todos, la imagen de Cristo Crucificado claramente
visible.(Ver: foto #3) Además los expertos determinaron que "el corporal
no había sido una pintura que se destiñese con el paso del tiempo".
Significado del Milagro
A
través de los siglos Dios nos ha recordado con numerosos milagros que Jesús
está realmente presente en
la Eucaristía. El mismo Dios que tiene poder para
multiplicar panes se hace presente bajo las especies de pan y vino.
A pesar de que la ciencia no tiene explicación para los
milagros, estos no nos fuerzan a creer. Mas bien pasan desapercibidos para
quienes cierran su corazón, pero para quien busca la verdad son una ayuda
valiosa.
En la misa, cuando el vino se convierte en
la Sangre de Cristo,
normalmente continúa teniendo apariencia de vino aunque es en verdad sangre.
Solo por la fe sabemos que es Sangre del Señor. En Walldürn, sin embargo, el
vino convertido en Sangre tomó las apariencias de sangre. Además Cristo quiso
manifestarse haciendo su imagen visible con Su Sangre sobre el corporal. ¿Por
que además hay 11 cabezas de Cristo coronadas de espinas en torno a la imagen
central?. Yo pienso que Jesús quiso recordarnos que El es uno y al mismo tiempo
está presente en cada partícula de Su Cuerpo y de Su Sangre, de manera que
todos los que reciben
la
Eucaristía reciben al mismo Jesucristo. La cruz y la corona
de espinas nos recuerdan además que
la Santa Misa es el sacrificio de
la Pasión de Nuestro
Señor.
La actual basílica fue
construida entre 1698 y 1728 por Franz Lothar von Schonborn, Arzobispo de
Mainz. En 1962 el Papa Juan XXIII la elevó a basílica menor. Desde 1938
los monjes agustinos cuidan de la basílica.
El corporal milagroso, que tiene ya mas de 650 años, se
guarda en el retablo del altar lateral izquierdo. Cuando abren dos grandes
puertas, se puede aun contemplar el corporal pero ya no se distinguen las
imágenes (ver foto #3). También en la basílica hay reliquias de San
Agustín y Santa Rita.
Peregrinaciones
Desde
el que primero se corrió la noticia del milagro han venido peregrinos a
Walldürn para adorar la
Preciosa Sangre. Aunque durante las guerras y
la Reforma hubo un declive,
las peregrinaciones no se suspendieron en ningún año.
El Papa Urbano III concedió indulgencia plenaria a los peregrinos.
El período principal de peregrinación comienza el
domingo de la Trinidad
y dura cuatro semanas. Pero van peregrinos todo el año.
Propósito del peregrino
En
nuestro tiempo en que muchos cristianos ya no creen en
la Eucaristía y
otros aunque dicen creer la olvidan, los peregrinos venimos para adorar al
Señor y renovar nuestro compromiso de fe. El milagro Eucarístico de Walldürn
nos recuerda que en la
Eucaristía recibimos verdaderamente y substancialmente el
Cuerpo y la Sangre
de Jesucristo. Es el mismo Cuerpo que se entregó en
la Cruz y la misma Sangre de su
Corazón traspasado por amor a todos. La profesión de fe y la renovación
de nuestra fidelidad es el propósito mayor de la peregrinación.
MILAGRO
EUCARÍSTICO DE LANCIANO
Lanciano, Italia - año 700
Lanciano es una pequeña ciudad medieval, que se encuentra
en la costa del Mar Adriático de Italia, en la carretera entre San Giovanni
Rotondo y Loreto. Lanciano significa - "Lanza". Se trata
de la antigua Anxanum, de los pueblos Fretanos.
Aquí se conserva desde hace mas de doce siglos el primero
y mas grande de los milagros Eucarísticos.
Descripción del
Milagro
La parte de
la
Hostia en el centro del círculo de carne, aunque era
verdaderamente la Carne
de Jesucristo, siguió teniendo los accidentes de pan sin levadura después del
milagro, tal como ocurre en cada Consagración. Se mantuvo por muchos años
pero se desintegró porque la luneta que la contenía no había sido
herméticamente cerrada.
La Carne y
la Sangre actualmente visibles
no solo son la Carne
y la Sangre de
Jesús como en toda Hostia consagrada, sino que mantiene hasta la actualidad los
accidentes propios de carne y sangre humana.
La Carne, desde 1713,
se conserva en un artístico Ostensorio de plata, de la escuela napolitana,
finamente cincelado.
La Sangre está
contenida en una rica y antigua ampolla de cristal de Roca.
La
Hostia-Carne, aún se conserva muy bien. El tamaño
de la hostia es como las hostias que el sacerdote eleva en las misas hoy día.
Es ligeramente parda y adquiere un tinte róseo si se ilumina por el lado
posterior. La sangre coagulada tiene un color terroso que tiende al
amarillo Ocre.
El Milagro de Lanciano es un continuo milagro.
La Hostia convertida en Carne
y el Vino convertido en Sangre, sin el uso de ningún preservativo, están aun presentes
en el relicario.
Historia del Milagro Eucarístico:
Un Monje de
la
Orden de San. Basilio, sabio en las cosas del mundo, pero no
en las cosas de la fe, pasaba un tiempo de prueba contra la fe. Dudaba de la
presencia real de Nuestro Señor Jesús en
la Eucaristía. Oraba
constantemente para librarse de esas dudas por miedo de perder su vocación.
Sufría día tras día la duda. ¿Está Jesús realmente y, substancialmente presente
en la Eucaristía?.
Dudaba sobre el misterio de la transubstanciación.
Su sacerdocio se convirtió en una rutina y se destruía
poco a poco. Especialmente la celebración de
la Santa Misa se convirtió
en una rutina más, un trabajo mas.
La situación en el mundo no le ayudó a fortalecer su fe.
Había muchas herejías surgiendo durante esta época. Sacerdotes y obispos eran
víctimas de esas herejías, las cuales estaban infestando a
la Iglesia por todas partes.
Algunas de estas herejías negaban la presencia real de nuestro Señor en
la Eucaristía.
El sacerdote no podía levantarse de esta oscuridad que
envolvía su corazón. Cada vez estaba mas convencido, por la lógica humana, de
esas herejías.
El
Milagro
Una mañana del año 700, mientras celebraba
la Santa Misa, el
sacerdote estaba siendo atacado fuertemente por la duda y después de haber
pronunciado las solemnes palabras de la consagración, vio como
la Santa Hostia se
convirtió en un círculo de carne y el vino en sangre visible. Estaba ante un
fenómeno sobrenatural visible, que lo hizo temblar y comenzó a llorar
incontrolablemente de gozo y agradecimiento. .
Estuvo parado por un largo rato, de espaldas a los
fieles, como era la misa en ese tiempo. Después se volteo despacio hacia ellas,
diciéndoles: ¡Oh afortunados testigos a quién el Santísimo Dios, para destruir
mi falta de fe, ha querido revelárseles El mismo en este Bendito Sacramento y
hacerse visible ante nuestros ojos. Vengan, hermanos y maravíllense ante
nuestro Dios tan cerca de nosotros. Contemplen
la Carne y
la Sangre de Nuestro Amado
Cristo!.
Las personas se apresuraron para ir al altar y, al
presenciar el milagro, empezaron a clamar, pidiendo perdón y misericordia.
Otras empezaron a darse golpes de pecho, confesando sus pecados, declarándose
indignos de presenciar tal milagro.
Otros se arrodillaban en señal de respeto y gratitud por
el regalo que el Señor les había concedido. Todos contaban la historia por toda
la ciudad y por todos los pueblos circunvecinos.
La carne se mantuvo intacta, pero la sangre se dividió en
el cáliz, en 5 partículas de diferentes tamaños y formas irregulares. Los monjes
decidieron pesar las partículas y descubren fenómenos particulares sobre el
peso de cada una de ellas.
Inmediatamente
la Hostia y las cinco partículas fueron colocadas en
un relicario de marfil.
Significado Espiritual de este
milagro:
Como ha sido comprobado,
la Hostia que fue
milagrosamente convertida en Carne, es compuesta del tejido muscular del
corazón humano (miocardio).
Nuestro Señor muestra su Corazón Eucarístico, traspasado
por los pecados de la humanidad. Corazón que se deja traspasar por Amor.
Corazón humano y divino, que sufre y ama.
De tantas manera Jesús nos tiene que recordar que está
vivo, que su Corazón arde de amor por los hombres, que su Corazón es de carne,
con sentimientos, deseos, ansias por salvarnos y que todavía sufre por tantos
desprecios, blasfemias e indiferencias de nosotros pecadores.
Su Corazón es fuente abierta de gracia y
misericordia. De este Corazón fluyó sangre y agua, símbolo de liberación y
purificación para nuestros corazones.
Este Milagro Eucarístico de Lanciano nos llama a la
reparación, a ser almas de oración constante, en reparación por tantos pecados,
por los nuestros y por los del mundo entero.
Parece que Jesús hoy nos dice - (Habrá alguien que tenga
compasión de Mi, que viva con amor, que cumpla con virtud y perfección su
vocación, para que la
Sangre Preciosa de Nuestro Señor no se derrame en vano.)
Este Milagro Eucarístico es un llamado urgente a la
conversión, a reflexionar sobre nuestras vidas, pasadas y presentes. A tomar en
serio la vida espiritual, y emprender el camino estrecho que nos lleva a la
santidad, a la vida de virtud y perfección. Es una llamada de Dios a dejarnos
purificar por el crisol del sufrimiento en nuestras vidas.
Además de que es muy significativo que este milagro
sucediera en la ciudad llamada por el nombre de Longinos, el que traspasa el
corazón de Jesús, y existe otro paralelo con lo que paso con Longinos: El
sacerdote al contemplar el Corazón Eucarístico de Jesús y su sangre, recibió la
gracia de la conversión.
Otro detalle importante es que en este milagro
eucarístico Jesús permitió ser crucificado de nuevo. Después del milagro,
la Hostia fue clavada a un
pedazo de madera, para que al secarse no se enrollara como le sucede a la
carne. Aquí estaba El otra vez con clavos en Su Cuerpo, clavado a un pedazo de
madera.
Frutos del Milagro:
El milagro que ocurrió en el año 700 fue solo el
comienzo. Eso fue hace más de 1250 años. Si después del milagro, la carne y la
sangre se hubieran desintegrado, como esperaban muchos, de todas maneras ya en
sí mismo era un milagro espectacular.
Además de la renovación de la fe del sacerdote y de todos
los testigos, Lanciano ha sido un lugar donde muchos han encontrado la fe en
la Eucaristía, y
otros han aumentado en esa fe.
De inmediato la noticia del Milagro Eucarístico y el
testimonio de la transformación del Sacerdote se divulgó por toda la ciudad y
el país. Todas las personas hablaban del milagro. Los peregrinos concurrían a
Lanciano para venerar la Hostia
convertida en carne y el vino en sangre. Aumentó
la Fe y devoción al Corazón
Eucarístico de Jesús, y se extendió por todo el país.
Desde el principio,
la Iglesia local aceptó este milagro como un
verdadero signo del cielo, y veneró el Cuerpo y
la Sangre de Nuestro Señor en
la Eucaristía en
varias procesiones. Especialmente el día de su fiesta, que es el último domingo
de octubre.
La fama del santuario se propagó rápidamente a través de
la región y muy pronto toda Italia comenzó a hacer peregrinaciones a
la Iglesia. Estas
peregrinaciones no han sido solo locales, de todo el mundo llegan personas a
venerar el Corazón de Jesús revelado en
la Eucaristía.
Manuscritos
A través de los años se han escrito muchos relatos para
mostrar la autenticidad del Milagro Eucarístico y milagros espirituales como
físicos que se han dado en este lugar. Por haber sido este un milagro tan
importante, los antecedentes y la historia de los hechos fueron cuidadosamente
registrados.
Hubo un manuscrito en Griego y Latín que confirma el
milagro y que fue escrito y certificado en la misma época del milagro. En una
cronología de la Ciudad
de Lanciano, un historiador escribió que a principios de 1500, dos monjes de
San Basilio vinieron a la
Iglesia, la cual estaba bajo la custodia de los Franciscanos
y pidieron pasar la noche allí. También pidieron ver el pergamino que tenía la
historia del Milagro Eucarístico de Lanciano. Los Franciscanos les dejaron
estudiar el pergamino durante la noche. Pero a la mañana siguiente los monjes
de San Basilio se fueron muy temprano antes de que los Franciscanos se
despertaran y se llevaron el manuscrito.
Se cree que el motivo fue que los Monjes Basilianos
estaban avergonzados de que uno de los suyos hubiera perdido la fe en
la Eucaristía. El
hecho es que nunca se recuperó dicho manuscrito.
La
Iglesia del Milagro:
La Iglesia donde se
encuentra el Milagro Eucarístico de Lanciano esta en el centro de la ciudad. Lo
que es el centro de la ciudad hoy en día era el suburbio de la ciudad en el
Siglo Ocho, cuando ocurrió el Milagro Eucarístico. En este tiempo se llamaba
la Iglesia de los Santos
Longinos y Domiciano, y estaba bajo la custodia de los monjes de San. Basilio
del Rito Griego Ortodoxo. Esto fue antes del Gran Cisma de 1054.
Esta Iglesia del milagro permaneció bajo la custodia de
los monjes de San Basilio hasta 1176, que fue cuando los Benedictinos llegaron.
El edificio se había deteriorado mucho y los Benedictinos no estaban muy
animados de cuidar de el. Los Frailes Menores Conventuales (Franciscanos), sin
embargo querían custodiar el Relicario.
Uno de sus benefactores, el Obispo Landulfo fue nombrado
Obispo de Chieti y les dio el Santuario. En 1252 los Benedictinos se fueron y
los franciscanos se hicieron cargó de todo con Bula pontificia del 12/5/1252.
En 1258 los Franciscanos edificaron la iglesia actual en
el lugar de la Iglesia
original de San Legonciano. Esta fue transformada en 1700 del estilo
románico-gótico al barroco.
En 1515, el Papa Leo X hizo de Lanciano una Sede
Episcopal bajo la responsabilidad directa de Roma. En 1562 el Papa Pío IV escribió
un Bula Papal elevándola a
la Sede Arzobispal.
En 1666 los Franciscanos se encontraron en medio de una
batalla legal con los Raccomandati, un grupo "selecto" de la ciudad,
que pensaban que eran mejores que todo el mundo. Trataron de quitarle
la Iglesia a los
Franciscanos, poniéndole una demanda a
la Iglesia original de San Longinos, sobre la cual
fue edificada la
Iglesia Franciscana. Si hubiera ganado, hubieran tenido las
dos Iglesias.
El 25 de junio, de 1672, el Papa Clemente X declaró el
altar del Milagro Eucarístico como un altar privilegiado en el Octavo día de
los difuntos y en todos los Lúnes del año.
El Señor intervino por medio del Cardenal Giannetti de
la Sagrada Congregación
de Obispos y Religiosos, y los Franciscanos ganaron el caso. Inmediatamente
aplicaron para obtener el escrito oficial, y 18 años mas tarde en 1684, se le
concedió.
Durante el tiempo de Napoleón en 1809 los Franciscanos
fueron arrojados de la ciudad. Pero volvieron con un triunfo solemne el 21 de
junio, de 1953.
Diferentes lugares de Veneración
dentro de la iglesia:
A través de los años el Milagro Eucarístico fue colocado
en diferentes lugares en la
Iglesia de San Francisco.
En 1566 la amenaza de los Turcos se hizo dominante a
través de la
Costa Adriática. Por medidas de seguridad el Milagro
Eucarístico fue sacado de su capilla y fue guardado en el otro lado de
la Iglesia.
El 1 de agosto de ese año un fraile, Giovanni Antonio de
Mastro Renzo, perdió la fe, no en
la Eucaristía, sino en la habilidad o deseo de Dios
para salvarlo a él y a su pequeño grupo de Franciscanos, de la embestida de los
turcos. El fraile viendo la necesidad de salvar el Milagro Eucarístico de los
Turcos, cogió el relicario que contenía
la Carne y
la Sangre del Señor y con sus frailes desapareció de
la ciudad. Caminaron toda la noche.
Antes del amanecer, el Fraile Giovanni sintió que ya
había suficiente distancia entre ellos y el enemigo y le ordenó a sus frailes
que descansaran. Al salir el sol se dieron cuenta de que estaban de nuevo a la
entrada de la ciudad. Creyeron que el Señor había intervenido porque quería que
el Milagro Eucarístico de Lanciano fuera un signo de seguridad para las
personas de la ciudad, un signo de que Dios no los había abandonado. Los
frailes quedaron llenos del Espíritu Santo y ofrecieron permanecer en
la Iglesia y proteger el
Milagro Eucarístico con sus vidas.
Según esto ocurría, el Señor los protegía del mal, igual
que a la ciudad de Lanciano y al Milagro Eucarístico.
La Carne y
la Sangre de Nuestro Señor
permanecieron guardadas hasta 1636,
a pesar de que la amenaza de invasión de los turcos
había desaparecido. En este tiempo el Milagro Eucarístico fue transferido al
lado derecho del altar, encerrado en un tabernáculo de hierro. Había cuatro
llaves para la bóveda, cada una guardada por diferentes personas de la ciudad.
Esta fue llamada la
Capilla Valsecca, en honor de su benefactor.
En 1713 el relicario de marfil fue reemplazado por el que
hoy exhibe las dos reliquias. Es de plata y cristal. La hostia esta expuesta
como regularmente se hace en una custodia y las partículas de sangre en un
cáliz de cristal, que muchos creen es el cáliz original donde se dio el
milagro.
En 1887, el Arzobispo de Lanciano, Monseñor Petarca,
obtuvo del Papa Leo XIII, una indulgencia plenaria perpetua para los que
veneraran el Milagro Eucarístico durante 8 días después del día de fiesta.
La Carne y Sangre
Milagrosa estuvieron guardadas en esa capilla hasta 1902. Los fieles solo
podían venerar el Milagro Eucarístico en ocasiones especiales, el Lunes después
de Pascua y la última semana de Octubre, la semana de la fiesta.
La Indulgencia Plenaria
estaba disponible para las personas durante la fiesta.
En 1902 se determinó que
la Capilla Valsecca
era inadecuada para el Milagro Eucarístico. El Obispo Petrarca, con el apoyo de
los Lancianenses, le construyó un hermoso altar monumental donde está
actualmente. Se puede subir a contemplar de cerca el milagro, por una
escalera detrás del altar mayor. El tabernáculo está abierto por detrás para
que se pueda ver el relicario que contiene la preciosa Sangre y Carne de
Nuestro Señor.
Lanciano fue escogido como el lugar para el Primer
Congreso Eucarístico de la región de Abruzzi del 23 al 25 de septiembre,
de 1921.
Investigaciones
científicas
En 1574 se hicieron pruebas
de la Carne y
la Sangre y se descubrió un
fenómeno inexplicable. Las cinco bolitas de Sangre coagulada son de diferentes
tamaños y formas. Pero cualquier combinación pesa en total lo mismo. En otras
palabras, 1 pesa lo mismo que 2, 2 pesan lo mismo que 3, y 3 pesan lo mismo que
5. Este resultado esta marcado en una tabla de mármol en
la Iglesia.
A través de los años se han hecho
muchas investigaciones. Nuestro Señor se ha permitido ser pinchado y cortado,
examinado a través de microscopio y fotografiado.
A las distintas investigaciones eclesiásticas siguieron
las científicas, llevadas a cabo desde 1574, en 1970-71 y en 1991. En
estas últimas, el eminente científico Profesor Odoardo Linoli docente en
Anatomía y Histología Patológica y en Química y Microscopía Clínica, con
la colaboración del Profesor Ruggero Bertelli de
la Universidad de Sena,
utilizó los instrumentos científicos más modernos disponibles.
Los análisis,
realizados con absoluto rigor científico y documentados por una serie de
fotografías al microscopio, dieron los siguientes resultados:
* La Carne
es verdadera Carne. La Sangre
es verdadera Sangre.
* La Carne
y la Sangre
pertenecen a la especie humana.
* La Carne
está constituida por el tejido muscular del corazón. En
la Carne están presentes, en
secciones, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el relevante
espesor del miocario, el ventrículo cardiaco izquierdo.
* La Carne
es un CORAZON completo en su estructura esencial.
* La Carne
y la Sangre
tienen el mismo grupo sanguíneo (AB).
* En la
Sangre se encontraron las proteínas normalmente fraccionadas,
con la proporción en porcentaje, correspondiente al cuadro Sero- proteico de la
sangre fresca normal.
* En la
Sangre también se encontraron estos minerales: Cloruro,
fósforo, magnesio, potasio, sodio y calcio.
* La conservación de
la Carne y de
la Sangre, dejadas al estado natural por espacio de
doce siglos y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos,
es de por sí un fenómeno extraordinario.
Conclusión:
Se puede decir que
la Ciencia ha dado una respuesta segura y exhaustiva
acerca de la autenticidad del Milagro Eucarístico de Lanciano.
Jesús nos da, otra vez, Su Corazón por medio de este
Milagro Eucarístico. El mismo que fue traspasado por Longinos en el Calvario.
El mismo que está en cada Eucaristía en cada Tabernáculo.
Es un Corazón traspasado de amor por los hombres, y que
solo recibe desprecios, indiferencias, blasfemias, sacrilegios de los mismos
hombres. Es manifestación de amor, amor mas sublime no existe. Solo Nuestro
Señor, nos ama de esta forma. Cada Misa, cada Eucaristía es un acto de amor de
nuestro Señor. En cada Eucaristía se derraman gracias de salvación para la
humanidad.
El Señor nos sigue dando su sangre , Su Cuerpo todos los
días en la
Eucaristía para sanarnos, liberarnos y sustentarnos. Que cada
Eucaristía sea un encuentro único con el Corazón de Jesús, encuentro con el
Dios de Amor, el Dios que se manifiesta misericordioso, compasivo, y a la misma
vez con un Corazón traspasado por los pecados nuestros y de la humanidad.
Que podemos hacer nosotros, sino consolar al Corazón
traspasado de Jesús, no permitiendo que su preciosa sangre sea derramada en
vano en nuestras vidas, sino mas bien, apropiarnos de las gracias que brotan de
su costado abierto, abierto todavía, para que podamos ir a la fuente abierta de
salvación que es su Corazón.
Cristo esta vivo entre nosotros, cada milagro Eucarístico
es una prueba más de esto. "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la
vida eterna y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera
comida y mi sangre es verdadera bebida". San Juan 6:54-56
!Bendito y alabado sea Jesús Sacramentado, por
siempre sea amado su Corazón traspasado !
“LA SAGRADA EUCARISTÍA”
La Eucaristía es el sacramento en
el cual, bajo las especies de pan y vino, Jesucristo se halla verdadera, real y
sustancialmente presente, con su cuerpo, su sangre, su alma y su divinidad.
Jesús
mismo lo dice:
"En verdad, en verdad os
digo, Moisés no os dio el pan del cielo; es mi Padre quien os da el verdadero
pan del cielo. Porque el pan de Dios es
-
Aquel que desciende
del cielo y da la vida al mundo. Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
Respondióles Jesús: Yo soy el pan de vida (. . .) Si uno come de este pan
vivirá para siempre, pues el pan que yo dar‚ es mi carne, para la vida del
mundo"" (Jn. 6, 32-34, 51).
- "El que come
mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna (Jn. 6, 54)"
- "Mientras
comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos,
dijo: Tomad y comed, esto es mi cuerpo. Y tomando el cáliz y dando gracias, se
lo dio, diciendo: Bebed de él todos, que ésta es mi sangre del Nuevo
Testamento, que ser derramada por muchos para remisión de los pecados (Mt. 26,
26-28). Este pasaje lo recogen también San Marcos (14, 22-25), San Lucas (22,
19-20) y San Pablo en 1 Cor. 11.23-26:
"Porque yo he
recibido del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche
que fue entregado, tomo el pan y, después de dar gracias lo partió y dijo: Este
es mi cuerpo, que se da por vosotros, haced esto en memoria mía. Y asimismo,
después de cenar, tomó el cáliz, diciendo: Este cáliz es el nuevo testamento en
mi Sangre; cuantas veces lo bebáis, haced esto en memoria mía...Así pues, quien
coma el pan y bebe el cáliz indignamente, será reo del Cuerpo y
la Sangre de Señor".
Las palabras de
Jesucristo fueron tan claras, tan categórico el mandato que dio a sus
discípulos -"haced esto en memoria mía"- (Lc. 22, 19), que los
primeros cristianos comenzaron a reunirse para celebrar juntos la ‘fracción del
pan’, después de la
Ascensión del Señor a los cielos:
"Todos -narran
los Hechos de los Apóstoles- perseveraban en la doctrina de los Apóstoles y en
la comunicación de la fracción del pan, y en la oración" (Hechos 2, 42).
San
Pablo mismo testimonia la fe firme en
la Presencia real de la primitiva cristiandad de
Corinto: "El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de
la Sangre de Cristo? El pan
que partimos, ¿no es comunión del Cuerpo de Cristo? (. . .) Porque cuantas
veces comáis este pan y bebáis el cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta
que El venga. De modo que quien comiere el pan o bebiere cl cáliz del Señor
indignamente, será reo del Cuerpo y de
la Sangre del Señor" (I Cor. 10, 16; 11,
26-27).
Ellos creían con
absoluta sencillez que el pan consagrado era el Cuerpo de Cristo. Los Apóstoles
y sus sucesores presentaban a los fieles el pan consagrado diciendo: Corpus
Christi, y los fieles respondían Amén.
La Eucaristía era Jesús, y nadie habló jamás de símbolo
o figura.
El Señor no dijo:
“Esto es un símbolo de mi cuerpo y esto es un símbolo de mi sangre”, sino este
es mi cuerpo, esta es mi sangre.
Los efectos que la
recepción de la
Eucaristía produce en el alma, son los siguientes:
A. Aumento de la
gracia santificante.
B.
Gracia sacramental específica.
C.
Perdón de los pecados veniales.
D.
Prenda de vida eterna.
A. Aumento de la
gracia santificante: Para comulgar, como señalamos, hay que estar en gracia de
Dios la Eucaristía
es un sacramento de vivos, y por
la Comunión esa gracia se sustenta, se revitaliza,
se aumenta, y enciende en el gozo de la vida divina.
La Comunión, pues,
hace crecer en santidad y en unión con Dios.
B. Gracia
sacramental específica
La
gracia sacramental específica de
la Eucaristía es la llamada gracia nutritiva, porque
se nos da a manera de alimento divino que conforta y vigoriza en el alma la
vida sobrenatural.
C. Perdón de pecados
veniales
También
se perdonan los pecados veniales, alejando del alma la debilidad espiritual. Los
pecados veniales, en efecto, constituyen una enfermedad del alma que se
encuentra débil para resistir al pecado mortal.
D. Prenda de vida
eterna
De
acuerdo a las palabras de Cristo en Cafarnaúm,
la Eucaristía
constituye un adelanto de la bienaventuranza celestial y de la futura
resurrección del cuerpo: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la
vida eterna, y yo lo resucitar‚ en el último día"" (Jn. 6, 54; cfr.
Dz. 875).
La validez de la
confección de la
Eucaristía depende, por tanto, de la validez de la
ordenación: consagrar es tarea propia y exclusiva del sacerdocio ministerial.
La prueba que ofrece la
Sagrada Escritura es concluyente: el encargo hecho por Cristo
en la intimidad del Cenáculo a sus Apóstoles y a sus sucesores haced esto en
memoria mía (Lc. 22, 19; I Cor. 11, 24), va dirigido exclusivamente a ellos, y
no a la multitud de sus discípulos.
Para la recepción
lícita o fructuosa se requiere:
a) el estado de
gracia, y
b)
la intención recta, buscando la unión con Dios y no por otras razones.
Así como nada
aprovecha a un cadáver el mejor de los alimentos, así tampoco aprovecha
la Comunión al alma
que está muerta a la vida de la gracia por el pecado mortal.
La transubstanciación
En efecto, el
término transubstanciación (trans-substare) expresa perfectamente lo que
ocurre, pues al repetir el sacerdote las palabras de Jesucristo, se da el
cambio de una substancia en otra (en este caso, de la substancia ‘pan’ en la
substancia ‘Cuerpo de Cristo’, y de la substancia ‘vino’ en la substancia ‘Sangre
de Cristo’), quedando solamente las apariencias, que suelen denominarse
“accidentes”.
Cuando yo miro
la Hostia consagrada veo los
accidentes -color, forma, olor, tamaño, etc.- del pan; pero la fe no los
sentidos- me dicen que ahí no está la sustancia del pan, sino la sustancia del
Cuerpo de Cristo.
Nadie duda que el
Señor está presente en medio de los fieles, cuando éstos se reúnen en su
nombre: Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de
ellos (Mt. 18, 20).
También
está presente en la predicación de la palabra divina, pues cuando se lee en
la Iglesia la Sagrada
Escritura, es El quien habla.
En
la Eucaristía, el
sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La
vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se
unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El
sacrificio de Cristo presente sobre el altar da a todas las generaciones la
posibilidad de unirse a su ofrenda.
Más Milagros
Eucarísticos para fortalecer la Fe
El Santo Grial, el cáliz que utilizó Nuestro Señor Jesucristo en la
Última Cena, y en el que se convirtió por vez primera el vino en la sangre del
Señor, ha sido en la historia de la cristiandad una reliquia que ha unido la
leyenda con la verdad. Los caballeros de
la Edad Media tenían como
ideal la búsqueda del Santo Grial, al que se atribuían poderes milagrosos y
contenía un alto significado espiritual. Era símbolo de la perfección
consumada, emblema de la pureza moral, de la fe triunfante, de la caridad
bienhechora, del heroísmo caballeresco.
Esto se manifestó en los Caballeros de
la Tabla Redonda, en
las grandes obras musicales de Ricardo Wagner, Parsifal y Lohengrin, e incluso
modernamente tenemos la búsqueda del Santo Grial en una película de Steven
Spielberg con Harrison Ford titulada «Indiana Jones y la última cruzada», que
fue una de las más taquilleras de la temporada. Por el mundo hay varios cálices
que pretenden ser el Santo Grial de la Última Cena. Voy exponer las razones por
las cuales creo que el auténtico es el que se conserva en Valencia desde hace
500 años.
***
La familia de San Marcos evangelista era rica. Tenía un molino de aceite en
Getsemaní, donde fue la
Oración del Huerto de Jesús. También tenían una casa en la
capital, en Jerusalén; y allí celebró Cristo la Última Cena: lo que hoy
llamamos el Cenáculo. Dicen los Hechos de los Apóstoles (12:12) que éstos de
reunían con frecuencia en el Cenáculo, que era propiedad de la familia de San
Marcos.
El Cenáculo, que mide 15,5
metros de longitud y 9,5 de anchura, ha sido mezquita
durante siglos, pues los musulmanes tenían especial interés en convertir en
mezquitas los principales lugares cristianos. Hoy pertenece al Estado de
Israel. En la planta baja han puesto el museo del «Holocausto nazi».
Como es lógico la familia de San Marcos le puso al Señor para la cena la mejor
vajilla que tenían. En aquel tiempo las copas de más valor no eran las de oro y
plata, sino las de piedras preciosas. En las épocas griega y romana era de uso
frecuente, en mesas lujosas, los vasos de piedras ricas. Plinio nos dice que
los antiguos se preciaban de hacer cálices de piedras preciosas: y explica cómo
se hacían. En muchos museos y colecciones figuran vasos greco-romanos de piedra.
La copa del Santo Grial de Valencia es de ágata. Parece ser del siglo II antes
de Cristo. Lo original es sólo la copa. Las asas y el pie son de orfebrería
posterior.
San Marcos acompañó a San Pedro a Roma a predicar el Evangelio. Es lógico que
se llevara consigo la copa de su familia, que utilizó el Señor en la Última
Cena, para que en ella consagrara San Pedro al decir misa. Después del Concilio
Vaticano II tenemos varias fórmulas para decir el canon de la misa: unas más
largas y otras mas cortas. Pero hasta el Concilio Vaticano II sólo había una
fórmula: la del Canon Romano. Se conserva inalterada desde los tiempos
apostólicos.
Yo mismo he utilizado esta fórmula miles de veces cuando se decía la misa en
latín. En esta fórmula del Canon Romano se dice: «El Señor Jesús, tomando en
sus santas manos ESTE CÁLIZ...». Cuando yo decía «este cáliz» pensaba en «un
cáliz». Pero hora caigo en la cuenta de que San Pedro decía «este cáliz» porque
era el mismo que había utilizado el Señor en la Última Cena.
***
Consta por la historia que en Roma había un cáliz, llamado el «cáliz papal»,
porque con él sólo decía misa el Papa, pues era el mismo cáliz que había
utilizado el Señor el la Última Cena. Cuando la persecución del emperador
Valeriano, que se estaba apoderando de los bienes de
la Iglesia, el Papa de
entonces, San Sixto II, encargó al diácono San Lorenzo, que era el
administrador de los bienes de la
Iglesia de Roma, que salvara el cáliz del Señor de la rapiña
del emperador.
***
San Lorenzo, que después murió mártir en la parrilla, era español, aragonés, de
Jaca. Para salvar el cáliz se lo entregó a un soldado del ejército romano,
paisano suyo, que volvía a Jaca de permiso, para que se lo entregara a sus
padres, acompañando el cáliz con una carta que conocemos. Al texto de esta
carta se refiere el pergamino nº 136 de la colección Martín el Humano del
Archivo de la Corona
de Aragón en Barcelona Es conocido el cuadro de la basílica romana de San
Lorenzo-extramuros, en las afueras de Roma, en el que está San Lorenzo
entregando un cáliz a un soldado que lo recibe de rodillas. Este soldado se
trajo el cáliz a Jaca y se lo entregó a la familia de San Lorenzo, y éstos al
Obispo de Jaca.
Durante la invasión musulmana, este cáliz se escondió en el Pirineo aragonés.
Por eso los Caballeros Medievales no sabían dónde estaba, y lo buscaban por el
mundo. En el siglo XIV, Martín el Humano, rey de Aragón y Cataluña, quiso
llevarse a su Oratorio Real el Santo Cáliz del Señor, que se conservaba en el
Monasterio de San Juan de la
Peña, en el Pirineo aragonés, y en compensación hizo al
monasterio un valioso donativo. De esta donación se conserva documentación en
el Archivo de la Corona
de Aragón del 26 de Septiembre de 1399. Más tarde, el 18 de Marzo de 1437,
Alfonso el Magnánimo entregó el Santo Cáliz a la catedral de Valencia para que
allí fuera custodiado; y ahí se encuentra desde entonces.
El 8 de Noviembre de 1982 el Papa Juan Pablo II, en su visita a la catedral de
Valencia, oró ante él de rodillas, y lo utilizó cuando celebró misa en el Paseo
de la Alameda,
en la que ordenó a ciento cincuenta nuevos sacerdotes, procedentes de toda
España.
***
La palabra «grial» unos opinan que es una evolución de la palabra hebrea
«goral» que significa copa grande, vaso, recipiente. Otros opinan que procede
del romance ibérico, pues con este significado aparece en el Arcipreste de
Hita, en el Amadís de Gaula e incluso en el Quijote de Cervantes. Si realmente
la palabra «grial» procede de España, sería una confirmación de la existencia
aquí del Santo Cáliz.
Don Antonio Beltrán, Catedrático de Arqueología en
la Universidad de
Zaragoza, estudió el Santo Grial y en su libro «El Santo Cáliz de
la Catedral de Valencia»,
publicado en 1984, dice: «La Arqueología no tiene nada que oponer a la
autenticidad del Santo Cáliz; antes bien, es capaz de probar con seguridad que,
dada la fecha y origen de la copa, ésta pudo estar perfectamente en la mesa de
la Cena del Señor. Al resultado
de nuestra investigación hemos llegado sin apartarnos un ápice del recto camino
de observación, interpretación y determinación cronológica; pasos obligados en
todo estudio arqueológico».
En la introducción del libro agradece la ayuda de veinte especialistas que han
colaborado en su trabajo. El Santo Grial tiene 17 centímetros
de altura. La copa mide 5,5 de altura y 9,5 de anchura. El pie está adornado de
perlas y esmeraldas.
***
Por lo anteriormente expuesto se puede mantener con fundamento que el Santo
Grial de Valencia es el cáliz que utilizó el Señor en la Última Cena cuando
instituyó la
Eucaristía. Entonces dijo: «Éste es el cáliz de mi sangre». Y
después: «Haced esto en memoria mía». Hagamos ahora alguna consideración sobre
la Eucaristía.
La presencia real de Cristo vivo en el pan y el vino consagrados es cuestión de fe. Por las
apariencias, el pan y el vino consagrados no se distinguen del pan y el vino
sin consagrar. Pero ya sabemos que las apariencias engañan.
La Luna parece plana y sabemos
que es esférica. La Luna
llena, en el horizonte, parece más grande que en el cenit, y sabemos que no
cambia de volumen porque es una bola de piedra. No todo lo que sabemos podemos
experimentarlo personalmente. Yo admito los movimientos de rotación y
traslación de la Tierra
porque así me lo dicen los astrónomos, que saben más que yo.
Tenemos que fiarnos de los que saben más que nosotros, si tenemos confianza de
que no nos engañan porque «saben lo que dicen y dicen lo que saben». Pues Dios
es la Sabiduría
y Bondad infinitas. Nadie es tan digno de crédito como Él. Dice San Agustín
hablando de la fe en Dios: «El que cree lo que no ve, algún día verá lo que
creía».
No deja de ser un misterio que un Dios infinitamente grande se encierre en una
hostia tan pequeñita. Y que partiéndola no se parte Dios, sino que Dios sigue
entero en cada una de las partes. Pero, aunque no es lo mismo, también un
paisaje se encierra en una foto mucho más pequeña; y mi voz se divide en cada
uno de los oídos de los oyentes sin perder nada, aunque aumente el número de
éstos. La comparación es de San Agustín. Jesucristo está entero tanto en el pan
consagrado como en el vino consagrado. Por eso para recibirlo no es necesario
hacerlo bajo las dos especies. Basta cualquiera de las dos para recibirlo
entero.
El sentido de las palabras de Jesucristo no puede ser más claro. Entenderlas de
un modo simbólico es engañar o engañarse. Si Cristo hablara simbólicamente,
habría que decir que nos engañó. Hay circunstancias en las que no se puede
admitir un lenguaje simbólico. ¿Qué dirías de un moribundo que te promete
dejarte su casa en herencia, y luego lo que te dejara fuera sólo una foto de
ella? Si no queremos admitir que Cristo nos engañó, no tenemos más remedio que
admitir que sus palabras sobre
la Eucaristía significan lo que expresan. Los mismos
judíos las entendieron de modo real. Por eso se escandalizaron cuando Jesús
dijo: «Mi carne es verdadera comida». Aquello les sonaba a antropofagia. Si
hubieran entendido sus palabras de modo simbólico, no se hubieran
escandalizado.
Jesús dijo también: «haced esto en memoria mía». Con estas palabras quiso
perpetuar la
Eucaristía hasta el final de los tiempos. Es un mandato que
otorga a los sacerdotes el poder y el deber de hacer presente el sacrificio
eucarístico hasta el final de los tiempos. Dijo Cristo: «Yo estaré con vosotros
hasta el final de los tiempos». Cristo se ha quedado con nosotros para estar a
nuestro lado y ayudarnos en el camino que lleva al cielo. Éste es también el
sentido de las palabras: «Yo estaré con vosotros hasta el final de los
tiempos».
La comunión da fuerza para dominar la concupiscencia, porque nos incorpora a
Cristo, lo cual es prenda de salvación eterna. Dijo Cristo: «El que come mi
carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él»; «quien come de este pan vivirá
eternamente».
También dijo Cristo: «Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Quien permanece
unido a mí vivirá eternamente». El sarmiento que se separa de la vid se seca y
es leña para el fuego. Como dice San Juan de Ávila en su libro sobre
la Eucaristía:
«Metiendo a Cristo en tus entrañas Él te hace partícipe de su divinidad por la
gracia. Por eso Dios te ama como cosa suya. Y como dice San Pablo a los
Efesios: «Nadie aborrece su propia carne. Nadie echa al fuego su propia mano o
su propio pie».
El cuerpo, si no se alimenta, se muere. El alma también. Necesita alimento
espiritual: la
Eucaristía, que es alimento del alma.
La Eucaristía de
los moribundos se llama viático, porque da fuerza para caminar hacia la vida
eterna. Pero esto es verdad no sólo para los moribundos, sino también para los
que están en la plenitud de la vida. Si estuvieras moribundo y te ofrecieran
una medicina que te daría diez años más de vida, ¿la rehusarías? Pues
la Eucaristía te da
la vida eterna. Dice San Agustín: «Si quieres que Dios sea tu casa en el cielo,
sé tú su casa en el suelo». Nadie que aposentó al Señor en la tierra, quedó sin
recompensa:
- María Santísima lo aposentó en sus entrañas, y hoy tiene en el cielo un
puesto privilegiado.
- Zaqueo lo recibió un día en su casa, y le dijo el Señor: «Hoy ha entrado aquí
la salvación».
- Marta y María lo aposentaron en su casa, y Jesús las consideraba sus amigas.
La Eucaristía no es un mero banquete conmemorativo de la Última Cena. Es una
reactualización de la Última Cena y del Calvario; aunque esto último de modo
incruento.
Lo más grande que podemos hacer cada día es comulgar. Al comulgar nos
divinizamos. Dios nos transforma en Él.
La Eucaristía nos
purifica y nos endiosa. Cuando tomo un alimento lo transformo en mí. Cuando
comulgo Dios me transforma en Él. Como una hostia después de la consagración.
Hay hostias que nunca se consagraron. Por ejemplo, las que emplean los futuros
sacerdotes que aprenden a decir misa, o las hostias sin consagrar con las que
ensayan los niños que se preparan para hacer
la Primera Comunión.
Si estas hostias pudieran quejarse, se hubieran quejado de no haber sido
convertidas en el Cuerpo de Cristo, de no haber tenido la suerte de ser
consagradas.
Nosotros no podemos quejarnos, pues en nuestra mano está el comulgar. Tengo en
mi mano el don de hacer mío a Dios, hacerle sustancia mía; y a mí sustancia de
Él: transformarme en Él, divinizarme. No soy yo quien asimila el alimento, sino
que el alimento divino me asimila a mí.
La Eucaristía me
transforma en Cristo. Por eso dice San Pablo: «Vivo yo, mejor dicho, no soy yo
el que vive, es Cristo quien vive en mí». Pues como dice San Juan de
la Cruz en su Cántico
Espiritual: «Cristo me transforma, y mi vida es más divina que humana».
Al comulgar me convierto en custodia, pues llevo a Dios en mi corazón. Pero de
más valor que una custodia de oro, pues ésta no puede amar al Señor que tiene
dentro, y yo sí. Por eso no basta comulgar sólo con la boca. Hay que comulgar
con todo el corazón. Y comulgar con frecuencia. Muchos hacen largos viajes y
grandes gastos por turismo. Pues aquí tenemos a Dios. Si al comulgar
repartieran un millón de pesetas a cada persona, habría cola. Pues en la misa
se reparte a Dios, que vale muchísimo más.
Cada comunión que pierdo la pierdo para toda la eternidad. Los méritos que
podía haber ganado hoy comulgando, ya no los ganaré jamás. Mañana podré ganar
los de mañana, y pasado los de pasado mañana; pero los de hoy los perdí para
siempre. Perdí grados de gloria.
Por supuesto que no nos merecemos
la Eucaristía. Pero
no comulgamos porque seamos estupendos, sino para serlo. No porque amemos lo
suficiente, sino para amar más.
Por otra parte, la
Eucaristía es el gran regalo de Dios. El regalo es la medida
del amor. En el regalo se pone el amor. A más amor, mayor es el regalo. El
regalo que nos hace el amor de Dios es Él mismo. No hay regalo más grande que
un Dios infinito. Dios omnipotente no pudo darnos nada que valga más que Él
mismo. Y nosotros no podemos recibir ningún bien más grande que a Dios.
Por eso debemos prepararnos adecuadamente. Si el Papa te anuncia que quiere
visitarte, ¿cómo arreglarías tu casa? Para recibir a Dios hay que estar en
gracia. El que comulga en pecado mortal comete un sacrilegio. Y en frase de San
Pablo «se traga su propia condenación».
Pero no angustiarse: «pecado olvidado, pecado perdonado». Basta decirlo en la
próxima confesión. No tener escrúpulos para comulgar. Pero sí delicadeza de
conciencia. Y al comulgar hablar con Dios: darle gracias, pedirle, adorarle,
amarle, proponerle fidelidad, etc.
Está muy bien cantar algo al comulgar. Pero en algunos sitios se va a comulgar
cantando, se vuelve cantando, y al minuto todos a la calle. ¿Cuándo han hablado
con el Señor que acaban de recibir? ¿Nos vamos a extrañar de la rutina al
comulgar? El amor nace del trato. Si no atiendes al Señor que acabas de
recibir, terminará por serte indiferente. Para que la vida eucarística y
litúrgica no se reduzca a un simple formalismo, exige preparación.
Una madre dice amorosamente a su hijo: «te comería». Dios nos come de amor. Una
madre, por amor, daría la vida a su hijo moribundo. Dios, por amor, muere en la
misa, y nos da su vida en la comunión para que nosotros vivamos.
La Eucaristía es el sacramento del amor.
«Dios es amor», dice San Juan.
Por amor, Dios se hizo hombre.
Por amor, Dios murió en la cruz.
Por amor, Dios se quedó en
la Eucaristía.
Y esto sabiendo los sacrilegios que se iban a cometer, y el
abandono que sufriría en tantos sagrarios. Deberíamos visitar el sagrario al
menos una vez al día, aunque sea brevemente si no tenemos más tiempo. Decirle
al menos:
«Señor: te doy gracias por todo, te pido por todo, te ruego que me ayudes en
todo. Adiós». No has tardado ni un minuto.
Jesucristo nos espera en el sagrario.
La Eucaristía no es algo, es alguien. No es interés
por una cosa, es amor a una persona que se ha adelantado en amarme a mí
primero. El tiempo que estás junto al sagrario te estás tostando al amor de
Dios. Déjate embellecer espiritualmente por el sol del sagrario. Como María de
Betania que no se cansaba de estar a los pies de Jesús porque lo amaba. Dile:
«Aquí estoy, Señor, porque te amo. No puedo estar mucho tiempo, pero quiero
repetirte que te amo. Tú ya lo sabes, pero diciéndotelo mi amor se hace más
grande».
Decía un protestante: «Si yo creyera que Dios está en el sagrario, no me
movería de allí». Si yo lo creo, ¿se me nota?. Dios se alegra cuando comulgamos
pues así le manifestamos nuestro amor.
Comulgar es corresponder al amor con que Jesús instituyó
la Eucaristía.
La cristificación que la comunión realiza en nosotros nos
capacita para la evangelización y el testimonio que como cristianos debemos
ejercer en el mundo. La
Eucaristía tiene un valor comunitario. Al comulgar yo,
comulga la Iglesia. Me
beneficio yo y se beneficia
la
Iglesia. La salud del Cuerpo Místico de
la Iglesia depende de la
salud de sus miembros. La comunión nos une a todo el Cuerpo Místico de Cristo.
Nos une a los comulgantes de hoy, de ayer y de mañana; por encima del tiempo y
del espacio. Como dice San Pablo: «Todos nos hacemos un solo cuerpo al
participar del mismo pan eucarístico que nos une a Cristo. Por eso
la Iglesia no es una simple
sociedad humana admiradora de Jesucristo. Es una sociedad que participa de la
vida de Cristo.
La misa es el acto más grande y más sublime que cada día se realiza en
la Tierra, pues es la
representación, es decir, se hace nuevamente presente; es la re-actualización
de la Redención
de la Humanidad
en la cruz. Esta realización histórica se perpetúa en
la Santa Misa. Dice el
padre dominico Antonio Royo Marín: «Una sola misa glorifica a Dios más que toda
la gloria que le dan todos los santos del cielo, incluida
la Santísima Virgen,
por toda la eternidad».
Esto parece exageración, pero es pura teología. Y se entiende fácilmente.
Porque toda la gloria que le dan a Dios todos los santos del cielo, incluida
la Santísima Virgen
María, es gloria de criaturas.
La Santísima Virgen es la más maravillosa de las
criaturas, pero criatura también. Y esto no puede compararse a la gloria que
Cristo-Dios le da a su Padre-Dios muriendo en la cruz por la salvación del
mundo. Por eso, si fuéramos conscientes de lo que vale la misa procuraríamos ir
a misa diariamente, si esto nos es posible.
***
Una confirmación de la
Presencia Real de Cristo en el Santísimo Sacramento son los
milagros eucarísticos. Aunque nuestra fe en
la Eucaristía se
basa en el Evangelio, en la
Palabra de Dios. Voy a tratar de cuatro milagros eucarísticos
que he estudiado esmeradamente. Los voy a tratar como hechos históricos
estudiados críticamente. Prescindiendo de la declaración que
la Iglesia pueda hacer algún
día.
***
Voy a empezar por los Corporales de Daroca.
El 23 de Febrero de 1239, en plena reconquista del Reino de Valencia por Jaime
I el Conquistador, antes de entrar en combate en Luchente, a 17 Km. de Játiva, las tropas
cristianas estaban oyendo la
Santa Misa. Durante ella atacaron los moros, y el capellán,
D. Mateo Martínez, tuvo que interrumpirla. Como ya había consagrado, dobló los
corporales con las formas consagradas dentro, de unos capitanes que iban a
comulgar. Estos corporales los escondió en una cueva cercana debajo de una
piedra para salvarlas de una posible profanación. La victoria fue para las
tropas cristianas, aunque eran muy inferiores en número.
Para agradecer a Dios la victoria, los capitanes quisieron comulgar con las
formas ya consagradas. Cuando el capellán desdobló los corporales se encontró
las seis formas consagradas empapadas en sangre. Estos corporales, con las
improntas de las seis formas ensangrentadas, se conservan hoy en Daroca, a 8 Km de Zaragoza, de donde era
el capellán Mateo Martínez. Hoy están en
la Colegiata de Santa
María, construida por Juan Marión entre 1585 y 1592 sobre el templo románico
anterior. Los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, fueron tres veces a postrarse
ante ellos. La historia de estos corporales ha sido estudiada por el P. Braulio
Manzano, S.I. de quien yo me he informado.
***
En 1572, durante la guerra de Flandes entre católicos y protestantes, éstos
saquearon la catedral de Gorkum, en Holanda, a 15 Km de
La Haya. Robaron joyas
y vasos sagrados, y arrojaron al suelo el Santísimo Sacramento. Un hereje dio
un pisotón a una forma consagrada con su bota de clavos. Al instante brotaron
tres gotas de sangre por los orificios que hicieron los clavos de la bota. El
hereje, espantado, confuso y dolido, la recogió y se la llevó al Deán de la
catedral Juan van der Delpht. Después arrepentido se convirtió al catolicismo y
se hizo fraile franciscano.
Esta Sagrada Forma, con las tres manchas de sangre, fue traída a Felipe II, que
entonces dominaba los Países Bajos, por el P. Martín de Guzmán, Provincial de
los Agustinos en Alemania y Bohemia. La trajo en una caja de madera cerrada y
sellada, acompañada de un documento acreditativo del notario Guillermo Baumer y
dos testigos; según consta en el Archivo de Simancas en documento de Marzo de
1594.
Esta Sagrada Forma hoy se conserva incorrupta, en un relicario, en la sacristía
del Monasterio de San Lorenzo del Escorial en Madrid. Un cuadro de Claudio
Coello, en esta sacristía, representa al rey Carlos II recibiendo la bendición
con esta Sagrada Forma a manos del P. Francisco de los Santos, Prior de la
comunidad de monjes jerónimos del Monasterio. Este cuadro de Claudio Coello
mide 9x7,5 metros y fue pintado entre los años 1685 y 1688. Está considerado
como una de las obras maestras de la pintura española del siglo XVII, según
Martín González en su Historia de
la Pintura. Para todo lo relacionado con el milagro
de la Sagrada Forma
del Escorial me he informado en el libro que con este título ha escrito el P.
Benito Mediavilla, O.S.A.
***
Cuando estuve dando conferencias en Almácera (Valencia) contemplé en la iglesia
parroquial un gran cuadro que perpetúa el siguiente hecho: En Julio de 1348 un
molinero suplicó al párroco de Alboraya, al lado de Almácera, que fuera a
llevar el viático a su padre moribundo, en una alquería. En ese momento
diluviaba, pero dada la urgencia del caso el párroco se puso en camino. Tenía
que atravesar el torrente Carraixet sobre una tabla. Resbaló, se cayó y perdió
el Santísimo, que fue arrastrado por la corriente. Apenado por el suceso fue a
atender al moribundo.
Al día siguiente fue en su busca un pescador diciéndole que en la orilla del
mar, junto a la desembocadura del Carraixet, había tres grandes peces con la
cabeza fuera del agua y algo en la boca que parecía una Sagrada Forma. El
párroco se acordó del Santísimo que había perdido la noche anterior, se puso
los ornamentos sagrados y con un grupo de vecinos fue a la playa con un copón.
Se acercó a la orilla con el copón abierto, y los tres peces, uno a uno, dando
un salto, depositaron en el copón, que él llevaba en las manos, las tres
Sagradas Formas.
Este hecho se ha perpetuado en varios cuadros, en el nombre de una calle de
Alboraya titulada «El milagro de los peces», en una capilla en la playa en el
lugar en que aparecieron los peces, y en el mismo escudo de Alboraya que tiene
un copón con los tres peces depositando en él las Sagradas Formas. La actual
capilla está levantada sobre la primitiva. El día de la fiesta acude a este
lugar una multitud numerosa desde hace seiscientos años. Todo esto no puede ser
el resultado de una invención. Todo esto tiene una fuerza probativa del milagro
superior a un documento escrito conservado en un archivo.
***
Lanciano está en la costa del mar Adriático, en Italia. En el siglo VIII,
estando un sacerdote celebrando la santa misa, después de la consagración, le
asalta una tentación sobre la presencia real de Cristo en el Santísimo
Sacramento. En aquel instante
la Sagrada Forma se convirtió en un pedazo de carne.
Asustado, atónito y emocionado se lo dice a los asistentes que suben al altar
para observar lo ocurrido. La noticia se difunde por toda la ciudad.
El hecho está registrado cuidadosamente en un pergamino manuscrito de aquel
tiempo, que posiblemente es el documento original en el que se describe y
certifica el milagro. Por lo tanto puede ser el relato oficial de los hechos.
Este trozo de carne que tiene 5x6 cms. se conserva hasta hoy. Han pasado 1200
años. Esta carne ha sido analizada en 1970 por los profesores de
la Universidad de Siena
Dr. Linoli, Profesor Universitario de Anatomía e Histología Patológica, y
Médico-Jefe de los Hospitales Unidos de Arezzo, y por el Dr. Bertelli, Profesor
de Anatomía Humana en la
Universidad de Siena.
Se trata de carne humana viva, tejido muscular fibroso, con un lóbulo de tejido
adiposo y vasos sanguíneos. No aparece rastro alguno de las sustancias químicas
utilizadas para la conservación de cadáveres El análisis cromatográfico de la
sangre confirma que es sangre humana del grupo AB, el mismo grupo de la sangre
de la Sábana Santa
y del Sudario de Oviedo. Es verdaderamente admirable que las proteínas de una
sangre tan antigua produzcan una curva electroforética mostrando el perfil
propio del suero fresco.
Los análisis se realizaron con absoluto rigor científico, documentado con una
serie de fotografías microscópicas. Este milagro ha sido confirmado en 1976 por
la
Comisión Médica de
la Organización Mundial
de la Salud
definiéndolo como un caso único en
la Historia de
la Medicina. El informe
científico de los profesores Linoli y Bertelli ha sido publicado por Bruno
Sammaciccia en su libro «El milagro eucarístico de Lanciano», cuyo texto
original italiano ha sido traducido al inglés, alemán, francés y español.
El informe científico de los Doctores Linoli y Bertelli, finalizado el 4 de
Marzo de 1971, termina con estas palabras: «En base a lo anterior es posible
afirmar, sin temor a contradicción, el origen humano de la carne y la sangre
del milagro eucarístico de Lanciano».
Y nosotros terminamos diciendo: «El Señor ha querido dejarnos pruebas visibles
y patentes de su Presencia Real en las especies sacramentales para confirmar
nuestra fe en la
Eucaristía y aumentar nuestra devoción al Santísimo
Sacramento del Altar».
Situación histórica de otro milagro Eucarístico:
En el año 1453,
Mohammed II capturó Constantinopla, matando atrozmente cientos de miles de
cristianos. Su plan era continuar su ataque de terror por toda Europa. Lo
lógico era que los europeos se hubieran unido para parar ese ataque. Pero el
poder del mal, las nubes oscuras, distrajeron el poder de los países Europeos,
creando conflictos entre ellos. Italia fue un ejemplo de esto, lo cual reclamó
la atención inmediata de Jesús.
La hoy ciudades de
Milán, Turín, Venecia y Florencia no eran ciudades en ese tiempo. Eran pequeños
imperios y estaban constantemente en guerra unos con otros. Los diferentes
duques que contemplaban a Milán, empezaron una guerra que duró cuatro años.
Durante este conflicto, Mohammed II que había reunido fuerzas, atacó y
conquistó Constantinopla y siguió hacia el noroeste. Los pobres Italianos
estaban tan envueltos en la guerra de Milán, que no le prestaron atención a
esta situación con Mohammed.
Francesco Sforza,
quien era una fuerza muy poderosa en Italia, fue proclamado Duque de Milán, y
esto fue lo que comenzó la batalla. Su único aliado en Italia era Florencia, y
esto no era suficiente. Desesperado, reclutó ayuda de otros poderes extranjeros.
El Duque de Anjou y Lorraine tenía su mirada en el reino de Nápoles y Sicilia.
El consintió en ayudar a Francesco en Milán a cambio de Nápoles y Sicilia,
después que terminara la batalla.
El ejército de Anjou
y Lorraine marchó hacia Milán en defensa de Sforza. Tenía que pasar por
Piedmonte, el cual estaba gobernado por uno de los enemigos de Milán. La
actitud de su director, Ludwig, fue que si ellos eran amigos de sus enemigos,
ellos también eran sus enemigos. Por tanto cuando el ejército se acercó a
Piedmonte, tuvieron que entrar en batalla con las tropa de Piedmonte. En una
batalla sangrienta, las tropas de Anjou se retiraron. Esto sucedió en las
afueras de Exiles, donde ocurrió nuestro milagro.
Historia del
Milagro.
Cuando las tropas de
Piedmonte cruzaron la ciudad de Exiles, y las tropas de Anjou se acercaron,
todos los aldeanos y todos los que vivían en esa área, dejaron sus casas.
Los soldados de
Piedmonte empezaron a saquear las casas e Iglesias de la ciudad. Un soldado
entró en la Iglesia
local en Exiles, forzó y abrió la puerta del tabernáculo para robarse la
custodia. La tomó sabiendo lo que era. No le importó tampoco tomar
la Hostia Consagrada
que estaba ahí reservada. Esta custodia era usada para dar bendiciones. El
soldado tiró la custodia en su saco, y lo puso sobre su burro.
Probablemente por la
presencia del Señor el animal se sentía molesto de llevar el saco sobre la
espalda y se caía continuamente. De cualquier manera, el soldado quería
deshacerse de las cosas que había robado, y por esta razón vendió el saco y su
contenido al primer mercader que cruzó su camino, por un precio muy barato. El
mercader vendió el saco a otro mercader, quien se lo vendió a otro. Cuando el
ultimo mercader compró el saco, éste iba en camino a Turín.
El mercader entró en
la ciudad con el burro cargando el saco. En frente de
la Iglesia de San
Silvestre, como se llamaba en la época del milagro, en la plaza el burro
tropezó y se cayó. Su dueño trató de levantarlo, pero el animal se negó a
moverse. El dueño empezó a pegarle y se juntó una muchedumbre. A nadie le
gustaba ver como maltrataba al burro. Entre más grande se hacía la muchedumbre,
más frustrado se sentía el mercader y golpeaba al burro sin misericordia. El
burro se movía de un lado a otro tratando de escapar los latigazos de su amo.
El saco se resbaló de la espalda del burro y cayó en el suelo, y todo el
contenido se esparció por la calle.
Todos los ojos se
fijaron en la custodia, especialmente en
la Hostia que estaba dentro de ella. Resplandecía,
haciéndose tan brillante que tenían que apartar los ojos del resplandor.
La Custodia se elevó en el
aire, hasta una altura de 10 - 12
pies, y ahí se detuvo permaneciendo suspendida en el
aire. La muchedumbre manifestaba con suspiros su impresión ante
la Señal Milagrosa.
Desde la Iglesia
de San Silvestre, el Padre Coccomo se dio cuenta de que algo pasaba al ver la
muchedumbre, y fue a ver que era lo que les atraía. Cuando vio la custodia
flotando en el aire, se dio cuenta de que esta era una señal del Señor. Entonces,
el sacerdote corrió para informarle al Obispo lo sucedido.
El Obispo
inmediatamente formó una procesión de sacerdotes que fue desde
la Catedral hasta
la Plaza. Esta noticia se
esparció rápidamente, y oficiales de la ciudad marcharon, a ver el milagro, en
fila detrás de los sacerdotes. Cuando el obispo llegó al lugar, la
custodia se abrió, y cayó al suelo, dejando a
la Sagrada Hostia
suspendida. Estaba rodeada por una aura deslumbradora.
El Obispo, acompañado
de los sacerdotes, empezó a cantar un himno en Latín. Las personas de la ciudad
cantaron " Resta con noi, ", Quédate con nosotros. "
La Hostia comenzó a
descender. El obispo sujetó un cáliz y
la Hostia Milagrosa
empezó a bajar, y lentamente se deslizó en el cáliz. Las
personas de la ciudad se maravillaron de este hecho, y siguieron al Obispo en
procesión hasta
la
Catedral. Inmediatamente se le avisó al Vaticano.
Este milagro sucedió
el 6 de junio, de 1453. Ocho días antes de esto, Mohammed II conquistó
Constantinopla, y
ubicó su trono en la Catedral
de Santa Sofía. Durante el mismo período, otro Milagro Eucarístico ocurrió en
Langenwiese, un pueblo pequeño entre Polonia y Checoslovaquia. Poco después la
guerra de Milán terminó.
Veneración y
peregrinaciones
Inmediatamente
comenzó la veneración del Milagro Eucarístico de Turín. Peregrinos de toda
Italia y Europa se reunían en el Santuario. A la iglesia se San Silvestre se le
llama la Basílica de Corpus Domini ( Iglesia del Cuerpo y Sangre del Señor
),
En 1455, la jerarquía
de la Iglesia
de Turín, acordaron hacer un tabernáculo para honrar y conservar el Milagro
Eucarístico. La Hostia
se guardo en el nuevo tabernáculo hasta que un nuevo relicario de mármol se
erigió en el lugar donde cayó el burro en 1453.
La ciudad de Turín
fue conmovida por este Milagro Eucarístico. Pusieron una señal a donde ocurrió
el milagro, y donde cayó el burro. Este lugar se convirtió en un lugar de
peregrinación, tan visitado que los peregrinos no cambian en esa pequeña área.
En el año 1521 un nuevo edificio fue construido para los devotos y peregrinos.
El Oratorio fue construido en el lugar donde el burro cayó.
En 1525, se instituyó
la Compañía
del Cuerpo de Cristo para ser protectores del Milagro Eucarístico. Su símbolo
era la Custodia
y la Hostia
suspendida sobre ella. Esta compañía estaba encargada de cuidar el Oratorio y
el lugar donde cayó el burro.
En el año 1584, llegó
de la Santa Sede
la orden que el Milagro Eucarístico debía de ser consumido. La razón dada por
el Vaticano fue para no obligar a Dios a mantener este Milagro Eucarístico sin
corromperse por siempre.
La Hostia Sagrada, fue
consumida por orden Papal en 1584, después de estar perfectamente conservada
por 131 años. La
Adoración y Devoción del Milagro Eucarístico continuó.
En 1598, una plaga
amenazó a muchas personas, esto fue durante otra sangrienta guerra entre los de
Piedmonte y los franceses. El Señor le estaba dando un mensaje a las personas,
que fue recibido por el Concilio de Turín.
Ellos le hicieron una
promesa al Señor, que sí El libraba a las personas de esa enfermedad mortal, se
le construiría una iglesia completamente nueva en honor del Santísimo
Sacramento de Turín. El Señor escucho las oraciones y la plaga termino.
En 1607, se hicieron
los cimientos de la nueva iglesia, la cual se terminó en 1671. A la derecha del altar principal, hay un área cerrada
por unas barandillas que es el lugar donde cayó el burro. Hay una placa con una
inscripción en latín. San Juan Bosco la tradujo así:
Aquí, el 6 de junio,
de 1453, cayó el burro que estaba cargando el Cuerpo del Señor.
Aquí
la Sagrada Hostia,
libre de sus ataduras, se elevó en el aire. Aquí descendió suavemente a las
manos suplicantes de los Turinenses.
Aquí, por lo tanto,
recuerden el milagro, arrodíllense en el suelo, veneren y miren con temor un
lugar sagrado.
En la pequeña Iglesia
de Exille, donde ocurrió el robo ese día en 1453, el tabernáculo roto nunca
fue arreglado. Ellos lo conservaron en su forma original en honor al
acontecimiento milagroso.
Solemnes procesiones
y celebraciones han tenido lugar en los diferentes Centenarios de
la Fiesta. En 1853, San
Juan Bosco escribió acerca de la fiesta y de las grandes preparaciones que se
hacían. En estas fiestas asistieron
la Reina Adelaida,
esposa de Vittorio Emmanuel II, y de
la Reina María Teresa, viuda de Carlos Alberto,
quienes recibían Comunión en
la Basílica. En 1953, la fecha de la celebración del
Quinto Centenario, fue cambiada para septiembre, desde el 6 hasta el 13, para
que coincidiera con el Congreso Eucarístico que se celebró ese año.
Se escribieron himnos
especiales en honor del Milagro Eucarístico de Turín. Se cantan los días de las
fiestas, y especialmente durante la celebración del Centenario.
El
milagro de Bruselas
Un
banquero judío, llamado Jonatás, que vivía en Enghien, consiguió por dinero y
por mediación de otro judío, Juan de Louvain, falsamente convertido al
cristianismo, hacerse con un copón robado en una iglesia de Bruselas y que
contenía varias Hostias consagradas. El desgraciado las profanó sacrílegamente
en unión de sus amigos; pero, por justos juicios de Dios, fue asesinado dos
semanas después. Como la viuda de este hombre entregase las Sagradas Hostias a
los judíos de Bruselas, ocho de ellos tuvieron una reunión el día 4 de abril de
1370, que era Viernes Santo, y, habiendo colocado las Hostias sobre una mesa,
las pincharon con puñales.
Entonces salió de ellas sangre milagrosa y cayeron de espaldas los sacrilegos
como sus antepasados en el Huerto de los Olivos. Aterrorizados, quisieron
deshacerse de las Sagradas Formas, y para ello consiguieron que una mujer,
falsamente convertida del judaísmo, las llevase a Colonia. Pero movida por los
remordimientos, esta mujer reveló el hecho al párroco de Nuestra Señora de
la Chapelle.
Se instruyó después el proceso del hecho, y los judíos declararon
convencidos su crimen. Tres de las hostias milagrosas se conservan aún en
la Colegiata de Santa
Gúdula, en Bruselas, encerradas en una Custodia de extraordinaria riqueza y
arte, que se lleva solemnemente todos los años por las calles de la capital en
una imponente manifestación de fe, denominada
la Procesión del
Santísimo Sacramento del Milagro.
Curación
prodigiosa de una enferma
En
San Luis, pueblo no muy distante de Mahón (España), vivía una pobre viuda
llamada Juana Cardona Vicent, que ejerció un verdadero apostolado entre la
gente ruda del pueblo. A los cincuenta y nueve años de edad, le sobrevino una
grave dolencia de estómago, que no le permitió alimentarse más que con caldo de
pescado, y, después de veinte años de este sufrimiento, aún se agravó su estado
a consecuencia de un aire que la dejó notablemente encorvada, sin poder
enderezarse ni mirar al Cielo.
Corría el año
1880, y la pobre mujer hacía ya ocho meses que estaba en cama sin poderse mover
de ella. Con motivo de acercarse la festividad del Corpus Christi, sintió en su
alma gran fe y confianza de que el Señor la podría curar. Rogó, pues, a los
vecinos la bajaran a la puerta de la calle cuando pasase la procesión, e hizo
suplicar al sacerdote que llevaba el Santísimo Sacramento que, al estar junto a
ella, le acercase un poco la
Custodia para adorar a su buen Jesús en
la Hostia Sacrosanta.
Presente estaba todo el pueblo, compadecido del triste estado
de la pobre enferma, y he aquí que en el momento mismo de dirigirse el
sacerdote con la Sagrada
Forma hacia la puerta de la casa donde yacía la enferma, con
gran sorpresa y admiración de la muchedumbre, se verificó el instantáneo
prodigio de quedar completa y radicalmente curada de su doble enfermedad,
siendo testigos de tan gran maravilla todo el pueblo y el señor cura párroco,
don Pedro Pons Bauzá, que llevaba el Santísimo Sacramento.
Vivió todavía diez años sin experimentar el más mínimo dolor. Durmió, por fin,
el sueño de los justos en 1890,
a los noventa de su edad.
El milagro de
Faverney
Corría el año
1608, época calamitosa para la
Iglesia de Francia, sometida a los ataques de los calvinistas
que, en ocasiones, llegaban a profanar la persona misma del Señor, presente en
la Eucaristía,
misterio que odiaban especialmente los herejes seguidores de Calvino.
Esta situación había creado la natural inquietud entre los fieles, amantes
fervorosos de
la Eucaristía.
En Faverney, pequeña ciudad de la diócesis de Besanzón, había
un monasterio benedictino cuyos monjes acostumbraban a preparar cada año, la
víspera de Pentecostés, una capilla adornada con sabanillas y otros lienzos
sobre cuya mesa se elevaba un Tabernáculo donde había dos Hostias consagradas,
puestas dentro de un viril de plata. Y también aquel año 1608 fue expuesto el
Santísimo Sacramento la vigilia de Pentecostés, que coincidió con el día 25 de
mayo.
El pueblo fiel homenajeó a Jesús Eucaristia, desagraviándole de las ofensas de
los protestantes calvinistas, y, llegada la noche, todo el mundo se recogió y
se cerraron las puertas de la iglesia, quedando en el altar de la capilla dos
velas encendidas. Y seguramente las chispas de ellas, cayendo sobre los
adornos, prendieron el fuego.
Pronto se esparció por todo el templo una espesa humareda. Las llamas devoraron
ornamentos, manteles, tarimas y Tabernáculos. Todo quedó reducido a cenizas y
ascuas. Los religiosos lloraban de tristeza, cuando contemplaron una
maravillosa realidad: sobre aquel montón de cenizas ardientes, vieron el viril
milagrosamente suspendido en medio de la iglesia...
Al momento se propagó por la villa la noticia del prodigio, y acudieron al
monasterio muchísimas personas de Faverney y de los lugares inmediatos, y, ante
la inmensa multitud, el viril continuó suspendido en el aire durante treinta y
tres horas, al cabo de las cuales se colocó sobre un corporal que habían puesto
debajo.
De esta manera quiso la
Providencia divina preservar a los católicos fieles de los
errores calvinistas y corroborarlos más y más en la religión católica,
mostrándoles, por medio de un asombroso prodigio, la verdad de todo cuanto
la Iglesia nos enseña acerca
de la presencia real de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento
Una niña
china, que cree, después de una aparición
milagrosa
En
las Relazioni della Missione, que hace monseñor I. Koffman, Obispo y Vicario
Apostólico del Schen Si meridional, en China, se refiere que, en diciembre de
1892, una jovencita de familia cristiana no había aún recibido
la Primera Comunión,
porque no se podía persuadir de la presencia real de Jesucristo en
la Eucaristía.
Un día, después de haber asistido a
la Misa del misionero con otros
fieles y catecúmenos, se la vio correr al altar y mirar por todas partes; se le
preguntó qué buscaba, y respondió que, a la segunda mitad de
la Misa. Había
visto a dos Niños de maravillosa hermosura, y que quería ver dónde los había
escondido el padre misionero.
Se le explicó entonces que aquélla había sido la visión milagrosa que Dios le
mandaba para disipar sus dudas, y se convenció plenamente cuando supo también
que las Hostias consagradas eran dos, una de las cuales debía servir para
la Comunión de un
devoto.
El Copón Resplandeciente
El siguiente hecho ocurrió en la histórica ciudad de Huesca.
Durante la noche del 29 al 30 de noviembre del año 1648, fue robado en la
iglesia catedral un copón
con las Sagradas Formas, sin que, por desgracia, se diera cuenta persona alguna
del horrible sacrilegio. Al amanecer del día siguiente, subió el campanero,
según era su costumbre, a tocar el Ángelus y a dar la señal para
la Misa primera. Al terminar, un
hecho extraño llamó poderosamente su atención. En un montón de estiércol que
había en un campo cercano al seminario, vio un objeto que brillaba de una
manera extraordinaria. Extrañado de aquel fenómeno, bajó a la iglesia a decirlo
al sacristán, y ambos se dirigieron enseguida al lugar de donde salía tan
fuerte resplandor. Cuál no fue su sorpresa al ver que la luz procedía del
interior del montón, y que, al excavar por aquel punto, aparecía un copón
resplandeciente, que contenía
la Sagrada Eucaristía.
La noticia de este prodigio se divulgó por toda la ciudad con
la velocidad del rayo. Con gran concurso de pueblo y piadosísima reverencia, el
copón milagroso fue devuelto a la iglesia, y se pudo comprobar, sin ninguna
clase de duda, que era el mismo que, el día anterior, estaba en el Sagrario y
que unas manos impías se habían atrevido a robar.
En memoria de este prodigio, se tomó el acuerdo de que perpetuamente, el día 30
de noviembre, aniversario del robo sacrílego, se cantara un Te Deum en la
catedral, después de Tercia, en acción de gracias, y que, por el mismo motivo,
la Misa conventual y las
Vísperas de aquel día se celebrarían con la exposición de Nuestro Señor.
También, en el lugar de tan rico hallazgo, fue levantada una capilla, que la
acción del tiempo ha arruinado totalmente.
(La historia de este prodigio se lee en la cuarta parte del Ceremonial Oscense,
del canónigo doctoral doctor Novellas).
San Antonio y
la mula
|
Predicaba San Antonio de Padua en Rímini (Italia). Allí los
herejes patarinos habían desfigurado el dogma de la presencia real,
reduciendo la
Eucaristía a una simple cena conmemorativa.
Antonio, en su predicación, ilustró plenamente la realidad de la presencia de
Jesús en la Hostia
Santa. Mas los jefes de la herejía no aceptaban las razones
del Santo e intentaban rebatir sus argumentos. Entre ellos, Bonvillo, que era
el principal y se hacía el sabihondo, le dijo:
|
-Menos palabras; si quieres que yo crea en ese misterio, has de hacer el
siguiente milagro: Yo tengo una mula; la tendré sin comer por tres días
continuos, pasados los cuales nos presentaremos juntos ante ella: yo con el
pienso, y tú con tu sacramento. Si la mula, sin cuidarse del pienso, se
arrodilla y adora ese tu Pan, entonces también lo adoraré yo.
Aceptó el Santo la prueba y se retiró a implorar el auxilio de Dios con
oraciones, ayunos y penitencias.
Durante tres días privó el hereje a su mula de todo pienso y luego la sacó a
la plaza pública. Al mismo tiempo, por el lado opuesto de la plaza, entraba
en ella San Antonio, llevando en sus manos una Custodia con el Cuerpo de
Cristo; todo ello ante una multitud de personas ansiosas de conocer el
resultado de aquel extraordinario compromiso contraído por el santo
franciscano.
Encaróse entonces el Santo con el hambriento animal, y, hablando con él, le
dijo:
-En nombre de aquel Señor a quien yo, aunque indigno, tengo en mis manos, te
mando que vengas luego a hacer reverencia a tu Creador, para que la malicia
de los herejes se confunda y todos entiendan la verdad de este altísimo
sacramento, que los sacerdotes tratamos en el altar, y que todas las
criaturas están sujetas a su Creador.
Mientras decía el Santo estas palabras, el hereje echaba cebada a la mula
para que comiese; pero la mula, sin hacer caso de la comida avanzó pausadamente,
como si hubiese tenido uso de razón, y, doblando respetuosamente las rodillas
ante el Santo que mantenía levantada
la Sagrada Hostia,
permaneció en esta postura hasta que San Antonio le concedió licencia para
que se levantara. Bonvillo cumplió su promesa y se convirtió de todo corazón
a la fe católica; los herejes se retractaron de sus errores, y San Antonio,
después de dar la bendición con el Santísimo en medio de una tempestad de
vítores y aplausos, condujo la
Hostia procesionalmente y en triunfo a la iglesia, donde se
dieron gracias a Dios por el estupendo portento y conversión de tantos
herejes.
|
Esto dice el señor:
EL QUE COME MI CARNE Y BEBE MI
SANGRE, TENDRÁ VIDA ETERNA Y YO LO RESUCITARÉ EN EL ÚLTIMO DÍA, PORQUE MI CARNE
ES VERDADERA COMIDA Y MI SANGRE VERDADERA BEBIDA.