Martes, 29 de mayo de 2018
Semana 8ª durante el año
Feria – Verde
1 Pedro 1, 10-16 / Marcos 10, 28-31
Salmo responsorial Sal 97, 1-4
R/. “¡El Señor manifestó su
victoria
Santoral:
Santos Sisinio, Martorio y
Alejandro,
Beato Ricardo Thirkeld,
Beata Úrsula Ledochowska
Tener el corazón ligero
Si le hubieran preguntado a Francisco qué es un
corazón ligero,
seguro que no habría respondido con una definición
abstracta.
Él vivía, cantaba e iba con un paso tan ligero que
ni siguiera
levantaba el polvo del camino. Y su respuesta
habría tenido
la ligereza de su corazón:
Me preguntas que es un corazón ligero. Escucha:
Un pájaro canta en el jardín. No lo molestes.
Hazte
lo más pequeño posible, difumínate, súmete
en el silencio. Escúchalo. No trates de atraparlo
ni domesticarlo. Es la creación la que canta.
Y su canto es el de su Creador.
Las rosas se abren en el jardín. Déjalas florecer.
No extiendas la mano para tomarlas. Alégrate de
verlas
tan bellas, tan frescas. Es la sonrisa del
Creador.
Y, sobre todo, si Dios viene a florecer en tu
jardín,
no intentes reducirlo a tus dimensiones. Deja que
Dios sea Dios.
Y alégrate de que lo sea. Que florezca en tu
jardín
o en el del vecino poco importa. Es Dios, y eso
basta.
Y si te encuentras con un miserable, con un ser
dolorido
o desesperado, cállate y escúchalo. Llena tus ojos
de su presencia,
de su existencia, hasta que el mismo descubra en
tu mirada
que existe de veras y que tú eres su hermano.
Entonces
encontrarás los gestos y las palabras oportunos.
Y quizá no haya nada que decir o hacer. Él existe.
Tú le has hecho existir. Tú has sido Dios para tu
hermano.
Entonces también tú oirás el canto de la flauta
nueva.
No serás un violento ni un depredador. Conocerás
la alegría divina de existir. Tendrás el corazón
ligero.
Eloi Leclerc