Lunes, 28 de mayo de 2018
Semana 8ª durante el año
Feria – Verde
1 Pedro 1, 3-9 / Marcos 10, 17-27
Salmo responsorial Sal 110, 1-2.
5-6. 9. 10c
R/. “¡El Señor se acuerda
eternamente de su Alianza!”
Santoral:
Santa Ripsimena, San Germán de
París,
San Pablo Han y Beata Margarita
Pole
¿Por
qué este dolor?
Una de las realidades que menos comprendes es la
del dolor.
¿Por qué tengo que sufrir esta enfermedad?
¿Por qué me ha tocado a mí que tengo familia,
hijos, posesiones, riquezas?
¿Por qué me ha tenido que venir este dolor
en la flor de mis años?
¿Por qué me deja mi novia o novio?
¿Por qué se ha muerto mi padre o mi mejor amigo?
¿Por qué¿ ¿Por qué?...
Y así podrías ir enumerando
todos los porqués que tú quieras.
En este día, en el que ves desfilar
ante tus ojos imágenes bellas
y una música agradable para tus oídos,
el dolor parece el contrapunto a todo eso.
Y es verdad.
Pero, ¿qué adelantas con tantas quejas
y por qué te martilleas la cabeza con tantas
preguntas?
Todos sufrimos. El dolor no se comprende, se
combate.
Sé que no te vale que diga que otros sufren igual
que tú.
La gran respuesta al tema del dolor que padeces
–que padecemos– únicamente se encuentra
–para los creyentes– en la luz.
Jesús fue un ser de luz.
Justamente esa luz le daba una gran serenidad
bajo la mirada de su Padre celestial.
Otra clave para el dolor te viene dada
por el hecho de saber que eres amado por Dios.
Me contaba una pareja de jóvenes
de otro continente que en cada beso que se daban,
en cada susurro de su labios,
en cada paso que daban contemplando paisajes,
flores de diversos colores, decían siempre:
”Dios nos ama. Amemos a Dios”.
De esta forma, comentaban,
nuestra vida transcurre por las sendas
de este mundo sin sentir el zarpazo del dolor.
Todo lo vemos con naturalidad:
la salud, la enfermedad y el dolor.
Conectamos nuestras pilas con el amor de Dios.
Eso es todo.
¡Vive hoy feliz!
P. Felipe Santos Campaña SDB