¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Miércoles,
14 de Setiembre de 2022
La Exaltación de la Santa Cruz
Números 21, 4b-9 / Filipenses 2, 6-11 / Juan 3,
13-17
Salmo responsorial Sal 77, 1-2. 34-38
R/. “No olviden las proezas del Señor"
Santoral:
Exaltación de la Santa Cruz, San Materno,
Santa
Notburga y Beato Gabriel
Taurino Dufresse
LECTURAS DEL MIÉRCOLES 14 DE SETIEMBRE DE 2022
LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ
Cuando alguien era mordido,
miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba
sano
Lectura del libro de los Números
21, 4b-9
En el camino por el desierto, el pueblo perdió la
paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra
Moisés: «¿Por qué nos ir hicieron salir de Egipto
para hacemos morir en el desierto? ¡Aquí no hay
pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida
miserable!»
Entonces el Señor envió contra el pueblo unas
serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente,
y así murieron muchos israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo: «Hemos pecado
hablando contra el Señor y contra ti. Intercede
delante del Señor, para que aleje de nosotros esas
serpientes».
Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le
dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala
sobre un mástil. Y todo el que haya sido mordido,
al mirarla, quedará sano».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso
sobre un mástil. Y cuando alguien era mordido por
una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce
y quedaba sano.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
77, 1-2. 34-38
R.
No
olviden las proezas del Señor
Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
presta atención a las palabras de mi boca:
yo voy a recitar un poema,
a revelar enigmas del pasado.
R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban
y se volvían a Él ansiosamente:
recordaban que Dios era su Roca,
y el Altísimo, su libertador.
R.
Pero lo elogiaban de labios para afuera
y mentían con sus lenguas;
su corazón no era sincero con Él
y no eran fieles a su alianza.
R.
El Señor, que es compasivo,
los perdonaba en lugar de exterminarlos;
una y otra vez reprimió su enojo
y no dio rienda suelta a su furor.
R.
Se anonadó a sí mismo. Por eso, Dios lo exaltó
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos
2, 6-11
Jesucristo, que era de condición divina,
no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor
y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte
y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó
y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús,
se doble toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:
«Jesucristo es el Señor».
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Es necesario que el Hijo del hombre
sea levantado en alto
a
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
3, 13-17
Jesús dijo:
«Nadie ha subido al cielo,
sino el que descendió del cielo,
el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera, que Moisés
levantó en alto la serpiente en el desierto,
también es necesario
que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en Él
tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en Él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por Él».
Palabra del Señor.
Reflexión
SU CRUZ, NUESTRA CRUZ
1.- La Exaltación de la Cruz ha ido siempre
unida a la dedicación de dos basílicas de los
tiempos del Emperador Constantino: la del Gólgota
y la de la Resurrección. Y ello tuvo lugar el día
13 de septiembre del año 355. Y al día siguiente
fue expuesta ante los fieles la reliquia de la
Cruz de Cristo. La tradición ha marcado que la
cruz fue encontrada un 14 de septiembre. La madre
del Emperador Constantino, Santa Helena dedicó
mucho tiempo y muchos recursos para encontrar en
Jerusalén los restos de la cruz en la que murió
Jesús de Nazaret. Y consiguió encontrarla y de ahí
que se construyeran las citadas basílicas. La
inauguración de las mismas, un 13 de septiembre,
de cara a la presentación de la cruz ante los
fieles al día siguiente, demuestra que ya hacia
tiempo que se conmemoraba la fecha en que la cruz
apareció. Estamos pues ante una fiesta muy
antigua, una de las más antiguas de la
cristiandad. Y, desde luego, merece la pena darle
la amplitud y relevancia que siempre tiene un
domingo, donde en la Eucaristía se reúnen
muchísimos más fieles que en las fiestas
cristianas—aún las más importantes—celebradas en
días laborables.
2.- Y, en fin, las cuestiones históricas importan
y mucho, pero en la fiesta de este domingo nos
vamos a encontrar con la significación que la Cruz
de Cristo tiene para cada uno. Bien podría
parafraseando la pregunta de Jesús a sus apóstoles
--¿”y que es Cristo para ti?”—hacérnosla respecto
a la Cruz: “¿qué es la Cruz para ti? Es verdad que
resulta difícil pensar en la cruz y no recordar el
día difícil y aciago del Viernes Santo. La muerte
de Jesús en la Cruz es un hecho doloroso, difícil
e, incluso, incompresible a veces. ¿Para que tuvo
que morir? Es una pregunta que muchos nos hacemos
de manera inevitable, aún comprendiendo la
importancia redentora de la Cruz. Pero, claro, no
es esa la cuestión.
3.- Las lecturas de hoy –junto al resto de los
textos litúrgicos—manifiestan la importancia de la
Cruz como símbolo de salvación. En la primera
lectura, que procede del capítulo 21 del Libro de
los Números, se nos muestra el camino que llevaría
a la cruz a ser estandarte de salvación. Tras ser
atacados los israelitas por serpientes venenosas
en el desierto, la serpiente de bronce, construida
por Moisés y expuesta como bandera, curaba a
todos. Bastaba con mirarla. En el Evangelio de
Juan, Jesús habla con Nicodemo y le pone el
ejemplo de la serpiente-estandarte. Promete que
todo aquel que mire a la Cruz, que crea en Él,
tendrá vida eterna. Y añade la clave más sublime
que originó la salvación del género humano:
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo
único para que no perezca ninguno de los que creen
el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no
mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él”. Por
eso es necesario acercarse a la cruz con la
alegría de que va a salvar, que va a llevarnos a
la felicidad.
San Pablo por su parte también nos aporta una
definición portentosa. Y es como un Dios se abaja
hasta lo más profundo, hasta someterse a la
muerte, “y una muerte de cruz”. La ponderación de
que “hasta” murió en la Cruz no demuestra lo
terrible y degradante que la muerte en cruz era
entre judíos y griegos, entre los contemporáneos
de Jesús. Y Pablo nos ayuda a configurar el
sacrificio y como Dios, el mismo Dios, “lo levanto
sobre todo”. Dios Padre muestra la salvación desde
su Hijo resucitado al modo de cómo Moisés levantó
el estandarte de la serpiente en el desierto.
Todas estas lecturas nos enseñan el significado de
la cruz, su poder salvífico. Hemos de tenerlo muy
en cuenta
4.- El otro aspecto que hoy no podemos dejar de
mencionar es que Jesús en varios lugares de los
evangelios menciona su cruz… y la de otros. Nos
anuncia que nosotros tendremos que asir nuestra
propia cruz. No se trata ayudarle a Él a
transportar Su cruz, como lo hizo Cirineo. Hemos
de tomar la nuestra y seguirle. Que en la vida
humana hay grandes cruces no cabe la menor duda:
el dolor, la enfermedad, el infortunio, la muerte
de los seres queridos. Esas son cruces fácilmente
visibles y apreciables. El ejemplo de Jesús al
aceptar el sufrimiento de la crucifixión y muerte
es un buen ejemplo para el que sufre, es una
compañía en el difícil trance. Pero no hemos de
pensar que no tenemos cruz aquellos que estamos
sanos o somos aceptablemente felices. Nuestra cruz
también está ahí y tiene importancia, dimensión.
Nuestra cruz es el pecado, tantas veces repetido y
que no somos capaces de erradicarlo. Es el defecto
habitual del que habla Ignacio de Loyola. O es
nuestra incapacidad para comprendernos y aceptar
nuestras propias limitaciones. Siempre habrá algo
que verdaderamente nos crucifique. Y cada uno
deberá para conocer su cruz, y aceptándola,
llevarla, junto a Jesús, por esta vida.
Hoy es una buena fecha para perseverar en la Cruz
de Cristo, en su efecto terrible y doloroso para
el Maestro. Pero también en su condición de
vehículo de salvación. Será necesario que
meditemos también es la realidad de nuestra propia
cruz y que seamos capaces de asumirla y
comprenderla. Aceptándola, seguiremos el consejo
que Jesús nos da, pero además iniciaremos un
camino de felicidad que nos llevará a la vida
eterna.
Ángel Gómez Escorial
www.betania.es
LA ENTREGA DE JESÚS POR AMOR
1- Signo de liberación. La cruz en el
Imperio Romano era un signo de tortura reservado a
los peores malhechores. Jesús, que no había
cometido ningún delito, murió en la cruz por
nosotros. El Evangelio predicado por El es una
Buena Noticia liberadora para los oprimidos, pero
ponía en tela de juicio el poder establecido. La
cruz fue la consecuencia de la vida de Jesús. Fue
consecuente, y por eso le mataron. Ahora este
instrumento de tortura se ha convertido para
nosotros en signo de amor y liberación. Por eso
hoy celebramos su “Exaltación”. Glorificación y
levantamiento frente a la humillación y
abajamiento. En las tres lecturas subyacen dos
adverbios que resumen el itinerario seguido por
Jesús: abajo-arriba.
2- Signo de salvación. La primera lectura,
del libro de los Números, nos sitúa junto al
pueblo de Israel en el camino hacia la tierra
prometida. El pueblo, que tiene hambre y sed en el
desierto, murmura contra Dios y contra Moisés. La
murmuración es su gran pecado, pues expresa la
desconfianza en el amor y el poder de Dios para
cumplir lo que ha prometido: sacarles de la
esclavitud y llevarles a una tierra fecunda, que
mana leche y miel. Entonces le sobreviene al
pueblo un castigo: serpientes venenosas provocan
la muerte de muchos. El pueblo reconoce su pecado
y pide a Moisés que interceda ante Dios por ellos.
Dios les da la curación a través de un signo: una
serpiente de bronce elevada sobre un mástil, a la
que todos los mordidos debían mirar para vivir. El
evangelista Juan vio en esta serpiente alzada una
figura de Cristo levantado en la Cruz y
Resucitado. El verbo "levantar" es sinónimo de
"resucitar" Fijémonos en el dinamismo de vida de
Jesús: Él es "el que bajó del cielo", "se despojó
de su rango, y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un
hombre cualquiera se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte, y una muerte de cruz". En la
concepción de Juan, Jesús preexiste en la
intimidad del Padre y es igual a Él, uno con Él y
Dios como Él. Del seno del Padre baja y se hace
carne, por amor a nosotros, para darnos la vida
abundante.
3.- Abajamiento y exaltación. La cruz es,
en esa historia de amor, el mayor abajamiento y
despojamiento del Hijo (kénosis) y su mayor
exaltación, pues es ahí donde nos mostró que su
amor no tenía límites y que ni siquiera el miedo a
la muerte podía hacerle retroceder en su
compromiso por la salvación de todos. Esa
humillación de morir en cruz, como un maldito,
siendo el Hijo amado del Padre, fue el comienzo de
su glorificación, pues el Padre mismo lo "levantó"
de entre los muertos y lo resucitó como primicia
de nuestra propia resurrección.
4.- Proclamación del amor de Dios. La
fiesta de la exaltación de la cruz no significa
que el cristianismo proclame una exaltación del
sufrimiento, del dolor o del sacrificio por el
sacrificio. Si así fuera, el Dios que pide esto de
nosotros sería un Dios sádico que no merecería
nuestro amor. Lo que exaltamos en esta fiesta no
es la cruz (un instrumento más de tortura y
ejecución como el cadalso o la silla eléctrica).
Lo que exaltamos es el amor incondicional de un
Dios que compartió nuestra condición humana y se
comprometió con la realización del Reino hasta el
final. Exaltamos al Crucificado que, habiendo
amado a los suyos, los amó hasta el extremo. Y
exaltamos al Dios que, como Abrahán, entregó a su
Hijo Único, a su amado, para que todos tengamos
vida en su nombre.
José María Martín OSA
www.betania.es
NADA COMO LA CRUZ
Exaltación de la Santa Cruz
1.
No estamos acostumbrados a escuchar, cantar o
decir un “viva la cruz”. Y, en cambio, si hay algo
que nos ha traído vida, futuro, eternidad y
redención total, fue precisamente el valor de la
cruz.
* Dios, en la noche de Belén, quiso dejar el cielo y hacerse
humanidad en la tierra.
* Dios, en la hora nona en el Calvario, quiso derramarse en
sangre de amor sobre la tierra.
En la cruz y en la noche de Belén, convergen un mismo deseo de
Dios: todo por el hombre.
Con razón, en este domingo, la Iglesia venera y se vuelve hacia
la cruz. Cuando en muchos lugares tienen lugar las
labores de la vendimia, la cruz, es para los
cristianos esa vid que, al exprimirse, nos da el
vino de una entrega fecunda, sacrificada: el buen
vino de la Redención del hombre. ¿Somos
conscientes de ello? ¿Qué hemos hecho de la cruz?
¿Un adorno o un estilo de vida? ¿Una gran lección
o algo estéticamente bello? ¿Un modelo de
referencia para encarar la vida o algo que ya no
significa nada?
¡Viva la
Cruz! Esos dos maderos, que cruzados entre si,
pretenden abrazar al hombre para siempre en un
abrazo iniciativa de Dios.
¡Viva la
Cruz! Esos dos maderos que, cuando uno los mira
sin fe, es escándalo, demasiado, un sin sentido,
una locura
¡Viva la
Cruz! Esos dos maderos que, cuando uno los mira,
sabe que Alguien nació, creció y sufrió para
elevar a la humanidad a las mismas cumbres de los
cielos.
2.
Si Dios, que es bueno, ha querido humillarse
naciendo pobre en Belén; si Dios, que es grande,
ha querido humillarse en una cruz, será por algo.
El rostro de Dios es el amor. La cruz es la prueba
suprema, el no va más, de lo mucho que Dios nos
ama. Esa es la sabiduría, el tesoro, la razón de
ser, lo que sostiene desde hace casi 2000 años en
pie la Santa Cruz. Sólo así, desde ese
pensamiento: Dios lo ha hecho por mí, podemos
gritar un ¡Viva la Cruz del Señor!
Hoy exaltamos este gran símbolo de nuestra fe cristiana porque,
entre otras cosas, detrás de la puerta de la
muerte, se encuentra la antesala de la vida. Hoy
exaltamos la cruz porque, ella, sostiene un cuerpo
que nos trae libertad, afán de superación, fe,
esperanza y ganas de resucitar. La cruz nos
recupera, nos rescata….¡nos redime!
Hoy exaltamos la cruz porque, cuando las cosas se nos presentan
en contra, sabemos que –cumplir la voluntad de
Dios y ver a Dios en todo- nos hace esperar un
mañana más feliz, una mañana de resurrección, un
amanecer con respuestas.
Hoy exaltamos la cruz porque, entre otras cosas, los cristianos
sabemos que, el amor de Dios, ha sido roturado,
sacrificado, molido por el hombre en beneficio del
propio hombre. Tal vez nunca lleguemos a entender
en toda su profundidad el Misterio que ello
abarca. Hagamos una oración: DIOS LO HA HECHO POR
MI. DIOS SE HA DEJADO CLAVAR POR MI. ¿No nos
sugiere esto fe, conformidad, emoción,
agradecimiento y no despierta muchos sentimientos
de fe hacia Cristo?
¡Viva la Cruz! Y ¡cómo no! ¡El fruto de la cruz!
En ella Dios nos levanta, como al tercer día,
levantó a Jesús de la muerte. A veces, Dios, nos
levanta sobre el madero, pero otras tantas , Dios,
de igual manera, Dios nos levanta de esas
situaciones de amargura, de pena y de tristeza.
Si al Señor, siendo Señor, no le fue ahorrado el sufrimiento,
algo de bueno tiene que tener la cruz cuando,
Dios, permitió que su único Hijo subiera al
madero.
En Belén, Dios, se hizo amor entre un pesebre de madera. En el
Calvario, Dios, se deshizo en amor en dos trozos
de madera en forma de Cruz. ¿Aprenderemos esta
lección para nosotros mismos y en generosidad
hacia los demás Con San Pablo decimos: Estoy
seguro de que nada ni nadie "podrá separarnos del
amor de Dios que se nos ha manifestado en Cristo
Jesús, Señor nuestro"
¡Viva la Cruz!
Javier Leoz
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