¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
|
|
Jueves,
29 de Junio de 2023
Solemnidad
de los
Santos Pedro y Pablo, Apóstoles
Solemnidad - Rojo
Hechos 12, 1-11 /
2
Timoteo 4, 6-8, 17-18
/ Mateo 16, 13-19
Salmo responsorial Sal 33, 2-9
R/. “El Señor me libró de todos mis temores”
Santoral:
San Pedro y San Pablo, Santos María Tian de Du,
Magdalena Du Fengju, Pablo Wu Kiunan, San Juan
Bautista Wu Mantang y San Pablo Wu Wa
LECTURAS DEL JUEVES 29 DE JUNIO DE 2023
SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES
Solemnidad
Ahora sé que realmente el Señor me libró
de las manos de Herodes
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
12, 1-11
El rey Herodes hizo arrestar a algunos miembros de
la Iglesia para maltratarlos. Mandó ejecutar a
Santiago, hermano de Juan, y al ver que esto
agradaba a los judíos, también hizo arrestar a
Pedro. Eran los días de «los panes Ácimos».
Después de arrestarlo, lo hizo encarcelar,
poniéndolo bajo la custodia de cuatro relevos de
guardia, de cuatro soldados cada uno. Su intención
era hacerlo comparecer ante el pueblo después de
la Pascua. Mientras Pedro estaba bajo custodia en
la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios
por él.
La noche anterior al día en que Herodes pensaba
hacerlo comparecer, Pedro dormía entre los
soldados, atado con dos cadenas y los otros
centinelas vigilaban la puerta de la prisión.
De pronto, apareció el Ángel del Señor y una luz
resplandeció en el calabozo. El Ángel sacudió a
Pedro y lo hizo levantar, diciéndole: «¡Levántate
rápido!» Entonces las cadenas se le cayeron de las
manos.
El Ángel le dijo: «Tienes que ponerte el cinturón
y las sandalias» y Pedro lo hizo. Después de dijo:
«Cúbrete con el manto y sígueme».
Pedro salió y lo seguía; no se daba cuenta de que
era cierto lo que estaba sucediendo por
intervención del Ángel, sino que creía tener una
visión.
Pasaron así el primero y el segundo puesto de
guardia, y llegaron a la puerta de hierro que daba
a la ciudad. La puerta se abrió sola delante de
ellos. Salieron y anduvieron hasta el extremo de
una calle, y en seguida el Ángel se alejó de él.
Pedro, volviendo en sí, dijo: «Ahora sé que
realmente el Señor envió a su Ángel y me libró de
las manos de Herodes y de todo cuanto esperaba el
pueblo judío».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
33, 2-9
R.
El
Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará siempre en mis labios.
Mi alma se gloria en el Señor:
que lo oigan los humildes y se alegren.
R.
Glorifiquen conmigo al Señor,
alabemos su Nombre todos juntos.
Busqué al Señor: Él me respondió
y me libró de todos mis temores.
R.
Miren hacia Él y quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se avergonzarán.
Este pobre hombre invocó al Señor:
Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.
R.
El Ángel del Señor acampa
en tomo de sus fieles, y los libra.
¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!
¡Felices los que en Él se refugian!
R.
Está preparada para mí la corona de justicia
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo
a Timoteo
4, 6-8. 17-18
Querido hijo:
Ya estoy a punto de ser derramado como una
libación, y el momento de mi partida se aproxima:
he peleado hasta el fin el buen combate, concluí
mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada
para mí la corona de justicia, que el Señor, como
justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a
mí, sino a todos los que hayan aguardado con amor
su manifestación.
El Señor estuvo a mi lado, dándome fuerzas, para
que el mensaje fuera proclamado por mi intermedio
y llegara a oídos de todos los paganos. Así fui
librado de la boca del león.
El Señor me librará de todo mal y me preservará
hasta que entre en su Reino celestial. ¡A El sea
la gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Tú eres Pedro,
y te daré las llaves del Reino de los Cielos
X
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
16, 13-19
.
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente
sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el
Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno
de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de
Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el
cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las
llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates
en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo
que desates en la tierra, quedará desatado en el
cielo».
Palabra del Señor.
Reflexión
SAN PEDRO Y SAN PABLO: UN TOQUE DIVINO
1.-
Hoy, emergen dos
figuras que son asientos indiscutibles de nuestra
Iglesia: Pedro y Pablo.
En los dos un común denominador: Jesús. En los dos
un mismo horizonte: incentivar y animar la fe en
Jesucristo. En los dos una fragilidad, su
humanidad. En los dos, un toque divino: Dios se
sirve, por iniciativa y voluntad propia, para
llevar adelante su obra.
2.- Sí, amigos: hoy es el día de la Iglesia, el día del Papa, el
día en el que –más allá del altruismo o
voluntarismo simple– reconocemos que hay una
fuerza superior que nos anima y nos empuja, como a
Pedro y a Pablo, a ser testigos del Evangelio. ¿Lo
somos? ¿Sentimos nuestra indignidad ante el deseo
del Señor de contar con nosotros? ¿Somos
conscientes que, aun con nuestro barro, el Señor
quiere llevar adelante su proyecto?
3.- “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” ¿Qué piedra, Señor?
¿Esa piedra soy yo? ¡Qué dices, Jesús! ¡Mira hacia
otro lado!” ¿Por qué te fijas en mí? ¡No quiero
complicaciones, Señor! Pueden ser, perfectamente,
nuestros interrogantes o exclamaciones ante la
voluntad firme del Señor de hacer, algo bueno y
nuevo, con nosotros. ¿Qué pensaría Pedro cuando
escuchó, de labios de Jesús algo parecido a “te
quiero y te necesito así”?
3.- Es difícil imitar a Cristo. Es delicado llevar adelante su
reino. Es espinoso, en estos tiempos, presentar
–en toda su integridad– el mensaje del evangelio a
una sociedad que, lo prefiere, de una manera
sesgada y a su medida. Pero, como a Pedro, nos
acompaña la fuerza de la oración de la comunidad.
¡Hay que rezar! ¡Tenemos que rezar! Por el Papa,
los Obispos y los sacerdotes. Para que no se
cansen de evangelizar en medio de zancadillas,
turbulencias, traiciones, negaciones y
contrariedades. Nuestro mejor homenaje, a estos
gigantes de la fe –Pedro y Pablo– es precisamente
empujar con nuestra oración los afanes misioneros
de nuestra Iglesia. Una Iglesia, que como Pedro y
Pablo, no deja de combatir para que venza el bien
sobre el mal; de correr para alcanzar los ideales
cristianos y, sobre todo, sin miedo a poner la
cara en nombre de Cristo, aún a riesgo de recibir
algún salivazo que otro.
Hoy, en este día de los dos pilares de la Iglesia, también
nosotros nos debemos de sentir “resortes” de esa
Iglesia. No importa que seamos pequeños o grandes;
altos o bajos; fuertes o débiles. Lo importante es
que estemos aportando algo de nuestro tiempo,
esfuerzo, dinero y creatividad en esa tarea
ilusionante del anuncio de la Buena Nueva.
Javier Leoz
www.betania.es
PABLO RECONOCE A PEDRO SU PRIMACÍA
1.-
CRISTO Y LA
IGLESIA. Jesús
fue enviado por el Padre para anunciar la
salvación a todos los hombres, que se realizaría
con su Muerte y Resurrección. Este anuncio no pasó
desapercibido entre la gente de su tiempo. Todos
hablaban de él, los de arriba y los de abajo. Unos
a favor y otros en contra. Algunos le llegaron a
llamar endemoniado y blasfemo, otros lo confundían
con Elías, el gran profeta de Israel. Tanto unos
como otros estaban equivocados...
También hoy se habla de Cristo y de su obra, la Iglesia. Para
criticarla o para defenderla. Todos se consideran
aptos para emitir un juicio. Sin embargo, con
frecuencia se aplican en esos juicios unos
criterios inadecuados, se emplea una visión
materialista y temporal que no llega ni a intuir
la grandeza divina del Señor y la naturaleza
sobrenatural del misterio de la Iglesia.
2.-
TÚ ERES PEDRO.
En el evangelio de hoy vemos a san Pedro que,
movido por Dios Padre, exclama entusiasmado y
seguro: Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo.
Con ello nos ofrece la clave para entender a
Jesucristo y a la Iglesia. Sólo desde la
perspectiva de la fe se puede entender la
verdadera naturaleza del mensaje que Jesús ha
traído, la salvación que él ha iniciado con su
muerte en la cruz y que la Iglesia proclama y
transmite a los hombres de todos los tiempos.
Y en esa Iglesia, en ese Pueblo de Dios, un jerarca supremo. En
esa casa de Dios una piedra de fundamento. En ese
rebaño un pastor. En esa barca un timonel. En ese
cuerpo una cabeza visible. En ese reino un
soberano pontífice. Es cierto que el único Sumo
Pontífice es Cristo Jesús, el único Rey, la Piedra
angular, el Buen Pastor, la única Cabeza. Sin
embargo, el Señor quiso que su Iglesia fuera una
sociedad visible y organizada, con una jerarquía y
un supremo jerarca, un pueblo, el Nuevo Israel,
regido por Pedro y los otros once apóstoles, por
sus sucesores cuando ellos murieron, el papa y los
obispos de todo el mundo en comunión con la Sede
romana.
3.-
LA PRIMACIA. -
Desde el principio la primacía de san Pedro fue
reconocida por todos, como vemos en los Hechos de
los apóstoles. Es cierto que hubo una ocasión en
que Pedro actuó de una forma inadecuada: “pues
antes de venir algunos de los de Santiago, comía
con los gentiles; pero en cuanto aquellos
llegaron, se retraía y apartaba por miedo a los de
la circuncisión” (Ga 2, 12). Era tal la presión
que le mismo Bernabé había cedido. Cuando llegó
San Pablo y vio lo que ocurría, según nos refiere
él mismo, le dijo a “Cefas delante de todos...
¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?”. Sin
embargo es preciso aclarar que esa intervención de
Pablo, en lugar de quitarle autoridad, se la
reconocía y afianzaba. En efecto, a Bernabé no le
dice nada y a Pedro sí, sencillamente porque lo
grave es quien era la cabeza de la Iglesia actuara
así. “Además de esto, decía Ratzinger en libro
citado, la Carta a los Gálatas atestigua que esa
preeminencia subsiste incluso cuando el primero de
los apóstoles permanece en su comportamiento
personal por debajo de su cometido ministerial (Ga,
2, 1-14)”. Por tanto, Pablo reconoce a Pedro su
primacía. Por eso, además, le llama Cefas, el
nombre que Jesús da a Simón el hijo de Jonás,
vocablo arameo que significa piedra, alusión clara
a que sobre él, a pesar de sus fallos, edificaba
su Iglesia.
Así lo quiso Jesucristo, así ha sido, así es y así será. Es
cierto que hay quien lo discute, quien lo niega o
lo ridiculiza. Pero es inútil. La Iglesia, por
voluntad de su divino fundador, es así y sólo así
seguirá adelante, pues según la promesa divina los
poderes del Infierno no prevalecerán contra ella.
Por eso la barca de Pedro continuará navegando
hasta llegar al puerto de la salvación. Y sólo los
que, de una forma u otra, estén dentro de esa
barca, se salvarán.
Antonio García-Moreno
www.betania.es
SAN PEDRO Y SAN PABLO, JUNTOS.
1.-
Siempre resulta
atractivo y un poco enigmático que la Iglesia,
desde el comienzo, haya reunido en la misma
celebración a Pedro y a Pablo.
Sin duda, ambos podrían tener una fiesta
independiente. Además, lo que sabemos con
referencia histórica de la relación entre ambos no
es mucho. Ciertamente, Pablo visitó a los
apóstoles en Jerusalén y se conoce como Pablo
reprendió a Pedro por su giro ante las presiones
de los nuevos cristianos partidarios de mantener
la ley mosaica. Ambos mueren en Roma. Y siempre se
ha especulado con que, probablemente, hubiera sido
en la capital del imperio donde Pedro y Pablo
pudieran haberse relacionado más. Ambos, asimismo
fueron martirizados en Roma. Ha sido difícil datar
la fecha de la crucifixión de Pedro –boca abajo— y
se establece un periodo posible entre los años 54
y 67. Sin embargo, si se tiene bastante certeza de
que Pablo de Tarso muriera decapitado en el 67, ya
que como ciudadano romano que era no se le podía
aplicar el infamante castigo de la cruz. Pedro fue
enterrado en una necrópolis romana que había en la
colina vaticana, y en ese lugar se construyó la
basílica del Vaticano. Pablo fue ejecutado fuera
de la ciudad, tal vez, también, por su condición
de ciudadano romano, a unos cinco kilómetros de la
Urbe, junto a la Vía Ostiense. Y allí se erigió la
basílica que se llama San Pablo Extramuros, que
indica esa lejanía de Roma.
2.-
Y en fin, las
precisiones históricas no arreglan el “problema” y
nos seguimos preguntando: ¿cómo es que la Iglesia
los celebra juntos?
La única explicación en la
importancia capital de ambos en la historia
eclesial. Pedro fue investido Papa por el propio
Jesucristo. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificare mi Iglesia”. Y Pablo –sus escritos— ha
producido la más importante y profunda
infraestructura histórica y doctrinal de la
Iglesia católica, base y origen, en cuanto a
interpretación, de lo que ha venido después.
Incluso se sabe que sus escritos fueron anteriores
a los cuatro Evangelios. Pablo ha definido, desde
entonces, la cristología. Y nadie le ha podido
superar. Aquel encuentro con Jesús resucitado en
el camino de Damasco debió de ser una intensidad
enorme, muy grande.
3.-
Las lecturas de
hoy arrojan –si pudiera decirse así— un saldo
positivo más a favor de Pedro.
La primera lectura, del Libro de los Hechos de los
Apóstoles, cuenta la liberación milagrosa de
Pedro, tras haber sido encarcelado por el Rey
Herodes. Tiene mucha enseñanza. La Iglesia se
reúne para rezar intensamente por su liberación.
Ciertamente, Pedro ya estaba al frente de la
comunidad cristiana recién nacida. El relato de la
caída prodigiosa de grilletes y de la apertura
automática de puertas es muy sugerente y
atractivo. No quiero, asimismo, dejar de citar el
Salmo 33, que es uno de los hermosos del salterio,
y que nos enseña –y no debemos de olvidarlo– que
el Señor nos escucha en nuestras angustias y nos
libra de ellas.
4.-
El fragmento de
la Segunda Carta a Timoteo es muy revelador.
Pablo habla ya de la cercanía de su muerte –“a
punto de ser sacrificado”, dice– y hace como un
testamento espiritual a uno de sus discípulos más
queridos. Y el evangelio, sacado del capítulo
decimosexto del texto escrito por San Mateo, narra
esa consagración como primero, como líder de la
nueva Iglesia. Pueden caber pocas dudas sobre la
primacía petrina. Además, Jesús habla de que Él
será el muro de contención contra los ataques del
Maligno, que abundarán, como el mismo Jesús de
Nazaret sufrió constantes tentaciones.
Ángel Gómez Escorial
www.betania.es
|