¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 9 de Mayo de 2021
DOMINGO SEXTO DE PASCUA
Hechos 10, 25-26. 34-36. 43-48 / 1 Juan 4, 7-10
/ Juan 15, 9-17
Salmo Responsorial, Sal 97, 1-4
R/. "El Señor reveló su victoria a las naciones"
Santoral:
Santa María Mazzarelllo
y San Gregorio Ostiense
LECTURAS DEL DOMINGO 9 DE MAYO DE 2021
DOMINGO SEXTO DE PASCUA
El Espíritu Santo era derramado
también sobre los paganos
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
10, 25-26. 34-36. 43-48
Cuando Pedro entró a la casa del centurión
Cornelio, éste fue a su encuentro y se postró a
sus pies. Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole:
«Levántate, porque yo no soy más que un hombre».
Después Pedro agregó: «Verdaderamente, comprendo
que Dios no hace acepción de personas, y que en
cualquier nación, todo el que lo teme y practica
la justicia es agradable a Él. Él envió su Palabra
al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena
Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es
el Señor de todos. Todos los profetas dan
testimonio de Él, declarando que los que creen en
Él reciben el perdón de los pecados, en virtud de
su Nombre».
Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo
descendió sobre todos los que escuchaban la
Palabra. Los fieles de origen judío que habían
venido con Pedro quedaron maravillados al ver que
el Espíritu Santo era derramado también sobre los
paganos. En efecto, los oían hablar diversas
lenguas y proclamar la grandeza de Dios.
Pedro dijo: «¿Acaso se puede negar el agua del
bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo
como nosotros? » Y ordenó que fueran bautizados en
el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le
rogaron que se quedara con ellos algunos días.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
97, 1-4
R.
El
Señor reveló su victoria a las naciones.
Canten al Señor un canto nuevo,
porque Él hizo maravillas:
su mano derecha y su santo brazo
le obtuvieron la victoria.
R.
El Señor manifestó su victoria,
reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad
en favor del pueblo de Israel.
R.
Los confines de la tierra han contemplado
el triunfo de nuestro Dios.
Aclame al Señor toda la tierra,
prorrumpan en cantos jubilosos.
R.
Dios es amor
Lectura de la primera carta de san Juan
4, 7-10
Queridos míos,
amémonos los unos a los otros,
porque el amor procede de Dios,
y el que ama ha nacido de Dios
y conoce a Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor.
Así Dios nos manifestó su amor:
envió a su Hijo único al mundo,
para que tuviéramos Vida por medio de Él.
Y este amor no consiste
en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que Él nos amó primero,
y envió a su Hijo
como víctima propiciatoria por nuestros pecados.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos
a
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
15, 9-17
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus
discípulos:
Como el Padre me amó,
también Yo los he amado a ustedes.
Permanezcan en mi amor.
Si cumplen mis mandamientos,
permanecerán en mi amor,
como Yo cumplí los mandamientos de mi Padre
y permanezco en su amor.
Les he dicho esto
para que mi gozo sea el de ustedes,
y ese gozo sea perfecto.
Éste es mi mandamiento:
Ámense los unos a los otros,
como Yo los he amado.
No hay amor más grande
que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos
si hacen lo que Yo les mando.
Ya no los llamo servidores,
porque el servidor ignora lo que hace su señor;
Yo los llamo amigos,
porque les he dado a conocer
todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí,
sino Yo el que los elegí a ustedes,
y los destiné para que vayan y den fruto,
y ese fruto sea duradero.
Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre,
Él se lo concederá.
Lo que Yo les mando
es que se amen los unos a los otros.
Palabra del Señor.
Reflexión
EL AMOR CRISTIANO ES UNIVERSAL, CATÓLICO
1.-
Es claro que Dios
no hace distinciones; acepta al que lo teme y
practica la justicia, sea de la nación que sea.
Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el
Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus
palabras. Estas
palabras que el autor de Hechos pone en boca de
Pedro son muy significativas para entender el paso
del amor judío al amor cristiano. En la mayor
parte de los textos del Antiguo Testamento y en
algunos textos del Nuevo el amor de Dios a su
pueblo se refiere exclusivamente al amor de Dios
hacia su pueblo elegido, hacia Israel. No
olvidemos que los apóstoles eran judíos
practicantes de la religión judía, tal como ésta
está regulada en el Antiguo Testamento, en la Ley
Mosaica. Por eso, digo que este texto del apóstol
Pedro es muy importante y significativo, para
comprender el cambio de mentalidad religiosa de
Pedro y de los demás apóstoles, que no fue un
cambio puntual, que se produjera en un momento
determinado, de una sola vez. Fue un cambio
progresivo, con sus normales y lógicas
dificultades. Los cristianos de hoy
afortunadamente ya no dudamos del carácter
universal y católico de nuestra fe cristiana. Lo
importante ahora es que nosotros prediquemos y
vivamos este nuestra universal y católica fe
cristiana con verdadera humildad y generosidad de
espíritu, cosa que no siempre hemos hecho, a lo
largo de nuestra historia cristiana. No sólo
cuando nos relacionamos con otras confesiones
cristianas, como puede ser la confesión
protestante, sino con las otras religiones no
cristianas, como la religión musulmana, la
budista, la hindú, u otra cualquiera de las muchas
religiones que existen en este momento. La
religión, cualquier religión, debe ser un
instrumento, un camino que nos acerca y nos
conduce al verdadero Dios, al único Dios que
existe. Todos los que buscamos a Dios, todos los
buscadores de Dios, debemos considerarnos
compañeros y hermanos en la búsqueda del único y
verdadero Dios. Hagamos, pues, de nuestro
cristianismo un cristianismo universal y católico,
buscando siempre la fraternidad y el encuentro,
más que la diversidad, en nuestra continua
búsqueda del único Dios verdadero. En este sentido
debemos rezar el salmo responsorial, el salmo 97,
cuando decimos que “el Señor revela a las naciones
su salvación”.
2.-
Queridos
hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es
de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y
conoce a Dios. Quien no ama no conoce a Dios,
porque Dios es amor.
En esta primera carta del apóstol y evangelista
san Juan se nos dice la frase que podemos
considerar como resumen de todo el pensamiento de
san Juan sobre lo que es Dios: Dios es amor. Toda
nuestra relación con Dios, si queremos que sea una
relación directa y fundamental, debe fundarse
siempre en el amor. El amor de Dios es divino,
claro, pero nos lo manifestó de forma clara y
manifiesta en un hombre, en su Hijo Jesús. Por
eso, nosotros, cuando queremos amar a Dios como él
nos amó, debemos amarnos unos a otros como Cristo
nos amó. Cristo nos amó hasta dar su vida por
nosotros, por eso nosotros debemos amarnos unos a
otros hasta gastarnos y desgastarnos en el
servicio a los demás. Si no amamos a los demás no
amamos a Dios, porque así nos lo enseñó Jesús.
3.-
Este es mi
mandamiento; que os améis unos a otros como yo os
he amado. Nadie tiene amor más grande que el que
da su vida por los amigos. Vosotros sois mis
amigos si hacéis lo que yo os mando… Esto os
mando: que os améis unos otros.
Estas frases las pone el evangelista san Juan en
boca de Jesús. El amor no es sólo, ni
principalmente, una teoría, sino una práctica.
“Obras son amores y no buenas razones”. Cumplir el
mandamiento de Jesús: amarnos unos a otros como él
nos amó, no es algo fácil, pero es algo que los
cristianos debemos intentar todos los días. Si no
nos amamos unos a otros como Cristo nos amó, no
amamos a Dios, ni conocemos a Dios. Si Dios, al
final de nuestra vida, nos va a examinar en el
amor, todos los días nosotros, al examinar nuestro
comportamiento diario, debemos examinarnos en el
amor. Todo lo que hacemos durante el día, aunque
se trate de cosas que nos parecen poco
importantes, son muy importantes ante Dios, si lo
hacemos con amor. Amémonos, pues unos a otros,
porque sólo así podemos estar seguros de que
estamos amando a Dios.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
AMOR EFECTIVO Y SIN FRONTERAS
1.-
Iglesia abierta y
acogedora. Las
palabras de Pedro sobre que Dios no tiene acepción
de personas no indican un indiferentismo
religioso, sino únicamente una igualdad de todos
los hombres para emprender el camino de salvación
que está en la fe cristiana. No sabemos si Pedro
habría vacilado en administrar el bautismo a un
hombre no judío (y no circuncidado), como era el
caso de Cornelio. Pero la manifestación del
Espíritu Santo le forzó la mano y, por fin, se
bautiza a un hombre de otra raza. Hoy también, en
varios lugares, la iglesia está amenazada de
quedar reducida a un grupo social cerrado y tal
vez anticuado. A los cristianos, sin embargo, se
les invita a dar un paso, a entablar el diálogo
con todos los hombres. Dios está en todas partes
en que hay hombres que le buscan con sincero
corazón. La comunión en la escucha de la palabra
de Dios, en la fe en Jesucristo y en la oración es
el signo de la presencia del Espíritu. El
cristiano de hoy no tiene que convencerse de esto
mirando hacia atrás, a otros tiempos, sino
poniendo su fe en el presente y en el futuro.
2.-
Por nuestro amor
podemos conocer si estamos en comunión con el
Señor. "Si Dios
nos ha amado tanto, nosotros... ¿debemos a su vez
amarle a Él”? No, nos dice Juan. Sino "debemos
amarnos los unos a los otros". Es muy ilusorio
querer responder a Dios, porque ¿quién conoce
realmente a Dios? Y es también muy presuntuoso,
porque Dios nos ha entregado todo: su Hijo y su
Espíritu. Esta generosidad desalienta toda
respuesta; no nos resta más que recibirla,
acogerla en toda su sobreabundancia. Pero se puede
hacer revertir sobre estos seres tan visibles y
tan reales como son nuestros hermanos de carne y
sangre. Y si nosotros los amamos con un desinterés
que sea eco del de Dios, es entonces cuando
estamos en la línea de Dios. El que ama conoce, es
decir, va descubriendo cada vez mejor qué es el
Señor. El verbo en presente indica el carácter
activo y progresivo del conocimiento. Por el
contrario, en el que no ama nunca se inicia ese
proceso de conocimiento porque "Dios es amor".
3.- "Esto
os mando: que os améis unos a otros como yo os he
amado". Con
estas preciosas palabras termina el evangelio de
este domingo. Con esas mismas palabras se despidió
Jesús de sus discípulos durante la última cena,
momentos antes de subir a la cruz. La solemnidad
del momento en que nos dio Jesús su mandamiento de
amarnos, demuestra bien a las claras que es su
última voluntad, la misión que nos encomienda con
urgencia y con todas las prioridades. Por eso
insiste una y otra vez, como para que no pase
inadvertido ni sea relegado a segundo plano. El
amor que Jesús nos encomienda no es una simple
corriente de simpatía. Es un amor efectivo y
operativo. Es el amor que arraiga en el corazón y
produce sentimientos de aceptación, de respeto y
estima, al tiempo que da frutos de justicia, de
solidaridad y de fraternidad entre todos los
hombres. Porque lo que Jesús nos propone es que
nos amemos los unos a los otros como él nos ha
amado. ¿Y cómo nos ha amado Jesús? "Nadie tiene
mayor amor que el que da la vida". Ese es el
límite del amor cristiano, a él debemos tender y
aspirar, no podemos conformarnos con un amor
menor, no seríamos buenos seguidores de Jesús.
Jesús ha puesto tan alta la cota, para que no
caigamos en lo que tantas veces caemos, en las
ridículas prácticas de tantas caridades
vergonzantes. Jesús pudo poner bien alta la mira,
porque él mismo estaba a punto de hacer lo que nos
mandaba hacer. Al día siguiente de darnos el
mandamiento del amor, moría en la cruz víctima del
amor a los hermanos. Así quedaba patente el modo
del amor de Dios, manifestado en su Hijo. Así
quedaba meridianamente claro el modo del amor
cristiano.
4.-
"Permaneced en mi
amor".
Permanecer en el amor a Dios es permanecer en el
mandamiento de Jesús, o sea, en el amor al
prójimo. La iglesia, haciéndose eco del
mandamiento de Jesús, nos insta a volcar nuestro
amor en nuevas situaciones de sufrimiento y de
dolor de los hombres, como es el caso de ciertos
enfermos abandonados, desasistidos y rechazados a
causa de su enfermedad. En muchas parroquias se
celebra estos días el sacramento de la Unción de
Enfermos. El Papa nos recordaba en febrero, con
motivo de la “Jornada del Enfermo”, la importancia
de cuidar y acompañar también a la familia del
enfermo. Todo ello con el fin de reforzar la
conciencia social sobre la importancia de cuidar y
acompañar, no sólo a los enfermos, sino también a
sus familias que en la mayoría de los casos son
sus principales cuidadores y acompañantes durante
el duro camino de la enfermedad, donde además de
ponerse a prueba la salud física, resulta
fundamental conservar "la salud espiritual"
José María Martín OSA
www.betania.es
CARIDAD ANTE TODO
En el sexto domingo de la Pascua, me viene a la
memoria aquella anécdota de un labrador que,
llevando a su hijo al campo, le enseñaba a
plantar. Su hijo le preguntaba: ¿cómo lo tengo que
hacer padre? Y, el padre, le respondía: ¡excava
más hondo! Cuanto más hondo el agujero, más
posibilidades tendrá la planta de sobrevivir.
El evangelio de hoy, siguiendo las ideas del
domingo pasado, nos invita a seguir bebiendo en
esa fuente de vida y de amor que es Dios, a través
de Jesús.
No hay mayor hazaña que la de entregarse
olvidándose de uno mismo; el dar sin esperar nada
a cambio; el ganar, aunque aparentemente ante el
mundo estés perdiendo. ¿Dónde reside esta forma
tan rara y tan extraña de amar perdiendo? Ni más
ni menos que en Dios.
El Dios que se rebajó en Belén, el Dios que se
inclinó en la tarde de Jueves Santo, el Dios que
se humilló con brazos abiertos en la cruz, nos
enseña que –ese camino– es el más privilegiado y
el más idóneo para descubrir la verdad o la
mentira de nuestra amistad con El; la grandeza o
la pobreza de nuestra fe; el vasallaje a Dios o
nuestro sometimiento al mundo que ensalza, no el
amor gratuito, sino “tanto das, tanto recibes”.
1.- Hay amores eventuales.
Amores que pasan. Amores que fracasan. Porque,
cuando no son agradecidos, se cansan. El amor que
predica Jesús, y que nosotros sostenemos con el
paso del tiempo, es un amor que nunca se aburre. O
por lo menos, cuando surgen tropiezos, se plantea
de nuevo el levantarse para entregarse de nuevo
aún a riesgo de perder de nuevo. Me gusta mucho la
distinción entre solidaridad y caridad: la
solidaridad sale al paso en un momento
determinado. La caridad cristiana, por el
contrario, siempre y sin límites.
-El amor, cuando es excluyente,
ansioso, ya no es amor. Produce asfixia,
agotamiento y, a la larga, fracaso. Nuestro
corazón, cuando está puesto en Dios,
espontáneamente se ofrece a los demás. Cuando
ponemos el amor humano, por encima del amor
divino, corremos el riesgo de sufrir un serio
revés. Dios lo primero y, desde Dios, a
continuación, lo demás.
-El amor cristiano, que es distintivo de los
seguidores de Jesús,
nos hace ver a las personas como hermanos. O
dándole la vuelta a la frase, porque nos vemos
como hermanos, somos capaces de entregarnos los
unos a los otros.
2.
Impresiona la
Carta de Juan. ¡Qué
cerca tuvo que sentir el amor de Dios para
decirnos “amaos”! Las gafas que, los cristianos
tendríamos que comprar en la óptica, es
precisamente la de ver al prójimo con amor, de
juzgarlo con amor, de quererlo con amor y de
ayudarle a levantar con amor. Sólo así, al Dios
del cielo, lo podremos intuir verdaderamente en la
tierra.
--¿Queréis saber la calidad de vida cristiana de
aquel hermano?
Pregúntale cuánto ama; si ama a todos; si ama a
todas horas.
¿Queréis saber el grado de amistad de Dios de
aquel cristiano?
Preguntadle cómo anda con los que le rodean; en el
trabajo; en el instituto; en las relaciones
personales.
Jesús se va al cielo, pero, detrás de sí, nos deja a nosotros.
Para que sigamos profundizando en todo lo que ha
dicho y ha realizado. Para que, en el amor,
entremos en comunión con El y con el resto de los
hermanos.
Javier Leoz
www.betania.es
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