¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Miércoles,
14
de febrero
de 2024
MIÉRCOLES DE CENIZA
Joel 2, 12-18 / 2 Corintios 5, 20–6,
2 / M ateo
6, 1-6. 16-18
Salmo responsorial Sal 50, 3-6a.
12-14. 17
R/.
"¡Ten piedad, Señor; porque hemos
pecado!”
Santoral:
San Cirilo, San Metodio, San Valentín
y San Marón
LECTURAS DEL
MIÉRCOLES
14
DE
FEBRERO
DE 2024
MIÉRCOLES DE CENIZA
Desgarren su corazón y no sus vestiduras
Lectura de la profecía de Joel
2, 12-18
Ahora dice el Señor:
Vuelvan a mí de todo corazón,
con ayuno, llantos y lamentos.
Desgarren su corazón y no sus vestiduras,
y vuelvan al Señor, su Dios,
porque Él es bondadoso y compasivo,
lento para la ira y rico en amor,
y se arrepiente de sus amenazas.
¡Quién sabe si Él no se volverá atrás y se
arrepentirá,
y dejará detrás de sí una bendición:
la ofrenda y la libación
para el Señor, su Dios!
¡Toquen la trompeta en Sión,
prescriban un ayuno,
convoquen a una reunión solemne,
reúnan al pueblo,
convoquen a la asamblea,
congreguen a los ancianos,
reúnan a los pequeños
y a los niños de pecho!
¡Que el recién casado salga de su alcoba
y la recién casada de su lecho nupcial!
Entre el vestíbulo y el altar
lloren los sacerdotes, los ministros del Señor,
y digan: «¡Perdona, Señor, a tu pueblo,
no entregues tu herencia al oprobio,
y que las naciones no se burlen de ella!
¿Por qué se ha de decir entre los pueblos:
Dónde está su Dios?»
El Señor se llenó de celos por su tierra
y se compadeció de su pueblo.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
50, 3-6a. 12-14. 17
R.
¡Ten piedad, Señor; porque hemos pecado!
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!
R.
Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.
R.
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
R.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga.
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
R.
Déjense reconciliar con Dios. Éste es el tiempo
favorable
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto
5,
20—6,
2
Hermanos:
Nosotros somos embajadores de Cristo, y es Dios el
que exhorta a los hombres por intermedio nuestro.
Por eso, les suplicamos en nombre de Cristo:
déjense reconciliar con Dios. A Aquél que no
conoció el pecado, Dios lo identificó con el
pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros
seamos justificados por Él.
Y porque somos sus colaboradores, los exhortamos a
no recibir en vano la gracia de Dios. Porque Él
nos dice en la Escritura: "En el momento favorable
te escuché, y en el día de la salvación te
socorrí". Éste es el tiempo favorable, éste es el
día de la salvación.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará
X
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
6, 1-6. 16-18
Jesús dijo a sus discípulos:
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante
de los hombres para ser vistos por ellos: de lo
contrario, no recibirán ninguna recompensa del
Padre de ustedes que está en el cielo. Por lo
tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando
delante de ti, como hacen los hipócritas en las
sinagogas y en las calles, para ser honrados por
los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su
recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda
ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna
quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas:
a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y
en las esquinas de las calles, para ser vistos por
los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su
recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu
habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que
está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como
hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro
para que los hombres noten que ayunan. Les aseguro
que con eso, ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y
lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido
por los hombres, sino por tu Padre que está en lo
secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Palabra del Señor.
Reflexión
CUARESMA, TIEMPO DE PENITENCIAS
Con el gesto de la imposición de ceniza comenzamos
el tiempo de Cuaresma, un tiempo que nos llevará,
a lo largo de cuarenta días, hasta la celebración
central del año litúrgico, la celebración del
Misterio Pascual de Cristo. El signo de la ceniza
nos recuerda la penitencia, pues la Cuaresma es un
tiempo penitencial, un tiempo de renovación
interior. Hoy, al inicio de este camino, la
Liturgia de la Palabra es una proclamación del
ayuno y una invitación a la penitencia en el
comienzo de este tiempo de conversión y de vuelta
hacia el Señor, y nos muestra cuáles han de ser
nuestras actitudes al andar este camino.
1.
“Rasgad vuestros
corazones, no vuestros vestidos”.
El profeta Joel hace una invitación vibrante a la
conversión y a volver de nuevo al Señor. Esta
conversión a la que nos llama el profeta ha de ser
de corazón. No valen sólo las palabras ni los
buenos propósitos. Tampoco valen las penitencias
superficiales. El Señor quiere que cambiemos
nuestro corazón, todo nuestro ser. Por eso, ya no
sirven de nada los gestos externos como el
rasgarse las vestiduras, un gesto muy común entre
los judíos. Dios desea que rasguemos nuestro
corazón, que nos arrepintamos de nuestros pecados,
que dejemos atrás todo aquello que no agrada a
Dios y que volvamos a Él de nuevo con un corazón
contrito y humillado. Y el profeta también nos
indica cuál es el fundamento de esta llamada a la
conversión: porque el Señor es “un Dios compasivo
y misericordioso, lento a la cólera y rico en
amor, que se arrepiente del castigo”. La Cuaresma,
por tanto, es tiempo de cambiar el corazón, no
sólo con prácticas externas sino con una auténtica
conversión.
2.
“En nombre de
Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios”.
También san Pablo, en la segunda lectura, nos
invita a la conversión. Pero esta llamada de san
Pablo es más sugestiva, más cariñosa. Pablo se
presenta como enviado de Cristo, de modo que sus
palabras son como una exhortación del mismo Dios.
Por eso se atreve a hablar en nombre del mismo
Cristo cuando exhorta a sus lectores a que se
reconcilien con Dios. No podemos estar enemistados
con Dios, pues Él mismo nos ofrece la
reconciliación a través de Cristo. Invita san
Pablo a no echar en saco roto esta gracia
abundante que Dios nos da. La Cuaresma que hoy
iniciamos es el tiempo favorable. No debemos dejar
perder la oportunidad que Dios nos ofrece en este
tiempo precioso de conversión. Dios desea derramar
sobre nosotros su gracia. Pero para ello hemos de
estar atentos y vivir esta Cuaresma como un tiempo
único, una oportunidad preciosa para volver de
nuevo al Señor.
3.
Limosna, oración
y ayuno. Para
que podamos aprovechar bien este tiempo de
Cuaresma, para no dejar caer en saco roto la
gracia que Dios desborda en nosotros durante este
tiempo, la Iglesia nos ofrece tres medios de los
que ya habla Jesús en el Evangelio que escuchamos
hoy. La limosna, la oración y el ayuno, cuando los
vivimos debidamente, son instrumentos que nos
ayudan a acercarnos más a Dios, a vaciarnos un
poco de nosotros mismos para que podamos
escucharle a Él, para que podamos estar cerca de
Él. La limosna, que no es sólo dar a un pobre algo
de dinero que nos sobra, sino que es dar de lo
nuestro, darnos a nosotros mismos, nos ayuda a
desprendernos de tantas cosas que obstaculizan
nuestro comino hacia Dios. La oración, que no es
sólo repetir unas frases que nos hemos aprendido
de memoria, sino que es el trato frecuente de
amistad con el Señor, escucharle y hablar con Él,
nos ayuda a abrir nuestros oídos a la Palabra,
conocer más de cerca el Misterio de Dios, entrar
en diálogo con el Señor. Y finalmente el ayuno,
que no es sólo comer menos, como si se tratase de
una dieta para adelgazar, sino que es privarnos de
tantas cosas que nos distraen, nos ayuda a buscar
sólo lo que es necesario, es decir, nos ayuda a
poner nuestra total confianza sólo en Dios. Estos
medios, vividos no por sentirnos bien con nosotros
mismos ni para que los demás nos aplaudan, sino
vividos en el silencio donde sólo Dios nuestro
Padre nos ve, nos acercarán más al Señor y nos
devolverán la amistad con Él que hemos perdido a
causa de nuestro pecado. Y así, como dice el Papa
Francisco en el mensaje para la Cuaresma de este
años, podremos volver a encontrar la alegría del
proyecto que Dios ha puesto en la creación y en
nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros
hermanos y al mundo entero, y encontrar en este
amor la verdadera felicidad.
Ahora a continuación vamos a recibir la imposición de la ceniza
sobre nuestras cabezas. Que este gesto no se quede
en un gesto vacío, si tampoco en un gesto
supersticioso a través del cual buscamos una
recompensa mágica. Que sea en verdad una muestra
de nuestra disposición a comenzar el camino de la
Cuaresma. Es tiempo favorable para reconciliarnos
con Dios. Él nos llama a la conversión. Que esta
Cuaresma no sea una más en nuestra vida, sino que
sea una oportunidad para acercarnos todavía más al
Señor, que es compasivo y misericordioso, y está
deseando darnos su amor desde la cruz de su Hijo
Jesucristo, como celebraremos dentro de cuarenta
días en la Pascua.
Francisco Javier Colomina Campos
www.betania.es
“LA CREACIÓN, EXPECTANTE, ESTÁ AGUARDANDO LA
MANIFESTACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS»
1.-
Se nos invita a
abandonar el camino destructivo del pecado.
Ahora es tiempo favorable, ahora es día de
salvación, escribe Pablo en la segunda carta a los
Corintios. La causa de todo mal es el pecado, que
desde su aparición entre los hombres interrumpió
la comunión con Dios, con los demás y con la
creación, a la cual estamos vinculados ante todo
mediante nuestro cuerpo. El hecho de que se haya
roto la comunión con Dios también ha dañado la
relación armoniosa de los seres humanos con el
ambiente en el que están llamados a vivir, de
manera que el jardín se ha transformado en un
desierto. Se trata del pecado que lleva al hombre
a considerarse el Dios de la creación, a sentirse
su dueño absoluto y a no usarla para el fin
deseado por el Creador, sino para su propio
interés, en detrimento de las criaturas y de los
demás. Cuando no vivimos como hijos de Dios, a
menudo tenemos comportamientos destructivos hacia
el prójimo y las demás criaturas –y también hacia
nosotros mismos–, al considerar, más o menos
conscientemente, que podemos usarlos como nos
plazca. Si no anhelamos continuamente la Pascua,
si no vivimos en el horizonte de la Resurrección,
está claro que la lógica del todo y ya, del tener
cada vez más acaba por imponerse. La Cuaresma, nos
dice el Papa en su mensaje para este año, “es un
signo sacramental de la conversión, es una llamada
a los cristianos a encarnar más intensa y
concretamente el misterio pascual en su vida
personal, familiar y social, en particular,
mediante el ayuno, la oración y la limosna”. El
evangelio de Mateo nos ofrece estas mismas
herramientas, tres actitudes para renovar nuestro
seguimiento de Jesús: el ayuno, la oración y la
limosna.
2.
Ayunar, o sea
aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y
con las criaturas: de la tentación de devorarlo
todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad
de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de
nuestro corazón.
Ayunar no es hacer un ejercicio de autocontrol
para demostrar el autodominio de uno mismo o para
tener satisfecho a Dios. Esto será útil sólo si
nos hace amar más a Dios y a nuestro prójimo.
Recordemos la Escritura: “El ayuno que yo quiero
es este: abrir las prisiones injustas, hacer
saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a
los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu
pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin
techo, vestir al que está desnudo, y no cerrarte a
tu propia carne” (Isaías 58, 6-7) No se trata sólo
de privarse de comer carne, también podemos ayunar
de televisión, de tabaco, de fútbol, de ordenador.
¿Para qué? Para ser más libres y dedicar nuestro
tiempo al que más nos necesita.
3.-
Orar para saber
renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de
nuestro yo.
Necesitamos declararnos necesitados del Señor y de
su misericordia. Sin oración no hay experiencia de
Dios. Entendemos con frecuencia la oración como
“pedir” ayuda al Señor cuando estamos en apuros.
Orar es, sobre todo, escuchar a Dios, que nos
habla a través de su Palabra, de las personas y de
los acontecimientos (los signos de los tiempos)
4.-
Dar limosna para
compartir. Para
salir de la necesidad de vivir y de acumularlo
todo para nosotros mismos, creyendo que así nos
aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y
volver a encontrar así la alegría del proyecto que
Dios ha puesto en la creación y en nuestro
corazón, es decir, a amarle, amar a nuestros
hermanos y al mundo entero y encontrar en este
amor la verdadera felicidad. Dar limosna puede ser
relativamente fácil. Quizá tranquilicemos nuestra
conciencia, pero esto no es suficiente si no nos
mueve el espíritu de caridad que nos hace ser
solidarios con el sufrimiento de nuestro prójimo.
No basta con dar dinero, también tiempo o cariño o
esperanza... Que el signo penitencial de la ceniza
sea expresión de nuestro deseo de acercarnos al
Señor y a los hermanos.
¿Cómo ayunaré este año? ¿Cómo y cuándo será mi oración? ¿Qué
gesto de amor haré en favor de mis hermanos, en
especial de los más necesitados?
José María Martín OSA
www.betania.es
MIÉRCOLES DE CENIZA, MIÉRCOLES DE CONVERSIÓN
Del “acuérdate, hombre, de que eres polvo y en
polvo te convertirás” al “conviértete y cree en el
evangelio” hay mucha distancia teológica y
pastoral. Durante siglos, el miércoles de ceniza y
el comienzo de la cuaresma era un día señalado por
la Iglesia para arrepentirnos de nuestros pecados
y confesarnos, pensando, sobre todo, en el día de
la muerte y la salvación eterna. Hoy día, la
Iglesia quiere que en este día hagamos, sobre
todo, un propósito de conversión y de ser fieles
al evangelio de Jesús mediante una verdadera
conversión del corazón. Así debemos entender las
lecturas de este día.
1.-
Rasgad los
corazones y no las vestiduras; convertíos al
Señor. La
palabra “corazón” significa, en el contexto de
esta primera lectura del profeta Joel, el centro
de la persona, de donde dimanan las buenas y las
malas acciones. Rasgar los corazones es
purificarlos de las malas intenciones y de los
malos deseos, es purificar la voluntad para que
siempre quiera lo que Dios quiere. Rasgar las
vestiduras es sólo un gesto externo, que sólo
tiene valor ante Dios cuando es expresión de una
voluntad de conversión. Rasgar el corazón tiene
mucho que ver con el amor. El amor nos lleva y nos
empuja, es realmente el que debe dirigir nuestra
vida. Nuestro corazón puede estar lleno de
pequeños o grandes amores que nos inclinan, nos
giran, en dirección contraria a Dios. En estos
casos, convertirse es, fundamentalmente, convertir
el corazón, convertir el corazón a un verdadero
amor a Cristo y a su evangelio. Convertir nuestro
corazón a Dios es girar nuestro corazón hacia
Dios, cuando hay amores intermedios que lo
desorientan y lo hacen girar en dirección
contraria. Por eso, convertir el corazón es rasgar
el corazón, porque nuestros desamores y malos
amores lo tienen orientado en una mala dirección.
Toda auténtica conversión supone rasgadura del
corazón, aunque, afortunadamente, cuando de
auténtica conversión se trata, la rasgadura del
corazón añade al dolor inicial un posterior y gran
gozo. El dolor inicial de la rasgadura es algo
inevitable. La cuaresma es tiempo de penitencia,
de rasgar el corazón, pero con la vista puesta en
la Pascua, que es un tiempo de gozo. El inicial
dolor de la penitencia cuaresmal se convertirá, en
la pascua, en auténtica alegría y gozo.
2..-
Cuando hagas
limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace
tu derecha. La
limosna sólo es moneda religiosamente válida,
cuando va bien envuelta en papel de humildad. Para
el que la recibe, la limosna puede tener solamente
un valor pecuniario, pero para el que la da, la
limosna debe tener siempre un valor religioso y
espiritual. Cuando nuestra limosna sale de
nuestras manos motivada por la vanidad, o por
otras intenciones menos buenas, entonces la
limosna no nos purifica, ni nos convierte. Dicen
los sociólogos que para conocer la auténtica
bondad de una persona, lo mejor es meterle la mano
en el bolsillo. Es más fácil orar que dar limosna.
Dar limosna, en sentido religioso, es dar al
necesitado un dinero que considero bueno para mí,
pero del que me desprendo por amor al otro. No
debemos buscar ninguna rentabilidad personal en la
limosna: doy por amor a otro algo que amo para mí.
Y lo doy sin buscar ninguna contrapartida a
cambio. La verdadera limosna siempre debe ser
fruto de nuestro amor al prójimo.
3.-
Misericordia;
señor, hemos pecado.
Comencemos la cuaresma, reconociéndonos pecadores
y sabiendo que nuestro Dios es compasivo y
misericordioso. Así lo repetimos hoy en el salmo
responsorial. El pecado nunca debe producir en
nosotros desánimo, sino propósito de conversión. A
un corazón humillado y arrepentido no lo desprecia
el Señor. La cuaresma es tiempo penitencial; la
mejor penitencia es aquella que mejor nos prepare
y nos disponga para la conversión, que mejor
purifique nuestro corazón. Por eso, terminemos
rezando con el salmo: "Oh Dios, crea en mí un
corazón puro, renuévame por dentro con espíritu
firme".
Gabriel González del Estal
www.betania.es
CUARESMA PARA
PROGRESAR
La Cuaresma, en sí misma, no tiene sentido. Pero,
con este miércoles de ceniza, nos proponemos
seguir más de cerca a Jesús de Nazaret en su dar
todo por el hombre y en obediencia hacia Dios: LA
PASCUA. ¿Cambiará en algo nuestro día a día en
este tiempo? ¿Viviremos intensamente desde la
oración, la austeridad o la caridad, esta
distancia entre hoy y la Semana
Santa?¿Progresaremos como pueblo e hijos de Dios
en su conocimiento a través de las Escrituras?
1.- Todo lo que no se prepara con antelación, corre el riesgo de
diluirse. De no cobrar la importancia que tiene.
La PASCUA del Señor, nos tira hacia delante, nos
seduce, pone delante de nosotros un horizonte de
vida y de posibilidades. ¡El Señor subirá a la
cruz por nosotros! ¡El Señor bajará al silencio de
la muerte por nosotros! ¡El Señor, saldrá a los
tres días, victorioso con un gran regalo: nuestra
propia victoria sobre la muerte!
Esto, hermanos, no se improvisa de la noche a la mañana. ¡Qué
bueno sería que nos sintiéramos pueblo peregrino!
¡Qué gratificante sería que, en este miércoles de
ceniza, ofreciésemos a Jesús, una promesa! (¿La
eucaristía diaria? ¿Una lectura sosegada de la
Palabra de Dios? ¿Una obra oportuna de caridad?
¿Abstenernos de ciertos caprichos –fumar, beber?
¿Una suscripción a una revista cristiana?
2.- Esta cuaresma de 2024 ha de ser diferente a las demás. Dios
es un ser dinámico y, por lo tanto, sale a nuestro
encuentro curando las dolencias de nuestro hoy,
perdonando los pecados que brincan y juegan en el
alma de hoy, invitándonos a ver en el exponente de
la cruz que va camino del calvario, su auténtico
rostro: DIOS AMOR. ¿No es un momento, la cuaresma,
para recordar la esencia de nuestra fe?
No es el momento de pensar y escudarnos en el hecho de que en la
sociedad, el mundo, la parroquia, la comunidad, mi
familia….se ha perdido el sentido del pecado. Lo
importante es, ahora, hoy y aquí, ponernos un
termómetro personal. Contrastar nuestra vida con
la de Jesús. Dejarnos pasar por el escáner del
Espíritu, y que detecte todo aquello que hemos de
dejar para llegar más limpios a la Pascua.
2.-
¿Ceniza? ¡Sí!
Porque queremos ser árboles cuando, en realidad,
somos simples astillas. Porque decimos ser
rascacielos, cuando apenas levantamos lo que da
una altura. Porque afirmamos ser buenos y santos,
cuando en realidad, podemos ser mejores si nos
dejamos guiar por Dios.
¿Ceniza? ¡Sí!
Porque presumimos de conocer el evangelio y,
resulta, que lo descafeinamos utilizándolo a
nuestro antojo. Porque, la fe, hoy más que nunca,
exige respuestas decididas, hombres y mujeres
valientes, seguidores de un Jesús que nos llama a
la conversión, a volver nuestro corazón hacia
Dios. Porque es preciso encontrarnos a Jesús para
dar razón y testimonio de Él.
Un escritor, decía que “Occidente está débil”. La Cuaresma puede
contribuir a inyectarnos esa fuerza de Dios. Ese
impulso del Espíritu. Esa humildad para
encontrarnos con Cristo. Esa paz que el día a día
nos roba.
¿Ceniza? ¡Sí!
Porque siendo siervos, queremos ser reyes y
viviendo en la tierra, algunos llegan aseverar que
ya no existe más cielo. La ceniza no es un rito
mágico o supersticioso. Por el contrario, este
símbolo, nos esponja y nos facilita este inicio,
esta andadura hacia la celebración de la pasión,
muerte y resurrección de Cristo. Todo ello,
además, lo recordaremos y haremos fuerte, con una
confesión personal, con una obra de caridad, con
una oración más intensa, con la eucaristía diaria
y con otras tantas prácticas de piedad cristiana.
Miércoles de ceniza.
El Señor nos invita a tomar esta escalera de 40
peldaños que nos llevará a los Misterios de su
Pasión Muerte y Resurrección. ¿Estamos dispuestos
a iniciarla?
Javier Leoz
www.betania.es
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