¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 25 de septiembre
del 2022
DOMINGO 26° DURANTE EL AÑO
Amós 6, 1a. 4-7 / 1 Timoteo 6, 11-16 / Lucas 16,
19-31
Salmo
responsorial Sal 145, 7-10
R/. "¡
Alaba al Señor, alma mía!"
Santoral:
San Fermín, San Carlos de Sezze,
Beato Germán y Beato José Benito Dusmet
LECTURAS DEL DOMINGO 25 DE SETIEMBRE DE 2022
DOMINGO 26° DURANTE EL AÑO
Se terminará la orgía de los libertinos
Lectura de la profecía de Amós
6, 1a. 4-7
¡Ay de los que se sienten seguros en Sión!
Acostados en lechos de marfil
y apoltronados en sus divanes,
comen los corderos del rebaño
y los terneros sacados del establo.
Improvisan al son del arpa,
y como David, inventan instrumentos musicales;
beben el vino en grandes copas
y se ungen con los mejores aceites,
pero no se afligen por la ruina de José.
Por eso, ahora irán al cautiverio al frente de los
deportados,
y se terminará la orgía de los libertinos.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
145, 7-10
R.
¡Alaba
al Señal; alma mía!
El Señor hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos.
R.
El Señor abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor ama a los justos.
R.
El Señor protege a los extranjeros,
sustenta al huérfano y a la viuda
y entorpece el camino de los malvados.
R.
El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones.
R.
Observa lo que está prescrito,
hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a Timoteo
6, 11-16
Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad,
la fe, el amor, la constancia, la bondad. Pelea el
buen combate de la fe, conquista la Vida eterna, a
la que has sido llamado y en vista de la cual
hiciste una magnífica profesión de fe, en
presencia de numerosos testigos.
Yo te ordeno delante de Dios, que da vida a todas
las cosas, y delante de Cristo Jesús, que dio buen
testimonio ante Poncio Pilato: observa lo que está
prescrito, manteniéndote sin mancha e
irreprensible hasta la Manifestación de nuestro
Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer
a su debido tiempo
el bienaventurado y único Soberano,
el Rey de los reyes y Señor de los señores,
el único que posee la inmortalidad
y habita en una luz inaccesible,
a quien ningún hombre vio ni puede ver.
¡A Él sea el honor y el poder para siempre! Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Has recibido bienes y Lázaro recibió males;
ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el
tormento
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
16, 19-31
Jesús dijo a los fariseos:
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y
lino finísimo y cada día hacía espléndidos
banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía
un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con
lo que caía de la mesa del rico; y hasta los
perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al
seno de Abraham. El rico también murió y fue
sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los
tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a
Abraham, ya Lázaro junto a él. . Entonces exclamó:
«Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro
para que moje la punta de su dedo en el agua y
refresque mi lengua, porque estas llamas me
atormentan».
«Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has
recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio,
recibió males; ahora él encuentra aquí su
consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes
y nosotros se abre un gran abismo. De manera que
los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden
hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta
aquí».
El rico contestó: «Te ruego entonces, padre, que
envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque
tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea
que ellos también caigan en este lugar de
tormento».
Abraham respondió: «Tienen a Moisés y a los
Profetas; que los escuchen».
«No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si
alguno de los muertos va a verlos, se
arrepentirán».
Pero Abraham respondió: «Si no escuchan a Moisés y
a los Profetas, aunque resucite alguno de entre
los muertos, tampoco se convencerán».
Palabra del Señor.
Reflexión
LOS QUE VIVIMOS EN LA ABUNDANCIA TENEMOS LA
OBLIGACIÓN DE ATENDER A LOS QUE PASAN NECESIDAD
1.-
Había un hombre
rico que se vestía de púrpura y de lino y
banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su
portal, cubierto de llagas y con ganas de saciarse
de lo que caía de la mesa del rico. Esta parábola,
llamada del rico Epulón y el pobre Lázaro, la
conocemos suficientemente tal como está escrita en
el evangelio de Lucas. Yo prefiero olvidarme un
poco del texto y tratar de aplicar la parábola a
nuestro tiempo. Porque somos muchos los que
vivimos sin que nos falte físicamente de nada para
poder vivir con dignidad. Realmente podemos decir
que vivimos en la abundancia. Lo importante, como
cristianos que somos, es que no vivamos sin ver a
los que pasan necesidad. A Lázaros, como el de la
parábola, es posible que no veamos ninguno junto a
las puertas de nuestras casas, pero conocer a
personas que viven en auténtica necesidad física
seguro que sí conocemos a más de una. Personas o
situaciones concretas. ¿Qué hacer? Ayudarles de la
mejor manera que podamos. Seguro que la mayor
parte de nosotros sí podemos ayudar a los
necesitados. Si no nos resulta fácil hacer limosna
a alguna persona concreta, seguro que conocemos
alguna institución caritativa con la que podemos
colaborar. Ya san Pablo nos decía que si sabemos
vivir con sobriedad, seguro que siempre
encontraremos algo para dar a los necesitados. Él
se ponía de ejemplo: con mis propias manos, decía,
he procurado siempre ganar el pan que como, y he
tenido siempre algo con que he podido ayudar a
otros. Después de leer, en este domingo, la
parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, todos
nosotros debemos hacer el propósito de ser sobrios
con nosotros mismos y generosos con los demás,
especialmente con los necesitados. Yo creo que esa
fue la intención que tuvo Cristo cuando puso esta
parábola a los fariseos.
2.-
Esto dice el Señor omnipotente: ¡Ay de aquellos
que se sienten seguros en Sión… se acuestan en
lechos de marfil, se arrellanan en sus divanes…,
pero no se conmueven para nada por la ruina de la
casa de José.
Estas palabras de profeta Amós, el pastor de Tecoa,
escritas unos quinientos años antes de Cristo, nos
mandan a nosotros el mismo mensaje que nos da la
parábola de Cristo a los fariseos sobre el rico
Epulón y el pobre Lázaro. Y, desgraciadamente, hoy
día, más de dos mil años después de Cristo
podríamos repetirlas nosotros con un lenguaje
distinto, pero con el mismo contenido y mensaje.
La sociedad actual sigue poniendo el dinero y la
buena vida por encima de todo lo demás. No es ese
el mensaje que vino a traernos Cristo a este
mundo, predicando el reino de Dios. Realmente,
¿los cristianos, en nuestro apego al dinero, en
nuestras ganas del bien vivir, y en nuestra
atención a las personas necesitadas, nos parecemos
mucho a los “hijos de este mundo”? A la luz de la
parábola del rico Epulón. y el pobre Lázaro y del
texto del profeta Amós, debemos hacer nosotros,
hoy, en este domingo, un examen de conciencia
sincero y comprometido.
3.-
Hombre de Dios,
busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia, la mansedumbre.
San Pablo, en esta su epístola
a Timoteo, y en otros muchos de sus escritos, nos
dice muy bien cuál debe ser el comportamiento de
los cristianos respecto al dinero, a la justicia,
a la ambición, y al comportamiento que debemos
tener siempre con las personas necesitadas.
Seamos, pues, sobrios en nuestros gastos
personales y generosos en nuestro comportamiento
con los demás, especialmente con los más
necesitados.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
¿CÓMO NOS COMPORTAMOS CON NUESTRO PRÓJIMO
SUFRIENTE?
1.-
No hay caridad
sin justicia.
San Pablo en la Primera Carta a Timoteo anima a la
práctica de varias virtudes: la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la paciencia, la
delicadeza. Es curioso, pero la primera de todas
es la justicia. No hay caridad (amor) sin
justicia, la piedad desligada de la justicia puede
ser falsa, la fe que no se traduce en obras está
muerta, la paciencia y la delicadeza no son
enemigas de la denuncia y del compromiso solidario
con los oprimidos. La parábola llamada del "Rico
Epulón y el pobre Lázaro" es propia de Lucas.
Junto a la llamada del "Hijo Pródigo" constituyen
la base de la teología de lucana. Si la parábola
del "Hijo Pródigo" pone su acento en la
misericordia de Dios, la de este domingo señala la
justicia de Dios, derivada de su misericordia. En
realidad, el rico en la parábola no tiene nombre,
el pobre sí: Lázaro. Quizá es una forma de
manifestar que el más importante no es siempre el
que se piensa, pues Dios hace una opción por aquél
que lo está pasando mal. El rico no se daba cuenta
del sufrimiento de Lázaro aquí abajo. Sin embargo,
lo reconoce en la estancia de los muertos. ¿Es
necesario que las cosas vayan mal para que nos
demos cuenta de nuestra ceguera con respecto a
nuestro prójimo sufriente?
2.-
¿Qué hacemos
nosotros? En
las dos ocasiones que el evangelio habla del
juicio final se hace alusión a nuestro
comportamiento con el prójimo, no a nuestro
cumplimiento de la ley. ¿Cómo podríamos hacer una
adaptación actual de la parábola del rico Epulón y
el pobre Lázaro? Puede ser ésta: En un país de
África, en una zona devastada por la guerra y la
sequía, vivía un pobre hombre que se moría de sed
y de hambre. Su aspecto escuálido apareció un día
en el telediario. Era una imagen desagradable que
"estropeaba" la opípara comida que cada día
disfrutaba la familia. Tras las imágenes de la
orgía disoluta de la "gente del corazón", parecía
de mal gusto que las agencias internacionales
sirvieran esta escena. Nadie sabía dónde estaba
exactamente ese país, pues África es un continente
desconocido para la gran masa. Y ya se sabe... lo
que no sale en los medios de comunicación, no
existe. Pero ese día la noticia produjo un
escalofrío en todos los miembros de la familia.
Pero duró sólo un instante, pues a continuación
entraba el presentador de la sección de deportes
comentando la catástrofe que estaba ocasionado en
el club más laureado del siglo XX el mal juego
exhibido por el equipo.
Durante más de diez minutos esta noticia y sus comentarios
correspondientes ocupó la pantalla del televisor.
La otra imagen, la del pobre desnutrido, pronto se
borró de la memoria de toda la familia. No se
volvió a saber nada de aquél hombre, pero la
realidad es que murió unas horas después. Muchas
familias lo vieron, pero sólo alguna reaccionó.
¿Qué les dirá nuestro Padre del cielo cuando
lleguen a las moradas eternas? ¿Qué justificación
a su indolencia podrán aducir todos aquellos que
vieron el telediario? Seguro que el Padre abriría
las puertas de su mansión a aquel pobre hombre
hambriento.
3.-
Luchar contra la
injusticia y la desigualdad.
La parábola no invita a la pasividad, pues al fin
y al cabo algunos dirán que el hombre hambriento
será acogido por el Padre. Las lecturas denuncian
la desigualdad y el injusto reparto de las
riquezas que es mayor cada día. ¿Cómo puede
justificarse que el 1 % de la población rica posee
más que el 57 % restante, o que las 358 personas
más ricas del mundo disfruten de una renta
superior a 2.600 millones de personas. Los bienes
de la tierra están mal repartidos y esto es una
injusticia sangrante. Dios quiso el destino
universal de los bienes, que han sido creados por
Dios para que puedan disfrutarlos todos los
hombres. Si en alguna parte del mundo hay hambre,
entonces nuestra celebración de la Eucaristía
queda de algún modo incompleta en todas partes del
mundo. En la Eucaristía recibimos a Cristo
hambriento en el mundo. Él no viene a nosotros
solo, sino con los pobres, los oprimidos, los que
mueren de hambre en la tierra. Por medio de Él
estos hombres vienen a nosotros en busca de ayuda,
de justicia, de amor expresado en obras. Como
señaló en cierta ocasión el P. Arrupe, no podemos
recibir dignamente el pan de Vida si al mismo
tiempo no damos pan para que vivan aquellos que lo
necesitan, sean quienes sean y estén donde estén.
Porque el mundo es, hoy día, una aldea global en
la que todos somos conciudadanos. ¿A qué me
comprometo yo cuando recibo la Sagrada Comunión?
Es una pregunta exigente y vital. Y también
apremiante…. Quiera Cristo, a quien recibimos, dar
a cada uno de nosotros la valentía para no rehusar
este don de nosotros mismos, no echarnos atrás
ante él, no ponerle límites. Ojalá seamos nosotros
tan generosos con él, como Él lo es con nosotros.
José María Martín OSA
www.betania.es
DOS OPCIONES TENEMOS: DIOS O NADA
Al hilo del evangelio del domingo pasado, el de
este día, nos pone frente a frente con una de las
realidades que más palpamos: nos desenvolvemos con
tal facilidad en el mundo postizo, en lo práctico,
en lo que se ve, tan en la fácil sensualidad…que
hemos perdido cierta visión de lo divino o de lo
eterno.
Hoy, al meditar la Palabra del Señor, no podemos
correr el riesgo de pensar (o reducir la liturgia
de este día) en aquello de “siempre han existido
pobres y también ricos”.
Vayamos más al fondo: lo material, el cariño por
el capital nos impide llegar a Dios.
Cuando el hombre se empeña en vivir más allá de
sus propias posibilidades y a todo tren, se
deshumaniza. Nunca como hoy, el ser humano, ha
tenido tanto y nunca, como hoy,
–ahí
están las estadísticas–
las personas soportan desencanto, ansiedad,
depresión o recurren a otras salidas porque, la
vida, se les hace insípida, dura, inmisericorde,
tremendamente pesada.
¿Qué hacer?
1.- Es bueno, como nuevos “epulones” mirar al
cielo. ¡Mándanos un rayo de tu luz, Señor! Para
que descubramos las sombras, los riesgos, las
hipotecas y la oscuridad que brota de la simple
materialidad.
Es bueno, como nuevos “epulones” exclamar a lo más
alto del cielo: ¡Mójanos, Señor, el paladar! Para
que podamos saborear de nuevo el gusto de la
Eucaristía. Para que no olvidemos que, tu Palabra,
es el mayor tesoro por descubrir en nuestro
caminar por la tierra.
Dos opciones tenemos como cristianos: o acoplarnos
a Dios o despegarnos de las cosas. Las cosas, a
una con nuestro propio fin, dejan de servirnos.
Dios, antes y después de nuestra partida, estuvo,
está y estará esperándonos. ¿Con qué nos quedamos?
¿Con quién nos quedamos?
2. Hoy, ser creyentes, implica el optar. Los
escaparates nos seducen, nos anuncian, nos
engañan, nos venden. La fe, por otra parte, nos
hace discernir, nos lleva a la verdad, nos
enfrenta a nuestro propio yo. Hay que mirar al
cielo aún a riesgo, desde la barrera, de dejar de
lado dulces que embaucan pero que no nos dejan ir
al fondo de las grandes verdades.
Hoy, ser creyentes, exige el vivir con las antenas
levantadas. ¡Recibimos tantas ofertas! ¡Tenemos
tantas tentaciones de abandonar!
Pero, ahí reside y empieza nuestra grandeza; no
hemos visto al Señor pero creemos en El; no lo
hemos tocado, pero lo sentimos cerca; no lo hemos
escuchado, pero su Palabra suena con timbre y
nítidamente en muchas circunstancias y en otros
tantos momentos de nuestra existencia.
3.- Amigos; no vendamos a Jesús por lo que el
mundo, en contrapartida engañosa, nos ofrece.
Entre otras cosas porque, el fiarse hoy del Señor,
como lo han hecho miles y miles de hombres y de
mujeres en la historia cristiana, nos abre todo un
horizonte en el futuro. Un mañana cierto, una
patria definitiva donde veremos cara a cara lo que
celebramos y vivimos hoy en esta Eucaristía.
Que el Señor, riqueza y motor de nuestro existir,
nos haga levantar nuestros ojos al cielo aun
teniendo los pies bien asentados en la tierra.
Que nuestra actitud, independiente de la situación
económica en la que nos encontremos, sea la de
unas personas abiertas a Dios; solidarias con los
más necesitados y conscientes de que, lo efímero,
jamás puede eclipsar el don de la fe.
Javier Leoz
www.betania.es
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