¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

     

Domingo, 28 de agosto del 2022

DOMINGO 22° DURANTE EL AÑO

Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29 / Hebreos 12, 18-19. 22-24

/ Lucas 14, 1. 7-14

Salmo responsorial   Sal 67, 4-5a. c. 6-7b. 10-11
R/.  "¡Señor, Tú eres bueno con los pobres!"

 

Santoral:

San Agustín, San Hermes, San Moisés el Etíope,

Beatos Constantino Fernández

y Francisco Monzón

 

 

 

LECTURAS DEL DOMINGO 28 DE AGOSTO DE 2022

 

 

DOMINGO 22° DURANTE EL AÑO

 

 

Debes ser humilde para obtener el favor del Señor

 

Lectura del libro del Eclesiástico

3, 17-18. 20. 28-29

 

Hijo mío, realiza tus obras con modestia

      y serás amado por los que agradan a Dios.

Cuanto más grande seas, más humilde debes ser,

      y así obtendrás el favor del Señor,

porque el poder del Señor es grande

      y Él es glorificado por los humildes.

 

No hay remedio para el mal del orgulloso,

      porque una planta maligna ha echado raíces en él.

El corazón inteligente medita los proverbios

      y el sabio desea tener un oído atento.

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                    67, 4-5a. c. 6- 7b. 10-11

 

R.    ¡Señor, Tú eres bueno con los pobres!

 

Los justos se regocijan,

gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría.

¡Canten al Señor, entonen un himno a su Nombre!

Su Nombre es «el Señor».  R.

 

El Señor en su santa Morada

es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:

Él instala en un hogar a los solitarios

y hace salir con felicidad a los cautivos.  R.

 

Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:

tu herencia estaba exhausta y Tú la reconfortaste;

allí se estableció tu familia,

y Tú, Señor, la afianzarás

      por tu bondad para con el pobre.  R.

 

 

Ustedes se han acercado a la montaña de Sión,

a la ciudad del Dios viviente

 

Lectura de la carta a los Hebreos

12, 18-19. 22-24

 

Hermanos:

Ustedes no se han acercado a algo tangible: «fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, tempestad, sonido de trompeta, y un estruendo tal de palabras», que aquéllos que lo escuchaban no quisieron que se les siguiera hablando.

Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne, a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza y a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel.

 

Palabra de Dios.

 

 

EVANGELIO

 

El que se eleva será humillado,

y el que se humilla será elevado

 

X    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

14, 1. 7-14

 

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:

«Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: "Déjale el sitio", y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.

Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: "Amigo, acércate más", y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado».

Después dijo al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.

Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.

¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!»

 

Palabra del Señor.

  

 

Reflexión

 

 

LAS GAFAS DE LA HUMILDAD

Cuando uno tiene la oportunidad de viajar hasta Tierra Santa y visitar la Basílica de la Natividad no tiene otra opción, si desea entrar hasta la gruta donde nació Cristo, sino agacharse para poder acceder por una pequeña puerta denominada precisamente “la puerta de la humildad”. Abrir el evangelio de este domingo es caer en la cuenta que a Dios se le gana y se llega mejor con una de las actitudes más sublimes y más escasas en la vida del ser humano: la humildad. El orgullo lo adquirimos por naturaleza y, la humildad, es bendición de Dios.

1.- Sólo los humildes fueron capaces de reconocer y de ver al Salvador. Los engreídos levantaron tan gigantescos muros de preceptos y de prejuicios delante de sí mismos que se quedaron petrificados en su propia arrogancia. Fueron incapaces de sentarse a compartir el festín por pensar que eran los primeros en todo y que no había nada que se les escapara a su entendimiento. Tan en primera línea pretendieron estar que, otros desde más atrás, contemplaron, gustaron y presenciaron la novedad que les traía Jesús con mayor nitidez y acogida.

A Jesús se llega y se le ve más rápidamente con las gafas de la humildad; cuando somos capaces de confrontarnos a nosotros mismos con valentía y reconociendo equivocaciones o errores. Nuestra postura ante Dios no puede ser de orgullo o autosuficiencia. Alguien con cierta razón sentenció: “el orgullo es una lente sucia que nos impide sentir, seguir y vivir a Dios”. Lo intuyeron, precisamente por todo lo contrario, María, José, El Bautista y tantos hombres y mujeres de bien que supieron vestir la humildad no por apariencia y sí con el convencimiento de que, ese gran don, era el camino privilegiado para seguir las huellas de Jesús Maestro. Y es que es así; cuando somos gigantes en humildad estamos más cerca de lo auténticamente grande. Es un camino hacia la grandeza de Dios.

2. -Qué bien lo expresó todo esto el cantautor argentino Facundo Cabral cuando dice que la humildad es dejarse mover por la mano de Dios:

Aprende  del agua porque el agua es humilde y

generosa  con cualquiera, aprende del agua que toma

la  forma de lo que la abriga: en el mar es ancha,

angosta  y rápida en el río, apretada en la copa, sin

embargo,  siendo blanda, labra la piedra dura.

 

Aprende  del agua que por graciosa se te escurre entre

tus  dedos, tan graciosa como la espiga que se somete

a  los caprichos del viento y se dobla hasta tocar con

su  punta la tierra, pero pasado el viento la espiga

recupera  su erguida postura, mientras el roble, que

por  duro no se doblega, es quebrado por el viento.

 

Sé  blando como el agua para que el Señor pueda

moverte  graciosamente en cumplimiento de tu destino,

y  serás eterno como EL, porque sólo el que se

deja  trascender por lo trascendental será trascendente

La humildad, bien entendida,  es hermana de la sinceridad y de la valentía.

3.- Ser los últimos, al estilo de Jesús, tal vez implica ser los primeros en defender a tiempo y a destiempo (guste o no guste) ciertos valores cristianos y humanos que, por ser rechazados es sinónimo de una etapa en clara decadencia. Y por ello mismo….tal vez conlleve el que seamos los últimos en el mundo para, según los parámetros de Dios, estar un poco más adelante en los asientos del cielo.

Sólo así podremos identificarnos más a Cristo, ser exaltados por El en el momento oportuno y ser abrazados con un cuidado definitivo

 

Javier Leoz

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LA HUMILDAD, COMO VIRTUD PRIMERA

1. Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. La lectura del libro del Eclesiástico y la lectura del relato evangélico según san Lucas hablan de la humildad como una virtud necesaria en la vida de todas las personas. La persona humilde es, casi siempre, más apreciada que la persona soberbia. Y, como hoy, día 28 de agosto, es la fiesta de san Agustín, yo, que soy agustino, me voy a permitir citar en esta homilía algunas frases sobre la humildad según san Agustín. Algunas de estas frases del santo sobre la humildad, les pueden parecer a algunos a primera vista algo exageradas, pero si las pensamos bien veremos que reflejan una realidad psicológicamente comprobable. Dice san Agustín: “El verdadero camino para llegar a la verdad es la humildad, segundo la humildad, tercero la humildad; y cuantas veces me lo preguntes, otras tantas te diré lo mismo. No es que falten otros que se llamen preceptos, pero si la humildad no precede, acompaña y sigue todas nuestras buenas acciones… el orgullo nos lo arrancará todo de las manos cuando nos estemos ya felicitando por la buena acción. Porque los otros vicios son temibles en el pecado, más el orgullo es temible incluso en las buenas obras. Del mismo modo, si me preguntas acerca de los preceptos de la religión cristiana, me gustaría detenerme siempre en la humildad, aunque la necesidad del momento me obligue a decir otras cosas”. Quizá la razón más profunda que veía el santo para hablar de la humildad como virtud primera era el misterio de la Encarnación. Cada vez que el santo hablaba de la Encarnación de Dios en Cristo lo hacía resaltando y alabando la humildad de Dios. En este sentido tiene el santo muchas frases sobre la necesidad que tenemos nosotros de practicar la humildad, si queremos vivir en nuestra propia vida la encarnación de Dios. “Considera, oh hombre, lo que vino a ser Dios por ti y aprende la doctrina de tan gran humildad… Para hacernos capaces de alcanzar la plenitud, el que era igual al Padre se hizo semejante a nosotros en forma de siervo”. Pues, como he dicho, hoy que es la fiesta del santo obispo de Hipona será bueno que nosotros, no sólo los agustinos, sigamos los consejos de san Agustín sobre la humildad, con la seguridad que si nosotros nos humillamos, el Señor nos enaltecerá.

2. Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Estas frases del libro del Eclesiástico hablan de una realidad muy humana: generalmente no nos gustan las personas orgullosas y, en cambio, apreciamos a la persona que sabe portarse ante nosotros con humildad y sencillez. La humildad casi siempre nos invita al servicio, mientras que el orgullo tiende a hacernos despóticos y engreídos. Ante Dios nos resulta fácil sentirnos humildes, porque la grandeza de Dios supera infinitamente nuestras limitaciones y debilidades, pero ante los hombres no siempre es fácil comportarnos con humildad, porque tendemos a creernos iguales o superiores a los demás. De exagerar en algo, más vale exagerar en la humildad, no en la soberbia. Sigamos, pues, con humildad los consejos tan prácticos que nos da hoy el libro del Eclesiástico.

3. Vosotros os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo. El autor de la carta a los Hebreos contrapone las dos alianzas, la del Sinaí y la de Cristo. La alianza del monte Sinaí, cuyo mediador fue Moisés, estuvo acompañada de truenos y seísmos, en cambio la segunda alianza, cuyo mediador fue Cristo, nos produce paz y amor. Los cristianos somos hijos de la alianza en Cristo, alianza nueva y eterna, como decimos todos los días en las palabras de la consagración. Agradezcamos a Cristo el habernos rescatado del pecado mediante esta nueva y eterna alianza, que llevó a cabo Jesucristo con su vida, muerte y resurrección.

 

Gabriel González del Estal

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LA LLAMADA A LA HUMILDAD

1.- Humildad "es andar en la verdad". El que se humilla será enaltecido. El mensaje fundamental de este domingo es la humildad. Dios mismo es humilde, pues Jesús se "anonadó" hasta someterse a la muerte de Cruz. "Hazte pequeño en las grandeza humanas" os recomienda el autor del eclesiástico. Cuando más grande seas, más debes rebajarte. Se hablará bien de ti, pues la gente no soporta a los soberbios y a los que creen que todo lo hacen bien. Admiramos sobre todo a aquél que ha conseguido con su trabajo grandes cotas, pero no se pavonea de ello. Es sin embargo difícil para los grandes de este mundo el no mirar desde lo alto. Se creen superiores a los demás......No es porque alguien nos mira desde arriba por lo que debemos rebajarnos. La humildad no consiste en arrodillarse ante la fuerza. La humildad cristiana no es falta de autoestima, eso sería "falsa humildad". Para Santa teresa de Jesús la humildad "es andar en la verdad".

2.- Acogida a todos. Ocupar los últimos puestos. Jesús recomienda no sentarse en los primeros lugares en un banquete. Es mejor ser humilde y dejar paso a otros. Al banquete de la Eucaristía todos somos invitados por igual. Quien preside es Cristo, en su nombre y sólo en su nombre lo hace el sacerdote. Al celebrar la Eucaristía hemos de tener los mismos sentimientos de Cristo, que nos invita a su mesa. El altar es la "mesa del compartir". Celebramos una comida fraterna en la que todos participamos y a la que son llamados especialmente los más pobres. Jesús advierte que cuando demos un banquete invitemos especialmente a pobres, lisiados, cojos y ciegos porque no podrán pagarte. Cuando junto a la mesa del banquete están los más necesitados estamos poniendo en práctica el deseo de Jesús. Habrá quien diga que no son dignos, pero está muy equivocado. En el banquete deben participar el parado que busca desesperado un trabajo, el inmigrante rechazado, el anciano que vive su soledad, el joven incomprendido, la mujer explotada, el homosexual que no se siente aceptado. Aquí no debe haber rechazo, ni explotación: aquí hay acogida, ayuda y solidaridad. Conozco una Eucaristía en la que los niños están alrededor del altar, en la que un deficiente se acerca a prestar su ayuda, en la que un homosexual lee las lecturas. ¿Es esto un escándalo? ¿Qué diría Jesús? El festín al que estamos invitados es el de Jesús, para la Pascua eterna. En este banquete son los humildes los que estarán en primer lugar. Quizá no haya muchos cristianos que hayan osado invitar a cenar a los lisiados, los cojos, los ciegos... Estamos a tiempo de recuperar el sentido evangélico de nuestras vidas.

3.- Experimentar la debilidad para ser humildes. La soberbia es un gran pecado. Jesús en el Evangelio reprendía a los fariseos porque se creían perfectos. Cuando entró en casa de uno de los principales fariseos le estaban espiando. Les llama en alguna ocasión "hipócritas" y "sepulcros blanqueados". El soberbio religioso es muy peligroso porque fácilmente condena, denuncia y desprecia a los demás porque se creen que lo suyo es lo único válido. San Agustín dice que a los soberbios les conviene caer para que experimenten también la debilidad: "Si es más soberbio, jamás será mejor; si es mejor, sin duda alguna será más humilde. Si quieres descubrir que eres mejor, interroga a tu alma por si ves en ella alguna hinchazón. Donde hay hinchazón, hay vaciedad. El diablo intenta hacer su nido donde encuentra un lugar vacío". Por experiencia es santo obispo de Hipona recomienda que "el primer paso en la búsqueda de la verdad es la humildad. El segundo, la humildad. El tercero, la humildad. Y el último, la humildad". Virtud difícil, pero muy conveniente en el camino del cristiano, pues Dios revela sus secretos a los humildes.

 

José María Martín OSA

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