¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 24 de Julio de 2022
DOMINGO 17° DURANTE EL AÑO
Génesis 18, 20-21. 23-32 / Colosenses 2, 12-14 /
Lucas 11, 1-13
Salmo Responsorial Sal 137, 1-3. 6-7a. 7c-8
R/. "¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué!”
Santoral:
San Francisco Solano, Santa Verónica Giuliani,
Mártires de Guadalajara, Santa Cristina, San José
Fernández,
San Nicéforo Díez y 25 compañeros, Beato Modestino
de Jesús Maríay Beata María de La Merced Prat
LECTURAS DEL DOMINGO 24 DE JULIO DE 2022
DOMINGO 17° DURANTE
EL AÑO
Que mi Señor no me tome a mal si continúo
insistiendo
Lectura del libro del Génesis
18, 20-21. 23-32
El Señor dijo: «El clamor contra Sodoma y Gomorra
es tan grande, y su pecado tan grave, que debo
bajar a ver si sus acciones son realmente como el
clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo
sabré».
Entonces Abraham se le acercó y le dijo: «¿Así que
vas a exterminar al justo junto con el culpable?
Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y Tú
vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por
amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos
de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo
juntamente con el culpable, haciendo que los dos
corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el
Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?»
El Señor respondió: «Si encuentro cincuenta justos
en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar
en atención a ellos».
Entonces Abraham dijo: «Yo, que no soy más que
polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme
a mi Señor. Quizá falten cinco para que los justos
lleguen a cincuenta. Por esos cinco ¿vas a
destruir toda la ciudad?» «No la destruiré si
encuentro allí cuarenta y cinco», respondió el
Señor.
Pero Abraham volvió a insistir: «Quizá no sean más
de cuarenta».
Y el Señor respondió: «No lo haré por amor a esos
cuarenta».
«Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no
lo tome a mal si continúo insistiendo. Quizá sean
solamente treinta».
Y el Señor respondió: «No lo haré si encuentro
allí a esos treinta».
Abraham insistió: «Una vez más, me tomo el
atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Tal vez no
sean más que veinte».
«No la destruiré en atención a esos veinte»,
declaró el Señor.
«Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no
se enoje si hablo por última vez. Quizá sean
solamente diez».
«En atención a esos diez, respondió, no la
destruiré».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
137, 1-3. 6-7a. 7c-8
R.
¡Me escuchaste, Señor, cuando te invoqué!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque has oído las palabras de mi boca,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo. R.
Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu
fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma. R.
El Señor está en las alturas,
pero se fija en el humilde
y reconoce al orgulloso desde lejos.
Si camino entre peligros, me conservas la vida. R.
¡Tu derecha me salva.
El Señor lo hará todo por mí.
Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos! R.
Nos hizo revivir con Él,
perdonando todas nuestras faltas
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Colosas
2, 12-14
Hermanos:
En el bautismo, ustedes fueron sepultados con
Cristo, y con Él resucitaron, por la fe en el
poder de Dios que lo resucitó de entre los
muertos.
Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y
de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los
hizo revivir con Él, perdonando todas nuestras
faltas. Él canceló el acta de condenación que nos
era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo
desaparecer clavándola en la cruz.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Pidan y se les dará
X
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
11, 1-13
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y
cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
«Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a
sus discípulos».
Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino,
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos
a aquéllos que nos ofenden;
y no nos dejes caer en la tentación».
Jesús agregó: «Supongamos que alguno de ustedes
tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para
decirle: "Amigo, préstame tres panes, porque uno
de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que
ofrecerle", y desde adentro él le responde: "No me
fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis
hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme
para dártelos". Yo les aseguro que aunque él no se
levante para dárselos por ser su amigo, se
levantará al menos a causa de su insistencia y le
dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen
y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el
que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al
que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún
padre que da a su hijo una serpiente cuando le
pide un pescado? ¿Y si le pide un huevo, le dará
un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas
a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará
el Espíritu Santo a aquéllos que se lo pidan!»
Palabra del Señor.
Reflexión
JESÚS NOS ENSEÑA A ORAR
Si el pasado domingo el pasaje del Evangelio nos
recordaba la importancia de escuchar la palabra de
Dios, como María, la hermana de Lázaro, que estaba
sentada a los pies del Maestro, en el Evangelio de
hoy Jesús, ante la petición de sus discípulos, les
enseña a orar.
1.
Señor, enséñanos a orar.
Ésta es la petición que los discípulos hacen al
Señor. Sabemos que Jesús dedicaba mucho tiempo a
la oración. En el Evangelio escuchamos cómo muchas
veces se va Jesús a un lugar apartado, o a la
montaña, a orar. En el pasaje de hoy escuchamos
cómo Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando
termina sus discípulos se acerca a Él para pedirle
que les enseñe a rezar, igual que Juan enseñaba a
sus discípulos. Esta actitud de Jesús la debemos
de imitar también nosotros, especialmente en este
tiempo de vacaciones que solemos tener más tiempo
para ello. La oración es una actitud fundamental
en la vida de Jesús. La intimidad con el Padre, su
diálogo continuo, el tiempo dedicado a estar en su
presencia, es tan necesario en la vida de Jesús
para poder llevar a cabo su misión. También lo ha
de ser en la vida del cristiano. Es propio de la
vida de un cristiano el dedicar tiempo a la
oración. Para poder vivir la vida cristiana, es
fundamental dedicar tiempo a estar con el Señor.
Pero muchas veces decimos que no sabemos rezar.
Cuántas veces, en mi ministerio sacerdotal, me
encuentro con personas que me dicen “es que yo no
sé rezar”. Esto puede pasar muchas veces. Pero
hemos de darnos cuenta de que la oración es algo
mucho más fácil de lo que parece. Pero sobre todo
hemos de tener en cuenta que la oración es un don
de Dios, es una gracia del Espíritu Santo, que es
quien ora en nosotros. Por eso, como los
discípulos en el Evangelio de hoy, hemos de
pedirle también nosotros al Señor que nos enseñe a
orar.
2.
Orar con insistencia.
Ante la petición de los discípulos, Jesús les
enseña la oración más importante, la oración del
Padrenuestro. Son las palabras con las que el
mismo Jesús nos enseña a orar también a nosotros.
No hace falta utilizar mucha palabrería para
hablar con Dios. Basta con decir estas palabras,
pero decirlas sabiendo bien lo que decimos, y
haciéndolo con total confianza en Dios, que nos
ama y que siempre está atento a nosotros. Pero
después de enseñarles esta oración, Jesús les da
una lección sobre la oración: hay que orar con
insistencia. Esto lo enseña con la parábola de
aquel hombre que, a medianoche, pide con
insistencia a un amigo suyo que le preste tres
panes. Si no se los da por ser amigo, dice Jesús,
al menos se los dará por su insistencia y por su
importunidad. Y justo después Jesús nos invita a
pedir, pues el que pide recibe, a buscar, pues el
que busca halla, y a llamar, pues al que llama se
le abre. Con esta confianza hemos de pedirle a
Dios. Y después Jesús compara la bondad de Dios
con la bondad de un padre. Si un padre es capaz de
dar cosas buenas a su hijo cuando éste se las
pide, aunque el padre sea malo, mucho más Dios,
que es bueno, dará cosas buenas a quien le pide.
3.
Oración de intercesión.
La Iglesia ha querido que la lectura del Evangelio
de este domingo vaya precedida por la lectura del
libro del Génesis en la que Abrahán pide con
insistencia a Dios que perdone a los habitantes de
las ciudades de Sodoma y Gomorra, a los que Dios
quería castigar por su pecado. En Abrahán vemos un
ejemplo de oración confiada y con insistencia a
Dios, pero además un ejemplo de oración de
intercesión. Y es que la oración no puede ser sólo
por uno mismo, sino que ha de ser por los demás.
Es un modo de oración muy importante para los
cristianos, interceder ante Dios por los demás. La
oración no es egoísta, no puede serlo, por eso la
oración verdadera no es la que se hace mirando
sólo a sino mismo, sino que se hace con la
generosidad de pedir a Dios por los demás, por sus
necesidades. La oración con insistencia de Abrahán
ante Dios, que le pide que no castigue mortalmente
a los habitantes de Sodoma y Gomorra, bajando cada
vez más el número de justos que podría encontrar
en la ciudad, es el modelo para nosotros de cómo
hemos de orar ante Dios con insistencia por los
demás, negociando con Dios, insistiéndole, como
hace Abrahán. Por ello, un modo de ser solidarios
con los demás, de entregarnos a ellos, es la
oración. Por medio de ella, nosotros podemos
buscar el bien del otro, ayudarle por medio de
nuestras peticiones a Dios.
La oración, como nos enseña Jesús en el Evangelio, es algo
fundamental en la vida de un cristiano. Una
oración hecha con confianza, insistiendo a Dios y
pidiéndole no sólo por nosotros y por nuestras
necesidades, sino pidiendo sobre todo por los
demás. Esto es lo que Dios quiere de nosotros. En
la Eucaristía que estamos celebrando pidámosle a
Dios con insistencia por las necesidades de los
demás, especialmente cuando recemos juntos con la
oración del Padrenuestro, la oración que el mismo
Jesús nos enseñó.
Francisco Javier Colomina Campos
www.betania.es
LA ORACIÓN DEL CRISTIANO
1.-
A solas con Dios, Jesús oraba.
Es muy significativo que uno de los discípulos de
Jesús le formulara un día esta petición: "Señor,
enséñanos a orar". Hay un hecho muy sencillo que
merece ser resaltado: Jesús oraba. Estamos
acostumbrados a ver a Jesús como el "Hijo amado" (Mc
1,11) y por tanto como alguien que vivió
constantemente en una comunión natural y
espontánea con Dios. Ello hace más significativo,
si cabe, el hecho de que durante su existencia
terrena Jesús no dejara de emplear el tiempo
necesario para detenerse y adentrarse de forma
concreta en la intimidad divina, en un "a solas
con Dios".
2.-
Dios es "Abbá", Padre.
¿Qué ha querido decir Jesús al llamar a Dios en su
oración Abbá? Este término traduce una intimidad
única. No ofrece ninguna duda que los fieles
judíos creían en un Dios que amaba y cuidaba a su
pueblo, y que en ningún caso era un Dios lejano.
La relación entre Jesús y Dios aparece sin embargo
en una intimidad mucho mayor y profunda que nos
permite hablar incluso de una comunión total, de
unidad de vida entre ambos. La utilización del
término Abbá es un signo de confianza, de amor
filial. Traducido a nuestro lenguaje es como
llamar a Dios "papaíto". Como un niño se vuelve a
su padre o a su madre al tropezar con la más
pequeña dificultad, el que dice a Dios Abbá está
viendo en él a alguien siempre presente y
dispuesto a acompañarle y ayudarle a avanzar, en
particular en los momentos más difíciles. Esta
confianza es una inimaginable fuente de libertad.
Pero a continuación de "Padre" añadimos:
"nuestro". La nueva relación con Dios implica como
consecuencia una nueva relación con los hombres.
El Dios de Jesucristo no consiente relación
individualista alguna. De ahora en adelante no
estamos solos, sino que formamos parte de una
comunidad. La expresión "Padre nuestro" resume los
dos grandes mandamientos, que no pueden entenderse
el uno sin el otro: el amor a Dios y el amor al
prójimo.
3.-
Alabar, pedir, agradecer, ofrecernos…...
En el Padrenuestro alabamos el Santo nombre de
Dios, que un judío apenas podía pronunciar. Pero
la confianza en Dios que nos ha transmitido
Jesucristo nos hace hablar con él con toda
confianza y a su vez con todo respeto a su santo
nombre. En el Padrenuestro le pedimos a Dios
muchas cosas: "venga a nosotros tu Reino", "danos
hoy nuestro pan de cada día", "no nos dejes caer
en la tentación y líbranos del mal". Nuestra
oración debe ser perseverante: "Pedid y se os
dará". Pedir con confianza sí, pero colaborando
también a que se haga realidad lo que pedimos. No
podemos pedir por la paz del mundo si nosotros no
somos constructores de paz. Dicen que la oración
de petición es la más practicada… Estamos
acostumbrados a pedir y nos olvidamos de dar
gracias. En el salmo 137, que hoy proclamamos, su
autor da gracias "de todo corazón" porque "cuando
te invoqué me escuchaste". En la primera lectura
Abraham "el amigo de Dios" le pide a Dios que no
destruya la ciudad y obtiene respuesta "En
atención a los diez, no la destruiré". Pero no
había ni diez justos…. En la curación de los diez
leprosos sólo hay uno que es agradecido. ¿Sabemos
conjugar la oración de petición con la de acción
de gracias? También en el Padrenuestro nos
ofrecemos a Dios "Hágase tu voluntad así en la
tierra como en el cielo". ¡Qué difícil nos es
decir esta parte de la oración! Muchas veces
confundimos la voluntad de Dios con nuestra
voluntad. Tengamos en cuenta que la voluntad de
Dios es la felicidad de hombre y nos costará menos
aceptarla en nuestra vida. En el Padrenuestro
pedimos perdón a Dios por nuestras ofensas. En el
"antiguo" Padrenuestro en castellano decíamos
"deudas", expresión mucho más pobre que confundía,
pues podía entenderse que estábamos hablando sólo
de las deudas económicas o materiales. Pero no
debemos olvidar lo que sigue..."como también
nosotros perdonamos a los que nos han ofendido".
Esto nos compromete a ser nosotros también
"perdonadores". No podemos tener la cara de pedir
perdón si no somos capaces de perdonar. Hay
personas que se saltan esta expresión del
Padrenuestro. Si actuamos así somos como el siervo
que fue perdonado en una gran deuda por el rey y
no fue después capaz de perdonar a otro una
pequeña deuda.
4.-
¿Sabemos rezar el Padrenuestro? ¿Cómo lo hacemos?
Tenemos que orar con esta hermosa oración dándonos
cuenta de lo que decimos en cada frase,
sintiéndolo en nuestro interior, comprometiendo
nuestra vida con las palabras que decimos. Me
emociona ver cómo hasta los niños de 2 años saben
rezarlo. Que no pase un día de nuestra vida sin
haber orado con el Padrenuestro. Hacerlo vida es
la mejor manera de vivir el Evangelio.
José María Martín OSA
www.betania.es
LOS
CRISTIANOS TENEMOS LA OBLIGACIÓN DE ESPERAR QUE EL
MENSAJE CRISTIANO TRIUNFE SOBRE LA MALDAD DE ESTE
MUNDO
1.-
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el
Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que
lo piden?
Debo advertir ya de antemano que todo lo que voy a
decir en esta homilía no es fácil de creer, porque
como ciudadanos de este mundo en el que nosotros
vivimos, vemos muchas veces lo contrario. Pero, si
realmente los cristianos no viviéramos con la
esperanza de la eficacia de nuestra oración,
nuestro cristianismo carecería de sentido, al
menos teológicamente. Porque, si realmente el mal
terminara imponiéndose sobre el bien al fin de los
tiempos, la pasión y resurrección de Cristo no
habrían sido eficaces. Si creemos realmente que
Cristo con su resurrección nos libró del pecado
original y nos mereció la salvación, tenemos que
creer que, al final de los tiempos, el Padre
concederá la salvación a todos los que durante su
vida la pidieron con esperanza y amor cristiano.
No por nuestros propios méritos, sino por los
méritos de Cristo. La resurrección de Cristo fue
católica, es decir, universal, y conlleva el
perdón universal del Padre. De lo contrario, ¿qué
significa decir que Cristo no vino a condenar al
mundo, sino a salvarlo? Si al final de los tiempos
triunfa definitivamente el mal sobre el bien, y el
Padre tiene que condenar al mundo, ¿para qué
sirvió al pasión y resurrección de Cristo? Esta
creencia nos convierte a los cristianos en
personas optimistas y esperanzadas. Esto no nos
excluye de luchar contra el mal, sino todo lo
contrario, Luchemos contra el mal con todas
nuestras fuerzas, que el Espíritu de Cristo
terminará imponiéndose sobre el espíritu del mal.
Esto nos exige, por supuesto, esfuerzo y lucha
constante, pero esta es la única manera de imitar
al Cristo que nos salvó luchando contra el mal
hasta morir en la misma cruz. Pidamos al Padre que
el Espíritu Santo, el Espíritu de su Hijo, acabe
triunfando sobre el espíritu del mal, con la
esperanza segura de que el Padre nos lo concederá.
2.-
Abrahán se acercó y dijo: ¿es que vas a destruir
al inocente con el culpable?... Matar al inocente
con el culpable, de modo que la suerte del
inocente sea como la del culpable ¡lejos de ti! El
juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?
Contestó el Señor: en atención a los diez, no la
destruiré.
Este texto del libro del Génesis sobre Sodoma y
Gomorra es conocido por todos y yo no voy a
describirlo. El mensaje de este texto es el
siguiente: Dios no sólo no castiga a los inocentes
por culpa de los culpables, sino al revés, perdona
a los culpables por amor a los inocentes, cuando
una persona, amiga de Dios, como es en este caso
nuestro Patriarca Abrahán así se lo pide.
Nosotros, los cristianos así lo creemos, cuando es
el mismo Cristo el que lo pide, y cuando somos uno
de nosotros el que lo pedimos en nombre de Cristo.
Ya sé yo que en la sociedad en la que nosotros
vivimos esto no es fácil de demostrar, porque en
nuestro mundo las cosas no siempre suceden así,
sino que muchas veces sucede lo contrario. Pero,
como ya he dicho arriba, los cristianos tenemos la
obligación religiosa de creer en la eficacia
espiritual de la pasión y resurrección de Cristo.
Creemos que Dios nuestro Padre nos concederá todo
lo que Cristo, y cualquiera de nosotros le pida en
nombre de Cristo, le pida con verdadera fe.
3.-
A vosotros, que estabais muertos por vuestros
pecados y la circuncisión de vuestra carne, Dios
os vivificó en Cristo. Canceló la nota de cargo
que nos condenaba con sus cláusulas contrarias a
nosotros, la quitó de en medio, clavándola en la
cruz.
La mayoría de la Comunidad cristiana de Colosas a
la que se dirige el apóstol Pablo estaba formada
por paganos que se habían convertido al
cristianismo. Pablo les dice que Dios Padre les ha
perdonado su pecado por los méritos de Cristo,
clavado en la cruz. Deben vivir, por tanto,
agradecidos a Cristo, ya que por medio de él
pueden salvarse.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
EVANGELIZAR… DE RODILLAS
Jesús
mandó a sus discípulos a predicar sin bolsa, sin
saco y sin sandalias". Nuestra oración insistente,
clarifica y nos abre hacia aquello que, por
nosotros mismos, somos incapaces de realizar: Dios
de una manera segura, simple y suficiente es capaz
de colmar nuestras aspiraciones.
1.- Partiendo entonces de una realidad, la Iglesia no es nuestra
sino de Dios y es un campo a cultivar por nosotros
pero con la fuerza del Espíritu, no nos queda otra
–como mejor futuro para el desarrollo de nuestra
siembra– que rezar y colocar nuestros esfuerzos
apostólicos en las manos de Dios. Lo contrario,
además de egocentrismo, significaría tanto como
creer que todo depende de nosotros.
¿Qué se nos exige, para nuestra vida de piedad, en este Año de la
Fe?
--Algo
tan sencillo como el pedir
--Algo
tan natural como pedirlo al Padre
--Algo
tan fácil como hacerlo a través de Jesús
--Algo
tan imprescindible como el solicitarlo con Fe
--Algo
tan comprometedor como el permanecer en El
2. Qué dificultades salen al paso de todo ello
+La
falta de sinceridad;
cuando pedimos sin hacer ver a Dios los móviles
verdaderos de nuestra solicitud. No me conviene,
pero se lo pido porque me apetece
+La
ausencia de reconciliación;
cuando estando rotos por dentro intentamos que sea
Dios quien resuelva el caos o la guerra de nuestra
existencia interna o externa. Ya que otros me lo
han impedido
+El
egoísmo;
cuando conocedores de que la felicidad no siempre
se consigue con el tener, nos precipitamos por
acaparar lo indecible. Siempre es más bueno tener
que necesitar. Le diré a Dios que me restituya lo
que me corresponde.
+La
falta de paciencia;
cuando ante la esterilidad aparente de nuestras
oraciones nos aburrimos de hablar amistosamente
con Dios y, convertimos la oración, en un medio de
instrumentalización: como no me das… ¡te dejo!
+La
incredulidad;
cuando surgen dudas e interrogantes sobre el fruto
y el valor más profundo de la oración. ¡Para qué
voy a rezar si Dios está sordo!
El evangelio, de este domingo, nos trae a la memoria una gran
realidad: DIOS SE INTERESA POR NOSOTROS. Es ahí
donde, el cristiano, descubre que toda su vida
–por ser importante para Dios– cobra nuevo impulso
cuando se presenta ante El:
3.- Me viene a la memoria la anécdota de aquel náufrago
profundamente creyente que pedía y confiaba mucho
en Dios, pero que no supo ver su mano en aquel
momento donde, en la soledad de una isla, se
debatía entre la vida y la muerte.
Llegó una embarcación y el capitán le invitó a subir a proa; el
náufrago le contestó: “váyase tranquilo; yo confío
en Dios”. Al día siguiente un submarino se percató
de la presencia del accidentado y nuevamente le
pidieron que recapacitara en su postura y que
embarcase; “váyanse tranquilos…confío plenamente
en Dios”. Por tercera vez un trasatlántico atisbó
las circunstancias trágicas en las que se
encontraba el solitario náufrago convidándole una
vez más a abandonar la isla. Ante su negativa el
crucero siguió su curso.
Cuando pasaron los días y las fuerzas se fueron debilitando el
náufrago cerró ojos y se presentó ante Dios
increpándole: “¡cómo no has hecho nada por mí en
los momentos de peligro” “¿no te das cuenta el
ridículo en que me has dejado ante mis familiares
y amigos cuando yo tanto esperaba de Ti?”. Dios,
sigue esta parábola, le cogió por el hombro y le
contestó: “amigo; tres embarcaciones te envié y no
quisiste ninguna”.
Que nuestra oración sea como la del agua que, por su persistencia
y no por su consistencia, es capaz de romper o
erosionar la mayor de las rocas. Que nuestra
oración sea, sobre todo, unos prismáticos que nos
ayuden a ver y aprovechar los signos de la
presencia de Dios en nuestra vida. Dicho de otra
manera; que la oración sea esa sensibilidad para
ver ciertos golpes de gracia…como la mano certera
de Dios a nuestras necesidades.
Javier Leoz
www.betania.es
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