¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

     

Domingo, 3 de julio de 2022

DOMINGO 14° DURANTE EL AÑO

Isaías 66, 10-14 / Gálatas 6, 14-18 / Lucas 10, 1-12. 17-20

Salmo Responsorial Sal 65, 1-3a. 4-7a. 1.6 20

R/. "¡Aclame al Señor toda la tierra!”

 

Santoral:

Santo Tomás, San Felipe Phan, San José Nguyen,

Santos Pedro y Juan Bautista Zhao,

Beato Raimundo o Ramón Lull y

Beata María Ana Mongas Fontcuberta

 

 

LECTURAS DEL DOMINGO 3 DE JULIO DE 2022

 

 

DOMINGO 14° DURANTE EL AÑO

 

Yo haré correr hacia ella la paz como un río

 

Lectura del libro de Isaías

66, 10-14

¡Alégrense con Jerusalén

I y regocíjense a causa de ella,

todos los que la aman!

j Compartan su mismo gozo

los que estaban de duelo por ella,

para ser amamantados y saciarse

en sus pechos consoladores,

para gustar las delicias

de sus senos gloriosos!

Porque aSÍ habla el Senor:

Yo haré correr hacia ella

la prosperidad como un río,

y la riqueza de las naciones

como un torrente que se desborda.

Sus niños de pecho serán llevados en brazos

y acariciados sobre las rodillas.

Como un hombre es consolado por su madre,

así Yo los consolaré a ustedes,

y ustedes serán consolados en Jerusalén.

Al ver esto, se llenarán de gozo,

y sus huesos florecerán como la hierba.

La mano del Señor se manifestará a sus servidores,

y a sus enemigos, su indignación.

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                    65, 1-3a. 4- 7a. 16. 20

 

R.    ¡Aclame al Señor toda la tierra!

 

¡Aclame al Señor toda la tierra!

¡Canten la gloria de su Nombre!

Tribútenle una alabanza gloriosa,

digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!» R.

 

Toda la tierra se postra ante ti,

y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.

Vengan a ver las obras del Señor,

las cosas admirables que hizo por los hombres. R.

 

Él convirtió el mar en tierra firme,

a pie atravesaron el Río.

Por eso, alegrémonos en Él,

que gobierna eternamente con su fuerza. R.

 

Los que temen al Señor, vengan a escuchar,

yo les contaré lo que hizo por mí.

Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración

ni apartó de mí su misericordia. R.

 

 

 

Yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús

 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Galacia

6, 14-18

 

Hermanos:

Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo.

Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.

Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús.

Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

Esa paz reposará sobre él

 

X   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

10, 1-12. 17-20

 

El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.

¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.

Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!" y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.

Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes".

Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: "¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca".

Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad».

Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre».

Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».

 

Palabra del Señor. 

 

Reflexión

 

DIOS NOS LLAMA PARA SER MISIONEROS

Si el domingo pasado escuchábamos una llamada de Jesús a seguirle, y éramos invitados a responder con valentía a esa llamada, hoy la liturgia de la palabra nos habla de envío. Y es que Dios nos llama para ser misioneros, para llevar a todo el mundo la buena noticia del Evangelio. La idea que recorre todas las lecturas de este domingo es la universalidad de la salvación. Dios quiere que todos se salven, y por eso cuenta con nosotros para que llevemos esta gran noticia a todos los rincones de la tierra.

1. “Yo haré derivar hacia Jerusalén, como un rio, la paz”. La primera lectura, del libro del profeta Isaías, es un texto lleno de esperanza y de consuelo. La ciudad de Jerusalén había quedado devastada tras el exilio de Babilonia, escucha ahora de labios del profeta una promesa de parte de Dios: restaurará la ciudad, la llenará de vida y de alegría. Isaías utiliza expresiones tomadas de la ternura de una madre que lleva en brazos a sus criaturas, que las acaricia sobre sus rodillas. Y el motivo de tanta esperanza es que Dios traerá a la ciudad la ansiada paz. Este es el motivo de tanta alegría. La ciudad de Jerusalén es símbolo de la Iglesia, la nueva Jerusalén. La primera lectura de hoy nos invita a contemplar nuestra Iglesia, que también se encuentra necesitada de esperanza. Hoy vemos a nuestra querida Iglesia que pasa por tantas dificultades. Muchas veces nos quejamos de que no viene la gente a la Iglesia, de que siempre somos los mismos… Vemos nuestro mundo y descubrimos en él una gran indiferencia hacia todo lo que suene a religión o a cristianismo. Los problemas dentro de la misma Iglesia, las divisiones, el antitestimonio por parte de muchos eclesiásticos, todo ello nos entristece. Pero en medio de esta tristeza hoy vuelve a resonar el canto de esperanza y de consuelo del profeta Isaías. Dios nos dará la paz abundantemente.

2. “Descansará sobre ellos vuestra paz”. En el Evangelio de hoy escuchamos la continuación del pasaje del domingo pasado. Después de hablar sobre la radicalidad del seguimiento de Jesús, mientras va de camino hacia Jerusalén, el mismo Jesús envía a setenta y dos de sus discípulos para que vayan a las aldeas a donde pensaba ir Él. Los envía de dos en dos con una misión muy concreta: llevar la paz allí donde vayan. Jesús comienza el envío recordando que la mies es mucha y los obreros son pocos. Esto mismo sigue sucediendo hoy en día. La mies es el mundo, especialmente aquellos que no conocen a Cristo o que, conociéndolo, se mantienen indiferentes ante su mensaje de salvación. Jesús envía a estos discípulos con instrucciones de ir de prisa, sin detenerse, pues es urgente el anuncio del mensaje del Evangelio. El pasaje del Evangelio concluye con la vuelta de los discípulos, que relatan a Jesús el éxito de su misión: “Hasta los demonios se nos sometían en tu nombre”. El mansaje de la paz lleva consigo una lucha contra el mal, contra el demonio. No puede haber paz allí donde el demonio campa a sus anchas creando división. Por ello, la misión que Jesús encomienda a sus discípulos, y también hoy a nosotros, es la de luchar contra el mal haciendo el bien.

3. “Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús”. En la segunda lectura, san Pablo nos da testimonio de cómo ha de ser un verdadero discípulo de Cristo. En su carta a los Gálatas asegura que el mundo está crucificado para él, pues si se ha de gloriar no es en otra cosa sino en la cruz de Cristo. Y esto es lo que traerá la paz verdadera y la misericordia de Dios sobre Israel y sobre el mundo entero. Jesús, por medio de su entrega en la cruz, ha vencido al mal. El mismo Cristo, cuando aparece resucitado después de haber triunfado sobre la muerte con su resurrección, al aparecerse a sus discípulos, les saluda con la paz. Esta paz, que no es sólo ausencia de guerra, sino la vida misma vivida desde el amor y desde el perdón, sólo nos la puede dar Cristo, que la ha alcanzado con su muerte y resurrección. Por ello, como nos enseña hoy san Pablo, si queremos ser también nosotros apóstoles que, como él y como los setenta y dos discípulos, anunciemos la buena noticia del Evangelio de Jesús, lo hemos de hacer con nuestra propia vida, luchando contra el mal con el amor, con el perdón y la misericordia. De este modo, no sólo la ciudad de Jerusalén, sino también toda la Iglesia y el mundo entero se llenarán de la verdadera paz que el profeta Isaías anuncia hoy en la primera lectura.

En la Eucaristía, como hacemos cada día, después de rezar el Padrenuestro, nos daremos la paz. Es un signo bien sencillo, que lamentablemente hemos convertido muchas veces en un momento para saludarnos unos a otros. Es en realidad un gesto por el cual deseamos que la paz de Cristo habite en los demás y reine en el mundo entero. Hoy, el Señor nos llama y nos envía como a los setenta y dos discípulos, para que seamos mensajeros de esa paz en medio de nuestro mundo. Vivamos cada día según este mismo espíritu, luchando contra el mal a base de hacer el bien. Así seremos mensajeros auténticos de una paz que sólo Dios puede dar y que el mundo tanto necesita.

 

Francisco Javier Colomina Campos

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TESTIGOS DE JESUCRISTO

1.- La ternura de Dios. Las lecturas de hoy nos muestran la diferencia entre los que aceptan el mensaje de Dios y los que lo rechazan. En Isaías, el profeta proclama la paz y bondad que Dios le dará a su pueblo si son fieles a la Alianza, pero ellos son responsables si se alejan de Dios. En Lucas, Jesucristo manda a los setenta y dos discípulos a los pueblos antes de que llegue El. Les manda llevar paz y curar a los enfermos. Pero respecto a los pueblos que rechazan al evangelio, Jesús les dice a sus discípulos que sacudan el polvo de sus pies «en señal de protesta» contra tales pueblos. La decisión libre que rechaza el evangelio trae separación de Dios. Somos nosotros los que nos alejamos, no es Dios el que nos abandona. Hemos de reconocer las consecuencias de rechazar el Evangelio. Hacen falta testigos de esa ternura y consuelo de Dios que recuerda la primera lectura de hoy, testigos humildes y poseídos de la fuerza del Espíritu que viene en ayuda de la debilidad humana.

2.- Urgencia de la evangelización. Jesucristo mismo envía a los setenta y dos discípulos y los manda de dos en dos. En el mundo de la fe no existe el individualismo. No existe el evangelizador por libre. De dos en dos, para que el camino sea más llevadero, para que se ayuden uno a otro, para que lo que prediquen sea un testimonio contrastado. En todo proyecto o viaje humano siempre tenemos que tener bien claro lo que debemos de llevar según el punto de destino y las características concretas. Jesús, en cambio, nos deja bien claro lo que no tenemos que llevar en el camino de la evangelización. No llevemos lo que nos puede dar una seguridad aparente. Hay cristianos que piensan que el cristianismo se tiene que equiparar a una ONG de nuestro tiempo. Creo que no han entendido en profundidad cuál es el mensaje ni cuál es su finalidad. El Evangelio es desposeerse de todo para tenerlo todo. Cristo no suele "dorar la píldora", a sus seguidores, no les augura un "camino de rosas". Al contrario, les dice y repite que "el que quiera seguirle, tome su cruz". Pero hay algo, que conviene recordar enseguida: Dios no abandona nunca a los suyos, siempre va a su lado.

3.- Todos los cristianos debemos ser testigos del Evangelio. Dice el evangelio que los setenta y dos volvieron contentos y dijeron: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre". Más de una vez nos ha invadido este tipo de alegría. Jesús nos dice: "No estéis alegres porque se os sometan los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo". Es un buen aliento para cuando nos sentimos fracasados. No debemos olvidarnos nunca de que somos "instrumento" en sus manos. Evangelizar no es la tarea exclusiva de los pastores del pueblo de Dios, ni monopolio de los misioneros de vanguardia. Toda la comunidad eclesial es misionera siempre y en todo lugar. Evangelizar es su misión y su dicha. Con tal de que estemos evangelizados nosotros mismos, todos los cristianos podemos y debemos ser evangelizadores, pues por los sacramentos de la vida cristiana participamos de la misión profética de Cristo. Hoy, más que de conquista se habla experiencia y de testimonio. Es este testimonio de los cristianos lo que mejor puede impactar al incrédulo y al hombre de hoy, harto de propaganda, palabrería y falsos mesianismos. Hoy como ayer, lo que más necesita es el evangelio vivido. Es verdad que hemos de emplear todos los medios a nuestro alcance para difundir la fe, con tal que se avengan con las instrucciones de Jesús en el evangelio de hoy: pobreza y solidaridad, y no avasallamiento y poder. Nuestra misión, hoy como ayer, es ser mensajeros de la paz y la alegría. Los auténticos seguidores y seguidoras de Jesús serán capaces de, en su nombre, lograr la transformación de la vida de las personas y de las realidades sociales en las que viven. El Evangelio no es intimismo, no es buscar el solo bienestar interior sino que es una llamada a salir de nosotros mismos para llevar a los demás la alegría que tenemos en el corazón. ¿Te sientes enviado por Jesús?

4.- “No hagas a nadie lo que tú aborreces”. Es el mensaje que lanza el departamento de Pastoral de la Carretera, dentro de la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española, para la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Esta jornada se celebra el 7 de julio, fiesta de San Cristóbal. Los obispos nos recuerdan las palabras del papa Francisco: “los demás conductores no son un obstáculo o adversario que hay que superar”. Y añaden, “sino hermanos y personas, que al igual que yo, están haciendo su camino con el firme propósito de llegar felizmente a su destino y a las que debo respetar como me gusta que los demás me respeten a mí”. Se nos pide prudencia y responsabilidad al volante: “para los conductores, el cumplimiento de las normas de tráfico no son optativas, que podamos o no cumplir; nos obligan moralmente a todos por igual, y solamente cumpliendo todas las normas de circulación en nuestras calles y carreteras podremos tener una movilidad segura”.

 

José María Martín OSA

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LA LITURGIA DE ESTE DOMINGO NOS INVITA A SER PERSONAS DE PAZ Y MENSAJEROS DE LA PAZ

1.- Mirad que os envío como cordero en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero; “paz a esta casa”. Y si hay allí gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Empecemos por analizar qué puede significar hoy predicar en medio de lobos. Necesariamente, tenemos que referirlo hoy a lo difícil que nos puede resultar hoy predicar el evangelio en nuestra sociedad muy agnóstica e indiferente a lodo o religioso. No nos van a atacar como lobos, por supuesto, pero tanto los políticos, como los empresarios, y la demás gente pública tenderá a pasar fácilmente de nosotros. Como cristianos y como discípulos de Jesús debemos predicar nuestra fe con amor y con ardor, peri sin esperar recompensar y premios personales. Y, por supuesto, para predicar la paz evangélica, lo primero que debemos hacer nosotros es ser gente de paz, en nuestra vida diaria y en el desempeño de nuestras actividades públicas. Ser gente de paz no quiere decir en ningún caso que tengamos que ser personas que nos mostremos de acuerdo con todos los demás. Cristo no estuvo de acuerdo frecuentemente, ni con las autoridades civiles de su tiempo, ni con las autoridades religiosas. Fue un hombre paz y predicador de la paz, sabiendo llevar la contraria a unos y otros. Lo importante era predicar siempre y hacer la voluntad de su padre. A sí debemos hacer también nosotros. Otro de los aspectos que nos recomienda hoy el relato evangélico, según san Lucas, es la sobriedad y austeridad que debemos tener en nuestra predicación y en nuestro modo de vivir en general. En fin, podríamos decir bastantes más cosas, sobre la paz, sobre predicar la paz y sobre el ser personas de paz. Pero que cada uno lo medite por su cuenta y que llegue a las conclusiones que debe de llegar.

2.- Así dice el Señor: “Yo haré derivar hacia ella, como un río la paz”. El profeta Isaías es el cantor por excelencia, entre todos los profetas, de la esperanza y de la paz mesiánica. En este texto se refiere a la paz que tendrá Jerusalén después del destierro. Todos nosotros, los cristianos, debemos ser personas llenos de esperanza en la salvación última, en nuestra salvación final. Esta esperanza debe llenarnos de paz interior y de paz personal, en general. Sin esperanza cristiana y sin paz cristiana, no existiría el cristianismo. Esta vida está llena de problemas y contrariedades; sólo una fe y una esperanza en una vida futura puede alimentar nuestro diario vivir y llenarnos de paz. Naturalmente, nuestra esperanza no se basa en nuestros propios méritos, sino en los méritos de nuestro Señor Jesucristo. Por supuesto que, aunque nuestra salvación sea gratuita, es necesaria nuestra colaboración personal y nuestro esfuerzo, porque Dios nos ha hecho libres para decir sí o no a la gracia de Dios.

3..- Lo que cuenta no es la circuncisión o incircuncisión, sino la mueva criatura La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma. Que san Pablo fue una nueva criatura desde el momento mismo de su conversión lo dice toda su nueva vida y obras. Desde el momento mismo de su conversión lo único importante para él fue Cristo, ya no vivía él por sí mismo, sino que para él la vida fue Cristo, el Cristo resucitado y redentor. A partir de su misma conversión fue un hombre nuevo, lleno de la paz y de la misericordia de Cristo. Así debemos ser todos los cristianos, personas llenas de la paz y de la misericordia de Cristo, de la paz y de la misericordia de Dios. Debemos ser personas que prediquemos siempre la paz y la misericordia, naturalmente una paz y una misericordia cristiana, que en muchos caso será mucho más que la paz y la misericordia social y política.

 

Gabriel González del Estal

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VAYAMOS CONTRACORRIENTE

El Papa Francisco, afirmaba hace unos años: “Dios da fuerza y valor para ir contracorriente. Hay que hacerlo y hemos de estar orgullosos de ello”. El Papa, posiblemente viendo el panorama internacional, los mártires por causa de la fe (cada año mueren en el mundo 20.000 personas por el hecho de ser cristianos), leyes que legislan en contra de la vida, etc. …animaba y nos anima a ser profetas, a ser sal y luz ya no diluirnos en lo políticamente correcto. A morir no martirialmente pero, tal vez, a morir cada día un poco por la causa de Jesús.

1.- Cuando uno se acerca al Evangelio, en este domingo, sabe de antemano que el anuncio del mensaje de Jesús conlleva (sobre todo en estos tiempos que nos toca vivir) no precisamente distinción, privilegio, clase, sino todo lo contrario: rechazo. El que pretenda lucir hoy una medalla en su pecho, el camino del Evangelio no es precisamente un pódium para conquistarla ni merecerla a los ojos de la sociedad. Pero Jesús, que siempre tiene palabras de ánimo, nos orienta y empuja de nuevo hacia la misión. ¡Poneos en camino!

Muchos intentarán que os quedéis quietos. Que vuestros criterios queden sepultados en el olvido. Responded con la fuerza de vuestras convicciones más profundas: lo que no hagáis nadie lo hará por vosotros ¡Mirad que os mando como corderos en medio de lobos! Pensaréis que muchos estarán con vosotros y, luego, os daréis cuenta que viven de espaldas con lo que dicen creer

2.- Responded con la constancia de vuestro trabajo. Las fieras también se pueden domesticar.

¡No andéis cambiando de casa! Entrad para conocer muy de cerca la realidad de los hombres y mujeres que os rodean. Pero, que esas circunstancias, no os impidan vivir con intensidad y con libertad vuestra relación con otras personas. Que la espesura del bosque no obstaculice la visión del horizonte al que estáis llamados.

¡No llevéis alforja, ni sandalias! Tened las manos libres para abrazar con libertad y sin condiciones. Soltad el volante de las falsas seguridades para agarraros a mi Palabra que nunca os ha de faltar ni defraudar. Y aquí entra de lleno aquella advertencia del Papa Francisco: “algunos hacen de su ministerio un simple carrerismo”.

¡Está cerca el reino de Dios! No perdáis la esperanza. Aunque todo os parezca estío e infructífero; vuestros esfuerzos baldíos; la siembra aparentemente perdida; la creatividad puesta en tela de juicio: pensad que Yo estoy cerca de vosotros. En la prueba y en el sufrimiento, en las dudas y en el esfuerzo es donde lleváis las mismas marcas que el anuncio del reino dejó en mi cuerpo

¡Vuestros nombres están inscritos en el cielo! Cesan las luchas en la tierra y comienza el descanso celeste

Se apagan las luces del mundo y se enciende la antesala del cielo

Cicatrizan las heridas causadas por el anuncio y empieza a divisarse aquello por lo que dimos la vida, las horas, la creatividad, el impulso, la sangre, y por lo que vertimos tantas lágrimas a tiempo y destiempo

¡Gracias, Señor, Tú eres la medalla de oro a la que yo aspiro!

 

Javier Leoz

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