¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo,
26
de Junio de 2022
DOMINGO
13°
DURANTE
EL AÑO
1 Reyes 19, 16b. 19-21 / Gálatas 5, 1. 13-18 /
Lucas 9, 51-62
Salmo Responsorial Sal 15, 1- 2a. 5. 7-11
R/. "
Señor, Tú eres la parte de mi herencia”
Santoral:
San Josemaría Escrivá de Balaguer,
San José María Robles,
y San José María Ma-Tai-Shun
LECTURAS DEL DOMINGO
26
DE JUNIO DE 2022
DOMINGO
13°
DURANTE
EL AÑO
Eliseo partió y fue detrás de Elías
Lectura del primer libro de los Reyes
19, 16b. 19-21
El Señor dijo a Elías: «A Eliseo, hijo de Safat,
de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de
ti».
Elías partió y encontró a Eliseo, hijo de Safat,
que estaba arando. Delante de él había doce yuntas
de bueyes, y él iba con la última. Elías pasó
cerca de él y le echó encima su manto.
Eliseo dejó sus bueyes, corrió detrás de Elías y
dijo: «Déjame besar a mi padre y a mi madre; luego
te seguiré».
Elías le respondió: «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo
para impedírtelo?»
Eliseo dio media vuelta, tomó la yunta de bueyes y
los inmoló. Luego, con los arneses de los bueyes,
asó la carne y se la dio a su gente para que
comieran. Después partió, fue detrás de Elías y se
puso a su servicio.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 15, 1- 2a.
5. 7-11
R.
Señor, Tú eres la parte de mi herencia.
Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Señor, Tú eres mi bien».
El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz,
¡Tú decides mi suerte!
R.
Bendeciré al Señor que me aconseja,
¡hasta de noche me instruye mi conciencia!
Tengo siempre presente al Señor:
Él está a mi lado, nunca vacilaré.
R.
Por eso mi corazón se alegra,
se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa
seguro:
porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás que tu amigo vea el sepulcro.
R.
Me harás conocer el camino de la vida,
saciándome de gozo en tu presencia,
de felicidad eterna
a tu derecha.
R.
Ustedes han sido llamados para vivir en libertad
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Galacia
5, 1. 13-18
Hermanos:
Ésta es la libertad que nos ha dado Cristo.
Manténganse firmes para no caer de nuevo bajo el
yugo de la esclavitud.
Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en
libertad, pero procuren que esta libertad no sea
un pretexto para satisfacer los deseos carnales:
háganse más bien servidores los unos de los otros,
por medio del amor. Porque toda la Ley está
resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
Pero si ustedes se están mordiendo y devorando
mutuamente, tengan cuidado porque terminarán
destruyéndose los unos a los otros.
Yo los exhorto a que se dejen conducir por el
Espíritu de Dios, y así no serán arrastrados por
los deseos de la carne. Porque la carne desea
contra el espíritu y el espíritu contra la carne.
Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no
pueden hacer todo el bien que quieren. Pero si
están animados por el Espíritu, ya no están
sometidos a la Ley.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Se encaminó decididamente hacia Jerusalén.
Te seguiré adonde vayas
X
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
9, 51-62
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su
elevación al cielo, Jesús se encaminó
decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros
delante de Él. Ellos partieron y entraron en un
pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.
Pero no lo recibieron porque se dirigía a
Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto,
le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer
fuego del cielo para consumirlos?» Pero Él se dio
vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús:
«¡Te seguiré adonde vayas!»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas
y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del
hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Señor,
permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre».
Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos
entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino
de Dios».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme
antes despedirme de los míos». Jesús le respondió:
«El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia
atrás, no sirve para el Reino de Dios».
Palabra del Señor.
Reflexión
SEGUIR A CRISTO NOS DA LA LIBERTAD
De nuevo volvemos a los domingos del Tiempo
Ordinario. Una vez terminado el tiempo de Pascua
con la solemnidad de Pentecostés, después de haber
celebrado los misterios de la Santísima Trinidad y
del Corpus Christi, hoy volvemos a la lectura
continua del Evangelio de san Lucas. Y el pasaje
que la liturgia nos presenta hoy nos recuerda el
camino que Jesús emprende para subir a Jerusalén,
y cómo a lo largo del camino de Jesús hay muchos
que no quieren acogerlo y hay otros que, a pesar
de que quieren seguirlo, sin embargo anteponen
otras cosas.
Seguir a Cristo
nos da la libertad, como nos dice san Pablo en la
segunda lectura, peor hemos de decidirnos por
seguirle a Él.
1.
Una invitación.
En la primera lectura, del primer libro de los
Reyes, hemos escuchado cómo el profeta Elías es
enviado por Dios para ungir profeta a Eliseo. Éste
estaba arando, haciendo su labor cuotidiana. Elías
pasó por su lado y le echó encima su manto. Con
este gesto, Dios llamó a Eliseo por medio de
Elías, y lo eligió profeta. A lo largo de la
Sagrada Escritura leemos numerosos pasajes en los
que Dios elige y llama a personas concretas para
una misión. El pasado lunes celebrábamos la
solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista,
también a él le eligió el Señor con la misión de
ser profeta, de ser el precursor de Cristo.
Recordamos también la llamada a los primeros
discípulos, que eran pescadores y estaban en el
lago reparando las redes. Como a Eliseo, a Juan
Bautista, a los primeros discípulos, y a tantas
otras personas, Dios nos elige también a cada uno
de nosotros, y nos llama para una misión concreta
en este mundo. Dios también pasa por nuestro lado
y nos echa encima el manto, símbolo de una
elección y de un envío. Es hermoso recordar esto:
que Dios cuenta con nosotros y que nos llama. A
veces, en las cosas más ordinarias de nuestra
vida, como a Eliseo cuando estaba arando, Dios se
acerca a nuestra vida y nos susurra al oído:
sígueme. Es la invitación que nos hace Dios a ser
felices, a cumplir aquello que Él quiere de
nosotros y donde encontraremos la plenitud de
nuestra vida.
2.
Una respuesta.
Pero esta invitación de Dios espera por nuestra
parte una respuesta. Eliseo, después de la
invitación que Dios le hizo por medio de Elías,
mató a los bueyes, hizo fuego con los aperos de
labranza, asó la carne y dio de comer a su gente.
Después se despidió de ellos, se levantó y se
marchó con Elías. De este modo, Eliseo no dudó en
responder a la llamada de Dios. Así lo escuchamos
también en el pasaje de la vocación de los
primeros discípulos junto al lago de Galilea,
cuanto éstos dejaron inmediatamente las redes y a
su padre y siguieron a Jesús. Por el contrario, en
el Evangelio de hoy hemos escuchado a unos
personajes que fueron también llamados por Jesús
para seguirle, pero que le pusieron excusas para
no ir con Él inmediatamente. Algunas de estas
excusas eran buenas, pues eran cosas necesarias,
como por ejemplo enterrar a un padre, o despedirse
de la propia familia. Sin embargo, Jesús lo deja
muy claro en el Evangelio: “El que echa mano al
arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino
de Dios”. Seguir a Jesús es exigente, reclama de
nosotros una disponibilidad total. Y a veces esto
nos cuesta mucho.
3.
Una vocación a la
libertad. San
Pablo nos recuerda en la segunda lectura, tomada
de la carta a los Gálatas, que nuestra vocación es
una llamada a la libertad. Pues lo que Dios quiere
de nosotros, principalmente, es que amemos al
prójimo. San Pablo llega a decir en la segunda
lectura que en esto se concentra toda la ley. Y el
amor nos hace libres de verdad. Amar como Dios
quiere de nosotros, que es a lo que nos llama en
primer lugar a cada uno, es exigente. A veces es
más fácil dejarse llevar por el egoísmo. Sin
embargo, esto nos hace esclavos. La verdadera
libertad está en amar como nos ama Dios, dando la
vida por los demás. Por esto, la vocación a la que
Dios nos llama a cada uno de nosotros es una
llamada a la libertad. Aunque a veces sea duro lo
que Dios nos pide, aunque muchas otras veces no lo
entendamos, la palabra de Dios de este domingo nos
invita a seguir sin miedo al Señor.
Dios espera cosas grandes de nosotros. Para ello nos llama, para
por nuestro lado y os echa el manto. Podemos ser
egoístas y seguir pensando en nosotros mismos,
podemos ponerle miles de excusas para no seguirle
de verdad. Pero Dios sólo quiere de nosotros que
le sigamos, que lo
Francisco Javier Colomina Campos
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DEJARLO TODO POR JESÚS ES SENTIRSE LIBRE PARA
SEGUIRLE
1.-
No lo recibieron,
porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia
Jerusalén. Al
ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le
dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje
fuego del cielo que acabe con ellos? Jesús se
volvió y les regañó. Podemos dejarlo todo para
seguir a Jesús, sin tener por eso que desear el
mal de nadie. Es más, si para seguir a Jesús
creemos que debemos desear el mal de alguna
persona, realmente no estamos siguiendo a Jesús,
porque Jesús nunca deseó el mal de nadie. Seguir a
Jesús es amar a Dios y al prójimo como Cristo lo
amó, es decir, deseando siempre su bien y haciendo
por nuestra parte todo lo que podamos para que sea
feliz. Amar hasta a nuestros enemigos significa
precisamente eso: desear su bien y su felicidad,
es decir, desear que amen a Dios y al prójimo como
Cristo los amó. Afectivamente, es verdad que en
más de una ocasión no podemos amar a ciertas
personas, pero el no amarlas afectivamente no
significa que no les amemos espiritualmente, es
decir, que no deseemos para ellos todo el bien y
toda la felicidad que puedan tener, tal como Dios
lo quiere. En este sentido, también debemos decir
que dejarlo todo para seguir a Jesús no es algo
exclusivo de personas consagradas; es algo que
pueden y deben hacer todos los cristianos. Se
puede seguir a Jesús sin tener que dejar esposa,
familia y casa. Como he dicho al principio, lo
importante es sentirse y ser libre para seguir a
Jesús por encima de todo, en cualquier
circunstancia y lugar. Lo que nunca podemos hacer
es posponer el seguimiento a Jesús a
circunstancias concretas y particulares. De hecho,
yo, que soy fraile, conozco a más de una persona
seglar que sigue a Jesús mejor que muchos de
nosotros, los consagrados. El evangelio es
igualmente obligatorio para todos los cristianos.
2.-
Para la libertad
os ha llamado Cristo.
Ahora bien no utilicéis la libertad como estímulo
para la carne; al contrario, sed esclavos unos de
otros por amor. Estas frases de san Pablo, en su
carta a los Gálatas, deben servirnos a todos los
cristianos para sentirnos y a ser realmente
personas libres, libres ante Dios y ante los
hombres, actuando siempre con libertad interior.
Dios es nuestro padre, antes que nuestro juez y
quiere que nos comportemos ante él como como hijos
suyos totalmente libres. Porque si sois conducidos
por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Claro que
siempre habrá leyes que debamos cumplir, pero
sometiendo siempre todas las leyes a la ley
suprema del amor.
3.-
Eliseo volvió
atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en
sacrificio. Con
el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al
pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió
a Elías y se puso a su servicio. Este relato del
libro de los Reyes, sobre la vocación del profeta
Eliseo, a través del profeta Elías, debe servirnos
a cualquiera de nosotros para considerar que Dios
puede haberse servido de cualquier persona o
circunstancia para habernos llamado a muchos de
nosotros a servirle. Porque es evidente que
nuestra vocación a la vida religiosa, por ejemplo,
se ha debido en muchos casos de una manera muy
especial a nuestros padres. Dios no tiene que
hablarnos directamente a nosotros, puede muy bien
haberse valido de cualquier otra circunstancia
concreta. Si estamos convencidos de que nuestra
vocación ha sido y es realmente verdadera,
agradezcámoselo a Dios y pidámosle fuerzas para
seguir adelante.
Gabriel González del Estal
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CRISTIANO ES EL QUE SIGUE SIN CONDICIONES A
JESUCRISTO
1.-
Entrega total a
la misión. En
el Primer Libro de los Reyes se nos presenta la
transmisión de la misión profética de Elías a
Eliseo. Elías impone su manto sobre Eliseo para
significar este traspaso, una vez finalizada su
misión. Le está entregando el “testigo”, como
ocurre en una carrera de relevos. Es como una
imposición de manos: el vestido era considerado
como parte de la persona que lo vestía. Por lo
tanto, el gesto de Elías significa que Eliseo
participa desde este momento del espíritu de
Elías. Esta concepción acerca del vestido la vemos
claramente en el caso de Jonatán que, queriendo
expresar su amistad con David y hacer un pacto con
él, le entregó su manto y David, vestido con el
manto de su amigo, participó de su fortaleza, de
suerte que tuvo éxito en todas sus empresas
bélicas. También cuando David mostró su
arrepentimiento por haber cortado fraudulentamente
un trozo de manto a Saúl, entendiendo que eso era
una injuria a la misma persona sagrada de su
propio rey. Todavía hoy entre nosotros se
considera una grave injuria el cortarle a uno el
remate de su boina o la punta de la corbata, pues
es como si esto afectara a la misma persona.
Eliseo mata sus bueyes, quema sus arados y
trastos, simbolizando con ello su entrega total a
la misión que se le encomienda.
2.-
Dejarnos llevar
por Cristo. Los
gálatas han vuelto a encerrarse en preocupaciones
religiosas estériles pues lo que cada uno quiere
únicamente es evitar los reproches de Dios, y eso
tiene mucho de egoísmo. La vida cristiana, sin
embargo, no es así. El que tiene el Espíritu de
Cristo no se preocupa por no pecar, sino por amar.
Lo que a Dios le importa es que salgamos de
nuestros pequeños problemas para que nos anime su
Espíritu. Es lo que dice ahora Pablo. El creyente
realmente libre es el que se considera "esclavo"
de Cristo. Esa es la manera de "tener fe" en la
vida diaria: solucionar todo pensando que soy de
Cristo y estoy al servicio de mis hermanos. De ahí
nacen alegría y paz. En el sentido de lo dicho,
tampoco "hacer el bien" es todo lo suficiente. El
hombre es incapaz de liberarse de su ser "carnal".
Solamente la intervención del Espíritu permite al
hombre el llegar a cumplir su verdadera vocación
de hombre. Ahora bien, todo esto tampoco significa
que "espíritu" y "carne" son dos partes del
hombre, sino sólo dos orientaciones distintas de
toda persona.
3.-
Las exigencias
del seguimiento.
Viene a ver a Jesús un escriba que pide ser
admitido entre sus seguidores. Es hermosa su
disposición. Quiere seguir a Jesús a todas partes.
Jesús no contesta con una negativa ni con una
aprobación. Solamente muestra lo que aguarda el
que le quiera seguir. Porque llegar a ser
discípulo de Jesús no solamente significa como
quien dice ir a su escuela o para "aprender" algo.
Sobre todo significa compartir la vida propia de
Jesús. Después del escriba viene un discípulo y
pide a Jesús que antes de reunirse con él pueda
cumplir los deberes de piedad con su anciano
padre. Enterrar al padre quiere decir que el
discípulo de Jesús quería permanecer en su casa
hasta que su padre hubiese muerto, hubiera sido
sepultado y quedado él libre de todas las
obligaciones con su padre. Esta espera podría
también durar un prolongado período de tiempo. La
respuesta de Jesús parece sumamente rigurosa:
“Sígueme”. Este seguimiento es mucho más
importante y urgente que cualquier obligación
filial, por eso le dice: “Deja a los muertos que
entierren a los muertos”. El seguimiento a seguir
a Jesús como discípulo lleva de la muerte a la
vida. El que no es discípulo de Jesús, que no ha
aceptado su mensaje del reino y de la vida eterna,
está en la muerte. El seguimiento de Jesús es
clave para el cristiano. No basta estar bautizado,
ni haber hecho la Primera Comunión, no basta estar
bautizado, hay que estar dispuesto a seguirle a
Él. Jesucristo hará que nuestro comportamiento sea
distinto al del mundo, Él nos conducirá por el
auténtico camino de la felicidad. Pero no hay que
poner condiciones, como expresa San Agustín en el
comentario a este evangelio:
Escuchad lo que Dios me ha inspirado sobre
este capítulo del evangelio. En él se lee cómo el
Señor se comportó distintamente con tres hombres.
Rechazó a uno que se ofreció a seguirlo; a otro
que no se atrevía, lo animó; por fin, censuró a un
tercero que lo difería. ¿Quién más dispuesto, más
resuelto, más decidido ante un bien tan excelente,
como es seguir al Señor a donde quiera que vaya,
que el que dijo: Señor, te seguiré adondequiera
que vayas?
San Agustín,
Sermón 100,1-3
José Maria Martín OSA
www.betania.es
Y TÚ ¿QUÉ QUIERES?
1.-
Yo quisiera que…
La Palabra de Dios (y no la mía por supuesto) moviera de tal
manera el interior de los oyentes que les hiciera
saltar de un antes tortuoso a un después lleno de
felicidad
La Eucaristía (aquella que se necesita y a la que no se asiste
con el piloto automático o por simple obligación)
fuera la presencia real y misteriosa de un Jesús
que alimenta los deseos de vivir según El.
Las catequesis se convirtieran en encuentros personales y
comunitarios con la vida del Resucitado.
Trampolines de un descubrimiento impresionante de
Aquel que dio el todo por los hombres y no pasos
obligados para comulgar, confirmarse o casarse por
o en una iglesia.
Yo quisiera, como nos recuerda el Papa Francisco, que
anunciásemos la misericordia del Señor más allá de
códigos de conducta moral.
2.
Yo quisiera que…
Los sacerdotes fuésemos juglares y heraldos de un evangelio que
ni se compra ni se vende sino que, a favor y en
contra, se presenta tan y cual es. Que
pregonásemos con convencimiento, y sin rubor
alguno, un mensaje que desata reacciones de pasión
y de odio, de interés e indiferencia, de vida o de
sufrimiento. Que huyésemos de aquellas seguridades
que, a veces, nos convierten en simples
funcionarios o dispensadores de servicios.
La religiosidad popular (esa que expresamos exteriormente
empujada por una fuerza interna) no se quedase
reducida a los parámetros de la cultura,
identidad, folclore o de las características de un
pueblo.
El mundo (mi parroquia y mi pueblo, mi familia y mis amigos, mis
compañeros y mis amistades, etc.,) acogieran a
Jesús con la misma alegría y el mismo encanto que
aquellos primeros apóstoles que dejaron todo por
seguirle.
3.-
Yo quisiera que…
Los medios de comunicación social se hicieran eco del mensaje del
Evangelio como la mayor novedad para sus
audiencias
Yo quisiera, como decía Santa Teresita del Niño Jesús, que este
mundo fuera un pedazo de cielo. Porque a veces,
también yo pienso en recurrir a esas “llamaradas”
que pedían los entusiastas y cabreados amigos de
Jesús ante la dureza y cerrazón de los
samaritanos… y de nuestro propio mundo.
¿Cómo puede vivir este mundo tan de espaldas a lo que le podría
hacer feliz?
¿Cómo pueden vivir en permanentemente ceguera los que intentan
dirigir?
¿Cómo con tanto esfuerzo y trabajo no vemos aparentemente fruto?
Esta es nuestra misión; descubrir y hacer descubrir que JESÚS
sigue siendo vital para un nuevo orden y una nueva
situación de la humanidad. ¿Qué lo tenemos
difícil? ¡Cuando ha sido fácil presentar sin
fisuras e íntegramente su proyecto!
Este es nuestro empeño; hacer llegar a nuestras asambleas que,
aquello que oyen y comen, rezan y practican, tiene
una causa y un efecto, un poder y una realidad, un
fin y un futuro: CRISTO
El Señor, aunque nos parezca todo lo contrario, nos sigue
llamando. ¿Cómo le respondemos?
Que este verano, recién estrenado lejos de empujarnos a ser
pirómanos de situaciones complicadas nos haga
recuperar el sentido del evangelio como el mejor
tonificante y refresco para tantas personas y
almas quemadas.
Javier Leoz
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