¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

      

 

Domingo, 19 de Diciembre de 2021

DOMINGO IVº DE ADVIENTO

Miqueas 5, 1-4a / Hebreos 10, 5-10

/ Lucas 1, 39-45

Salmo Responsorial Sal 79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19

R/. "¡Restáuranos, Señor; y seremos salvados!"

 

Santoral:

Santa Sametana y Beato Urbano V

 

 

 

LECTURAS DEL DOMINGO 19 DE DICIEMBRE DE 2021

 

DOMINGO IVº DE ADVIENTO

 

 

De ti nacerá el que debe gobernar a Israel

Lectura de la profecía de Miqueas

5, 1-4a

 

Así habla el Señor:

Y tú, Belén de Efratá,

tan pequeña entre los clanes de Judá,

de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel:

sus orígenes se remontan al pasado,

a un tiempo inmemorial.

 

Por eso, el Señor los abandonará

hasta el momento en que dé a luz

la que debe ser madre;

entonces el resto de sus hermanos

volverá junto a los israelitas.

Él se mantendrá de pie y los apacentará

con la fuerza del Señor,

con la majestad del nombre del Señor, su Dios.

 

Ellos habitarán tranquilos,

porque él será grande

hasta los confines de la tierra.

¡Y Él mismo será la paz!

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                      79, 2ac. 3b. 15-16. 18-19

 

R.    ¡Restáuranos, Señor; y seremos salvados!

 

Escucha, Pastor de Israel,

Tú que tienes el trono sobre los querubines,

resplandece, reafirma tu poder

y ven a salvamos. R.

 

Vuélvete, Señor de los ejércitos,

observa desde el cielo y mira:

ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano,

el retoño que Tú hiciste vigoroso. R.

 

Que tu mano sostenga al que está a tu derecha,

al hombre que Tú fortaleciste,

y nunca nos apartaremos de ti:

devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. R.

 

 

 

Aquí estoy para hacer tu voluntad

 

Lectura de la carta a los Hebreos

10, 5-10

 

Hermanos:

Cristo, al entrar en el mundo, dijo:

«Tú no has querido sacrificio ni oblación,

en cambio me has dado un cuerpo;

No has mirado con agrado los holocaustos

Ni los sacrificios expiatorios.

Entonces dije: Dios, aquí estoy, yo vengo

-como está escrito de mí en el libro de la Ley-

para hacer tu voluntad».

Él comienza diciendo: «Tú no has querido ni has mirado con agrado los sacrificios, los holocaustos, ni los sacrificios expiatorios, a pesar de que están prescritos por la Ley». Y luego añade: «Aquí estoy, yo vengo para hacer tu voluntad». Así declara abolido el primer régimen para establecer el segundo. Y en virtud de esta voluntad quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

 

¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?

 

a    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Lucas

1, 39-45

 

Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:

«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

 

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

 

LA ENTREGA DE MARÍA

1.- Jesús viene a nuestro encuentro. Dios no cita a sus hijos en lejanos lugares, sino que sale a nuestro encuentro en la persona de cualquier caminante que pasa a nuestro lado necesitado de ayuda.

"Tuvo Dimitri que salir, por orden del Señor, hacia un lugar de la estepa rusa para allí celebrar con El, a una hora determinada, una importante conversación. En el camino tropezó con un viajero cuyo carruaje se había atascado. Se detuvo a ayudarle. La operación fue muy laboriosa, duró largo rato. Al final, Dimitri consultó la hora, vio que se había hecho muy tarde y reemprendió su marcha a toda prisa. Voló más que corrió y llegó jadeante al lugar de la cita. ¡Inútil! ¡Dios no había esperado, se había ido ya!, pensó el pobre Dimitri. Pero, sin embargo, de pronto oyó la voz de Dios que le dijo:

--Has llegado puntualmente a la cita, pues yo era el arriero al que se le había atascado el carro”.

2.- Así actuaba María. Supo asumir en su vida lo que nos dice la carta a los Hebreos "Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad". María, siempre atenta a quien pudiera necesitar su ayuda, visita a su prima Isabel. Demuestra su amor generoso y entregado. Es solidaria con el necesitado. Nosotros nos pasamos la vida poniendo excusas para no comprometernos demasiado, quizá por miedo a equivocarnos, por incertidumbre ante el futuro, por no estar seguros de nuestras propias fuerzas. María, sin embargo, dijo: "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". María entregó a Dios su propia persona. Es una entrega total, no a plazos o con matices. Es frecuente ver cómo en Navidad parece que se nos ablanda el corazón, pero con frecuencia se trata de un sentimiento efímero, que se nos olvida fácilmente. Es fácil provocar la compasión como hacen los grandes maratones solidarios de televisión. Lo importante es tener sensibilidad y compasión para descubrir dónde están los rostros sufrientes.

3.- Llamada a la solidaridad. Ser solidario es vivir de tal manera que "lo que le pasa al necesitado, a mí me importa y no me deja indiferente". ¡Qué bueno sería que este año pusiera un Belén diferente sin ángeles, ni pastores ni reyes! En su lugar podría poner estas figuras: un parado, víctima de la multinacionales, que esconde su cabeza entre sus manos; un hambriento, que tiene su vientre hinchado, pero su estómago está vacío; un inmigrante, que no tiene hogar ni patria y se siente extraño en un ambiente hostil; un preso que se siente al margen de la sociedad; un enfermo de sida, tumbado en el lecho de su desesperanza; y tantos y tantos excluidos del sistema... Cada día la pobreza es una realidad más cercana y difusa, los pobres son personas que están a nuestro lado, cerca de nosotros. Si queremos encontrarnos con Jesús, busquémosle en el pobre y seamos capaces de ponerles en el portal de nuestro corazón.

 

José María Martín OSA

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LA GENEROSIDAD Y LA HUMILDAD DE MARÍA E ISABEL

1.- María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Prescindiendo ahora de la mayor o menor historicidad que puedan tener los Evangelios de la infancia de Jesús, lo cierto es que este relato evangélico según san Lucas está lleno de encanto. Tanto María como su prima Isabel demuestran aquí mucha generosidad y mucha humildad. María, en cuanto se entera de que su prima Isabel está embarazada se pone en camino de prisa. Tuvo que ser un camino largo y complicado para ella que también estaba embarazada. Caminar a través de una montaña, en aquél tiempo, tenía que ser difícil y complicado para cualquiera, pero más para una mujer embarazada. Bueno, lo importante ahora es que la generosidad de María sea un maravilloso ejemplo de generosidad para nosotros. Dentro de nuestra familia, entre nuestros amigos, en la sociedad en la que vivimos, los cristianos debemos distinguirnos siempre por nuestra actitud de ayuda pronta y solícita para cualquiera que nos necesite. El egoísmo humano es siempre causa de muchos males entre nosotros. Si las personas sustituyéramos el egoísmo por la generosidad, el mundo sería mucho mejor y desaparecerían muchísimas desigualdades e injusticias que padecemos. Los cristianos, los discípulos de Jesús, el hijo de María, debemos pasar por la vida predicando y sembrando generosidad y ausencia de egoísmo. Sobre la humildad de María no necesito yo insistir aquí, porque ella siempre se consideró “la esclava del Señor”.

También debemos tener en cuenta, en este relato de Lucas, la grandeza de ánimo y la humildad de Isabel. La humildad, bien entendida, es una virtud cristiana maravillosa. La persona humilde no es egoísta y es sumamente generosa, porque vive siempre pensando en cómo ayudar a los demás. De este relato evangélico de Lucas tratemos de aprender de la generosidad y de la humildad de María e Isabel. Son dos virtudes totalmente necesarias para un cristiano, para un hermano de Jesús y para un hijo de María.

2.- Esto dice el Señor: Y tú, Belén de Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar a Israel. En esta profecía del profeta Miqueas podemos encontrar la importancia que tiene para Dios la teología de lo pequeño. Belén era una ciudad pequeña, de pastores, de gente sencilla, cerca de Jerusalén, la gran ciudad, y, sin embargo, Dios eligió a la pequeña Belén para que en ella naciera el rey David. Lo importante muchas veces, decimos nosotros, está en los pequeños detalles: saludar con simpatía, ayudar en algo a alguien que está necesitado, ser bueno en casa, cumplir con naturalidad con nuestros deberes de cada día, y otras cosas por el estilo. Ante Dios todos somos pequeños, pequeñísimos. Y, sin embargo, por nosotros y por nuestra salvación nació el Señor. Preparémonos para la Navidad tratando de ser buenos y delicados en las pequeñas cosas que tenemos que hacer cada día.

3.- Al entrar Cristo en el mundo dice: Tú no quisiste sacrificios, ni ofrendas… Entonces, yo dije he aquí que vengo para hacer tu voluntad. Pues, la mejor manera que tenemos nosotros los cristianos, en este Adviento, ya cerca de la Natividad del Señor, es intentar hacer en cada momento la voluntad de Dios.

 

Gabriel González del Estal

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MARIA, DESTELLO DE LA NAVIDAD

1.- María emerge como la gran figura de esta liturgia que nos llevará, el viernes, a la Solemne Misa del Gallo. No podía faltar, María Madre de Dios, como aquella que nos trae al Salvador en este tiempo de adviento que es periodo de espera…entrañas que nos trae al que es el centro de nuestro credo: CRISTO!

2.- Con María, llegó la expectación. ¡Todo está a punto de cumplirse! El “sí” de aquella mañana en Nazaret, nos traerá en las próximas horas al Dios con nosotros. Creyó, esperó y se brindó a todo lo que Dios le pidió. ¿Se puede aguardar más de una mujer que fue un cheque en blanco para el Señor?

María, la mujer que se vació totalmente para Dios, está llena a rebosar del Espíritu. Colmada de las promesas que nuestros antiguos confiaban en ver. Seremos nosotros los que en el día de Navidad, contemplemos cara a cara lo que ha germinado en el interior de una Virgen.

3.- A Ella, y no lo olvidemos, le debemos la primera Navidad. ¿Cómo celebrar cristianamente estos próximos días? ¿En dónde poner el acento? ¿Cómo conseguir que Dios siga naciendo en nosotros? En María, tenemos la respuesta. Sus actitudes, su forma de ser, su personalidad y su figura, nos dan el tono para desarrollar la melodía que a Dios más le gusta. No lo dudemos, en María, se dan una serie de virtudes y de gracias que, al imitarlas, damos con el secreto y en el clavo para complacer a Dios y para hacer el Evangelio realidad.

¡Sí! Con María llegó la esperanza. No podemos dejar de lado a ninguna de las dos: ni a María, porque es fuente de esperanza, ni a la esperanza, porque es la mejor radiografía de una mujer que amó en su corazón y con locura a Dios, mucho antes que recibirlo en sus propias entrañas.

4. ¡Qué gran pórtico el de la Navidad! ¡María Virgen! Celebremos con gozo santo estos próximos días. Dejémonos guiar por esta estrella que ilumina los senderos que conducen a Belén. Miremos a esta mujer que, siendo pequeña, es grande y confidente en cuanto que nos enseña a renovar nuestras personas para que Dios pueda también en nosotros nacer.

Miremos hacia el cielo ¿No la veis? ¿Quién ha dicho que solo aparecerá una estrella en el amplio universo? Hoy, en este cuarto domingo de adviento, María es también un destello que marca los compases del caminante que quiere marchar sin detenerse hacia Belén.

6.- Que apuremos estas últimas horas. Preparemos, por supuesto, el encuentro familiar: la mesa, los dulces, el calor, el belén o el árbol. Pero, que entre todo ello, no olvidemos lo más importante. Dios para nacer necesita de un corazón bien dispuesto. Que cuando llegue en las próximas horas encuentre también una oración en nuestras casas. Que los villancicos sean un distintivo musical de estas jornadas, que además de familiares, son días de fe. En definitiva, ya que Dios sale a nuestro encuentro en un Niño que se mueve en los fondos de Santa María, que salgamos también nosotros alegres, llenos de fe, preparados, convertidos y dispuestos a que sean unas navidades santas y cristianas.

 

Javier Leoz

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LA SENCILLEZ DE LA PALABRA DE DIOS

Estamos llegando ya al final del tiempo de Adviento. Durante este tiempo hemos ido preparando la venida del Señor a nuestras vidas. Y aunque la cercanía de las fechas navideñas nos apremie a ir culminando todos los preparativos de las fiestas, sin embargo no hemos de olvidar que todavía estamos en Adviento. En este cuarto domingo aparece la figura de María, la mujer del Adviento. Con ella damos los últimos pasos para preparar la venida del Redentor.

1. Dios prefiere lo sencillo. En la primera lectura de este domingo escuchamos la profecía de Miqueas, que subraya el origen humilde de la ciudad de Belén. A pesar de su pequeñez, Belén es una ciudad importante, pues de ella procede el rey David. El profeta, al referirse a esta ciudad davídica, anuncia que de ella nacerá el “jefe de Israel”, que pastoreará con la fuerza del Señor, que se mostrará grande en toda la tierra y que traerá la paz. Es el anuncio de un Mesías rey, señor de Israel y de todo el mundo, que viene para gobernar con el poder de Dios. Esta profecía se cumple en Cristo, descendiente de David, que se sentará en el trono de su padre. La providencia hizo que Jesús naciera en Belén, la ciudad de David, cumpliendo así lo que anunciaba el profeta Miqueas. Es hermoso descubrir que Dios prefiere las cosas sencillas, pues escoge una pequeña ciudad, Belén, para el nacimiento del Salvador. No importa por tanto el número de habitantes o de casas que tenga una ciudad, ni la importancia comercial de ésta. Así Dios demuestra que busca las cosas sencillas. Belén de Efratá, pequeña entre las ciudades de Judá, será la cuna en la que nacerá el Mesías.

2. La sencillez de María. En la liturgia de la palabra de este cuarto domingo de Adviento no sólo descubrimos la sencillez que Dios prefiere por la ciudad en la que ha decidido nacer, sino que también lo vemos en la sencillez de la mujer que ha escogido como Madre de su Hijo. En el pasaje del Evangelio de hoy descubrimos a María en el momento de la Visitación. Isabel, que está en cinta esperando el nacimiento de su hijo Juan el Bautista, recibe en su casa la visita de María, que lleva en sus entrañas al Salvador. La presencia de María llena la casa de Isabel de alegría, y la criatura que lleva en su vientre salta de gozo al encontrar la presencia de Dios hecho hombre en su casa. Isabel alaba la grandeza de María, proclamando a María bendita entre todas las mujeres. Isabel reconoce la grandeza de la Virgen. Sin embargo María no alardea de su privilegio de ser Madre de Dios, sino que más bien al contrario, con el mismo espíritu con el que aceptó la propuesta del Ángel Gabriel el día de la Anunciación, María se reconoce a sí misma como esclava, mujer sencilla en la que Dios se ha fijado para hacer cosas grandes. María es ejemplo para nosotros de sencillez y humildad, hasta el punto de ponerse en las manos de Dios confiando en su palabra. Así lo proclama Isabel: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.

3. Aquí estoy para hacer tu voluntad. La carta a los Hebreos, citando el salmo 40, nos habla de la Encarnación: “Cuando Cristo entró en el mundo…”. El autor de esta carta reinterpreta el salmo, y donde dice originalmente “me abriste el oído”, el autor de la carta del Nuevo Testamento lo sustituye con la afirmación “pero me has preparado un cuerpo”. Presenta a Cristo, Dios encarnado, dispuesto a cumplir la voluntad de Dios. Cristo no hace como los sacerdotes de la Antigua Alianza, que ofrecían diariamente diversos animales a Dios como holocausto y sacrificio pidiendo el perdón de los pecados, sino que más bien se ofrece a sí mismo. Es la entrega redentora del Salvador, que nace para entregar su vida. De este Modo, el Señor supera los sacrificios antiguos, siendo Él mismo la víctima humilde ofrecida por el perdón de los pecados.

En vísperas de la Navidad, pero todavía en el Adviento, la palabra de Dios nos habla hoy de sencillez. Es la preferencia de Dios, pues elige las cosas sencillas: una ciudad pequeña para nacer, del seno de una humilde muchacha. Es la sencillez y la humildad lo que nos capacita para poder cumplir la voluntad de Dios. Isabel alaba a María porque ha creído en la palabra del Señor, y la carta a los Hebreos nos presenta a Cristo, Dios hecho hombre, dispuesto a cumplir la voluntad de Dios. Que estos últimos días de Adviento nos ayuden a fijarnos en la sencillez que Dios prefiere y que abra nuestro corazón a cumplir con fidelidad lo que el Señor quiere de nosotros.

 

Francisco Javier Colomina Campos

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