¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 5 de Diciembre de 2021
DOMINGO IIº DE ADVIENTO
Baruc 5, 1-9 / Filipenses 1, 4-11
/ Lucas 3, 1-6
Salmo Responsorial, Sal 125, 1-6
R/.
"¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!"
Santoral:
San Sabás, Santa Atalía y San Geraldo
LECTURAS DEL DOMINGO
5
DE DICIEMBRE DE 2021
DOMINGO II°
DE ADVIENTO
Dios mostrará tu resplandor
Lectura del libro de Baruc
5, 1-9
Quítate tu ropa de duelo y de aflicción,
Jerusalén,
vístete para siempre con. el esplendor de la
gloria de Dios,
cúbrete con el manto de la Justicia de Dios,
coloca sobre tu cabeza la diadema de gloria del
Eterno.
Porque Dios mostrará tu resplandor
a todo lo que existe bajo el cielo.
Porque recibirás de Dios para siempre este nombre:
«Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad.»
Levántate, Jerusalén, sube a lo alto
y dirige tu mirada hacia el Oriente:
mira a tus hijos reunidos desde el oriente al
occidente
por la palabra del Santo,
llenos de gozo, porque Dios se acordó de ellos.
Ellos salieron de ti a pie, llevados por enemigos,
pero Dios te los devuelve,
traídos gloriosamente como en un trono real.
Porque Dios dispuso que sean aplanadas
las altas montañas y las colinas seculares,
y que se rellenen los valles hasta nivelar la
tierra,
para que Israel camine seguro bajo la gloria de
Dios.
También los bosques y todas las plantas aromáticas
darán sombra a Israel por orden de Dios,
porque Dios conducirá a Israel en la alegría,
a la luz de su gloria,
acompañándolo con su misericordia y su justicia.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
125,
1-6
R.
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros!
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía que soñábamos:
nuestra boca se llenó de risas
y nuestros labios, de canciones.
R.
Hasta los mismos paganos decían:
«¡El Señor hizo por ellos grandes cosas!»
¡Grandes cosas hizo el Señor por nosotros
y estamos rebosantes de alegría!
R.
¡Cambia, Señor, nuestra suerte
como los torrentes del Négueb!
Los que siembran entre lágrimas
cosecharán entre canciones.
R.
El sembrador va llorando
cuando esparce la semilla,
pero vuelve cantando
cuando trae las gavillas.
R.
Manténganse puros e irreprochables para el Día de
Cristo
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos
1, 4-11
Hermanos:
Siempre y en todas mis oraciones pido con alegría
por todos ustedes, pensando en la colaboración que
prestaron a la difusión del Evangelio, desde el
comienzo hasta ahora. Estoy firmemente convencido
de que Aquél que comenzó en ustedes la buena obra
la irá completando hasta el Día de Cristo Jesús. Y
es justo que tenga estos sentimientos hacia todos
ustedes, porque los llevo en mi corazón, ya que
ustedes, sea cuando estoy prisionero, sea cuando
trabajo en la defensa y en la confirmación del
Evangelio, participan de la gracia que he
recibido.
Dios es testigo de que los quiero tiernamente a
todos en el corazón de Cristo Jesús. Y en mi
oración pido que el amor de ustedes crezca cada
vez más en el conocimiento y en la plena
comprensión, a fin de que puedan discernir lo que
es mejor. Así serán encontrados puros e
irreprochables en el Día de Cristo, llenos del
fruto de justicia que proviene de Jesucristo, para
gloria y alabanza de Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Todos los hombres verán la Salvación de Dios
a
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
3, 1-6
El año decimoquinto del reinado del emperador
Tiberio, cuando Poncio Pilato gobernaba la Judea,
siendo Herodes tetrarca de Galilea, su hermano
Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y
Lisanias tetrarca de Abilene, bajo el pontificado
de Anás y Caifás, Dios dirigió su palabra a Juan,
hijo de Zacarías, que estaba en el desierto. Este
comenzó entonces a recorrer toda la región del río
Jordán, anunciando un bautismo de conversión para
el perdón de los pecados, como está escrito en el
libro del profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos.
Los valles serán rellenados,
las montañas y las colinas serán aplanadas.
Serán enderezados los senderos sinuosos
y nivelados los caminos desparejos.
Entonces, todos los hombres
verán la Salvación de Dios».
Palabra del Señor.
Reflexión
JUAN PREDICABA UN BAUTISMO DE CONVERSIÓN
1.-
Y recorrió toda
la comarca del Jordán, predicando un bautismo de
conversión para el perdón de los pecados… Y verán
todos la salvación de Dios.
El bautismo que predicaba Juan, para el perdón de
los pecados, siempre fue un bautismo de
conversión. La palabra <bautizar> significa
literalmente <sumergir>. Al bautizando se le
sumergía en el agua y dentro del agua dejaba todos
sus pecados, salía del agua limpio de todo pecado.
El bautismo cristiano añade a este bautismo de
conversión, de perdón de los pecados, la recepción
del espíritu, del Espíritu de Jesús. Según las
palabras del relato evangélico según san Lucas,
que leemos este domingo, los pecados de los que
debía convertirse todo bautizando eran: “allanar
los senderos” que conducen a Dios. Para eso, había
que “elevar los valles”, es decir, levantar el
ánimo, avivar constantemente nuestro deseo de
perfección. Hacer que “desciendan los montes y las
colinas”, es decir, abajar nuestro orgullo,
nuestra soberbia y nuestra vanidad. Que “lo
torcido se enderece”, es decir, que nuestros
vicios, nuestras malas inclinaciones desaparezcan
de nuestras vidas y sean sustituidas por las
virtudes, con una aspiración constante hacia la
santidad. Que “lo escabroso se iguale”, es decir,
suprimir nuestras inconstancias, los altibajos en
nuestro comportamiento, todo lo que suponga un
obstáculo en nuestro caminar hacia Dios. Si
hacemos todo esto, nos encontraremos con Dios, o
mejor, Dios se encontrará con nosotros y nos
salvará. Juan, el bautista, nos enseñaba con su
ejemplo todo lo que predicaba: era humilde,
austero, valiente, constante por su esfuerzo en
alcanzar la santidad a la que aspiraba. Así él, el
precursor, preparó el camino de Cristo y él fue el
que, con el dedo, señaló a sus discípulos quién
era el verdadero cordero de Dios, Cristo Jesús.
Nosotros, que somos ya cristianos, sigamos el
ejemplo de san Juan Bautista y así caminaremos en
la dirección correcta hacia la recepción del
Espíritu Santo, y Dios nos encontrará y nos
salvará.
2.-
Jerusalén, Dios
te dará un nombre para siempre: “paz en la
justicia” y gloria en la piedad” … Contempla a tus
hijos, gozosos invocando a Dios.
Más que un comentario histórico de este pasaje del
Libro de Baruc, referido a Jerusalén, yo prefiero
que nos lo apliquemos a cada uno de nosotros. El
salmo 184 dice que la justicia y la paz se besan,
se abrazan, y es que ni en un pueblo, ni siquiera
en una persona particular, puede haber paz si no
hay justicia y no puede haber justicia si no hay
paz. Paz interior y paz exterior, porque las
guerras y toda división fratricida producen
siempre peleas e injusticias. Procuremos, pues,
vivir en paz con nosotros mismos y con los demás y
procuremos igualmente ser personas justas en todas
nuestras acciones y comportamientos, dentro de la
propia familia, con los amigos, con los conocidos,
y con el Estado en el que vivimos y convivimos.
Para conseguir esto necesitamos ser
suficientemente generosos, es decir, luchar
continuamente contra el egoísmo que hay en cada
uno de nosotros desde que nacemos.
3.- Hermanos, siempre que rezo por todos vosotros
lo hago con gran alegría, porque habéis sido
colaboradores míos en la obra del evangelio desde
el primer día hasta hoy… Testigo me es Dios de lo
entrañablemente que os echo de menos, en Cristo
Jesús. Los primeros cristianos de Filipos ayudaron
mucho a san Pablo, incluso hasta con ayuda
económica. San Pablo les tenía un especial cariño.
También nosotros, creo yo, debemos ser siempre
agradecidos a los que nos ayudan, de cualquier
manera que sea. Y no nos dé reparo alguno en
decírselo clara y abiertamente; cuando de verdad
queremos a una persona debemos decírselo, porque a
nadie le disgusta que le digan que le están
agradecido y que le quieren. Es bueno que ayudemos
a los demás siempre que podamos, en cualquier cosa
que lo necesiten; de bien nacido es ser
agradecido. Y hagámoslo con alegría y con
generosidad.
Gabriel González del Estal
www.betania,es
LOS FRUTOS DE LA JUSTICIA
1.-
“Paz en la
justicia”. En
este segundo domingo de adviento aparece la figura
del profeta: en el Antiguo Testamento Baruc, en el
Evangelio Juan el Bautista y en la lectura
apostólica Pablo de Tarso. El autor del libro de
Baruc nos es desconocido. Se ha atribuido la
redacción del libro a Baruc, secretario,
confidente y amigo del profeta Jeremías.
Posiblemente fue escrito entre los años 200 y 100
antes de Cristo en alguna de las comunidades
judías de la diáspora. Se sirve de la historia de
Israel para alentar la esperanza del pueblo y
dirigirla hacia el futuro: la Jerusalén prometida
por Dios no es la que los judíos han empezado a
reconstruir después del destierro, sino la
Jerusalén del fin de los tiempos. Dios le dará un
nuevo nombre: "paz en la justicia". Tres veces se
repite en el capítulo 5, que hoy leemos, la
palabra "justicia". Es la justicia de Dios, basada
en la misericordia y conducente a la paz.
2.-
Recrear el mundo
querido por Dios.
En nuestro mundo hay violencia y guerra, miles de
inocente mueren cada día a consecuencia del
hambre. Para que se obtenga la paz, valor tan
deseado, es necesario primero que los montes
elevados se abajen, que los valles se llenen y se
eleven, que lo torcido se enderece y los senderos
se allanen. Es decir, que se vuelva al orden
natural querido por Dios "que ha destinado los
bienes de este mundo para todos". Mientras no
seamos capaces de recrear el mundo querido por
Dios no será posible la paz. Es necesario que los
poderosos se despojen de su orgullo y los
opulentos compartan su riqueza para que estalle la
paz en el mundo. Es decir, primero la justicia
sostenida por el perdón. Antes que la caridad está
la justicia, de lo contrario se trata más bien de
"caridades".
3.-
Millones de
personas en el mundo sufren situaciones de
injusticia.
¿Dónde están los últimos?, ¿dónde se encuentra hoy
la pobreza? ¿Es una realidad cada día más cercana,
pero cada día más difusa? Los pobres hoy día son
"los excluidos" de nuestra sociedad. Si hay
excluidos es porque tú y yo también excluimos. A
pesar de la riqueza que brindan las nuevas
oportunidades económicas en el mundo, 2.800
millones de personas subsisten con menos de dos
dólares al día. El 1% de la población más rica del
mundo tiene una renta anual equivalente al total
de lo que percibe el 57 % más pobre de la
población del mundo. Y en muchas zonas del África
subsahariana el nivel de vida de la población más
pobre está empeorando. A pesar del crecimiento
económico y del desarrollo del estado del
Bienestar sigue habiendo pobres y, es más, no sólo
sigue aumentando su número sino que surgen nuevos
fenómenos de pobreza. En la actualidad se
considera que la pobreza tiene un claro componente
estructural que acarrea la exclusión social. Entre
los grupos más vulnerables a diferentes formas de
exclusión se encuentran las minorías étnicas,
culturales o religiosas; los minusválidos; los
grupos afectados por discriminaciones en materia
de sexo o edad; los analfabetos o quienes carecen
de suficientes calificaciones laborales; los
desempleados, la falta de vivienda o de
tierras.... Se suele representar la justicia con
una balanza. A la vista está que en el mundo
actual está un tanto desequilibrada. La
globalización está agrandando las diferencias
entre ricos y pobres, en el Norte y en el Sur. Es
evidente que el crecimiento no va unido a un
reparto justo de bienes.
4.-
Tiempo para
cambiar el mundo.
El adviento no es un tiempo triste, pero tampoco
debe servir para justificar unas condiciones
inhumanas de vida en las que es imposible
cualquier esperanza. Sólo si soy justo y lucho por
la justicia dejaré de excluir. ¿Cuáles serán los
frutos de la justicia de los que habla el Apóstol
san Pablo? Es la hora de la conversión, del cambio
de actitudes y de acciones para crear un mundo en
el que el perdón y la justicia conduzcan a la
creación de la Nueva Jerusalén de Baruc, "la casa
del Padre" de Jesús de Nazaret.
José María Martín OSA
www.betania.es
LA FIGURA DE JUAN EL BAUTISTA
En este segundo domingo de Adviento irrumpe con
fuerza la figura de Juan el Bautista, que
aparecerá tanto en este segundo domingo como en el
tercer domingo de Adviento. El Bautista, junto con
el profeta Isaías y con María, cuya Concepción
Inmaculada celebrábamos ayer, son los personajes
que de modo particular nos acompañan en este
tiempo de Adviento.
1. “Vino
la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías,
en el desierto”.
El evangelista san Lucas, después del Evangelio de
la infancia de Jesús que corresponde a los dos
primeros capítulos, comienza el tercero
introduciendo la figura del Bautista. Comienza san
Lucas este relato con una solemne introducción
histórica, detallando minuciosamente el momento
exacto de la historia en el que aparece Juan. Esto
nos indica dos cosas. Por un lado la historicidad
de la persona del Bautista, y por lo tanto de
Jesús, pues podemos señalar el momento exacto en
el que aparece en la historia siguiendo los
períodos de gobierno de las distintas autoridades
que describe Lucas. Por otro lado, el Evangelista
nos hace ver la diferencia entre los distintos
gobernantes, tanto romanos como judíos, que vivían
rodeados de lujo y de poder, con la sencillez de
Juan el Bautista. Éste aparece con humildad en el
desierto, que es el lugar del silencio, y
precisamente por esto es también el lugar donde se
escucha la palabra de Dios. Es curioso que el
Evangelio no presenta a Juan como el protagonista,
el que tiene la iniciativa, sino que en primer
lugar está la palabra de Dios que viene sobre
Juan. Es por tanto Dios quien tiene la iniciativa.
Él es quien desea llevar adelante su proyecto de
salvación para los hombres, por eso es Él quien
llama a Juan, le envía su palabra, para que
predique la conversión.
2.
“Una voz grita en
el desierto: preparad el camino del Señor, allanad
sus senderos”.
En el desierto Juan el Bautista predica un
bautismo de conversión. Es la primera llamada que
Dios hace a los hombres: volver de nuevo el
corazón hacia Dios para que perdone nuestros
pecados. Lucas descubre en la persona del Bautista
la imagen del profeta Isaías de la voz que grita
en el desierto (Is 40, 3-5). Esta imagen se
encuentra al comienzo del conocido como “segundo
Isaías”, un texto lleno de alegría y de consuelo
para Israel. Isaías escribe a Israel que se
encuentra en el destierro. En medio de su tristeza
resuena una voz de esperanza que llama a preparar
en el desierto un camino al Señor, un camino llano
y recto. Quizá se refiere Isaías al camino por el
que Israel ha de volver a Jerusalén tras el
destierro de Babilonia. Lucas, al citar este texto
veterotestamentario, lo reinterpreta invitando a
preparar el camino para que Dios venga a nosotros.
Allanar los senderos, que lo torcido se enderece y
lo escabroso se iguale… se refiere a sacar de
nuestra vida y de nuestro mundo todos aquellos
obstáculos que impiden a Dios llegar a nosotros,
como nuestros egoísmos, el odio, la injusticia, la
pereza… El Adviento es por tanto un tiempo para
preparar nuestro corazón y limpiarlo de toda
suciedad para que Dios pueda venir de nuevo a
nosotros.
3.
“Así llegaréis al día de Cristo limpios e
irreprochables”.
Pero ¿cómo preparar ese camino al Señor? San
Pablo, en la segunda lectura, nos da la clave al
exhortar a los Filipenses a que esta comunidad de
amor siga creciendo más y más en penetración y en
sensibilidad para apreciar los valores. Se trata
por tanto de vivir desde el amor, conociendo y
apreciando cada día más los valores que Dios
quiere de nosotros, llevándolos a la práctica. Así
es como el Señor quiere que preparemos la venida
de Cristo, llegando a ese día “limpios e
irreprochables, cargados de frutos de justicia”.
Ésta es por tanto la conversión del corazón a la
que invitaba Juan el Bautista cuando predicaba en
el desierto. Esto es preparar el camino el Señor.
Sigamos avanzando por este tiempo de Adviento con
el corazón alegre, lleno de esperanza, y
poniéndonos en marcha para preparar el camino a
Dios que viene. Que cuando llegue ese día nos
encuentre bien dispuestos, abajando nuestro
orgullo, enderezando el camino de nuestra vida,
viviendo los valores que Jesús nos enseña. Con la
ayuda de María Inmaculada, limpiemos también
nosotros nuestro corazón.
Francisco Javier Colomina Campos
www.betania.es
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