¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 10 de Diciembre de 2023
DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO
Del Propio - Morado
Isaías 40, 1-5. 9-11 / 2 Pedro 3, 8-14 / Marcos 1,
1-8
Salmo Responsorial Sal 84, 9-14
R/. "Muéstranos Señor tu misericordia"
Santoral:
Bienaventurada Virgen María de Loreto,
San Romarico
LECTURAS DEL DOMINGO 10 DE DICIEMBRE DE 2023
DOMINGO IIº
DE ADVIENTO
Preparen el camino del Señor
Lectura del
libro de Isaías
40, 1-5. 9-11
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo,
dice su Dios!
Hablen al corazón de Jerusalén
y anúncienle
que su tiempo de servicio se ha cumplido,
que su culpa está pagada,
que ha recibido de la mano del Señor
doble castigo por todos sus pecados.
Una voz proclama:
¡Preparen en el desierto
el camino del Señor,
tracen en la estepa
un sendero para nuestro Dios!
¡Que se rellenen todos los valles
y se aplanen todas las montañas y colinas;
que las quebradas se conviertan en llanuras
y los terrenos escarpados, en planicies!
Entonces se revelará la gloria del Señor
y todos los hombres la verán juntamente,
porque ha hablado la boca del Señor.
Súbete a una montaña elevada,
tú que llevas la buena noticia a Sión;
levanta con fuerza tu voz,
tú que llevas la buena noticia a Jerusalén.
Levántala sin temor,
di a las ciudades de Judá:
«¡Aquí está tu Dios!»
Ya llega el Señor con poder
y su brazo le asegura el dominio:
el premio de su victoria lo acompaña
y su recompensa lo precede.
Como un pastor, él apacienta su rebaño,
lo reúne con su brazo;
lleva sobre su pecho a los corderos
y guía con cuidado a las que han dado a luz.
Palabra de
Dios.
SALMO
RESPONSORIAL
84, 9-14
R. Muéstranos,
Señor, tu misericordia.
Voy a proclamar lo que dice el Señor.
el Señor promete la paz, la paz para su pueblo y
sus amigos.
Su salvación está muy cerca de sus fieles,
y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de Él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pedro
3, 8-14
Queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un
día es como mil años y mil años como un día. El
Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido,
como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia
con ustedes porque no quiere que nadie perezca,
sino que todos se conviertan. Sin embargo, el Día
del Señor llegará como un ladrón, y ese día, los
cielos desaparecerán estrepitosamente; los
elementos serán desintegrados por el fuego, y la
tierra, con todo lo que hay en ella, será
consumida.
Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa
y piadosa debe ser la conducta de ustedes,
esperando y acelerando la venida del Día del
Señor! Entonces se consumirán los cielos y los
elementos quedarán fundidos por el fuego. Pero
nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor,
esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde
habitará la justicia.
Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir
de tal manera que Él los encuentre en paz, sin
mancha ni reproche.
Palabra de
Dios.
EVANGELIO
Allanen los senderos del Señor
X Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
1, 1-8
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías,
Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del
profeta Isaías:
«Mira, Yo envío a mi mensajero delante de ti
para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos,»
así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un
bautismo de conversión para el perdón de los
pecados. Toda la gente de Judea y todos los
habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían
bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus
pecados.
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de
cuero, y se alimentaba con langostas y miel
silvestre. y predicaba, diciendo: «Detrás de mí
vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni
siquiera soy digno de ponerme a sus pies para
desatar la correa de sus sandalias. Yo los he
bautizado a ustedes con agua, pero Él los
bautizará con el Espíritu Santo».
Palabra del
Señor.
Reflexión
CAMBIO DE LA MENTE Y EL CORAZÓN
1.-
Mensaje de consuelo y fortaleza.
En el libro de la consolación de Isaías recibimos
un mensaje maravilloso: son palabras de consuelo y
fortaleza. Nada de amenazas y desventuras. ¡Qué
distintas a los mensajes catastrofistas de algunas
supuestas apariciones! Sus palabras son todas de
consuelo y de gracia, como las de Jesús. Sus
anuncios son todos de liberación y recompensa,
como los de Jesús. Sus imágenes son todas
sugestivas y entrañables, como las de Jesús. Y
como las de todos los mejores profetas de todas
las edades. Los que saben leer los signos de los
tiempos, los que están convencidos de que Dios no
castiga porque es un pastor que ama a su rebaño,
los que encienden la esperanza, los que sueñan y
predican utopías, los que saben que el futuro no
es el coco, sino él. Son palabras de fe: a pesar
de la situación angustiosa: sin patria, sin rey,
sin ley, sin templo, "aquí está vuestro Dios". Y
el Señor viene con la ternura de la madre, con la
fuerza del libertador.
2.-
Paciencia y
esperanza, nos recomienda la Segunda Carta de
Pedro. Son dos
virtudes que se necesitan mutuamente, y mutuamente
se engendran y se sostienen. La paciencia es
impensable sin una esperanza en el horizonte. La
salvación ya está aquí, "está ya cerca de sus
fieles", nos dice el salmo 84. La esperanza alegra
y dinamiza la paciencia, llevándola hasta límites
insospechados. Dios, por ejemplo, “tiene mucha
paciencia con vosotros”, porque espera “que nadie
perezca”. Tengamos también paciencia nosotros, sin
límites, y crezca nuestra esperanza también sin
límites hasta que consigamos “un cielo nuevo y una
tierra nueva, en que habite la justicia”. Esta
feliz expresión recoge todos nuestros sueños y
utopías. ¡Cómo añoramos este mundo, la verdadera
tierra prometida! Asumamos este mensaje:
“esperad”. El tiempo no importa –un día o mil
años–, lo que importa es la intensidad y la
calidad: esperemos confiando en “la promesa del
Señor”, esperemos con “una vida santa y piadosa”,
esperemos siendo “inmaculados e irreprochables”.
La misericordia de Dios y la fidelidad del hombre
se encuentran, segura el salmo de hoy.
3.-
Llamada a la
renovación de vida.
Dios sigue viniendo hoy, a pesar de todo. Nos pide
que colaboremos con El: "preparad un camino al
Señor.... que las colinas se abajen…” Resulta
sorprendente que el “evangelio de Jesucristo”
comience con las obras y palabras del Precursor.
La razón es que en el Bautista han ido a parar
todas las palabras y promesas del Antiguo
Testamento, que ahora alcanzarán en Jesucristo su
última expresión y su cumplimiento. Hay una
coherencia entre lo que dice Juan y lo que hace,
entre su mensaje y su vida. Aparece en el desierto
llevando una vida nada convencional; aparece solo
frente a todo el pueblo. Así es el profeta. Abajar
las colinas es limitar nuestro orgullo y amor
propio y pensar primero en los demás. Juan llama a
penitencia, que quiere decir cambio de la mente y
del corazón, del hombre y de su contorno cultural.
El que hace penitencia se sumerge en el futuro de
Dios, que está viniendo, y deja atrás un hombre
viejo y un mundo viejo. Esto es lo que simbolizaba
el bautismo de Juan.
José María Martín OSA
www.betania.es
LAS VIRTUDES DE JUAN EL BAUTISTA
1.-
Juan bautizaba en
el desierto: predicaba que se convirtieran y se
bautizaran, para que se les perdonaran los
pecados. La
figura de Juan el Bautista es una de las figuras
más significativas del Adviento, tal como podemos
leer en los evangelios de este domingo y del
siguiente. Si, como hemos dicho, el Adviento es
tiempo de preparación y penitencia, Juan el
Bautista, el Precursor, predicaba con la palabra y
con el ejemplo una penitencia y una preparación
que terminara en la conversión y en el bautismo.
Él mismo era una persona convertida, que se había
retirado al desierto para prepararse al encuentro
con el Señor que iba a venir y del que él no era
digno ni de desatarle las correas de las
sandalias. La preparación de Juan el Bautista se
manifestaba en unas virtudes que eran, y siguen
siendo para nosotros, fundamentales en nuestra
vida cristiana. La sobriedad en el comer y en el
vestir. ¡Cuánto dinero inútil gastamos muchos de
nosotros en comprar vestidos que no necesitamos y
en comer más, o más caro, de lo que pudiéramos y
debiéramos! En las sociedades más avanzadas, los
roperos individuales están llenos de ropa que no
necesitamos, y casi un tercio de la comida que se
hace termina en los basureros, cuando existen
millones de personas que no tienen la comida
necesaria para vivir con dignidad. Otra verdad
destacadísima de Juan el Bautista fue la humildad.
No quiso nunca parecer el primero, porque sabía
que no era. La soberbia humana es la madre de la
avaricia y de muchos males de nuestra sociedad.
Por pura soberbia humana pretendemos aparecer lo
que no somos, humillamos al prójimo, y
desencadenamos conflictos y problemas muchas veces
dificilísimos después de resolver pacíficamente. A
ejemplo de Juan el Bautista, en este segundo
domingo de Adviento debemos nosotros fortalecer
nuestro propósito de conversión, siendo sobrios en
el comer y en el vestir, y siendo humildes,
generosos y solidarios con las personas más pobres
y desafortunadas que nosotros. Así nos
prepararemos para recibir el bautismo de Jesús, el
bautismo del Espíritu Santo, un bautismo que debe
ser un nuevo nacimiento, dando muerte al hombre
viejo y carnal que hay en nosotros y viviendo en
comunión con Cristo, como criaturas nuevas y
espirituales. Esto es prepararse dignamente para
la Navidad.
2.-
En el desierto
preparadle un camino al Señor: que los valles se
levanten, que los montes y colinas se abajen, que
lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale…
Como un pastor apacienta el rebaño, su mano los
reúne. Lleva en brazos los corderos, cuida de las
madres. También el profeta Isaías, como vemos en
este bello texto, es una figura distinguida en el
Adviento, en nuestro caminar hacia Dios. Y es que,
durante todo el año, pero de manera muy especial
en este tiempo de Adviento, debemos prepararnos
para nuestro encuentro con el Señor, nuestro Dios.
Debemos levantar los valles, es decir, no dejarnos
vencer por nuestras cobardías y debilidades,
levantar el ánimo; debemos abajar los montes y
colinas, es decir, rebajar nuestra soberbia y
vanidad; enderezar lo torcido e igualar lo
escabroso, es decir, corregir nuestros desvíos
sentimentales y pasionales, quitar las piedras
emocionales y de comportamiento que dificultan
nuestro caminar hacia Dios. Sabemos que en todo
esto nos dio buen ejemplo el Señor Jesús, nacido
en la pobreza de Belén, y señalándonos después con
su vida cuál debe ser nuestro verdadero camino de
vida. Jesús, como un buen pastor, nos alimenta con
su propia carne y sangre en la eucaristía, nos
cuida, nos dirige y nos protege de todo mal.
3.-
Queridos
hermanos: no perdáis de vista una cosa: para el
Señor un día es como mil años y mil años como un
día… Nosotros,
confiados en la promesa del Señor, esperamos un
cielo nuevo y una tierra nueva, en la que habite
la justicia. Tiene razón san Pedro, en lo que aquí
dice: el Señor es eterno, mil años no son nada
comparados con la eternidad. Lo que pasa es que
nosotros somos temporales y efímeros, y cada día,
para nosotros, es un mundo, y creemos y queremos
que las cosas se arreglen en un día. Aprendamos a
mirar las cosas desde la eternidad de Dios y
esperemos y creamos que las promesas de Cristo se
cumplirán. Habrá un cielo nuevo y una tierra
nueva, donde nosotros viviremos, aunque no sabemos
cuándo. También para nosotros, como lo era para
san Pedro, el Adviento, la espera de la venida
definitiva de Cristo, es un tiempo de esperanza.
La esperanza cristiana debe mantener y fortalecer
cada día nuestro caminar por esta vida. Sin
esperanza, la vida cristiana se derrumba; es
necesario que mantengamos siempre viva y activa
nuestra esperanza. La esperanza nos salva. Y que
el Señor nos muestre su misericordia y nos dé su
salvación, como nos dice el salmo 84.
Gabriel González del Estal
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CAMINOS EQUIVOCADOS
“Quiero y espero otra versión”. ¡Cuántas veces no
hemos escuchado esta coletilla! Y es que, las
cosas, se ven de distinta manera según quién nos
las cuente y sobre todo, si el que lo cuenta, lo
vive en propias carnes.
1.- Hoy, en esta época de adviento, entra en escena un personaje
singular: Juan Bautista. Llamaba la atención por
su forma de vestir, por su alimentación (un tanto
peculiar) y, sobre todo, por su forma de ser: no
cuidaba tanto de su cuerpo como de la esperanza
del Pueblo de Israel. Era una trompeta que rompía
de arriba abajo el silencio sobre el Mesías y
emplazando a la conversión; a mirar de otra forma
la venida del Salvador; a regresar de los palacios
de la injusticia, del todo vale o de la comodidad.
Y es que, este pregonero del desierto, previamente
había enderezado su propio camino con una
existencia nítida, radical y vociferaba a disponer
unos caminos dignos por los que, el Señor, pudiera
entrar. Y es que, muchos de los que añoraban a
Jesús –al igual que nosotros mismos– elegían las
avenidas más cómodas, y no precisamente las más
santas, para hacerse los encontradizos con El.
Dios venía por un camino y…el pueblo iba por otro.
En dirección contraria.
2.- ¿Cómo vestimos nosotros? ¿Con la piel de la oración o con el
oropel de la frialdad hacia Dios? ¿Con qué nos
alimentamos? ¿Con la Palabra y la Eucaristía o,
por el contrario, con todo aquello que es
agradable al paladar del ojo, de la boca, del
tener o del placer? ¿En qué dirección avanzamos?
¿Hacia la Navidad, Misterio de Amor, o hacia la
vanidad del disfrutar, gastar y derrochar?
Juan, en este segundo domingo de adviento, nos pone contra las
cuerdas. ¿Qué camino estamos construyendo para la
llegada del Salvador? ¿Nos preocupamos de despejar
la calzada de nuestra vida de aquellos escollos
(envidias, orgullo, soberbia, malos modos,
egoísmo….) que convierten nuestra fe en algo
irrelevante o simbólico?
En estos próximos días (aunque en algunos lugares ya lo han
llevado a cabo semanas atrás por intereses
meramente comerciales) se adornan las calles y
plazas como antesala de la Navidad. ¿Cómo vamos
adornar nuestra vida? ¿Hasta dónde estamos
dispuestos a iluminar el interior de cada uno de
nosotros para que, el Señor, cuando nazca pueda
entrar con todas las de la ley al fondo de
nuestras vidas y nacer de verdad?
4.- Ojala que en estos días que restan para el acontecimiento de
la Navidad no nos dejemos seducir por lo que
desvirtúa y mancilla la belleza y la grandeza de
esos días. Desde ahora, y con una profunda
revisión de nuestra vida cristiana nos
comprometamos, de la mano de Juan, en encauzar lo
que está torcido, iluminar lo que está oscuro,
retornar de senderos equivocados, agarrarnos al
poder y fuerza de la oración o pedirle al Señor
que nos ayude a convertirnos a Él arropados por
esa otra versión del mundo, de las personas, de
los acontecimientos, del amor y de la paz que nos
trae y nos da el Evangelio.
Equivocarse de caminos no es malo…siempre y cuando regresemos a
tiempo de ellos. ¡Adelante con el Señor!
Javier Leoz
www.betania.es
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