¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 2 8
de noviembre
de 2021
DOMINGO Iº DE ADVIENTO
Jeremías 33, 14-16 / Tesalonicenses 3, 12—4, 2
/ Lucas 21, 25-28. 34-36
Salmo Responsorial, Sal 24, 4-5a. 8-10. 14
R/. "A ti, Señor, elevo mi alma"
Santoral:
San Hilario, Santa Quieta, San Santiago de la
Marca
y San Andrés Trân Van Trông
LECTURAS DEL DOMINGO 2 8
DE NOVIEMBRE
DE 2021
DOMINGO I° DE ADVIENTO
Ciclo "C"
Haré brotar para David un germen justo
Lectura del libro de Jeremías
33, 14-16
Llegarán los días -oráculo del Señor- en que Yo
cumpliré la promesa que pronuncié acerca de la
casa de Israel y la casa de Judá:
En aquellos días y en aquel tiempo,
haré brotar para David un germen justo,
y él practicará la justicia y el derecho en el
país.
En aquellos días, estará a salvo Judá
y Jerusalén habitará segura.
y la llamarán así:
«El Señor es nuestra justicia».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
24,
4-5a. 8-10. 14
R.
A
ti, Señor; elevo mi alma.
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador.
R.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
Él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.
R.
Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza.
R.
Que el Señor fortalezca sus corazones
para el Día de la Venida del Señor Jesús
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Tesalónica
3, 12—4, 2
Hermanos:
Que el Señor los haga crecer cada vez más en el
amor mutuo y hacia todos los demás, semejante al
que nosotros tenemos por ustedes. Que Él
fortalezca sus corazones en la santidad y los haga
irreprochables delante de Dios, nuestro Padre, el
Día de la Venida del Señor Jesús con todos sus
santos. Amén.
Por lo demás, hermanos, les rogamos y les
exhortamos en el Señor Jesús, que vivan conforme a
lo que han aprendido de nosotros sobre la manera
de comportarse para agradar a Dios. De hecho,
ustedes ya viven así: hagan mayores progresos
todavía. Ya conocen las instrucciones que les he
dado en nombre del Señor Jesús.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Está por llegar la liberación
a
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas
21, 25-28. 34-36
Jesús dijo a sus discípulos:
Habrá señales en el sol, en la luna y en las
estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa
de la angustia ante el rugido del mar y la
violencia de las olas. Los hombres desfallecerán
de miedo ante la expectativa de lo que sobrevendrá
al mundo, porque los astros se conmoverán.
Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre
una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y
levanten la cabeza, porque está por llegarles la
liberación.
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los
excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la
vida, para que ese día no caiga de improviso sobre
ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a
todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para
quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así
podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
Palabra del Señor.
Reflexión
EL ADVIENTO LITÚRGICO Y EL ADVIENTO EXISTENCIAL
1.-
Dijo Jesús a sus
discípulos: Entonces verán al Hijo del hombre
venir en una nube. Cuando empiece a suceder esto,
levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra
liberación. El
Adviento litúrgico: Comenzamos hoy el tiempo
litúrgico de Adviento, que son las cuatro semanas
anteriores a la Navidad. La palabra “adviento”
significa llegada, venida; se refiere a la llegada
a este mundo de Jesús, llegada que sucedió hace ya
dos mil dieciocho años. Para que nosotros podamos
celebrar dignamente, en la liturgia, la llegada a
nuestro mundo de nuestro Señor Jesucristo es
necesario que meditemos y vivamos todo este tiempo
el mensaje de las lecturas de cada domingo. En el
evangelio de hoy, en concreto, se nos dice
literalmente que Jesús vino a nuestro mundo para
liberarnos. Es decir, que Jesús vino al mundo para
liberar al mundo y para liberarnos a cada uno de
nosotros del pecado y de la maldad con la que
todos nacemos. Si no intentamos liberar nuestro
corazón de todo pecado y de toda maldad, no
estamos celebrando con dignidad la liturgia de
cada domingo del Adviento.
2.-
El Adviento
existencial:
Toda nuestra vida puede ser considerada un
Adviento. Durante toda nuestra vida debemos
también vivir esperando la segunda venida de
nuestro Señor, que vendrá a liberarnos
definitivamente del pecado y de la maldad. También
durante todos los días de nuestra vida, no sólo
las cuatro semanas del Adviento, debemos mirar al
Hijo del hombre, que vendrá con poder y gloria al
final de los tiempos, como a un Cristo liberador.
Para la liberación del mundo de todo pecado y de
toda maldad, debemos cada uno de nosotros,
personal e individualmente, intentar purificar
cada día y cada minuto de nuestra existencia al
mundo en el que vivimos del pecado y de la maldad
que reina entre nosotros. Un cristiano, un
discípulo del Cristo liberador, no puede
conformarse con salvarse él individualmente. Como
les decía san Agustín a sus fieles “no quiero
salvarme sin vosotros”. Es decir, que todo
cristiano tiene que ser apóstol de la liberación
del mundo, porque fue para eso, fundamentalmente,
para lo que Cristo vino y vendrá en la segunda
venida a nuestro mundo. Sí, con nuestra oración y
con nuestro ejemplo debemos ser toda nuestra vida
liberadores y salvadores del mundo. Un
cristianismo que no fuera liberador del pecado y
del mal no sería verdadero cristianismo. Porque el
cristianismo ha sido y será siempre una religión y
una actitud personal de liberación y salvación del
mundo. Intentémoslo.
2.-
Que el Señor os
colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a
todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros…
de modo que os presentéis ante Dios, nuestro
Padre, santos e irreprochables en la venida de
nuestro Señor Jesús con todos los santos.
Esta primera carta del apóstol san Pablo a los
Tesalonicenses es la primera carta que escribe el
apóstol a una de las primeras comunidades
cristianas del siglo primero; realmente es el
primer escrito del Nuevo Testamento. Y es
interesante ver que la primera cosa que el apóstol
les dice a los cristianos es que se amen unos a
otros como él, san Pablo, les ha amado a ellos.
Así vemos que el amor mutuo y el amor a todos es
el primer mandamiento que debemos cumplir si
queremos presentarnos santos e irreprochables ante
el Señor Jesús en su segunda venida. Pues
apliquémonos nosotros estas primeras palabras que
el apóstol de los gentiles escribió a los
cristianos. Fijémonos que les dice que no
solamente se amen entre ellos, sino que amen a
todos, es decir, que el amor cristiano debe ser
siempre un amor universal, católico, a todas las
personas del mundo, porque todas las personas del
mundo son hermanos nuestros. Amemos a todas las
personas del mundo con amor cristiano, con amor
universal, aunque sean personas de otras
religiones, de otras razas, de otras lenguas. Esto
es algo que más de una vez nos resultará difícil
de hacer, pero es algo que no podemos omitir, si
queremos presentarnos santos irreprochables ante
el Señor en su segunda venida. Así lo hizo san
Pablo y así lo debemos hacer nosotros en nuestro
definitivo encuentro con el Señor Jesús, nuestro
salvador y nuestro liberador.
3.-
Ya llegan días en
que cumpliré la promesa que hice a la casa de
Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en
aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo
que hará justicia y derecho en la tierra.
Aunque al profeta Jeremías lo conocemos más como
profeta que anuncia calamidades, en este texto se
nos presenta como profeta de la esperanza. Nos
dice a todos que el vástago legítimo del rey
David, es decir nuestro Mesías, Jesús, vendrá a
imponer justicia y derecho en la tierra. Para
nosotros, los cristianos, Jesús es el Justo por
excelencia, por tanto si nosotros queremos ser
buenos discípulos de Jesús debemos ser ante todo
personas justas. La justicia debe ser para
nosotros una virtud primera, como consecuencia
precisamente de nuestro amor mutuo y de nuestro
amor a todos. El que no es justo con el prójimo y
con todos no podrá nunca decir que ama al prójimo
y a todos, es decir, que tiene un amor católico,
universal. Levantemos, pues, nuestra alma al
Señor, en este primer domingo de Adviento,
pidiéndole que sea nuestro liberador y nuestro
Salvador, como nos manda el salmo 24, el salmo
responsorial de hoy.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
VIVAMOS CON ESPERANZA: JESÚS VIENE A LIBERARNOS
1.-
Tiempos de crisis.
Comenzamos un nuevo año litúrgico. Nuestro mundo
actual está hecho de violentos contrastes. Los
maravillosos progresos de la tecnología no van
acordes con lo que parece ser un estancamiento o
retroceso de la cultura y la moral. Este mundo
podría ser mejor, pero sólo Dios le dará la
perfección total al fin de los tiempos, porque ni
la vida personal ni la manera de ver el mundo
tiene sentido si no damos cabida a Dios entre
nosotros. En Judá, en tiempo de Jeremías los jefes
políticos y religiosos vivían de espaldas a Dios.
Confiaban más en las alianzas con los grandes
imperios que en Dios. Se olvidaron de la ley y de
las tradiciones del pueblo. Los reyes históricos
decepcionaron las esperanzas que en ellos había
puesto el pueblo. Jeremías avisa de que sólo
volviendo a Dios vendría la salvación. Por eso
anuncia una Alianza nueva. A partir de ahora la
ley del Señor no permanecerá externa a su pueblo
–grabada en piedras o escrita en un libro–, sino
que será una fuerza interior infundida en el
corazón humano. Dios está dispuesto a perdonar al
pueblo. Promete que no faltará a David un sucesor.
Este es el “vástago legítimo”, que hará justicia y
derecho en la tierra. Anuncia la llegada de los
“tiempos mesiánicos”. Dios multiplicará la
descendencia de David. Jeremías no dice cuándo
sucederá esto. Nosotros sabemos quién va a
realizar la instauración de estos nuevos tiempos.
Es Jesús quien hará realidad la “Nueva Alianza”
sellada con su sangre.
2.-
Firmes en la
esperanza.
Pablo pide a los Tesalonicenses que sean fieles a
La alianza para agradar a Dios. Les exhorta a que
aspiren a la santidad. Es a la vez un ruego y un
llamamiento apremiante a progresar poco a poco y
crecer día a día hasta la meta final, que es la
llegada del Señor, acompañado de todos sus santos.
Deben mantenerse firmes y sin mancha. Desea que el
Señor los fortalezca para cuando vuelva Jesús. Más
adelante les dirá que debe velar y ser sobrios.
Pero no se trata de meterles miedo, porque Dios no
nos ha destinado al castigo, sino a la salvación
por medio de nuestro Señor Jesucristo. La
esperanza cristiana se abraza con el amor en su
dimensión universal, llegando más allá de toda
frontera, de toda discriminación y de todo
condicionamiento. Hay muchos cristianos
desanimados porque no ven a los jóvenes
participando en la Eucaristía, otros se sienten
desconcertados ante la falta de valores y la
desintegración de muchas familias, hay quien está
decepcionado porque ve una Iglesia demasiado
instalada y alejada del Evangelio. Ante esto optan
por la pasividad o resignación y niegan cualquier
posibilidad de cambio. Hoy la Palabra de Dios nos
alerta para que nos demos cuenta de que Jesús, el
Hijo del Hombre, viene a liberarnos de todas
nuestras dudas e incertidumbres. Él es nuestra
justicia y nuestra salvación.
3.-
Se acerca nuestra
liberación. El
tren de la esperanza va a pasar por delante de
nosotros, no lo perdamos, subamos a él y valoremos
todo lo bueno que vamos encontrando en nuestro
camino. Siendo nosotros también liberadores,
justos, alegres y solidarios podremos hacer que
todos los que en él viajamos podamos construir la
nueva humanidad que tanto anhelamos.
Los cristianos debemos aprender a interpretar los momentos más
difíciles de nuestra historia como pasos que nos
llevan a la liberación. “Orad incesantemente”, nos
dice Jesús mismo. Sin un diálogo permanente con
Dios en cada instante de nuestra vida es imposible
captar las Sorpresas de Dios hoy y las de mañana.
El creyente sólo se mantiene disponible a la
sorpresa de Dios si habla con Dios siempre:
durmiendo, levantándose, en la soledad y en la
compañía, en el trabajo y en el descanso, en las
alegrías y en las desolaciones, en el encuentro y
en la crisis. Sólo en la oración podremos
encontrar una respuesta adecuada a la sorpresa de
Jesús, que nos trae la liberación de todo aquello
que nos ata o nos oprime.
José María Martín OSA
www.betania.es
LA ESPERANZA TIENE UN NOMBRE :JESÚS
Comenzamos el adviento. Una herramienta espiritual
que nos arregla nos hace más permeables para
celebrar de verdad y en profundidad la próxima
Navidad.
- ¿Deseamos salvación?
- ¿La necesitamos?
- ¿Siente el superhombre actual, necesidad de ser
salvado por alguien?
Miremos un poco alrededor de nosotros.
Reflexionemos sobre el momento presente. ¿Acaso
–en muchas situaciones que contemplamos y sabemos
por los medios de comunicación social–
o que vivimos en propia carne, no son reflejo de
esa angustia, falta de aliento o de miedo por lo
que se nos avecina? ¿Hay algo tan peligroso como
el vacío del hombre que vaga sin sentido?
Nos hallamos en un momento incierto (no es
necesario enumerar de nuevo los acontecimientos
que nos preocupan) pero, el mundo,
nosotros…necesitamos una palabra de esperanza. De
Alguien que pueda levantarnos, sacudir nuestros
miedos, ponernos de pie. Ese, sin duda alguna, es
JESÚS.
1.- Los cristianos nos tenemos que estar atentos a la llegada del
Señor. No podemos permitir que, Jesús, pase de
largo. No podemos consentir que, el Señor, cuando
nazca, nos encuentre tan desalentados por los
acontecimientos que nos acosan. La Navidad, si
colocamos en el centro a Cristo, nos traerá un
horizonte de paz y de optimismo, de salvación y de
esperanza. ¿Nos ponemos de pie? ¿Nos ponemos de
pie para ver por dónde llega Jesús? ¿Queréis que
nos pongamos de pie para percibir por dónde nunca
vendrá el Señor?
--¡Adviento!
Necesitamos alejarnos un poco, de aquello que
fascina nuestros sentidos pero que crea ansiedad
en el corazón. No hay peor cosa que relajar de tal
manera nuestra vida cristiana que (volviendo a lo
de antes) pase el Señor, nazca el Señor y nos
encuentre tan embobados por las apariencias o
atenazados por tantos problemas…que no disfrutemos
de su llegada.
--¡Adviento!
No tenemos miedo a que el sol se venga sobre
nuestras cabezas. No nos infunde temor, que la
luna se resquebraje en dos. No temblamos por el
hecho de que, las estrellas, olviden un día su
fulgor….
Nuestras desconfianzas son distintas pero iguales en el fondo: la
economía, el paro, la inseguridad ciudadana, la
moral a la carta, el terrorismo, la frágil
situación del mundo, la apatía o crítica ante lo
religioso, los conflictos sociales. ¿Acaso, todo
esto, no necesita de una mano que nos ayude a
reconducirlo? Jesús, nos da fuerzas para afrontar
todos estos retos. Viene, debajo de su brazo, con
el pan de la alegría, del amor, de la serenidad,
de la fe. Nos invita a verle compartiendo nuestras
luchas y dudas, incertidumbres y fracasos,
desasosiegos y tristezas.
2.- No podemos vivir colapsados por las situaciones que nos toca
vivir. No podemos cohibirnos por las dificultades
o por los vicios a los que estamos enganchados. El
Señor, en este primer domingo de adviento, nos
invita a ponernos en pie. En marcha. En vigilancia
activa.
¡Viene el Señor!
Y, si el Señor llega, es porque quiere compartir
nuestra condición. Porque desea poner una luz en
el fondo del túnel oscuro en el que se encuentra
perdida gran parte de la humanidad.
¡Viene el Señor!
Y, si el Señor se presenta, es porque nos ve
agobiados. A veces sin esperanza. Otras tantas…
sin ilusión.
¡Viene el Señor!
Y, si el Señor se manifiesta, que por lo menos nos
encuentre divisando (con la oración, la
contemplación y la fe) el horizonte por donde El
sale a nuestro encuentro.
Frente al caos no caben los lamentos. Ante la dura realidad,
Jesús es nuestra respuesta y nuestra esperanza.
Javier Leoz
www.betania.es
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