¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo,
14
de Mayo de 2023
SEXTO DOMINGO DE PASCUA
Hechos 8, 5-8. 14. 17 / 1 Pedro 3, 15-18
/ Juan 14, 15-21
Salmo Responsorial, Sal 65, 1-3a. 4- 7a. 16. 20
R/. “¡Aclame al Señor toda la tierra!”
Santoral:
San Matías, San Pacomio, San Miguel Garicoïts,
Santa Aglae y San Bonifacio, San Isidoro,San
Poncio
LECTURAS DEL DOMINGO 14 DE MAYO DE 2023
SEXTO DOMINGO DE PASCUA
Les impusieron las manos
y recibieron el Espíritu Santo
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
8, 5-8. 14-17
En aquellos días:
Felipe descendió a una ciudad de Samaría y allí predicaba a
Cristo. Al oírlo y al ver los milagros que hacía,
todos recibían unánimemente las palabras de
Felipe. Porque los espíritus impuros, dando
grandes gritos, salían de muchos que estaban
poseídos, y buen número de paralíticos y lisiados
quedaron sanos. y fue grande la alegría de aquella
ciudad.
Cuando los Apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que los
samaritanos habían recibido la Palabra de Dios,
les enviaron a Pedro y a Juan. Estos, al llegar,
oraron por ellos para que recibieran el Espíritu
Santo. Porque todavía no había descendido sobre
ninguno de ellos, sino que solamente estaban
bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces
les impusieron las manos y recibieron el Espíritu
Santo.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
65, 1-3a. 4- 7a. 16. 20
R.
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!» R.
Toda la tierra se postra ante ti,
y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los hombres.
R.
Él convirtió el Mar en tierra firme,
a pie atravesaron el Río.
Por eso, alegrémonos en Él,
que gobierna eternamente con su fuerza.
R.
Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
yo les contaré lo que hizo por mí:
Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración
ni apartó de mí su misericordia. R.
Entregado a la muerte en su carne,
fue vivificado en el Espíritu
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pedro
3, 15-18
Queridos hermanos:
Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre
dispuestos a defenderse delante de cualquiera que
les pida razón de la esperanza que ustedes tienen.
Pero háganlo con suavidad y respeto, y con
tranquilidad de conciencia. Así se avergonzarán
todos aquéllos que difaman el buen comportamiento
que ustedes tienen en Cristo, porque ustedes se
comportan como servidores de Cristo. Es preferible
sufrir haciendo el bien, si ésta es la voluntad de
Dios, que haciendo el mal.
Cristo padeció una vez por los pecados -el Justo por los
injustos- para que, entregado a la muerte en su
carne y vivificado en el Espíritu, los llevara a
ustedes a Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Yo rogaré al Padre,
y Él les dará otro Paráclito
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
14, 15-21
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
y Yo rogaré al Padre,
y Él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad,
a quien el mundo no puede recibir,
porque no lo ve ni lo conoce.
Ustedes, en cambio, lo conocen,
porque Él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos,
volveré a ustedes.
Dentro de poco el mundo ya no me verá,
pero ustedes sí me verán,
porque Yo vivo y también ustedes vivirán.
Aquel día comprenderán que Yo estoy en mi Padre,
y que ustedes están en mí y Yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple,
ése es el que me ama; ;
y el que me ama será amado por mi Padre,
y Yo lo amaré y me manifestaré a él.
Palabra del Señor.
Reflexión
DAR RAZÓN DE NUESTRA ESPERANZA
1.-
Llamados a
anunciar el evangelio a todos.
Felipe, ya nombrado diácono-servidor de la
comunidad, va a predicar a Samaria. Anuncia a los
samaritanos que Jesús es el Mesías que ellos
también esperaban. Su palabra va acompañada de la
acción, la misma acción de Jesús: saca los
espíritus malignos y da la salud a los inválidos.
El resultado de la predicaci6n de Felipe es la
alegría, tema típico de Lucas. Es la alegría
propia de los últimos tiempos, del momento en que
Dios interviene decisivamente en la historia
humana. Ante el resultado de la predicación de
Felipe, los apóstoles envían a unos representantes
a confirmar en la fe a aquellos que han hecho caso
de Felipe y han sido bautizados en el nombre de
Jesús. En este caso, la imposición de manos
comporta recibir el don del Espíritu. Las manos,
junto con la palabra, son uno de los medios más
expresivos del lenguaje del hombre. El gesto de
poner las manos sobre la cabeza significa
transmitirle a otro algo que pertenece o está
relacionado con la propia personalidad del que lo
impone. Es el gesto de quien desea introducir algo
en la totalidad de la persona de otro. En este
texto se trata del Espíritu de Jesús, verdadera
fuerza por la que Dios actúa en la historia
humana. El sacramento de la confirmación hoy
compromete al que lo recibe a mantener a Cristo
vivo y operante en nuestro mundo.
2.-
Dar razón de
nuestra esperanza.
El Salmo 65 es una invitación a contemplar las
maravillas de Dios, a admirarse por ellas y dar
gracias. Recuerda la maravilla fundamental del
éxodo, pero recuerda sobre todo que Dios continúa
actuando sin negar nunca su amor a quien se dirige
a Él. Pedro en su carta nos exhorta a estar
siempre dispuestos para dar razón de nuestra
esperanza a cuantos pregunten por ella. Estamos en
deuda con todos y a todos debemos una respuesta.
Pues somos responsables de la esperanza del mundo
y sus testigos, sus mártires. Pero ¿qué debemos
entender por "dar razón de nuestra esperanza"?
Desde luego, no es lo mismo que dar razones para
que los otros esperen lo que nosotros mismos no
esperamos. Dar razón de la esperanza es mostrar
que esperamos con paciencia en situaciones
desesperadas y en la misma muerte. El que quiera
dar razón de la esperanza, lo ha de hacer siempre
con mansedumbre, pues la agresividad no puede ser
nunca señal de la esperanza, sino del miedo. Se ha
de hacer con respeto, con todo el respeto que
merecen los que preguntan y, sobre todo, con el
respeto que debemos al Evangelio. Esto nos obliga
a decirlo todo y a practicarlo todo, sin mutilar
el evangelio, ni avergonzarse de él.
3.-
Jesús no nos deja
solos. Antes
incluso de su muerte, Jesús anuncia que deben
estar preparados para recibir de El su presencia y
su ayuda de otra manera. El mensaje de Jesús en
este tiempo pascual es claro: "Vosotros -les dice-
viviréis, porque yo sigo viviendo". ¿Qué significa
esto? Que la muerte de Jesús es la entrega de su
vida y el que da la vida la gana para él y para
los que le aman, que Jesús en su muerte da la vida
por sus discípulos y a sus discípulos. La hora de
su despedida es la hora de su entrega: en
adelante, privados de la presencia física del
maestro, los discípulos reciben la herencia del
Espíritu Santo y el regalo inapreciable de la
nueva presencia de Jesús resucitado. Según el
evangelista Juan, Dios pide al hombre dos
actitudes fundamentales: fe y amor. Esta respuesta
del hombre al Evangelio comprende ya la plenitud
de la nueva ley. Una fe vivida en el amor y un
amor operante por la obediencia buscada a la
Palabra del Señor constituyen aquella comunión de
vida con Jesús que se presupone para que se
cumplan las promesas que él hace a sus discípulos.
Numerosos santos han subrayado en sus escritos
este aspecto: "Ama y haz lo que quieras", nos dice
San Agustín. Jesús no nos deja solo en la tarea de
anuncia la Buena Noticia de su amor. Nos envía el
Espíritu Santo para fortalecernos. La palabra
"paráclito" es un término jurídico para designar
al abogado defensor. Con su ayuda es posible vivir
desde el amor y mantener nuestra esperanza.
José María Martín OSA
www.betania.es
EL QUE AMA A CRISTO VIVE SEGÚN EL ESPÍRITU DE
CRISTO, EL ESPÍRITU DE LA VERDAD
1.-
Si me amáis,
guardaréis mis mandamientos.
Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor que
esté siempre con vosotros, el Espíritu de la
Verdad. Los cristianos debemos tener siempre en
cuenta que para nosotros Cristo es el camino, la
verdad y la vida. Sólo a través de Cristo podemos
llegar al Padre, sólo en Cristo encontraremos la
Verdad y sólo en Cristo tendremos verdadera vida.
En nuestra vida ordinaria, en nuestra vida de cada
día, como ciudadanos que somos tenemos que
convivir con múltiples verdades, que sólo son
verdades a medias, verdades relativas, pero que no
son en ningún caso la verdad absoluta. El mundo en
el que vivimos no tiene la Verdad; sólo tiene
verdades a medias, medias verdades que son medias
mentiras. La única verdad absoluta es Cristo. Lo
mismo podemos decir del camino y de la vida:
Cristo es para nosotros el único camino recto para
llegar a Padre, la única vida verdadera. Pretender
amar a Cristo y no vivir según el espíritu de
Cristo es una contradicción. Porque amar a Cristo
es comulgar con Cristo, vivir en continua comunión
espiritual con él, guardar sus mandamientos. Quien
dice que ama a Cristo y no guarda sus mandamientos
es un mentiroso. Y no olvidemos que el amor a
Cristo sólo es completo si incluye el amor al
prójimo. Debemos amar al prójimo como Cristo nos
amó a nosotros, con amor gratuito, generoso,
pensando siempre en dar, más que en recibir.
Siempre encontraremos en nuestro entorno personas
de, de alguna manera, nos necesitan. Debemos saber
descubrirlas y saber amarlas, tratando de
ayudarles de la mejor manera que sepamos y
podamos. Esto es vivir en el espíritu de la
Verdad, en el Espíritu de Cristo. El amor
cristiano siempre es amor a Dios y amor al
prójimo. Al que ama a Dios de esta manera, nos
dice Cristo que “mi Padre le amará, y yo también
le amaré y me revelaré a él”.
2.-
En aquellos días,
Felipe bajó a la ciudad de Samaría y predicaba
allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación
lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de
los signos que hacía y los estaban viendo.
El gentío creía en el diácono Felipe, porque veía
lo que hacía y escuchaba lo que decían de él. Y es
que se cumplía el dicho: las palabras mueven, los
ejemplos arrastran. El diácono Felipe hablaba y
actuaba lleno del Espíritu Santo, del espíritu de
la Verdad, predicaba la resurrección de Jesús y
hacía prodigios en su nombre. El comportamiento
del diácono Felipe debe servirnos a nosotros de
ejemplo y meditación: no se trata sólo de hablar,
sino de hablar y actuar en el nombre del Señor
Jesús. Jesús es nuestro único modelo completo de
comportamiento, es nuestro camino, nuestra verdad
y nuestra vida. En el tema espiritual y de acción
y predicación cristiana no tenemos que inventar
cosas nuevas, sino hablar y actuar en nombre del
que es nuestro modelo. Así hablaron y actuaron los
apóstoles y discípulos del Maestro, los santos y
grandes predicadores cristianos de todos los
tiempos. Hagamos nosotros lo mismo, aunque en cada
época tengamos que variar los métodos y usos
propios del tiempo en el que nosotros hablamos y
actuamos.
3.-
Estad siempre
prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo
el que os la pidiere, pero con mansedumbre y en
buena conciencia.
La esperanza cristiana es nuestra esperanza
fundamental, la que debe animar y dar sentido a
todas nuestras otras esperanzas. Vivimos en un
mundo en el que las esperanzas que predican los
medios de comunicación son casi siempre esperanzas
políticas, o económicas, o deportivas. En esta
situación, los cristianos de hoy, cuando
predicamos nuestra esperanza cristiana debemos
hacerlo con mansedumbre y en buena conciencia. No
se trata de avasallar, o despreciar las esperanzas
mundanas de cada día, sino de saber establecer un
orden de esperanzas. Lo primero es lo primero, y
lo primera para los cristianos es la esperanza
cristiana; esta esperanza es la que debe apoyar y
fundamentar todas nuestras otras esperanzas.
Debemos predicar nuestra esperanza cristiana con
valentía y decisión, nunca con orgullo o
prepotencia, siempre son mansedumbre, sencillez y
buena conciencia. Esto es lo que les decía san
Pedro a aquellos primeros cristianos, que vivían
ciertamente en un mundo hostil y difícil para
ellos: que no se desanimaran, que mantuvieran
firme su esperanza y que a todo el que se la
pidiere le propusieran su esperanza cristiana con
mansedumbre, pero sin titubeos, y que si tenían
que sufrir por ello lo hicieran pensando en
Jesucristo. Porque, decía san Pedro, “es mejor
padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de
Dios, que padecer haciendo el mal”. El mundo en el
que nosotros vivimos no es más difícil para los
cristianos de hoy que el mundo en el que vivía san
Pedro y los primeros cristianos de su época. Si
también nosotros tenemos que sufrir por hacer el
bien, hagámoslo en nombre de nuestro Señor Jesús,
como hicieron los primeros cristianos.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
EL AMOR LO ILUMINA TODO
Cumplir los mínimos y quedarnos en ellos resulta
fácil (aunque no siempre lo hagamos) porque entre
otras cosas nos evitan mayores esfuerzos. Pero
cuando nos proponemos metas más altas, cuando nos
las ingeniamos para superarnos a nosotros mismos,
el resultado entonces es de una doble
satisfacción: hemos cumplido y, además, lo hemos
hecho con sobresaliente.
1. Ya, el domingo pasado, Jesús nos decía que un camino, una
verdad y una vida nos aguardaba y apostábamos
fuerte por Él. Pero la pregunta es la siguiente:
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo entrar en ese camino? ¿Cómo
defender esa verdad? ¿Cómo sostener esa vida?
El Evangelio de hoy nos da la clave: con la llave del amor. “Un
mandamiento nuevo os doy” (Jn 13:34). ¿Sólo uno?
¡Sí! ¡Uno! Pero claro, con coletilla: “amando como
yo os he amado” ¡Casi na!
2. Jesús nos ofrece el secreto para permanecer en su persona como
camino. Avanzando por los senderos de nuestra
existencia tendremos que mirar a un lado y a otro.
Nada de lo que ocurra, especialmente si es con el
color del dolor, nos podrá resultar indiferente.
Ya el Papa Francisco nos lo recuerda
insistentemente desde el inicio de su pontificado:
“hay que salir a las periferias”. Malo será que
por ir deprisa, por mirar hacia adelante, por
pretender alturas y grandezas….dejemos de lado al
Jesús que se encuentra al borde del camino.
3. Jesús, como verdad, nos exige huir de nuestras falsedades. El
amor ilumina la verdad y, la verdad, hace más
transparente el amor. El amor por lo tanto, si es
como Dios manda, se convertirá en medidor de
nuestra verdad. ¿Amas? ¿Te brindas a los demás?
¿Es el amor la verdad de tu día a día o, tal vez,
algo extraordinario? Para que Jesús sea la verdad
de nuestro corazón tendremos que cultivar en su
interior la perla del afecto sin pausa y sin
tregua, el cariño sin recompensa y sin más interés
que el deber cumplido.
4. Jesús, como vida, nos alienta a vivir amando. Amar a los de
cerca es fácil y difícil. Fácil porque, entre
otras cosas, ponemos coto al amor. Pero la vida
cristiana nos exige dar un segundo salto: hay que
atrapar por amor incluso a los que se encuentran
más lejos de nosotros.
Jesús, teniendo a un Judas a su mesa, lo amó y le entregó su
cuerpo. ¡Dos veces lo tomó Judas! Una para
comulgarlo en la mesa de Jueves Santo y, otra más,
para venderlo por 30 monedas de plata. ¿Cuántas
veces tomamos nosotros a Cristo? ¿Una, dos, tres,
cuatro? Cada uno debiéramos de responder: amamos a
Cristo vendiéndolo o, por el contrario,
defendiéndolo con una vida noble, sensata y
cristiana.
5.- ¿Qué diferencia hay entre el amor humano y el amor divino?
Preguntaba un párroco a sus fieles. Y, una
anciana, al finalizar la misa le respondió: “que
el amor humano es limitado, sirve a quien quiere y
pronto se agota; el amor divino no mira a quien se
hace el bien y, cada vez que lo hace, tiene
necesidad de seguir haciéndolo aunque no sea
recompensado”. Dramas y vacíos, miserias y
complejos.
Cerca de la Ascensión del Señor, y viendo la que se nos viene
encima, el Señor nos va fortaleciendo con
vitaminas que serán necesarias para ser fieles en
aquello que decimos creer, esperar y vivir. Y es
que, mientras estamos en este mundo, la vida
cristiana es eso: un constante descubrir lo que
Dios nos ofrece.
Javier Leoz
www.betania.es
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