¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo,
11
de Febrero de 2024
DOMINGO 6º DURANTE
EL AÑO
Levítico 13, 1-12. 44-46 / 1 Corintios 10, 31—11, 1
/ Marcos 1, 40-45
Salmo Responsorial Sal 31, 1-2. 5. 11
R/. "¡Me alegras con tu salvación, Señor!"
Santoral:
Nuestra Señora de Lourdes,
San Benito de Aniano y San Adolfo
LECTURAS
DEL DOMINGO 1 1
DE FEBRERO DE 2024
DOMINGO 6º
DURANTE
EL AÑO
El leproso vivirá apartado
y su morada estará fuera del campamento
Lectura del libro del Levítico
13, 1-12. 44-46
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
Cuando aparezca en la piel de una persona una hinchazón, una erupción o
una mancha lustrosa, que hacen previsible un caso de lepra, la persona
será llevada al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes.
La persona afectada de lepra llevará la ropa desgarrada y los cabellos
sueltos; se cubrirá hasta la boca e irá gritando: «¡Impuro, impuro!». Será
impuro mientras dure su afección. Por ser impuro, vivrá apartado y su
morada estará fuera del campamento.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 31,
1-2. 5. 11
R.
¡Me
alegras con tu salvación, Señor!
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
Y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez! R.
Pero
yo reconocí mi pecado,
no
te escondí mi culpa,
pensando:
«Confesaré mis faltas al Señor».
¡Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R.
¡Alégrense en el Señor,
regocíjense los justos!
¡Cante jubilosos
los rectos de corazón! R.
Sigan mi ejemplo,
así como yo sigo el ejemplo de Cristo
Lectura de la primera carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto
10, 31—11,1
Hermanos:
Sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo
todo para la gloria de Dios.
No sean motivo de escándalo ni para los judíos ni para los paganos ni
tampoco para la Iglesia de Dios.
Hagan como yo, que me esfuerzo por complacer a todos en todas las cosas,
no buscando mi interés personal, sino el del mayor número, para que puedan
salvarse.
Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
La lepra desapareció y quedó purificado
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
1, 40-45
Se le acercó un leproso a Jesús para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas,
le dijo: «Si quieres, puedes purificarme». Jesús, conmovido, extendió la
mano y lo tocó diciendo: «Lo quiero, quda purificado». Enseguida la lepra
desapareció y quedó purificado.
Jesús los despidió, advirtiéndole severamente: «No le digas nada a nadie,
pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la
ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Sin embargo, apenas se fue, empezó a proclamarlo a todo el mundo,
divulgando lo sucedido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar
públicamente en ninguna ciudad, sino que debía quedarse afuera, en lugares
desiertos. Y acudían a Él de todas partes.
Palabra del Señor.
Reflexión
COMPARTE LO QUE IMPORTA
1.-
El amor está por
encima de toda ley.
Marcos nos muestra de nuevo a Jesús haciendo
realidad la Buena Noticia. Enseñaba con autoridad,
expulsaba demonios y curaba en sábado. El hombre
está por encima del sábado. El amor está por
encima de la ley. Hoy vemos cómo cura a un
leproso. Era una desgracia en aquel tiempo
contraer la enfermedad de la lepra, no sólo por el
sufrimiento físico, sino sobre todo por la
marginación social y religiosa a la que estaban
sometidos los leprosos. Se les consideraba como
personas “apestadas”, eran separados de la
comunidad y del culto y tenían que vivir alejados
de todos, como “excomulgados”. La lepra, decían,
era consecuencia de su pecado, el castigo por su
mala conducta, tenían que tocar una campanilla y
gritar cuando pasaban por un camino: ¡Impuro,
impuro! Quizá lo hacían para evitar el contagio,
pero no cabe duda de que la actitud ante ellos era
sumamente humillante y vejatoria.
2. –
Mira con los ojos del corazón.
Jesús ve lo que está sufriendo el leproso a causa
de la enfermedad y de su discriminación social y
religiosa. Se acerca al leproso y le toca con su
mano. Dos actitudes, dos verbos entre los muchos
que emplea Marcos en su evangelio: acercarse y
tocar. Un ejemplo para nosotros y una llamada de
atención: tenemos que acercarnos al necesitado,
acogerle con cariño y estar dispuestos a tenderle
nuestra mano. Las manos sirven a veces para
golpear, para rechazar, para desplazar al otro.
Jesús emplea su mano para perdonar, para acoger,
para ayudar, para apoyar al que se tambalea, para
guiar al que no encuentra el camino. Jesús ha
unido el mandamiento del amor a Dios con el de
amor al prójimo. Amar, según es “ocuparse del otro
y preocuparse por el otro”. Se trata de un amor
oblativo, que se entrega al otro, es decir del
amor entendido como “agapé”, auto donación
gratuita y generosa al hermano. Dios nos ama
personalmente y apasionadamente. Lo ha demostrado
en Jesús de Nazaret y lo podemos comprobar en la
curación del leproso. Su amor está por encima de
la justicia humana. Frente a la legislación
rigurosa y discriminatoria que excluía a los
leprosos, Jesús actúa con misericordia –poniendo
el corazón en la miseria–. El cura y, sobre todo,
pone sus ojos de amor en aquel hombre. Hemos de
aprender a mirar no con nuestros ojos, sino desde
los ojos y sentimientos de Jesús, que se fija en
el necesitado y sale a su encuentro. Sólo pide fe,
la confianza del leproso, que le dice: “Si
quieres, puedes curarme”. Y Jesús....le devolvió
la salud y la dignidad.
3. – “Comparte
lo que importa”.
Hoy se celebra la “Campaña Contra el Hambre de
Manos Unidas”. Para los cristianos la caridad no
es una especie de actividad de asistencia social,
que se podría dejar a otros, sino que es algo que
pertenece a su naturaleza y a su esencia. La
Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En el
mundo no debe haber nadie que sufra por falta de
alimentos. Es necesario luchar por la justicia y
por una sociedad más equitativa. Por eso este año
Manos Unidas nos propone este lema: ‘Comparte lo
que importa’. En la campaña se alude al poder de
las redes sociales para dar a conocer la situación
de las 815 millones de personas que pasan hambre
en el mundo. Desde hace un año ha crecido el
número de los hambrientos. Los Objetivos del
Milenio no se han cumplido. Con esta campaña, la
ONG cerrará un ciclo de tres años centrados en dar
respuesta a las causas y problemas que provocan el
hambre en el mundo y en reclamar mayor acceso a
los alimentos, una producción más sostenible y
propuestas contra la pérdida y el despilfarro. Se
nos invita a compartir información, nuestro
tiempo, recursos, actitudes positivas y otras
alternativas para acabar con la lacra del hambre.
Esto es lo importante que hay que compartir. Lo
que importa de verdad es la persona.
José María Martín OSA
www.betania.es
PARA JESÚS LA PUREZA O IMPUREZA NO ESTÁ EN LA LEY,
SINO EN EL CORAZÓN
1.-
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso,
suplicándole de rodillas: si quieres, puedes
limpiarme. Jesús, sintiendo lástima, extendió la
mano y lo tocó, diciendo: quiero, queda limpio.
Si queremos ver el concepto de pureza que tenía
Jesús, miremos al evangelio de hoy; si queremos
ver el concepto de pureza que prescribía la Ley,
miremos al texto del Levítico, tal como leemos hoy
en la primera lectura. Jesús, ante un leproso que
le pide, de rodillas, que le cure, se olvida de la
Ley y escucha lo que dicta su corazón compasivo.
Sí, Jesús cura al leproso porque le ama, y su
corazón compasivo le pide que, ante la enfermedad
de esta persona, no tenga en cuenta la Ley. Para
Jesús, es más importante la salud de una persona
que le pide curación, que el cumplimiento de la
Ley. Por supuesto que el cumplimiento de las leyes
justas es algo obligatorio para las personas, en
circunstancias normales. Debemos respetar las
leyes y cumplirlas, siempre que no se opongan o
vayan en contra del bien de los ciudadanos. No
siempre nos va a resultar fácil discernir, pero,
como decían ya algunos filósofos antiguos, buscar
el bien de la persona es un valor absoluto, porque
la persona tiene un valor absoluto. El ejemplo de
Jesús, en el evangelio de este domingo, curando al
leproso, nos parece maravilloso, porque vemos el
amor compasivo de Jesús hacia las personas
enfermas y doloridas. Repito, que para nosotros el
discernimiento no siempre nos resultará fácil,
pero procuremos que, ante el dolor o el
sufrimiento de las personas, mostremos siempre un
corazón compasivo y misericordioso, como el de
Jesús.
2.-
El que haya sido
declarado enfermo de lepra andará harapiento y
despeinado, con la barba tapada y gritando:
“impuro, impuro”. Mientras le dure la afección,
seguirá impuro: vivirá solo y tendrá su morada
fuera del campamento.
Para juzgar este texto del
Levítico sobre el comportamiento que debían tener
los leprosos ante los demás y los demás ciudadanos
respecto a los leprosos, tenemos que saber el
tiempo y el lugar en el que este texto fue
escrito. En aquel tiempo, la sociedad pensaba que
la lepra era una enfermedad contagiosa por
contacto y, en consecuencia, el que se acercaba a
un leproso y lo tocaba quedaba automáticamente
contagiado de lepra. La ley estaba dada por el
bien de las personas sanas, para que no se
contagiaran y el que los leprosos quedaran
marginados de la sociedad y estuvieran obligados a
gritar su impureza, evitando entrar en contacto
con personas sanas les parecía una consecuencia
inevitable. Jesús sabe todo esto, por supuesto, y,
aun sabiéndolo, opta por la persona enferma, la
toca, la cura y, como él no era sacerdote, les
manda a los leprosos que vayan a comunicárselo a
los sacerdotes, para que estos les declaren
curados. Jesús hace una auténtica opción por los
enfermos y marginados de la sociedad, siendo muy
consciente de que su comportamiento es contrario a
lo que mandaba la Ley judía. Que cada uno de
nosotros saque las consecuencias que crea más
convenientes para su comportamiento ante las
personas más pobres, marginadas y vulnerables
dentro de nuestra sociedad.
3.-
Hermanos: cuando
comáis o bebáis o hagáis cualquier cosa, hacedlo
todo para gloria de Dios. Seguid mi ejemplo como
yo sigo el de Cristo.
San Pablo se refiere concretamente a los
cristianos que comían o bebían alimentos impuros,
porque eran alimentos que habían sido sacrificados
previamente a los ídolos. Algunos cristianos, que
venían del paganismo, seguían esta costumbre y no
la creían contraria al cristianismo. San Pablo les
dice a todos que toda comida es, en sí misma, pura
y que lo importante es que hagan todo para gloria
de Dios, no apartando a nadie, por esta causa, de
la salvación. Así lo hace, de hecho él mismo.
Quedémonos nosotros con esta frase: “hagamos todo
para gloria de Dios”. Lo importante, en la comida
y en todo lo demás, es ayudar a los demás a amar a
Dios y al prójimo, esto es hacer todo para gloria
de Dios. También san Ignacio de Loyola tenía esto
muy claro cuando mandaba a sus frailes que
hicieran todo “a la mayor gloria de Dios”.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
POR SER DIFERENTES
Que la fe sana, cuando se cree y se toma como
opción de vida, es un hecho irrefutable. Quien se
acerca a Cristo –además de empuje hacia el
espíritu de las bienaventuranzas–
siente que, la fe, reconforta, anima, levanta,
cura y dignifica.
1.- La lepra personifica en los tiempos que vivimos a toda
persona que se duele y llora por las situaciones
de contradicción que se dan en el mundo. Por tanta
exclusión e injusticia fruto de la intolerancia o
de los intereses que convierten automáticamente a
unos en buenos y a otros en malos. Unos son
colocados en el escaparate, como referencia y
encarnación de los valores que emergen en una
sociedad caprichosa, y otros son desterrados
porque –sus exigencias o su modo de vida– pueden
resultar chocantes o calificados incluso de
“peligrosos”.
Hay muchos descartes en nuestra sociedad y muchos intentos
ideológicos de silenciar a los que no hacen orfeón
o secundan iniciativas amparadas por leyes de
turno. Existen muchas iniciativas de apartar a los
“nuevos leprosos” porque no dicen lo que la
sociedad quiere oír ni actúan como la sociedad
dicta.
2.- Una vez más, como en tiempos de Jesús, la perseverancia y la
mano de Dios salen al paso de aquellos que saben
que, sólo Dios, es capaz de responder con
generosidad cuando el mundo rechaza o abandona.
Miremos un poco a nuestro alrededor. ¿Qué se enaltece? ¿Qué se
valora? ¿Qué se desprecia? ¿Qué se margina? ¿Qué
se recompensa?
--La eucaristía de cada domingo,
el encuentro con la Palabra y con el Resucitado,
nos inyecta a los cristianos la fuerza necesaria
para insertarnos de nuevo, con impulso renovado y
claro, en una sociedad donde no siempre predomina
el bien común. Recordemos que hemos de ser sal
(aunque pique) y luz (aunque deslumbre).
--La oración, personal o comunitaria,
nos brinda esa oportunidad para recuperarnos de
otros tantos rechazos cuando presentamos, con
respeto pero con valentía, nuestra forma de
entender el mundo, la sociedad, el hombre, etc.,
desde la fe.
--El testimonio, de lo que llevamos dentro, de nuestra experiencia de Dios, nos exige pregonar que con
Jesús nos sentimos bien. Que haber encontrado a
Dios, lejos de ser una preocupación, nos ayuda a
llenar huecos peligrosos en nuestra vida. Nos
invita a quemarnos, no hacia dentro, y sí hacia
fuera, para que otros hermanos nuestros –con
abundancia de lepra materialista, hedonista,
individualista, pobreza, malos tratos, etc. –
puedan salir de ese estadio y reincorporarse de
nuevo a la vida o dejar que otros compartan su
misma buena suerte. ¿Acaso no merece la pena?
Pongamos algo de nuestra parte.
Javier Leoz
www.betania.es
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