¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 5 de febrero de 2023
DOMINGO 5º DURANTE EL AÑO
Del
propio
-
Verde
Isaías 58, 7-10 / 1 Corintios 2, 1-5
/ Mateo 5, 13-16
Salmo Responsorial, Sal 111, 4-9
R/. "Para los buenos brilla una luz en las
tinieblas"
Santoral:
Santa Agueda y San Felipe de Jesús
LECTURAS DEL
DOMINGO 5 DE FEBRERO DE 2023
DOMINGO 5º
DURANTE EL AÑO
Despuntará tu luz como la aurora
Lectura del libro de Isaías
58, 7-10
Así habla el Señor:
Si compartes tu pan con el hambriento
y albergas a los pobres sin techo,
si cubres al que ves desnudo
y no te despreocupas de tu propia carne,
entonces despuntará tu luz como la aurora
y tu llaga no tardará en cicatrizar;
delante de ti avanzará tu justicia
y detrás de ti irá la gloria del Señor.
Entonces llamarás, y el Señor responderá;
pedirás auxilio, y Él dirá: «¡Aquí estoy!»
Si eliminas de ti todos los yugos,
el gesto amenazador y la palabra maligna;
si ofreces tu pan al hambriento
y sacias al que vive en la penuria,
tu luz se alzará en las tinieblas
y tu oscuridad será como al mediodía.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
111, 4-9
R.
Para
los buenos brilla una luz en las tinieblas.
Para los buenos brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el Justo.
Dichoso el que se compadece y da prestado,
y administra sus negocios con rectitud.
R.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias:
su corazón está firme, confiado en el Señor.
R.
Su ánimo está seguro, y no temerá.
Él da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad.
R.
Les anuncié el testimonio de Cristo crucificado
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto
2, 1-5
Hermanos, cuando los visité para anunciar1es el
misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la
elocuencia o de la sabiduría. Al contrario, no
quise saber nada, fuera de Jesucristo, y
Jesucristo crucificado.
Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso
y vacilante.
Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la
argumentación persuasiva de la sabiduría humana,
sino que eran demostración del poder del Espíritu,
para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría
de los hombres, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Ustedes son la luz del mundo
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
5, 13-16
Jesús dijo a sus discípulos:
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal
pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?
Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y
pisada por los hombres.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar
una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no
se enciende una lámpara f para meterla debajo de
un cajón, sino que se la pone sobre el candelero
para que ilumine a todos los que están en la casa.
Así debe brillar ante los ojos de los hombres la
luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean
sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está
en el cielo.
Palabra del Señor.
Reflexión
LA VOCACIÓN CRISTIANA NOS EXIGE VIVIR PARA LOS
DEMÁS
1.- Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros
sois la luz del mundo.
El valor de la sal y de la luz lo medimos siempre
por el valor que tienen cuando lo relacionamos con
otras cosas. La sal es buena o mala según el bien
o el mal que hace a los alimentos; la luz es buena
o mala según el bien o el mal que nos proporciona.
Sin sal, el alimento está soso, sin sabor; sin
luz, la oscuridad nos impide hacer muchas cosas.
Si Cristo nos dice que somos sal de la tierra y
luz del mundo es porque sabe que, si lo seguimos a
él, ayudaremos a las personas a ser más valiosas
para ellas mismas y para los demás. Vivir para los
demás es ayudar a los demás a pensar mejor, a
hablar mejor, a actuar más de acuerdo con la vida
de Jesús. No podemos entender nuestra vocación
cristiana sólo pensando en nosotros mismos, sin
salir de nosotros mismos. El cristiano tiene
vocación de comunidad, vocación de fraternidad,
vocación de comunión con todas las personas del
mundo. Así lo hizo, así vivió Cristo, por los
demás y para los demás. Por los demás, por
nosotros, dijo lo que dijo e hizo o que hizo.
Fijándose siempre en los miembros más débiles de
la comunidad, porque estos son los que más
protección y ayuda necesitan. Por defender a los
débiles, le criticaron y le hicieron la vida
imposible los más fuertes, por defender a los
pecadores le criticaron y persiguieron los que se
consideraban santos, por defender a los más pobres
e impotentes le persiguieron los más ricos y
poderosos. También nosotros debemos saber que
tendremos que sufrir en este mundo si, imitando a
Jesús, defendemos y protegemos a los más débiles y
menos poderosos de la sociedad en la que vivimos.
Después de todo, eso es lo que nos dicen las
Bienaventuranzas, tal como comentamos el domingo
pasado. Por otra parte, vivir para los demás no es
olvidarse de uno mismo, sino todo lo contrario,
enriquecer nuestro yo personal. Tanto más somos,
cuanto más nos damos a los demás. Al final de
nuestra vida nos juzgarán en el amor.
2.- Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los
pobres sin techo, viste al desnudo, no te cierres
a tu propia carne.
El profeta Isaías, el “tercer Isaías”, se dirige a
un pueblo que acaba de volver del exilio de
Babilonia. Había vuelto con muchas heridas
psicológicas y sociales y se preguntaba por qué
Dios les había tenido tan abandonados. El Señor
les responde por boca del profeta: cuando vosotros
atendáis a los más pobres y débiles yo estaré en
medio de vosotros y seré para vosotros como una
luz que os guíe en medio de las tinieblas y la
oscuridad. El Señor, nuestro Dios, es un Dios
compasivo y misericordioso, y quiere que también
nosotros, sus hijos, seamos compasivos y
misericordiosos. Tenemos que querer salvarnos como
comunidad, no pensando únicamente en nosotros
mismos. Nuestra Iglesia es una Iglesia misionera,
que debe tener siempre las puertas y los brazos
abiertos para acoger a los que no pueden
defenderse por sí mismos. Cristo, como hemos
dicho, no vivió para sí, sino que pensó, actuó y
vivió siempre pensando en acoger y salvar a los
más débiles, pecadores y empobrecidos. Uno que se
llama cristiano y vive sólo para sí, sin pensar en
los demás, no es discípulo de Cristo, no es
cristiano. En este bello texto del profetar Isaías
esta idea está muy clara.
3.- Me presenté a vosotros débil y temeroso… para
que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios.
San Pablo reconocía siempre su debilidad y pensaba
que toda su fortaleza estaba en Cristo, en un
Cristo humillado, crucificado y resucitado. Cuanto
más débil se veía a sí mismo, más se agarraba al
Cristo que había triunfado de la muerte. Su
fortaleza era la fortaleza de Cristo, porque él ya
no vivía para sí mismo, sino que era Cristo quien
vivía en él. Su humildad cristiana no era
debilidad temerosa, sino confianza atrevida; era
débil por sí mismo, pero era fuerte en el Dios que
le confortaba. Así quería san Pablo que fueran los
cristianos de Corinto: que su fe no se apoyara en
el poder y en la sabiduría humana, sino en el
poder del Espíritu, en el poder de Dios. Mirar la
vida desde Cristo, implica dar valor a las
personas más sufrientes, pobres y marginadas.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
ILUMINAR AL MUNDO CON NUESTRA VIDA
1.- El tercer Isaías se encuentra con varias
dificultades grandes a la vuelta del destierro: la
crisis de esperanza, el culto de los ídolos, una
división exacerbada y el desprecio de los
extranjeros establecidos en Israel.
Señala que toda reconstrucción debe tener en
cuenta la dimensión social: no puede haber fe en
el Dios de Israel sin la justicia del país.
Principio claro y aplicable a nuestros días…. La
promesa de Dios es clara: la verdadera
restauración vendrá cuando el creyente colabore en
la restauración de su hermano. Es preciso meterse
en el corazón del mundo para, por ese camino,
encontrar al Señor. Dios desata un nuevo proceso
de misericordia. Es posible cumplir la alianza
cuando haces que la vida del que vive en tu ciudad
pueda ser justa y humana. Es un mensaje para
tiempos de fuertes crisis, las de entonces como
las de ahora. Pero hay algo importante: la sal
sólo sirve si está fuera del salero…. Isaías nos
dice cómo debemos salir del "salero". Se habla
mucho hoy del silencio y ausencia de Dios, pero el
profeta nos indica con claridad dónde se puede
detectar la presencia de Dios y escuchar su
respuesta. Al abrirse y ayudar al hermano
necesitado, al partir el pan con el hambriento se
descubre a Dios. También nos señala expresamente
los caminos negativos: el cerrarse a la propia
carne, toda opresión, el gesto amenazador y la
maledicencia. Aquí tenemos contrastados el camino
de la luz y el de las tinieblas. Qué es lo que hay
que hacer y qué es lo que hay que evitar.
2.- Un testimonio real:
Dos Hermanas de la Madre Teresa de Calcuta
entraron en la choza de un anciano que vivía solo.
Al limpiar la casita encontraron una lámpara de
cobre muy bonita, pero llena de polvo. Cuando la
limpiaron pudieron comprobar que era preciosa. Una
de las Hermanas preguntó al anciano: "¿Por qué no
enciende la lámpara?". "¿Para qué, respondió, si
nadie viene a verme?". Las Hermanas se
comprometieron a visitarle todas las semanas y
siempre se encontraban la lámpara encendida. Un
buen día vieron a su llegada que la lámpara estaba
apagada. Se lo dijeron y el anciano, feliz y lleno
de paz, contestó: "Hermanas, ya no necesito
encender más lámparas, porque en mi corazón
ustedes han encendido una llama más viva".
3.- ¿Qué hacemos con la luz que el amor de Dios
nos regala? Cuando Jesús nos dice en este
evangelio que "alumbre así vuestra luz a los
hombres" está hablando de la lámpara de nuestro
corazón, que se manifiesta en las buenas obras. La
luz es para el otro. Con ella se ve, se puede
caminar, ocultarla no tiene sentido. ¿Qué hacemos
con la luz que el amor de Dios pone en nuestro
corazón? Si la guardamos para nosotros termina
apagándose, es como meterla debajo de la cama. La
historia de arriba puede parecer muy simple, la
típica historia con final feliz; sin embargo es
real como la vida misma. Cada gesto de amor de una
madre, cada detalle que demuestran los voluntarios
que se han trasladado al sudeste asiático, cada
gesto abnegado de los jóvenes que visitan a los
ancianos en las residencias, encienden el corazón
de las personas y hacen que ellas sean capaces de
encender a los demás. Recuerdo la imagen de
Forrest Gump cuando el protagonista de la película
se acerca al teniente Dan postrado en su silla de
ruedas. En un principio éste le rechaza, pero
después el teniente nota que por lo menos hay
alguien que se preocupa por él de verdad. Y acaba
recobrando la alegría de vivir. Al final de la
película aparece con unas piernas ortopédicas que
le permiten andar. Se ha convertido en una nueva
persona. Forrest ha sido su lámpara.....
4.- “Que vean nuestras buenas obras".
La sal sirve para conservar y para dar sabor. Para
ello debe dejar el salero y disolverse en los
alimentos. Así debe ser el cristiano: conservar la
fe que ha recibido para transmitirla a los demás,
deshacerse en favor del otro, darse por entero
saliendo de sí mismo. Así podrá alegrar y dar
sabor a este mundo triste y soso. Debemos
preguntarnos si como cristianos transmitimos
optimismo y vida o más bien tristeza y malhumor,
como si ser seguidor de Cristo estuviera reñido
con amor a la vida. Así los que nos contemplen
dirán que no merece la pena ser cristiano, sobre
todo se observan nuestra forma de celebrar la
Eucaristía. ¿Acaso se nota que estamos celebrando
una fiesta? También debemos preguntarnos si con
nuestra forma de vivir somos transformadores de la
sociedad en que vivimos. El principal problema de
la humanidad es la pobreza: la miseria material de
masas de indigentes y la pobreza espiritual de
tantas personas miserables que no saben compartir
su riqueza material. Sólo nuestro testimonio será
creíble si somos consecuentes en nuestra manera de
actuar para que los alejados "vean nuestras buenas
obras". ¿Por qué nuestra sociedad valora la labor
realizada por Cáritas y, en cambio, es crítica con
ciertas formas de presentarse la Iglesia en
nuestro mundo? Obremos, dice San Agustín, en su
comentario a este evangelio, "de tal manera que
busquemos la gloria de Dios en quienes nos vean y
nos imiten, y caigamos en la cuenta de que si él
no nos hubiera hecho así, nada seríamos". Porque
está claro que el mejor testimonio es nuestra
propia vida.
José María Martín OSA
www.betania.es
¿CON QUÉ SALAR Y CON QUIÉN
ILUMINAR?
Aquel que a sí mismo se ha definido como “luz de
mundo” nos pide en este domingo ser eso: ¡Luz para
los demás! ¿Cómo llega la luz hasta nuestra casa?
Preguntaba un niño a su padre. Hijo; porque
nuestra casa está unida por unos cables a una gran
central eléctrica. Sin su fuerza no sería posible
la luz en nuestro hogar.
1.- Los cristianos sólo podremos ser luminarias si
estamos unidos, con todas las consecuencias, a esa
gran fuente de energía espiritual, de gracia y de
verdad que es Jesús.
Es inconcebible pensar que una acequia tenga
caudal propio si no está adherida a un río, a una
presa o a un manantial. Es difícil, muy difícil,
llevar adelante nuestra tarea, el deseo de Jesús,
de ser luz en medio de la oscuridad o sal en medio
de tanta insipidez que abunda en nuestro mundo si
no permanecemos en comunión plena con El.
Sólo Cristo es capaz de alumbrar, con luz
verdadera, las sombras que se ciernen sobre la
humanidad. Sólo Cristo, a través de pequeñas
lámparas que son/somos los laicos comprometidos
por su reino, es capaz de ofrecer sabor de
eternidad y de felicidad a tantos hombres y
mujeres que, en el horizonte de sus vidas, no ven
sino fracaso, hastío o cansancio. ¿Seremos
valientes para abrir el salero de nuestra vida
cristiana allá donde se están cocinando los
destinos de nuestra sociedad? ¿Por qué
–frecuentemente– preferimos pasar desapercibidos
sin dar color cristiano a tantas situaciones que
reclaman nuestra opinión o presencia activa como
seguidores de Cristo?
2.- “Salar e iluminar” son dos responsabilidades
de la vida cristiana. Cuando nos desvirtuamos y
pierde vitalidad nuestra fe; cuando la escondemos
o disimulamos en los sótanos de nuestra vida
privada… algo grave está ocurriendo. ¿A quién
tenemos que llevar? ¿Con quién tenemos qué
iluminar? Ni más ni menos que a Cristo y con
Cristo. Ya sabemos que, la acción, no es lo más
importante de nuestra condición cristiana pero,
también es verdad, que muchas veces por falsos
respetos o por excesiva tolerancia… tenemos
vergüenza y hasta cierto temor a presentarnos como
lo que somos (como católicos) y de ofertar a
nuestro mundo, a nuestro pueblo o ciudades un
estilo de vida basado en el evangelio de
Jesucristo. ¿Por qué? NI más ni menos porque, a
veces, resulta más gratificante diluirse en el
“todo vale” o adentrarse en los túneles de una
vida cómoda y sin más límites que la propia
conciencia.
Ser sal y luz, con palabras inspiradas por el
Espíritu Santo y con buenas obras como testimonio
de nuestra comunión con Cristo ha de ser nuestra
apuesta personal y nuestro convencimiento de que,
con el Señor, el mundo puede ir mejor….con más
sabor y con más luz para el futuro del hombre.
Javier Leoz
www.betania.es
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