¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 28 de enero de 2024
DOMINGO 4º DURANTE EL AÑO
Deuteronomio 18, 15-20 / 1 Corintios 7, 32-35 /
Marcos 1, 21-28
Salmo Responsorial Sal 94, 1-2. 6-9
R/. "Ojalá hoy escuchen la voz del Señor"
Santoral:
Santo Tomás de Aquino
LECTURAS DEL DOMINGO 28 DE ENERO DE 2024
DOMINGO 4º DURANTE EL AÑO
Suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su
boca
Lectura del libro del Deuteronomio
18, 15-20
Moisés dijo al pueblo:
El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como
yo; lo hará surgir de entre ustedes; de entre tus
hermanos, y es a Él a quien escucharán. Esto es
precisamente lo que pediste al Señor, tu Dios, en
el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste:
«No quiero seguir escuchando la voz del Señor, mi
Dios, ni miraré más este gran fuego, porque de lo
contrario moriré».
Entonces el Señor me dijo: «Lo que acaban de decir
está muy bien. Por eso, suscitaré entre sus
hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis
palabras en su boca, y él dirá todo lo que Yo le
ordene. Al que no escuche mis palabras, las que
este profeta pronuncie en mi Nombre, Yo mismo le
pediré cuenta. Y si un profeta se atreve a
pronunciar en mi Nombre una palabra que Yo no le
he ordenado decir, o si habla en nombre de otros
dioses, ese profeta morirá».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
94, 1-2. 6-9
R.
Ojalá
hoy escuchen la voz del Señor
¡Vengan, cantemos con júbilo al Señor,
aclamemos a la Roca que nos salva!
¡Lleguemos hasta Él dándole gracias,
aclamemos con música al Señor!
R.
¡Entren, inclinémonos para adorarlo!
¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó!
Porque Él es nuestro Dios,
y nosotros, el pueblo que Él apacienta,
las ovejas conducidas por su mano.
R.
Ojalá hoy escuchen la voz del Señor:
«No endurezcan su corazón como en Meribá,
como en el día de Masá, en el desierto,
cuando sus padres me tentaron y provocaron,
aunque habían visto mis obras».
R.
La virgen se preocupa de las cosas del Señor;
tratando de ser santa
Lectura de la primera carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto
7, 32-35
Hermanos:
Yo quiero que ustedes vivan sin inquietudes. ¡El
que no tiene mujer se preocupa de las cosas del
Señor, buscando cómo agradar al Señor. En cambio,
el que tiene mujer se preocupa de las cosas de
este mundo, buscando cómo agradar a su mujer, y
así su corazón está dividido.
También la mujer soltera, lo mismo que la virgen,
se preocupa de las cosas del Señor, tratando de
ser santa en el cuerpo y en el espíritu.
La mujer casada, en cambio, se preocupa de las
cosas de este mundo, buscando cómo agradar a su
marido.
Les he dicho estas cosas para el bien de ustedes,
no para ponerles un obstáculo, sino para que
ustedes hagan lo que es más conveniente y se
entreguen totalmente al Señor.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Les enseñaba como quien tiene autoridad
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
1, 21-28
Jesús entró en Cafamaúm, y cuando llegó el sábado,
fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos
estaban asombrados de su enseñanza, porque les
enseñaba como quien tiene autoridad y no como los
escribas.
Y había en la sinagoga de ellos un hombre poseído
de un espíritu impuro, que comenzó a gritar; «¿Qué
quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido
para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el
Santo de Dios».
Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de
este hombre». El espíritu impuro lo sacudió
violentamente, y dando un alarido, salió de ese
hombre.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a
otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva,
llena de autoridad; da órdenes a los espíritus
impuros, y éstos le obedecen!» Y su fama se
extendió rápidamente por todas partes, en toda la
región de Galilea.
Palabra del Señor.
Reflexión
JESÚS PREDICABA Y CURABA
1.-
Se quedaron
asombrados de su doctrina porque no enseñaba como
los escribas, sino con autoridad…
Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los
espíritus inmundos les manda y obedecen. En los
evangelios podemos leer más de una vez que Jesús
mandó a sus discípulos a ir por el mundo
predicando la Buena Noticia y curando a los
enfermos. Y nosotros, los cristianos, debemos
pensar también esto: que Jesús nos manda no sólo a
enseñar con palabras, sino en muchos casos a curar
las enfermedades de las personas. La palabra
“curar” no debemos entenderla solamente aplicada a
la sanación de enfermedades físicas, sino a la
curación de cualquier clase de enfermedades, tanto
físicas, como psicológicas, o espirituales. Muchas
enfermedades que padecemos las personas son
psicofísicas. Una persona bipolar, por poner sólo
un ejemplo, es un enfermo al que debemos intentar
curar de su enfermedad. Hoy día, como en tiempo de
Jesús, aunque en distintas formas, hay muchas
personas que parecen estar físicamente sanos, pero
que de hecho sufren y padecen mucho interiormente.
A todos los cristianos nos manda Jesús enseñar y
curar. Cada uno de nosotros debemos acercarnos a
cualquier persona que sufre e intentar aliviar, o
curar, su sufrimiento. Los cristianos tenemos la
obligación de intentar imitar a Jesús “que pasó
por el mundo haciendo el bien y curando a los
poseídos por el diablo”, es decir, a todos los que
padecían alguna enfermedad, de cualquier clase que
fuera. Una nota distintiva de cualquier cristiano
debe ser la misericordia y la compasión. La
teoría, el dogma, es importante y distintiva de
los cristianos, pero es más importante la
misericordia y la compasión hacia el prójimo. El
mandamiento nuevo no es predicar doctrina, sino
amar al prójimo como Cristo nos amó a nosotros.
Prediquemos y curemos, si de verdad queremos ser
buenos discípulos de Jesús. Así lo hicieron todos
los grandes santos del cristianismo, empezando por
san Pablo y siguiendo por los grandes fundadores
de órdenes y congragaciones religiosas: san
Agustín, san Benito, san Francisco, santo Domingo,
san Ignacio de Loyola, santa Teresa, san Juan de
la Cruz, la madre Teresa de Calcuta y tantos otros
más. Enseñaron con autoridad, como nos dice de
Jesús el evangelio de este domingo. Hagamos
nosotros lo mismo.
2.-
Suscitaré un
profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis
palabras en su boca.
En este texto del Deuteronomio Moisés le dice a su
pueblo que el Señor suscitará un profeta de entre
sus hermanos, es decir, de entre el pueblo. La
misión de un profeta es siempre hablar en nombre
de Dios. Los profetas deben primero oír a Dios y
después transmitir al pueblo lo que Dios les dice.
Lo que no puede hacer un profeta es confundir sus
propios intereses con los intereses de Dios. Esto
es hacer política, o economía, pero no evangelio.
Todos los catequistas y predicadores tenemos que
tener esto muy en cuenta. Para ser un buen profeta
cristiano lo primero que hay que ser es persona de
oración y contemplación. Si no oramos mucho, no
podemos estar muy seguros de que nuestra
predicación sea palabra de Dios.
3.-
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor. “No
endurezcáis vuestro corazón”.
Todos los días y a todas las horas debemos vivir
atentos a la voz del Señor. Dios nos habla de
muchas maneras: a través de nuestra conciencia, a
través de otras personas, a través de la vida
ordinaria, a través de la naturaleza. En cada
momento debemos saber lo que Dios quiere de
nosotros, seamos solteros o casados, seamos
socialmente más importantes o menos importantes.
San Pablo, en este pasaje de su carta a los
Corintios, se inclina a pensar que los que están
totalmente dedicados a Señor y están libres de las
preocupaciones familiares tienen más facilidad,
menos preocupaciones, a la hora de servir a Dios.
Pero, por supuesto, la familia es una institución
santa y necesaria para la Iglesia; cada uno de
nosotros tenemos nuestra vocación. No hagamos
distinciones y que cada uno de nosotros escuchemos
la voz del Señor y, con corazón dócil, procuremos
ser fieles a nuestra vocación y servir al Señor lo
mejor que sepamos y podamos d entro de nuestra
vocación.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
EL MAL PUEDE SER VENCIDO CON LA AYUDA DE JESÚS
1.-
El profeta
verdadero. En
el libro del Deuteronomio Moisés anuncia al pueblo
que el Señor suscitará un profeta, haciendo caso a
la petición del pueblo en la asamblea del Horeb.
En él escucharán la voz de Dios. El profeta
transmitirá la Palabra de Dios, es un
intermediario entre Dios y los hombres. El profeta
no hablará por sí mismo, el propio Yahvé pondrá
las palabras en sus labios. Hay en el texto una
doble advertencia: en primer lugar contra aquellos
que no quieren escuchar a los auténticos profetas,
en segundo lugar contra los falsos profetas que se
anuncian a sí mismos, o que "dicen palabras que yo
no les he mandado". Clara alusión ésta a aquellos
que se autoproclaman profetas y engañan al pueblo,
La magia y la superstición es el intento humano de
hacerse con Dios, de hacerse con la ciencia y el
poder de Dios, la profecía es un servicio a la
palabra que sale libremente de la boca de Dios.
Dios es el único Señor. El profeta verdadero
anuncia y denuncia, con el riesgo de no ser
escuchado e incluso estará expuesto a la
persecución, cuando avisa que la auténtica
salvación viene de la conversión del corazón.
2.-
El valor de la
palabra. Hoy
día, vivimos inundados de palabras. Cada mañana
nos despertamos con las palabras que oímos en la
radio o en la televisión, palabras que leemos en
los periódicos. Palabras, palabras, palabras….
Sufrimos una auténtica "inflación verbal". No se
valora la palabra como antes; cuando alguien decía
“te doy mi palabra" sabíamos que podíamos fiarnos
de esa persona. Hay muchos pregoneros de discursos
fáciles o aprendidos, pero faltan los auténticos
testigos. ¿Dónde están los profetas? Por sus
hechos les conoceréis... Jesús habla con
autoridad, porque confirma con sus hechos lo que
pronuncian sus labios. Coherencia de vida es lo
que debemos ofrecer los cristianos si queremos ser
auténticos testigos de la Buena Noticia, pues
“vale más un buen ejemplo que mil palabras". El
seguidor de Jesús sabe que muchas veces no será
escuchado, incluso será puesto en ridículo o
perseguido por ser coherente con su fe. Cuentan
que un cristiano acudía todos los días a proclamar
su mensaje en la plaza, pero nadie le escuchaba.
Alguien le dijo: "¿por qué pierdes tu tiempo, si
nadie te hace caso?". Él contestó: “No importa,
por lo menos el lanzar al viento mi mensaje me
sirve para mantenerme fiel a mis principios e
impide que los demás me obliguen a pensar como
ellos".
3 –
El mal existe y
puede ser vencido.
Jesús tiene que hacer frente a un espíritu
inmundo, que grita "¿qué quieres de nosotros,
Jesús Nazareno?" Son las fuerzas del mal, las
fuerzas oscuras que hay dentro de nosotros las que
se oponen al mensaje liberador de Jesús. "¿Has
venido a acabar con nosotros?". Es la victoria
frente a las tuerzas del mal. En aquellos tiempos
llamaban endemoniados a personas que simplemente
sufrían ataques de epilepsia u otras enfermedades
mentales. Pero hoy como ayer podemos ver las
consecuencias que produce en nuestro mundo el
pecado: muertes prematuras de personas inocentes,
hambre, guerra, atentados terroristas,
corrupciones por doquier, fanatismo político con
ribetes espirituales. El mal existe, el espíritu
del mal sigue actuando. El evangelista Marcos nos
presenta la victoria de Jesús. Pero hace falta que
nosotros estemos dispuestos a colaborar con Él en
esta lucha. Es un combate que se desarrolla
primero en nuestro propio interior cuando las
fuerzas oscuras nos acosan, nos envuelven, nos
ciegan y hasta nos derriban. Pero hemos de
levantarnos, Dios está a nuestro favor, lucha con
nosotros. El mal será vencido en nuestro interior,
el egoísmo será desterrado de nuestra conducta si
escuchamos la voz del Señor y no endurecemos
nuestro corazón.
4 –
Reconozcamos la
“autoridad” de Jesús.
Hemos de solidarizarnos con todos aquellos que se
esfuerzan por crear unas condiciones de vida más
justas y fraternas. No basta con hacer el bien
individualmente, hay que unirse a todas aquellas
iniciativas que hacen posible la construcción del
reino de Dios. No se puede entender desde esta
óptica que Pablo en la carta a los Corintios (es
la segunda lectura) recomiende que no nos ocupemos
de los asuntos de este mundo o que diga que el
amor al cónyuge divide el corazón. Él lo dice
desde una perspectiva escatológica, creyendo que
el fin del mundo era inminente y que por tanto no
merecía la pena ocuparse de cosas temporales. Sin
embargo, sabemos que los cálculos de Pablo no se
cumplieron. Pablo demostró a lo largo de su vida
una gran preocupación por el trabajo cotidiano y
nadie puede dudar de su dedicación en cuerpo y
alma a la construcción del Reino frente al mal que
acecha a nuestro mundo. El mal puede ser vencido
con amor, nos dirá más adelante en la misma
Primera Carta a los Corintios (capítulo 13).
Reconozcamos la “autoridad” de Jesús, que nos
ayuda a vencer al mal, y digamos con San Agustín:
“Señor, mi Dios, sólo a ti amo. Sólo a ti te sigo.
Sólo a ti te busco. Sólo a ti estoy listo para
servir pues sólo tú gobiernas con justicia y yo
deseo estar bajo tu autoridad" (Soliloquios 1,15).
José María Martín, OSA
www.betania.es
CUANDO ALGUNOS SE RETUERCEN
Seguimos, y muy de cerca, los primeros pasos de
Jesús. Del “pasen y vean”, hoy cuarto domingo del
Tiempo Ordinario, nos trasladamos a la fascinación
por la peculiar enseñanza de Jesús. Añoramos, por
mucho que algunos nos intenten convencer de lo
contrario, la libertad con la que Jesús se
expresaba: lo formulaba humanamente pero con una
trascendencia divina. Hoy, en cambio, todo lo que
“huela a divino” es postergado, orillado y cuando
no… ridiculizado. ¿Dónde queda la libertad? ¿Sólo
es para unos? ¿Sólo para aquellos que dicen a todo
que “sí” y a nada que “no”?
1.- Si nos asomamos a los medios de comunicación (visual,
auricular o escrito) difícilmente encontramos algo
que nos sorprenda. Lejos de instruirnos lo único
que intentan es adoctrinarnos. Lejos de hacerlo
con autoridad (como Jesús lo concebía en un
impresionante triple acorde FE/PALABRA/VIDA)
pretenden diseñarnos otro estilo de vida desde la
pura superficialidad o en fórmulas mágicas que
luego se quedan en puras palabras, en
sensacionalismo barato, en ruidos que nada dicen y
en líneas maestras que luego resultan ser
torcidas.
Por ello mismo, la Iglesia, siempre será un pequeño problema para
la sociedad dominante (o para los domadores o
anestesistas de la sociedad). Su autoridad
(FE/VIDA/PALABRA) siempre será una llamada
profética, un anuncio que sacuda conciencias, un
aguijón con la única pretensión de que “el hombre
inmundo” que se filtra por gobiernos, educación e
información, cultura y plataformas mediáticas…..se
deje guiar por una doctrina nueva, sabia y santa:
el Evangelio. ¿Imposible? ¡No! ¿Exento de
dificultades? ¡Tampoco! ¿Con luchas,
incomprensiones y reacciones en su contra? ¿Acaso
no las tuvo Aquel que hablaba y actuaba con máxima
autoridad? ¿No las acogió, incluso con cintura, el
mismo Jesús?
2.- Nos toca asistir a una realidad “poseída” por espíritus
relativistas; pensamos que la autoridad suprema
viene dada por los votos o por unas leyes. Creemos
que, lo único válido y digno de ser tenido en
cuenta, es lo legal, lo establecido, lo
correctamente político. ¡Así nos va! Cuando la
cultura tradicional mediterránea u occidental se
empeña en apartar todo su entramado social de la
relación con Dios (que es de donde viene toda
auténtica autoridad) los resultados son o pueden
ser catastróficos.
El hombre moderno, aunque nos parezca lo contrario, va buscando
enseñanzas consistentes. Personas que, además de
hacer bandera de ellas, las sepan transmitir desde
dentro. ¿Y dónde está el secreto para trasladar
aquellos convencimientos y pensamientos cristianos
que sabemos pueden ser sal y luz o determinar un
ambiente distinto al que vivimos? ¡Ni más ni menos
que en nuestra relación personal con Dios!
Empeñarnos en levantar un edificio sin cimientos
es como pretender que un avión vuele sin motor.
Reafirmar que el hombre puede vivir sin más leyes
que las humanas, es tanto como dejar un crucero a
la deriva en manos del capitán de turno. ¿Acaso no
sería mejor dejarnos guiar por la fuerza de Dios,
por las líneas maestras que Jesús pone sobre la
mesa de nuestra vida?
3.- Solamente seremos luz ante el mundo cuando, lejos de dejarnos
contaminar por tantos alientos que debilitan o
atacan nuestra espiritualidad, nuestro ser
Iglesia, nuestra identidad cristiana o nuestra
militancia en Jesús y con Jesús, seamos escudos
que detengan esos dardos envenenados que sólo
tienen un fin: confundir, desacreditar, dar lo
bueno como malo, lo noble como falso, lo santo
como reliquia del pasado o a Dios como un ente
inexistente.
¿Qué algunos se retuercen? Entonces es que vamos en la dirección
adecuada. ¿Qué algunos permanecen indiferentes
ante nuestra presencia? Entonces, seguramente, es
que alguna flecha que otra, algún espíritu
inmundo, se ha colado por las ventanas de nuestras
almas y las ha dejado tibias o hasta congeladas.
¿Dónde está nuestro corazón? ¿En Dios? Entonces, en El, estará la
fuente de nuestra inspiración, de nuestras
palabras, de nuestra forma de ser…..de nuestra
autoridad. ¿Lo reconocerán algunos o, tal vez,
hace tiempo que desconectamos de ese arranque de
vida y de gracia que es Dios?
Javier Leoz
www.betania.es
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