¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 22 de Enero de 2023
DOMINGO 3º DURANTE EL AÑO
Del
propio
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Verde
Isaías 8, 23b--9, 3 / 1 Corintios 1, 10-14. 16-17
/ Mateo 4, 12-23
Salmo Responsorial, Sal 26, 1. 4. 13-14
R/. "El
Señor es mi luz y mi salvación"
Santoral:
San Vicente y Beata Laura Vicuña
LECTURAS DEL
DOMINGO 22 DE ENERO DE 2023
DOMINGO 3º DURANTE
EL AÑO
DOMINGO DE LA PALABRA DE DIOS
En el distrito de los paganos,
el pueblo ha visto una gran luz
Lectura del libro de Isaías
8, 23b--9, 3
En un primer tiempo, el Señor humilló al país de
Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro
llenará de gloria la ruta del mar, el otro lado
del Jordán, el distrito de los paganos.
El pueblo que caminaba en las tinieblas
ha visto una gran luz;
sobre los que habitaban en el país de la oscuridad
ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría,
has acrecentado el gozo;
ellos se regocijan en tu presencia,
como se goza en la cosecha,
como cuando reina la alegría
por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él,
la barra sobre su espalda
y el palo de su carcelero,
todo eso lo has destrozado como en el día de
Madián.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
26, 1.4. 13-14
R.
El
Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
R.
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
R.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.
R.
Que no haya divisiones entre ustedes
Lectura de la primera carta del Apóstol
san Pablo a los cristianos de Corinto
1, 10-14. 16-17
Hermanos:
En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, yo los
exhorto a que se pongan de acuerdo: que no haya
divisiones entre ustedes y vivan en perfecta
armonía, teniendo la misma manera de pensar y de
sentir. Porque los de la familia de Cloe me han
contado que hay discordias entre ustedes. Me
refiero a que cada uno afirma: «Yo soy de Pablo,
yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo».
¿Acaso Cristo está dividido? ¿O es que Pablo fue
crucificado por ustedes? ¿O será que ustedes
fueron bautizados en el nombre de Pablo?
Felizmente yo no he bautizado a ninguno de
ustedes, excepto a Crispo y a Gayo. Sí, también he
bautizado a la familia de Estéfanas, pero no
recuerdo haber bautizado a nadie más.
Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a
anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a
la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo
no pierda su eficacia.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Se retiró a Galilea
para que se cumpliera el anuncio de Isaías
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
4, 12-23
Cuando Jesús se enteró de que Juan Bautista había
sido arrestado, se retiró a Galilea. Y, dejando
Nazaret, se estableció en Cafamaún, a orillas del
lago, en los confines de Zabulón y Neftalí, para
que se cumpliera lo que había sido anunciado por
el profeta Isaías:
«¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, país de la Transjordania,
Galilea de las naciones!
El pueblo que se hallaba en tinieblas
vio una gran luz;
sobre los que vivían en las oscuras regiones de la
muerte,
se levantó una luz».
A partir de ese momento, Jesús comenzó a
proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los
Cielos está cerca».
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea,
Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro,
y a su hermano Andrés, que echaban las redes al
mar porque eran pescadores. Entonces les dijo:
«Síganme, y Yo los haré pescadores de hombres».
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo
siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a
Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan,
que estaban en la barca con Zebedeo, su padre,
arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su
padre, y lo siguieron.
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las
sinagogas de ellos, proclamando la Buena Noticia
del Reino y sanando todas las enfermedades y
dolencias de la gente.
Palabra del Señor.
Reflexión
HACIA UNA IGLESIA UNA Y PLURAL
1.-
Os ruego en
nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de
acuerdo y no andéis divididos.
Hoy comenzamos nuestra reflexión con esta primera
frase de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios. Estamos dentro del octavario de
oración por la unión de las Iglesias cristianas.
Llevamos ya muchos años todos los cristianos
diciendo que queremos la unión de las iglesias
cristianas. Todos lo queremos y todos rezamos a
Dios para que nos ayude a conseguirlo. Si todos lo
queremos, ¿por qué no lo conseguimos? Es cierto
que no todos los cristianos profesamos los mismos
dogmas, ni ejecutamos los mismos ritos. Pero todos
–católicos, protestantes, anglicanos, ortodoxos–
creemos en Dios Padre, todos creemos en Dios Hijo,
todos creemos en Dios Espíritu Santo. ¿No será
esto suficiente para que todos los cristianos nos
consideremos como auténticos hermanos y nos amemos
como tales? También dentro de la Iglesia Católica
hay teólogos católicos que interpretan un mismo
dogma cristiano de manera muy distinta y sin
embargo siguen llamándose y seguimos llamándolos
“católicos”. Yo creo que el que nos consideremos
hermanos en Cristo, de pensamiento, palabra y
obra, ya es razón suficiente para decir que todos
pertenecemos a la misma Iglesia cristiana. Cada
persona somos un mundo distinto, en pensamientos,
palabras y obras. Ni los católicos, ni los
anglicanos, ni los protestantes, ni los ortodoxos,
nos libramos de nuestra singularidad. Pero, si no
oficialmente, al menos sí, cordialmente,
llamémonos hermanos y amémonos como hermanos.
Porque para que la Iglesia sea una no tiene por
qué dejar de ser plural.
2.-
Jesús comenzó a
predicar diciendo: convertíos, porque está cerca
el Reino de los cielos.
Las palabras de Jesús son muy claras; si no nos
convertimos, no tendremos acceso al Reino de los
cielos. La conversión es una condición necesaria
para entrar en el Reino de Dios. Necesitamos
convertirnos cada uno de nosotros en particular y
necesita conversión la Iglesia entera, en general.
Una Iglesia convertida del todo a Cristo sería una
Iglesia santa y católica, una Iglesia una y
plural. Igualmente, un mundo de personas
convertidas a Cristo sería un mundo – Reino de
Dios. La conversión es la principal tarea de
nuestra vida. Toda nuestra vida debe ser
conversión, purificación continua y constante de
nuestra mente y de nuestro corazón. Nacemos
inclinados al pecado; toda nuestra vida debe ser
una lucha contra nuestro “hombre viejo”, para
construir en nosotros el “hombre nuevo”, a imagen
de Cristo. Eso es conversión.
3.-
El pueblo que
caminaba en tinieblas vio una luz grande.
La “Galilea de los gentiles”, el país de Zabulón y
de Neftalí, era una región en sombras, desde el
punto de vista religioso. Era una tierra de
sincretismo religioso, de relajación de
costumbres. Por ahí comenzó Jesús a predicar su
evangelio, un evangelio de conversión y de
purificación de la religión judía. Una vez más,
Jesús comienza desde lo último, desde una tierra y
unas personas despreciadas por la élite religiosa
de Jerusalén. Para esta gente religiosamente
despreciada y sospechosa Cristo quiso brillar como
una gran luz. Yo creo que nuestra sociedad, y
nuestra tierra, hoy es también “Galilea de los
gentiles”, una sociedad religiosamente relajada y
sin vigor. A nosotros, los cristianos, nos toca
hoy brillar como una gran luz y predicar el amor y
la conversión. Así iremos ayudando a nuestra
sociedad a acercarse cada día un poco más al Reino
de Dios.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
RECONCILIACIÓN: EL AMOR DE CRISTO NOS APREMIA
1.-
Octavario de
oración por la unidad de los cristianos.
Celebramos en estos días la Semana de Oración por
la Unidad de los Cristianos, haciendo nuestro el
deseo del Señor expresado en su oración a Dios
Padre en la última cena: «que ellos también sean
uno en nosotros para que el mundo crea» (Jn 17,
21). El lema de este año 2017 es «Reconciliación.
El amor de Cristo nos apremia». Este lema se
inspira en un pasaje del capítulo quinto de la
segunda carta de san Pablo a los Corintios (2 Cor
5, 14-20). En este texto el Apóstol habla de la
obra reconciliadora de Dios por medio de la muerte
de Jesucristo y del cambio que se produce en los
que viven «en Cristo». El cartel del octavario
recoge un instante del encuentro, en la catedral
de Lund (Suecia), entre el papa Francisco y el
obispo luterano Munib Younan, el 31 de octubre de
2016, en conmemoración de los 500 años de la
Reforma luterana. Si seguimos a Jesucristo
intentaremos hacer realidad su deseo de que todos
seamos uno. Seguimiento y conversión es lo que nos
pide el evangelio de hoy. Pablo en la Primera
Carta a los Corintios hace una llamada a la
unidad, pues Cristo no está dividido y en su
nombre hemos sido todos bautizados.
2.-
Comienzo de la
misión: los pobres son evangelizados.
Jesús comienza su predicación en la "Galilea de
los gentiles", al otro lado del Jordán. Es en el
Norte, en el territorio de Neftalí y Zabulón,
tribus habitadas por gentes consideradas por los
judíos como paganos debido a la "contaminación"
con otras religiones e ideas, que desde el siglo
VIII antes de Cristo habían sufrido con la
invasión de los asirios. Muchos fueron deportados
a las ciudades de Asiría y volvieron
transformados, allí también se instalaron
extranjeros que traían consigo otras vivencias
religiosas. El evangelista recoge las palabras del
profeta Isaías, al señalar esta tierra como llena
de tinieblas y de sombra. Pero una luz grande va a
brillar sobre ellos. Allí aparece Jesucristo, luz
que ilumina la oscuridad y que elimina las
tinieblas. Jesús prefiere empezar su ministerio
público precisamente en territorio semipagano.
Cafarnaún, junto al lago, será su pueblo y de allí
saldrán sus primeros discípulos unos pobres
pescadores. El lugar y las personas elegidas
desconciertan, pero son un signo de lo que
significa el anuncio de la Buena Noticia, que va
dirigido en primer lugar a los pobres, a los
sencillos y los a los considerados ateos. En El,
en expresión de San Agustín, "pueden anidar todos
los pájaros los grandes y los pequeños". Su
llamada se extiende a todos. ¿Has escuchado tú la
llamada de Jesús?
3. -
La conversión y
la llegada del Reino del reino de Dios.
Esto es lo que anuncia Jesús. No es la primera, la
conversión, la que hace posible que llegue el
segundo, el reino de los cielos, sino que es
precisamente la instauración del reino lo que dará
origen al hombre nuevo, transformado, convertido.
El texto dice "reino de los cielos", pero esto no
quiere decir que se trate de algo que está después
o por encima de este mundo. El reino comienza ya
aquí y ahora y necesita de colaboradores que hagan
posible su extensión como grano de mostaza. ¿Qué
es el reino? Es una nueva forma de vida basada en
el amor. Hasta diez parábolas utilizará Jesús para
explicarlo. Lo que está claro es que para que el
reino sea posible son necesarias nuevas actitudes
y nuevos valores, y esto es la conversión a la que
se refiere Jesús. Este tono es distinto del
talante amenazador del Bautista. Jesús invita a
los primeros discípulos a ser constructores del
reino. También nos invita a nosotros. ¿Has tomado
conciencia de tu compromiso por el reino?
4. -
La adhesión a la
persona de Cristo es la clave. "Venid y seguidme".
Esta es la llamada de Jesús. Ellos le siguen,
dejándolo todo. El seguimiento de Jesús será una
de las categorías fundamentales que definen el
discipulado. Así llegará a decir posteriormente:
"El que no tome su cruz y me siga no es digno de
mí" (Mt 10,38). El seguimiento no se limita a
gestos superficiales, sino que lleva hasta la
entrega de la propia persona. En Israel los
discípulos buscan al maestro de la Torá, la Ley.
En cambio aquí es Jesús el que elige. La condición
del discípulo de los rabinos es transitoria,
mientras que para el discípulo de Jesús está
marcada por un destino que se realiza en la
comunión de vida y de muerte con su Maestro. El
seguimiento no se limita a la aceptación histórica
de Jesús, sino que supone la entrega a Él y la
identificación con El y al mismo tiempo la
asunción de su causa: la atención compasiva hacia
los pobres y marginados. La adhesión a la persona
de Cristo es la base de la moral, del
comportamiento del cristiano. Si te adhieres a su
persona, también asumes sus actitudes y valores.
La moral cristina no es un mero cumplimiento de
normas, sino que se basa en el "seguimiento de
Jesús". Pregúntate ¿Qué pide El de ti?, ¿qué
espera El de ti? ¿Qué haría El en tu
circunstancia?
5.-
El Papa Juan Pablo II lo recordaba en la encíclica
"Veritatis splendor":
"Seguir a Cristo es el fundamento esencial y
original de la moral cristiana: como el pueblo de
Israel seguía a Dios, que lo guiaba por el
desierto hacia la tierra prometida, así el
discípulo debe seguir a Jesús, hacia el cual le
atrae el mismo Padre". Todos los bautizados nos
decimos seguidores de Jesús, por tanto Él es el
que nos une y el que nos guía.
José María Martín OSA
www.betania.es
¡HAS DICHO MI NOMBRE, SEÑOR!
De la mano de San Mateo, el cual nos va acompañar
con su evangelio durante todo este ciclo,
comenzamos a caminar detrás del cayado de Jesús,
escuchando sus primeras palabras (llamada a la
conversión) y asombrándonos con sus profundas
miradas. Hoy, el Señor, sigue pronunciando nuestro
nombre. Nos necesita para que, su misión, lejos de
desvanecerse siga propagándose por los cuatro
puntos de nuestro mundo.
1.- La Galilea de hoy (allá donde Jesús quiere hacerse presente)
es el lugar donde cada uno de nosotros nos
encontramos. Unos, más acomodados u otros
envueltos en un mar de dificultades, seguimos
escuchando al Señor que viene a nuestro encuentro.
Quiere para nosotros, porque de verdad nos ama, un
cambio de ruta y de rumbo. Bien sabemos que, por
diversas circunstancias, aquello que nos preocupa
o aquello en lo que estamos volcados no siempre es
sinónimo de justicia, dignidad o verdad. Por ello
mismo, porque nos aprecia, desea un fruto para
nuestra vida completamente distinto del que nos
afanamos o por el cual nos desvivimos. Es duro
dejar las redes con las que estamos acostumbrados
a salir adelante según los parámetros exclusivos
del mundo. Es difícil, ante otras miradas más
influyentes y seductoras, captar aquella otra
mirada de Jesús más humilde y, por otra parte, más
interpelante.
2.- Al escuchar el evangelio de este día, nuestro bautismo, se
vuelve a actualizar. No es algo del pasado. No es
una gracia muerta. El bautismo, ante la llamada
del Señor, nos invita a tomar partido: estamos
llamados a ser testigos de Jesús. ¿Cómo serlo?
¿Cómo hacerlo? En principio por el camino de la
conversión. O conversión…o más de lo mismo. Es
decir; mediocridad antes que santidad.
En distintas circunstancias me ha tocado escuchar expresiones
como las siguientes: “yo creo en Dios y punto” “yo
creo en Jesús a mi manera” “no he hecho mal a
nadie y, con ello, ya es bastante”. Y, cuando uno
escucha estas expresiones, no puede menos que
pensar si –en el fondo– no estamos moldeando un
Dios a nuestra medida. Si, en el fondo –además de
un Dios humillado en Belén– no lo pretendemos,
además, sometido a nuestros caprichos. Sin
limitaciones a nuestra libertad. ¿Es eso amor y
seguimiento a Jesús? ¿Cuándo entenderemos que
–conversión y fe– van cosidas de la mano? ¿Puede
decir el esposo a la esposa “te quiero” si, a
continuación, sólo busca una felicidad unilateral
y exclusiva para él? Ponerse en las manos de Jesús
o fiarnos totalmente de sus indicaciones pueden
ser perfectamente signos que denoten nuestra
conversión, nuestras ganas de cambiar a mejor,
nuestra ilusión para que El, sólo El, sea la
brújula de nuestra vida.
3.- El mundo que nos toca vivir está lleno de técnica y de
comodidad pero, por el contrario, huérfano de
amor. Hay muchas llamadas, marketing y escaparates
que dibujan realidades efímeras. Por el contrario
cuesta, y mucho, encontrar ventanas o puertas
abiertas que nos lleven al amor de Dios. Y no
porque el amor de Dios no exista, que siempre está
ahí, sino porque los oídos del hombre moderno
están acostumbrados a percibir exclusivamente
sonidos superficiales, cómodos y con poco esfuerzo
de sacrificio o de superación personal. Y, el
Señor…..desea testigos valientes, capaces de
renunciar a sí mismos, con ideas claras y –sobre
todo– que estén dispuestos a ir contra corriente.
4.- Que el Señor, por lo menos en este domingo, nos encuentre con
un corazón dispuesto a una renovación personal y
comunitaria. Que el Señor, en este Día del Señor,
encuentre en nuestros labios un “si” como
respuesta a todo aquello que nos pide como muestra
de nuestra fidelidad y de nuestra fe. ¿Hemos
escuchado nuestro nombre?
Javier Leoz
www.betania.es
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