¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

     

Domingo, 17 de Octubre de 2021

DOMINGO 29° DURANTE EL AÑO

Isaías 53, 10-11 / Hebreos 4, 14-16

/ Marcos 10, 35-45

Salmo Responsorial, Sal 32, 4-5.18-20. 22

R/. "Señor, que descienda tu amor sobre nosotros"

 

Santoral:

San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir

 

 

 

LECTURAS DEL DOMINGO 17 DE OCTUBRE DE 2021

 

DOMINGO 29° DURANTE EL AÑO

 

Si ofrece su vida en sacrificio, verá su descendencia

 

Lectura del libro de Isaías

53, 10-11

 

El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento.

Si ofrece su vida en sacrificio de reparación,

verá su descendencia, prolongará sus días,

y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él.

A causa de tantas fatigas, él verá la luz y,

al saberlo, quedará saciado.

Mi Servidor justo justificará a muchos

y cargará sobre sí las faltas de ellos.

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                 32, 4-5.18-20. 22

 

R.    Señor; que descienda tu amor sobre nosotros.

 

La palabra del Señor es recta

y Él obra siempre con lealtad;

Él ama la justicia y el derecho,

y la tierra está llena de su amor. R.

 

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,

sobre los que esperan en su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

 

Nuestra alma espera en el Señor:

Él es nuestra ayuda y nuestro escudo.

Señor, que tu amor descienda sobre nosotros,

conforme a la esperanza que tenemos en ti. R.

 

 

 

Vayamos confiadamente al trono de la gracia

 

Lectura de la carta a los Hebreos

4, 14-16

 

Hermanos:

Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado.

Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

 

El Hijo del hombre vino para dar su vida

en rescate por una multitud

 

a    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Marcos

10, 35-45

 

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir».

Él les respondió: «¿Qué quieren que haga por ustedes?»

Ellos le dijeron: «Concédenos sentamos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria».

Jesús les dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?»

«Podemos», le respondieron.

Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz que Yo beberé y recibirán el mismo bautismo que Yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados».

Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y , el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.

Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».

 

Palabra del Señor.

 

 

Reflexión

 

 

LAS CONSECUENCIAS NEFASTAS DE UN FALSO MESIANISMO

1.- Qué queréis que haga por vosotros: concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. No sabéis lo que pedís. Pensar en un mesianismo triunfante en lo político y en lo social, esa fue siempre la tentación del pueblo judío, y lo fue también durante bastante tiempo, a partir del emperador Constantino, de gran parte de toda la Iglesia Católica. Hoy todos nosotros sabemos que el mesianismo triunfante fue una gran equivocación, porque Cristo en su vida histórica, de hecho no triunfó durante su vida porque le persiguieron y terminaron matándole, con una muerte ignominiosa de cruz. El hecho de que Cristo resucitara y ascendiera a los cielos pertenece ya a la otra vida. El mesianismo triunfante nos aleja realmente de la figura real de Jesucristo, pobre, manso y humilde. Debemos examinarnos cada uno a nosotros mismos, para analizar, con sinceridad y verdad, por qué somos cristianos, si por amor a Jesucristo, pobre, manso y humilde, o por devoción a un Cristo que puede concedernos muchos favores. Ser, en definitiva, creyentes en un Dios farmacia, en un Dios que puede resolvernos muchos problemas reales de la vida, en un Dios milagro, antes que en un Dios amor. El mesianismo triunfante se puede infiltrar en muchos actos de nuestra vida, falsificando realmente nuestro cristianismo. Debemos seguir a Jesús siempre por amor, tratando de imitarle en lo que realmente su vida fue. El mesianismo de Jesucristo fue un mesianismo salvador y redentor, intentando salvar siempre en primer lugar a los más pobres, enfermos, marginados y necesitados, sin excluir evidentemente a nadie. Hagamos nosotros lo mismo.

2.- Sabéis que los reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. Debemos tener en cuenta que Jesús no amaba el sufrimiento por el sufrimiento, Jesús amaba el sufrimiento por amor, por amor a las personas; el sufrimiento de Jesús era un sufrimiento salvador y redentor. Los cristianos no debemos ser personas que por prediquemos el sufrimiento como algo deseado, a nadie nos gusta sufrir por sufrir. Para nosotros el sufrimiento sólo es un medio necesario para salvar nuestras vidas y salvar las vidas de los demás. Si el sufrimiento no es fruto del amor verdadero a Dios, a nosotros mismos y a nuestro prójimo, no es verdadero sufrimiento cristiano. El mérito no está en sufrir o no sufrir, sino en sufrir por amor, o no aceptar el sufrimiento con amor. Lo mismo podemos decir del servir. Prácticamente todas las personas servimos a alguien, persona o institución, no se trata, pues, de servir a alguien o no servir a nadie, se trata de servir con amor y por amor a las personas con las que nos relacionamos, o a la institución a la que pertenecemos. Sufrir, servir, sí son términos cristianos, pero sólo si se hacen por amor y son fruto del amor.

3.- Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Este texto del profeta Isaías pertenece al Cuarto Cántico del Siervo de Yahveh. Nosotros, los cristianos, lo aplicamos directamente a Jesús, como Siervo de Dios. El sufrimiento de Jesús nos libró de nuestros pecados, porque Dios Padre vio que el sufrimiento de su hijo era un sufrimiento hecho con amor a nosotros y por nuestro amor, era un sufrimiento salvador y redentor. Nosotros, todos los cristianos debemos aspirar a ser salvadores de los demás, con amor, aunque esto nos cueste esfuerzo y sacrificio. Todos somos, espiritualmente, responsable de todos, al menos en parte.

4.- No tenemos un sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, Cristo, nuestro sumo sacerdote, es realmente un hermano nuestro, al que podemos dirigirnos con confianza y en la certeza absoluta de que nos entenderá. Procuremos ser nosotros para los demás, sacerdotes al estilo de Cristo, capaces de amar a todos y de sacrificarnos por todos. Cristo nos dio ejemplo, hagamos nosotros lo mismo. Y para conseguir todo esto que venimos diciendo, pidamos a Dios, con palabras del salmo 32, que “su misericordia venga sobre nosotros, como lo esperamos de él”.

 

Gabriel González del Estal

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SIRVIENDO ES POSIBLE CAMBIAR EL MUNDO

1- ¿En qué estarían pensando los hijos de Zebedeo? “Sentarse en su gloria uno a la derecha y otro a la izquierda”. Es lo que piden los hijos de Zebedeo en el evangelio de Marcos. No sabían lo que pedían, pues precisamente poco antes había hecho Jesús el anuncio de su pasión y muerte. En el evangelio de Mateo es la madre quien lo pide. Nos parece natural, pues toda madre quiere lo mejor para sus hijos. Ellos habían escuchado personalmente a Jesús, pero parece que no habían entendido nada…. ¿En qué estarían pensando Santiago y Juan? Pensaban, sin duda, que Jesús era el Mesías, el rey esperado para liberar a Israel del dominio romano. Jesús es verdad que era rey, "pero su Reino no era de este mundo", tal como le dijo a Pilato. El predicó el Reino, su mensaje fundamental. Y vino a anunciar y a establecer el Reino de Dios. Hoy podemos llamarlo "la civilización del amor" de la que hablaba Pablo VI. El Reino de Dios, sin embargo comienza en este mundo, aunque todavía no había llegado a su plenitud. Es el "ya, pero todavía no". En el Reino de Jesús es primero el que es el último, es decir el que sirve, no el que tiene poder. Los "hijos del Trueno" buscaban poder y prestigio, lo contrario que hacía Jesús. Muchas veces quisieron hacer rey a Jesús, pero Él lo rechazó, porque había venido a servir y no a ser servido. Su mesianismo no es político ni espectacular, sino silencioso y humilde. En este sentido, San Agustín recuerda que "no dice que su Reino no está en nuestro mundo, sino que no es de este mundo. No dice que su Reino no está aquí, sino no es de aquí".

2.- Constructores del Reino. Hemos de trabajar para construir el Reino de Dios en este mundo. Esto significa establecer unas condiciones de vida en las que reine la justicia, la paz y la fraternidad. Mientras esto no se consiga, todavía no podemos estar contentos. No debemos huir del mundo, sino implicarnos en su transformación aquí y ahora, sin esperar que llegue pasivamente "el Reino de los cielos". Esto es lo que pide Jesús a Santiago y Juan: "beber el cáliz que Él ha de beber". Contestan que sí, pero en ese momento no se dan cuenta de lo que estaban diciendo. Lo comprobarán cuando contemplen la muerte de Jesús. Llegará el momento en que Santiago dará la vida por Cristo. Entonces sí que fue capaz de beber el cáliz de Cristo. Jesucristo se identifica con el “Siervo de Yahvé” del profeta Isaías. Cargó con las culpas de todos, fue triturado con el sufrimiento injusto, entregó su vida como expiación. Pero su entrega nos salva, hace posible nuestra justificación. Un anuncio irreverente de un equipo español señalaba que el fútbol es más importante que Jesucristo. ¡Qué injusticia y qué ingratitud! Jesús debe reinar en nuestro corazón. Jesucristo debe ser lo más importante de nuestra vida. Sólo así le seguiremos con todas nuestras fuerzas y podremos gozar de su amor y “vendrá sobre nosotros su misericordia” (Salmo 32). Un rey existe para servir al pueblo. Es su espíritu de servicio a la comunidad lo que justifica su ser. Así lo hizo Jesús, que tuvo como trono la cruz, como cetro una simple caña, como manto real una ridícula túnica de color púrpura y coronó su cabeza con una corona de espinas. Indudablemente, su Reino no era de este mundo, pero sí para este mundo. Y sus seguidores deben tener también su espíritu de servicio, pues el primero será el que más sirva.

4.- “Cambia el mundo”. El lema del DOMUND de este año quiere mostrar al mundo que la misión y la acción de los misioneros hacen que el cambio del mundo sea posible. Y en este año, en el que se celebrará el Sínodo de los Jóvenes, la Jornada Mundial de las Misiones 2018 les invita a ellos, de una manera muy especial, a ser protagonistas de este cambio. El Papa Francisco, en su mensaje para esta jornada misionera, nos recuerda la tarea de llevar el Evangelio a todos, como hacen los misioneros. No es fácil, exige paciencia, la misma paciencia que requiere formar la cara del mismo color en el cubo de Rubi que aparece en el póster de esta campaña. El DOMUND propone un cambio del mundo, pero este cambio solo es posible si nace de un corazón cambiado. Un corazón cambiado es aquel en el que ha entrado Dios. Un corazón que abraza el Evangelio. Los misioneros se esfuerzan cada día en llevar adelante, con su ejemplo y trabajo, la evangelización de los pueblos que aún no conocen a Dios, porque saben que el Evangelio produce el verdadero desarrollo humano y social de las naciones a través de cambios pequeños, como pide el Papa Francisco. El DOMUND pide el compromiso de los cristianos en la actividad misionera para que el anuncio del Evangelio llegue a aquellos ámbitos geográficos o sociales donde aún no es conocido.

 

José María Martín OSA

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DAR LA VIDA POR AMOR

El pasado domingo escuchábamos cómo Jesús, en su camino hacia Jerusalén, se encontró con aquel joven rico. Tras este encuentro, y ya muy cerca de Jerusalén, Jesús vuelve a anunciar su pasión y resurrección por tercera vez a sus discípulos. Después de esto, como escuchamos en el Evangelio de este domingo, dos de los apóstoles, Santiago y Juan, piden a Jesús sentarse a su lado en su gloria. Jesús aprovecha para explicar una vez más cómo ha de ser un verdadero discípulo suyo.

1. Los apóstoles no habían comprendido todavía qué significaba eso de dar la vida por amor. Por eso, aunque Jesús les estaba explicando que Él iba a dar la vida muriendo en la cruz y que iba a resucitar al tercer día, sin embargo los apóstoles estaban pensando en su interior cómo ser el más importante. Así, vemos cómo Santiago y Juan se acercan al Señor para presentarle una exigencia. No era una simple petición que le hacían a Jesús, sino que era una verdadera exigencia: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir”. Y lo que le exigen a Jesús es ni más ni menos que ocupar los primeros puestos en su gloria. Jesús había hablado en muchas ocasiones del Reino de Dios, y los discípulos, que entendían este Reino como si de un reino terrenal cualquiera se tratase, estaban esperando que Jesús les ofreciese los primeros puestos a ellos que lo habían dejado todo por seguirle. ¡Todo lo contrario a lo que Jesús estaba enseñando! Ante esta petición, Jesús responde: “No sabéis lo que pedís”. Ciertamente aquellos apóstoles no habían comprendido nada del mensaje del Maestro. Resulta curioso que Jesús no responde ni afirmativa ni negativamente a la exigencia de los apóstoles. Tan sólo les pregunta si van a ser capaces de beber el cáliz que Él va a beber y de ser bautizados con el bautismo con el que Él va a ser bautizado. Jesús no les dice ni sí ni no, sin embargo les señala cuál es el camino por el que se va a la gloria: el cáliz y el bautismo del que habla Jesús aquí hacen referencia a su pasión y muerte, a entregar la vida. Así, Jesús les enseña que para entrar en la gloria, hay que pasar primero por dar la vida, como Él mismo hará cuando llegue a Jerusalén.

2. Pero no nos quedemos pensando que sólo Santiago y Juan eran los que buscaban los primeros puestos. Los demás apóstoles pensaban igual que ellos dos, pues después de esta exigencia a Jesús, los otros diez se indignaron, pensando “quiénes son estos dos para quedarse con los mejores puestos sin contar con nosotros”. Esta actitud de los apóstoles, tanto la de Santiago y Juan como la de los otros diez, lamentablemente se sigue repitiendo tantas veces hoy en nuestra Iglesia, entre nosotros los cristianos. Nos gusta muchos a los cristianos eso de ver quién es el que manda, de buscar la autoridad y el poder, incluso dentro de la comunidad, en la parroquia, en la Iglesia. Por eso nos viene muy bien escuchar de nuevo las palabras que Jesús les dirigió a los apóstoles: “Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos”. Éste es el único camino para llegar a la gloria: ser el servidor y el esclavo de los demás. No dejemos que la mundanidad entre en nuestra Iglesia y entre los cristianos. Mientras que el mundo se pelea por mandar más y por tener más poder, los cristianos hemos de preocuparnos más bien por servir, por ponernos a disposición de todos. Y Jesús no ha dicho que hemos de ser esclavos de algunos, de nuestros amigos o de los que nos caen bien. Ha dicho que hemos de ser esclavos de todos. Es el amor al prójimo que se manifiesta en las obras, en nuestra actitud de servicio. Pues no podemos decir que amamos a los demás si no somos capaces de ponernos a su servicio. Así es el amor de Dios, y así nos pide Dios que vivamos el amor.

3.- Este modo de vivir sirviendo y entregando nuestra vida por los demás, es lo mismo que ha hecho Cristo por nosotros: “Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos”. Así lo podemos leer en la primera lectura de hoy, del libro de Isaías, un fragmento que pertenece al cuarto cántico del Siervo de Yahvé. Este Siervo, que nosotros identificamos con Cristo, ha traído la justificación por medio de su sufrimiento y de la entrega de su vida. Es el sufrimiento el que nos salva. Pero no un sufrimiento vacío de sentido, sino el sufrimiento que viene del amor, de la entrega. De nada sirve sufrir por sufrir si no es por amor. Así es la pasión y la muerte del Señor: por amor a nosotros. Y ese sufrimiento es redentor. Del mismo modo, en la segunda lectura, el autor de la carta a los Hebreos nos presenta a Cristo como el Sumo Sacerdote capaz de comprendernos porque Él mismo ha sido probado en todo, como nosotros, excepto en el pecado.

4.- Cristo, el esclavo de todos, el siervo sufriente, entrega su vida por amor. Y esa entrega nos redime y nos salva. Pero si queremos entrar en su gloria, hemos de vivir nosotros ese mismo amor, hemos de ser también nosotros siervos de los demás, hemos de beber del mismo cáliz y recibir el mismo bautismo de Cristo. Ése es el camino para la gloria, bien distinto de los caminos que nos ofrece el mundo, caminos de poder, de autoridad. Que María, que se proclamó a sí misma la esclava del Señor, nos ayude a vivir de este modo, siendo como ella servidores del Señor y esclavos los unos de los otros, para llegar así a la gloria que Cristo nos ha prometido.

 

Francisco Javier Colomina Campos

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