¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 1
de octubre
de 2023
DOMINGO
26°
DURANTE
EL AÑO
Ezequiel 18, 24-28 / Filipenses 2, 1-11 / Mateo
21, 28-32
Salmo Responsorial Sal 24, 4-9
R/. "Acuérdate, Señor, de tu compasión"
Santoral:
Santa Teresa del Niño Jesús
LECTURAS DEL DOMING O
1
DE OCTUBRE DE 2023
DOMINGO
26°
D URANTE
EL AÑO
Cuando el malvado se aparte del mal
él mismo preserva su vida
Lectura de la profecía de Ezequiel
18, 24-28
Esto dice el Señor:
Si el justo se aparta de su justicia y comete el
mal, imitando todas las abominaciones que comete
el malvado, ¿acaso vivirá? Ninguna de las obras
justas que haya hecho será recordada: a causa de
la infidelidad y del pecado que ha cometido,
morirá.
Ustedes dirán: «El proceder del Señor no es
correcto». Escucha, casa de Israel: ¿Acaso no es
el proceder de ustedes, y no el mío, el que no es
correcto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete
el mal y muere, muere por el mal que ha cometido.
Y cuando el malvado se aparta del mal que ha
cometido, para practicar el derecho y la justicia,
él mismo preserva su vida. Él ha abierto los ojos
y se ha convertido de todas las ofensas que había
cometido: por eso, seguramente vivirá, y no
morirá.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
24, 4-9
R.
Acuérdate,
Señor, de tu compasión.
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque Tú eres mi Dios y mi salvador,
y yo espero en ti todo el día.
R.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi
juventud:
por tu bondad, Señor,
acuérdate de mí según tu fidelidad.
R.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
Él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.
R.
Vivan con los mismos sentimientos
que hay en Cristo Jesús
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
A los cristianos de Filipos
2, 1-11
Hermanos:
Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún
valor, si algo vale el consuelo que brota del amor
o de la comunión en el Espíritu, o la ternura y la
compasión, les ruego que hagan perfecta mi
alegría, permaneciendo bien unidos.
Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo
pensamiento. No hagan nada por interés ni por
vanidad. Que la humildad los lleve a estimar a los
otros como superiores a ustedes mismos. Que cada
uno busque no solamente su propio interés, sino
también el de los demás.
Vivan con los mismos sentimientos que hay en
Cristo Jesús.
Él, que era de condición divina,
no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo,
tomando la condición de servidor
y haciéndose semejante a los hombres.
Y presentándose con aspecto humano,
se humilló haciéndose obediente hasta aceptar la
muerte
y muerte en cruz.
Por eso, Dios lo exaltó
y le dio el Nombre que está por sobre todo nombre,
para que, al nombre de Jesús,
se doble toda rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre:
«Jesucristo
es el Señor».
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Se arrepintió y fue.
Los publicanos y las prostitutas
llegan antes que ustedes al Reino de Dios
X Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
21, 28-32
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos
del pueblo:
«¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y,
dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero
que hoy vayas a trabajar a mi viña". Él respondió:
"No quiero". Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste
le respondió: "Voy, Señor", pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
«El primero», le respondieron.
Jesús les dijo: «Les aseguro que los publicanos y
las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino
de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el
camino de la justicia y no creyeron en él; en
cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron
en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este
ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él».
Palabra del Señor.
Reflexión
A LOS ARREPENTIDOS DIOS LOS SALVA
1.-
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete
la maldad y muere. Y cuando el malvado se
convierte de la maldad que hizo y practica el
derecho y la justicia, él mismo salva su vida.
Tanto el profeta Ezequiel, en la primera lectura,
como el mismo Jesús, en el evangelio de este
domingo, dicen desde distintos puntos de vista, la
misma idea: Dios no condena a nadie
caprichosamente, es cada persona, libre e
individualmente, la que se convierte al Señor y se
deja salvar por él. El profeta Ezequiel habla,
como no podía ser de otra manera, con palabras e
ideas propias de su tiempo: el que muere, muere
por los pecados morales que él comete libre e
individualmente; el que se salva, se salva por
haber practicado el derecho y la justicia. Dios no
salva, ni condena caprichosamente a nadie. También
nosotros debemos ser conscientes de nuestra
responsabilidad personal en la salvación o
condenación; somos nosotros mismos los que, con
nuestro comportamiento, decidimos dejarnos salvar
o no por el Señor. No echemos la culpa a Dios de
nuestros males o sufrimientos, tanto físicos como
morales, cada uno de nosotros es responsable de su
propia vida. Dios quiere que todos nos salvemos,
sólo si nosotros, con nuestro comportamiento, no
aceptamos la voluntad de Dios, Dios no podrá
salvarnos contra nuestra propia voluntad. Si no
hemos practicado la justicia y el derecho,
convirtámonos al Señor, con la seguridad de que él
nos salvará. A la persona arrepentida Dios nunca
lo abandona. La misericordia del Señor es eterna,
como nos dice el salmo 24.
2.-
Os aseguro que
los publicanos y las prostitutas os llevan
delantera en el camino del Reino de Dios.
Jesús habla a los sacerdotes y ancianos del
pueblo, es decir, a las autoridades del pueblo
judío. Les compara al hijo al que su padre mandó
ir a trabajar en la viña, el hijo dijo que sí
iría, pero después no fue. Ellos, los sacerdotes y
ancianos del pueblo, creyeron en un principio en
la Ley de Moisés y la cumplieron, pero cuando vino
Juan el Bautista y les enseñó el camino de la
verdadera justicia no creyeron en él. Por eso, les
dice Jesús, los publicanos y las prostitutas os
llevarán la delantera en el Reino de Dios, porque
estos sí creyeron a Juan y abandonaron su mala
vida, y se convirtieron. El hijo bueno fue el
segundo que, aunque primero dijo que no iría a
trabajar en la viña, después sí fue, como hicieron
los publicanos y las prostitutas. No son, pues,
las buenas palabras las que nos salvan, los hechos
que hacemos conforme a la justicia y al derecho
son los que nos salvan. En definitiva, nosotros,
los cristianos, si nos convertimos de nuestras
malas acciones y seguimos a Jesús Dios nos salva.
Nuestra condición pecadora nos inclina al pecado
y, más de una vez, caemos en él, pero si nos
arrepentimos del pecado y nos volvemos al Señor,
el Señor nos salva. Demos gracias al Señor por su
infinita misericordia para con nosotros,
convirtámonos de nuestros pecados y vivamos
seguros de que el Señor nos salvará.
3.-
Tened entre
vosotros los sentimientos propios de una vida en
Cristo Jesús.
Estos consejos que da el apóstol Pablo a los
primeros cristianos de Filipos necesitan poco
comentario. El apóstol les recomienda la práctica
de las virtudes cristianas: el amor mutuo, la
humildad, la generosidad, es decir, la imitación
de Cristo, en pensamientos, palabras y obras.
Jesús, a pesar de su condición divina se despojó
de su rango y vivió “como uno de tantos”, por eso
Dios “lo levantó sobre todo y le concedió el
nombre sobre todo nombre”. Apliquémonos a nosotros
los consejos que Pablo da a los filipenses,
sigamos a el Cristo manso y humilde de corazón. El
amor cristiano y la humildad cristiana son las
virtudes que más nos acercan a Jesús, por eso,
como nos dice el mismo texto, “no nos encerremos
en nuestros propios intereses y busquemos todos el
interés de los demás”.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
PONER EN PRACTICA LO QUE DECIMOS
1.-
"Obras son
amores…."
Cuando Jesús tomó la decisión de "subir a
Jerusalén" sabía muy bien sus consecuencias. Allí
tendría que enfrentarse a las autoridades
religiosas, los príncipes de los sacerdotes, los
ancianos y escribas. Tras ser aclamado por el
pueblo, consciente de cuál era su misión, realizó
la "purificación del Templo", lo cual provocó la
indignación de los líderes religiosos, que
cuestionaban el origen de su poder, movidos por la
envidia y el fanatismo. Jesús es consecuente y
valiente, pero no tonto y por eso les pone en
apuros cuando les cuestiona sobre el origen del
bautismo de Juan. Si dicen que del cielo, ¿por qué
lo condenaron?; si dicen que de los hombres ¿qué
dirá el pueblo que le tenía por profeta? Al
responder que no lo sabían, Jesús se defiende
diciéndoles que El tampoco contestará a su
perversa pregunta. Y entonces, para ponerles en
evidencia, les cuenta la "parábola de los dos
hijos". La conclusión es que ellos, los jefes
religiosos judíos son como el segundo hijo que
dijo "Voy, señor", pero no fue. Son unos
palabreros que dicen y no hacen. Es decir, unos
hipócritas incapaces de corroborar con los hechos
lo que dicen con las palabras. En ellos no hay ni
una palabra mala, ni una buena acción. Y ya dice
el refrán: "Obras son amores y no buenas razones".
Los publicanos y las prostitutas les precederán en
el reino de los cielos, porque creyeron. Ya lo
había anunciado el profeta Ezequiel: Dios acoge al
pecador que "se convierte de la maldad que hizo, y
practica el derecho y la justicia", porque, como
dice el salmo, su ternura y misericordia son
eternas. Y todo porque el Señor es bueno y enseña
su camino a los humildes. El peor pecado es el
orgullo y la hipocresía.
2.-
Cumplir la
voluntad del Padre.
El primer hijo, en cambio, dijo: "No quiero", pero
fue. Este hizo la voluntad del padre, porque
recapacitó y cambió de actitud y de
comportamiento. Se parece al hijo pródigo, que se
fue de casa, pero volvió. Estamos muy
acostumbrados a escuchar mensajes y de tanto
oírlos nos hemos vuelto escépticos, pensamos que
ya no podemos hacer nada. San Agustín en el
comentario de este fragmento del evangelio nos
dice: "Eres cristiano, frecuentas la iglesia,
escuchas la palabra de Dios y te emocionas de
alegría con su lectura. Tú alabas a quien la
expone, yo busco quien la cumpla. Eres cristiano,
frecuentas la iglesia, amas la palabra de Dios y
la escuchas de buena gana. Ve lo que te propongo,
examínate al respecto, estate pendiente de ello,
sube al tribunal de tu mente, ponte en presencia
de ti mismo, y júzgate; y si encuentras que eres
un malvado, corrígete. He aquí la propuesta". Se
nos pide hoy que seamos consecuentes: la fe se
demuestra con las obras. ¡Basta ya de poner
disculpas!
3-
Tú puedes cambiar
el mundo. En
cierta ocasión, Martin Luther King quería
convencer a los que acudieron a escuchar su
discurso, de la necesidad de colaborar y pasar a
los hechos. Muchas veces había escuchado el
lamento escéptico: "Pero yo... ¿qué puedo hacer?".
Aquel día mandó apagar las luces del estadio en el
que estaban. Cuando ya estaban todos en tinieblas
preguntó: "¿Alguno podría ayudar a iluminarnos?".
Todos permanecieron en silencio.... Sacó su
mechero y lo encendió: "¿Veis esta luz?".
Respondieron afirmativamente...... y volvió a
preguntarles: "¿Nos sirve para algo?". Nuevamente
el silencio..."Sacad cada uno vuestro encendedor
y, cuando os dé la señal, encendedlo". El estadio
se iluminó. La moraleja es muy clara. En el mundo
hay muchas cosas que no están bien, que deberíamos
cambiar, pero, con la excusa del "yo no puedo
cambiar el mundo", no hacemos nada. El mundo,
ciertamente, no lo puedes cambiar, pero sí puedes
aportar tu colaboración para que mejoren los
ambientes donde tú vives: la familia, la clase, tu
grupo cristiano, tu trabajo.... Si así lo haces,
contribuyes a mejorar nuestro mundo. No seas
pasota. No vale decir "que alguien lo haga", ¿por
qué no tú, por qué no ahora?
4. - Debemos predicar con el ejemplo, pero ante todo tener mucha
humildad. Así nos lo recuerda San Pablo en el
himno cristológico de la Carta a los Filipenses.
Jesús se anonadó, se despojó de su rango y se
sometió a una muerte de cruz. El símbolo del
cristiano significa entrega y victoria, pero en
tiempo de los romanos era un signo de humillación
donde se condenaba a los peores delincuentes.
"Dejaos guiar por la humildad", nos dice San
Pablo. Humildad viene de "humus", tierra. Se nos
recomienda que recordemos nuestro origen, que "nos
hagamos tierra", que nos abajemos al suelo. Si lo
hacemos así, germinarán en nosotros todas las
virtudes que deban adornar a un cristiano:
entrañas comprensivas, unanimidad, un mismo amor y
un mismo sentir, humildad, desprendimiento de los
propios intereses. Nos decía san Agustín que
notaremos si avanzamos en la virtud en la medida
en que damos prioridad a las cosas comunes y de
nuestro prójimo antes que a las nuestras. Si
pasamos de los labios al corazón y de éste a las
manos, daremos nuestro mejor testimonio de vida.
Que lo que decimos lo sintamos y que seamos
capaces de demostrarlo con nuestras obras.
José María Martín OSA
www.betania.es
SIN RUIDO Y HACIENDO BIEN
Se nota cuando, nuestras palabras son eso: buenos
deseos. Y, por el contrario, a veces los silencios
hacen y dicen mucho. Hoy con el evangelio en la
mano nos damos cuenta de que nuestro “si” no
siempre es sincero ni creíble. Muchas veces está
condicionado por el quedar bien con alguien o por
algo, por salir airosos de algunas situaciones o,
simplemente, porque con un “si vacío” solucionamos
una situación puntual que, luego, se nos puede
volver en contra. Es bueno pues aquella máxima de:
“promete lo que vayas a realizar y calla aquello
que te deje en evidencia”.
1. Dios nos hace libres, y desde esa libertad, estamos llamados a
cooperar con El. Conoce de antemano los
sentimientos más profundos de nuestros corazones.
Sabe, perfectamente, cuando nuestros labios emiten
sonidos que en nada reflejan nuestro pensamiento.
Pero, Dios, ahí está: aguarda, espera, confía una
y otra vez en el ser humano. ¿Por qué? ¡Nos quiere
libres y libremente desea que le amemos! ¿Se puede
querer a un padre por imperativo legal? ¿El amor
es auténtico cuando se da largas o cuando se
demuestra?
2. Las parábolas siempre nos enseñan el camino de la salvación.
Hoy, al proclamar la del evangelio, nos damos
cuenta que como el hijo pequeño también nosotros
somos muy propensos a posponer lo importante y a
llevar a cabo lo secundario.
-Cuántas familias
dicen un “si” al Bautismo; se comprometen ante
Dios y ante la Iglesia a educar en cristiano a sus
hijos; luego no van en esa dirección adecuada y
resulta ser un “no” olvidando cultivar la viña de
la fe.
-Cuántos matrimonios,
delante del altar, prometen fidelidad en lo bueno
y en lo malo. Llegan las dificultades y el egoísmo
o la presión del ambiente convierten todo eso en
un “no”. Dejan de cultivar la viña del amor.
-En cuántos momentos,
sumergidos en celebraciones musicalmente bellas y
en impresionantes templos, decimos amar a Dios
sobre todo; nos comprometemos a un cambio de
vida…..pero salimos de las cuatro paredes del
cenáculo festivo y, nuestra vida cristiana, se
diluye en medio del océano del mundo. Se diluye no
como sal…sino como algo insípido.
3. ¿En cuál de los hijos nos vemos representados? ¿Somos hombres
y mujeres de palabra? ¿Llevamos a la práctica
aquello que prometemos? ¿Nos quedamos en “buenas
palabras” o pasamos a los hechos? ¿Es Dios el
norte y guía de nuestra existencia? San Vicente de
Paul llegó a decir “el ruido no hace bien; el bien
no hace ruido”.
No es bueno proclamar aquello que se quiere hacer sin llevarlo a
cabo. Hay un primer paso para obrar según la
voluntad del Señor: hacer el bien implica no hacer
mal. Empecemos por ahí: no haciendo mal las cosas.
No comprometiéndonos en aquello que, tal vez,
supera nuestra capacidad o nuestras fuerzas. No
somos más grandes cuando vamos pregonando lo que
podemos construir (si luego se queda en paja) o
cuando presumimos de estar en todo, pero dejamos a
medio camino aquellas responsabilidades que se nos
han encomendado.
4.- Demos gracias a Dios porque nos sigue llamando. Lo importante
es ser conscientes de que, ciertos caminos que
elegimos, nos apartan de Él, de su amor, de su
presencia, de su viña y del sendero que nos
conduce a la salvación, a la felicidad o la
gracia.
No nos conformemos con los “mínimos” de nuestra fe. Además de la
misa dominical, como cristianos, estamos llamados
a trabajar un poco más nuestra personal viña. No
podemos decir “si” al Señor y, luego, marcharnos
por otros derroteros totalmente distintos al
Evangelio.
Digamos “si” a Jesús. Con todas las consecuencias. No olvidemos
que, el movimiento, se demuestra andando y que la
fe cuando se trabaja…produce más fe.
Javier Leoz
www.betania.es
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