¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo,
3
de
septiembre de 2023
DOMINGO
22°
DURANTE EL
AÑO
Jeremías 20, 7-9 / Romanos 12, 1-2 / Mateo 16,
21-27
Salmo Responsorial Sal 62, 2-6. 8-9
R/. "Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios
mío"
Santoral:
San Gregorio Magno, Beatos Juan Pak,
María Pak, Bárbara Kouen, Bárbara Ni,
María Ni e Inés Kim
LECTURAS DEL DO MINGO
3
DE SEPTIEMBRE DE 2023
DOMINGO
22°
DURANTE
EL AÑO
La palabra del Señor es para mí oprobio
Lectura del libro de Jeremías
20, 7-9
¡Tú me has seducido,
Señor, y yo me dejé seducir!
¡Me has forzado y has prevalecido!
Soy motivo de risa todo el día,
todos se burlan de mí.
Cada vez que hablo, es para gritar,
para clamar «¡Violencia,
desvastación!
».
Porque la palabra del Señor es para mí
oprobio y afrenta todo el día.
Entonces dije:
«No
lo voy a mencionar,
ni hablaré más en su Nombre».
Pero había en mi corazón como un fuego abrasador,
encerrado en mis huesos:
me esforzaba por contenerlo,
pero no podía.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
62, 2-6. 8-9
R.
Mi
alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío.
Señor, Tú eres mi Dios,
yo te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne
como tierra
sedienta, reseca y sin agua.
R.
Sí, yo te contemplé en el Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán.
R.
Así te bendeciré mientras viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada como con un manjar
delicioso,
y mi boca te alabará con júbilo en los labios.
R.
Veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
Mi alma está unida a ti,
tu mano me sostiene.
R.
Ofrézcanse ustedes mismos como una víctima viva
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma
12, 1-2
Hermanos, yo los exhorto por la misericordia de
Dios a ofrecerse ustedes mismos como una víctima
viva, santa y agradable a Dios: este es el culto
espiritual que debe ofrecer.
No tomen como modelo a este mundo. Por el
contrario, transfórmense interiormente renovando
su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál
es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le
agrada, lo perfecto.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
El que quiera seguirme,
que renuncie a sí mismo
X
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
16, 21-27
Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que
debía que ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte
de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los
escribas; que debía que ser condenado a muerte y
resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo,
diciendo: «Dios
no
lo permita, Señor, eso no sucederá».
Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro:
«¡Retírate,
ve detrás de mí,
Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus
pensamientos no son los de Dios, sino de los
hombres».
Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
«El
que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que
cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera
salvar su vida, la perderá; y el que pierda su
vida a causa de mí, la encontrará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero
si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a
cambio de su vida?
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de
su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces
pagará a cada uno de acuerdo con sus obras».
Palabra del Señor.
Reflexión
SIN CRUZ NO HAY REDENCIÓN
1.-
El que quiera
venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que
cargue con su cruz y me siga.
Los maestros espirituales de todos los tiempos nos
han dicho que la ascética es un paso necesario en
el camino de perfección. Pensar que el espíritu
humano puede llegar a su perfección espiritual sin
poner freno a los desenfrenos del cuerpo, es una
utopía inhumana. Nacemos imperfectos, con
tendencias carnales contrarias a un buen
desarrollo del espíritu y necesitamos domar el
caballo negro de nuestras pasiones incontroladas,
como ya nos decía el mismísimo Platón, para que el
carro de nuestra vida corra por el buen camino y
no se desboque, ni se desvíe del camino recto.
Jesús se lo dice así, de una forma clara y
tajante, al bueno y optimista Pedro que quería ver
a Cristo ya en la cima de la gloria, sin haber
pasado antes por el monte de la crucifixión. Pero
es que Dios no ha excluido a ningún ser humano, ni
siquiera a su propio Hijo, de subir al monte
calvario, antes de subir al monte de la
resurrección. Esto lo hemos estado viendo estos
días pasados, en un orden puramente humano, en los
ciclistas corredores del tour de Francia y de la
vuelta a España. Han tenido que sufrir mucho y
subir sacrificadamente muchos puertos, antes de
llegar a la meta final. La vida no siempre es un
valle de lágrimas, pero siempre es un campo de
batalla. Eso fue para Cristo, que quiso cargar
amorosa y pesadamente con su cruz, y eso es
necesariamente para cada uno de nosotros, porque
nacemos inclinados al pecado y necesitamos
esforzarnos cada día, cargar con nuestras cruces,
si queremos llegar a la perfección a la que hemos
sido llamados.
2.-
Yo era el
hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí…
pero la palabra era en mis entrañas fuego
ardiente, encerrado en los huesos; intentaba
contenerla y no podía.
El profeta Jeremías fue durante toda su vida de
profeta un buen ejemplo de persona que supo cargar
con las múltiples cruces que sus enemigos pusieron
en su camino de predicación de la palabra de Dios.
Muchas veces estaba a punto de abandonar, sus
tendencias egoístas así se lo pedían, pero su
auténtica vocación de profeta de Yahvé logró
siempre imponerse a sus tendencias egoístas y
cargó con su cruz hasta el momento final. Un buen
ejemplo para nosotros, los cristianos de este
siglo XXI, cuando nos parece que la sociedad
actual nos mira con cierto desprecio y, más de una
vez, se burlan y se ríen de nosotros.
3.-
No os ajustéis a este mundo, sino transformaos por
la renovación de la mente, para que sepáis
discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno,
lo que le agrada, lo perfecto.
Vivimos en este mundo, pero no debemos permitir
que todas las reglas y costumbres de este nuestro
mundo sean las reglas y las costumbres de nuestra
vida cristiana. No todo lo que nos dice y nos
aconseja <el mundo> es voluntad de Dios. Tenemos
que saber discernir, en cada caso, lo que es
bueno, agradable, perfecto, ante Dios.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
ASUMIR LA PROPIA CRUZ
1.-
Negarse a sí
mismo y cargar con la cruz.
Hoy Jesús anuncia a los discípulos que tenía que
subir a Jerusalén y que los ancianos, los jefes de
los sacerdotes y los maestros de la ley le harían
sufrir mucho hasta matarlo. Pero al tercer día
resucitaría. Pedro, que poco antes había confesado
su fe en Jesús como Hijo de Dios vivo, se niega a
aceptar la posibilidad de la muerte violenta de
Jesús. Pero Jesús le dice que es Satanás porque
quiere tentarle al pensar como los hombres y no
como Dios. Pedro ve las cosas desde el punto de
vista mundano. Esperaba un tipo de Mesías como rey
poderoso capaz de devolver la independencia a
Israel. Es un mesianismo político que contradice
el sentido de lo que Jesús vino a enseñarnos. El
que quiera ser discípulo de Jesús debe negarse a
sí mismo y cargar con la cruz. El poder de Jesús
se muestra en el sufrimiento, en el perdón del
enemigo, en la misericordia con todos, incluso con
los amigos que le traicionan.
2.
– La tentación de
abandonar. El
que es consecuente con su fe tiene que asumir la
posibilidad de ser incomprendido, ridiculizado y
hasta perseguido. Es la experiencia sufrida por
Jeremías, que se dejó seducir por Dios. El texto
emplea el verbo hebreo "patáh", que refleja el
sentimiento de una joven que ha sido seducida y
burlada. Jeremías se encuentra solo y abandonado,
es objeto de la burla y el ataque de sus enemigos.
Le ha tocado anunciar desgracias si no se
arrepentían de su mal obrar. No le han hecho caso
y le han perseguido. Surge entonces la tentación
de abandonar: "No me acordaré de él, no hablaré
más en su nombre". Pero no puede callar, pues la
Palabra de Dios habita en él como un fuego
devorador que no puede resistirse a anunciar. Por
eso sigue adelante con su misión, consciente de la
llamada que ha recibido. Jesús también pudo sentir
el abandono de todos en la cruz, se preguntaba el
porqué de su sufrimiento, peo se puso en las manos
del Padre para hacer su voluntad. San Agustín,
cuya fiesta celebramos hace tres días, ensalza el
ejemplo de los mártires y de los primeros
cristianos perseguidos que fueron simiente fecunda
de nuevos cristianos, pues "¡cuán grande es la
esperanza de la mies a la que precede el
sembrador!". ¿Somos nosotros consecuentes con
nuestra fe a pesar de las incomprensiones, de las
burlas y las persecuciones de nuestro tiempo?
3. -
La cruz de Cristo
nos libera. La
cruz era en tiempos de los romanos un instrumento
de tortura ignominioso reservado a los más
terribles criminales. Jesús fue sometido a la
muerte de cruz. Y lo hizo por amor, como el joven
de la historia del principio, que estaba dispuesto
a dar la vida por su hermano. Desde entonces la
cruz ha perdido su sentido negativo y se ha
convertido en signo del cristiano. No es símbolo
de muerte o de fracaso, sino que tiene un sentido
redentor y salvador. Asumir la propia condición y
aceptarla es una demostración de que seguimos a
Jesús. Cada cual tenemos nuestra propia cruz,
llevarla con entereza y ayudar a los demás a
llevar la suya es un signo de amor y de entrega.
No se trata de resignarse pasivamente o de
conformarse porque no queda más remedio. Ni el
cristianismo no es una religión dolorista, ni el
cristiano es un conformista apocado que se
conforma con cualquier cosa, sino alguien que
lucha contra la injusticia y el dolor absurdo
provocado por el egoísmo del hombre. El que pierde
su vida por Jesucristo la salva. La cruz nos ayuda
a superar las dificultades y asumir el dolor
propio y ajeno. Conocí a un santo sacerdote que
llevaba siempre una cruz en su bolsillo y la
apretaba fuertemente con su mano cuando precisaba
la ayuda del Señor en el momento de la prueba. La
cruz de Cristo nos libera de todas nuestras
esclavitudes y nos llena de vida. Por eso muchas
personas, sobre todo los jóvenes, la llevan sobre
su pecho.
José María Martín OSA
www.betania.es
¿LA FE? NO ES MERENGUE DULCE
Aquel Pedro que fue inspirado por el mismo Jesús
para su profesión de fe “Tú eres el hijo de Dios”
hoy es puesto sobre las cuerdas: tú no piensas
como Dios, piensas como los hombres.
1.- La fe es gracia y es regalo. Es un privilegio que Dios nos
concede. Desde esa luz, que es la fe, podemos
alumbrar todo lo que acontece en torno a nosotros
e, incluso, nuestras mismas personas.
Como a Pedro, al mundo de hoy, no le seduce demasiado el
sufrimiento. Preferimos una fe de merengue ya
fácil a una fe probada; una fe de gloria a una fe
de calvario; una fe de sentimientos a una fe de
conversión, una fe con camino llano más que
aquella otra expresada en camino angosto o
empedrado duro.
Pensar como Dios, exige optar por lo que el mundo nos oculta.
Pensar como los hombres, puede llevarnos a
perdernos en unos túneles sin salida, a caer en
unos pozos sin fondo.
El camino que Jesús nos propone, no es el de los atajos que el
discurso materialista nos vende machaconamente. No
es aquel del escaparate del triunfo, sino aquel
otro que se fragua en el escenario del servicio.
No es el de la apariencia, sino el trabajar sin
desmayo allá donde nadie oposita.
2. Para que brille el sol es necesario que el cielo esté limpio
de nubes. Jesús, en el evangelio de este domingo
veraniego, nos advierte que para que destelle Dios
con toda su magnitud en nosotros, no hemos de ser
obstáculo. El sufrimiento y la cruz, o dicho de
otra manera, las contrariedades, oposición,
zancadillas, sinsabores, incomprensiones, etc.,
lejos de rehusarlas hemos de aprender a valorarlas
y encajarlas desde ese apostar por Jesús de
Nazaret en un contexto social donde, a veces, se
oyen más las voces de los enemigos de Dios que la
labor transformadora de aquellos que creemos en
El.
¿A quién le apetece un camino con espinas? Jesús nos lo adelanta.
Y los primeros testigos del evangelio (apóstoles y
mártires) lo vivieron en propia carne: ser de
Cristo implica estar abierto a lo que pueda venir.
Incluso dar la vida por El.
Frente al único pensamiento que algunos pretenden imponernos (que
puede distar mucho del pensamiento que Dios tiene
sobre el mundo) no cabe sino ser fuertes y abrazar
la cruz cuando sea necesario.
3.- El Papa Francisco, en sus alocuciones frecuentes en Roma, nos
insiste en esa dirección: “el problema no está en
los que “viven ilícitamente” su pertenencia a la
Iglesia. El problema mayor es que, una gran
mayoría de cristianos, viven su cristianismo con
las mismas características de los no bautizados,
de los que no creen en Dios”.
Javier Leoz
www.betania.es
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