¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

     

 

Domingo, 22 de Agosto de 2021

DOMINGO 21° DURANTE EL AÑO

Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b / Efesios 5, 21-33

/ Juan 6, 60-69

Salmo Responsorial, Sal 33, 2-3. 16-23

R/. "¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!"

 

Santoral:

La Santísima Virgen María, Reina

San Sigfrido y San Sinforiano

 

 

LECTURAS DEL DOMINGO 22 DE AGOSTO DE 2021

 

DOMINGO 21° DURANTE EL AÑO

 

Serviremos al Señor, ya que Él es nuestro Dios

 

Lectura del libro de Josué

24, 1-2a. 15-17. 18b

 

Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, y convocó a los ancianos. de Israel, a sus jefes, a sus jueces y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué dijo a todo el pueblo:

«Si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan: Yo y mi familia serviremos al Señor».

El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses Porque el Señor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto, de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestro padres, y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por donde pasamos.

Por eso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él es nuestro Dios».

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL 33, 2-3. 16-23

 

R.    ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!

 

Bendeciré al Señor en todo tiempo,

su alabanza estará siempre en mis labios.

Mi alma se gloría en el Señor:

que lo oigan los humildes y se alegren. R.

 

Los ojos del Señor miran al justo

y sus oídos escuchan su clamor;

pero el Señor rechaza a los que hacen el mal

para borrar su recuerdo de .la tierra. R.

 

Cuando ellos claman, el Señor los escucha,

y los libra de todas sus angustias.

El Señor está cerca del que sufre

y salva a los que están abatidos. R.

 

El justo padece muchos males,

pero el Señor lo libro de ellos.

Él cuida todos sus huesos,

no se quebrará ni uno solo. R.

 

La maldad hará morir al malvado,

y los que odian al justo serán castigados;

pero el Señor rescata a sus servidores,

y los que se refugian en él no serán castigados. R.

 

 

 

 

Éste es un gran misterio:

se refiere a Cristo y a la Iglesia

 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Éfeso

5, 21-33

 

Hermanos:

Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres, a su propio marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es su Cuerpo.. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido.

Los maridos amen a su esposa, como, Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Él la purificó con el bautismo del agua y la palabra, porque quiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha ni arruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada. Del mismo modo los maridos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida.

Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne".

Éste es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia.

En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su propia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

 

¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna

 

a    Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Juan

6, 60-69

 

Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: «¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?»

Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?

El Espíritu es el que da Vida,

la carne de nada sirve.

Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.

 

Pero hay entre ustedes algunos que no creen».

En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

Y agregó: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de Él y dejaron de acompañarlo.

Jesús preguntó entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?»

Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios».

 

Palabra del Señor.

 

Reflexión

 

 

PALABRAS DE VIDA

1.- Elegir al Dios vivo conduce a la vida. La alianza del Sinaí debe ser aceptada por todas las tribus y renovada por las nuevas generaciones. Josué reúne como una asamblea constituyente del pueblo de Dios. La alianza es una relación con Dios que está siempre naciendo en la respuesta de cada uno de los miembros del pueblo de Israel. Durante la larga marcha a través del desierto Dios se muestra a su pueblo como Señor de la historia, como Aquel que camina, delante de Israel. Su identidad como pueblo y su libertad futura depende ahora de que sigan fieles a Él y no se sometan a los dioses de los amorreos. Es la hora de la gran decisión, y para ello convoca Josué la gran asamblea. El pueblo responde ratificando la alianza del Sinaí: Yahvé, el que lo sacó de la esclavitud de Egipto, será su Dios. Elegir a Yahvé es elegir al Dios vivo, al Dios que libera. Los profetas alzarán su voz para mantener la pureza de la fe en Yahvé contra toda idolatría, pero también contra toda desviación del culto. Esta línea profética llegará a su plenitud en Jesucristo. La fe cristiana, heredada de la fe de Abrahán y de los profetas, es el fermento y el revulsivo que nos hace caminar hacia la sociedad futura y el verdadero reino de Dios

2.- Decisión personal de seguir a Jesús. El discurso de Jesús sobre el pan de vida y más aún las palabras eucarísticas de que es necesario comer su carne y beber su sangre decepcionan y escandalizan a la mayoría de los oyentes. "Muchos discípulos de Jesús al oírlo, dijeron: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?". Las palabras de Jesús plantean a los oyentes una grave exigencia. La fe no es algo autónomo e independiente sino más bien una decisión personal que incluye la aceptación de Jesús por parte del hombre. Jesús no priva a los oyentes de su decisión personal. "Esto os hace vacilar?". También muchos discípulos, como antes los judíos, empiezan a murmurar, con lo que manifiestan su mala disposición para creer. El tropiezo o el escándalo no se puede evitar. Muchos discípulos abandonan a Jesús, y aun entre los "Doce" que se quedan con él, hay un traidor. Sin embargo, Pedro responde a la pregunta de Jesús haciendo en nombre de sus compañeros una sincera profesión de fe.

3.- En la sociedad moderna vivimos inundados de palabras: anuncios, publicidad, noticiarios, discursos y declaraciones invaden nuestro mundo. Esta “inflación de la palabra” ha penetrado también en algunos sectores de la Iglesia. Es la hora de la “papelorum progressio”, dicen algunos en broma. Se oyen muchas críticas a la predicación de la Iglesia. Nos dicen que no nos entienden, que es una predicación muy fría, descarnada, que no transmitimos entusiasmo. La palabra de Jesús era diferente. Nacía de su propio ser, brotaba de su amor apasionado al Padre y a los hombres. Era una palabra creíble, llena de vida y de verdad. Se entiende la reacción espontánea de Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna». Uno de los mayores servicios que podemos realizar en la Iglesia es poner la persona y el mensaje de Jesús al alcance de los hombres y mujeres de nuestros días. Ponerles en contacto con su persona. Es lo que está intentando hacer el Papa Francisco, hacer accesible a Jesús, con palabras tomadas de la vida misma. La gente no necesita escuchar nuestras palabras sino las de Jesús. No nos predicamos a nosotros mismos. Sólo las palabras de Jesús son “espíritu y vida”. Es sorprendente ver que, cuando nos esforzamos por presentar a Jesús de manera viva, directa y auténtica, su mensaje resulta más actual que todos nuestros discursos. Lo importante es ayudar a tener experiencia personal de Jesucristo para que puedan decir: "Nosotros creemos y sabemos". La fe, entendida como adhesión personal a Cristo, conduce a un mayor conocimiento de su mensaje y de su persona. Conocer a Jesús, reflexionar su mensaje, asimilar sus actitudes, conduce a una mayor madurez en la fe.

 

José María Martín OSA

www.betania.es

 

LA FE, COMO APUESTA VITAL DEFINITIVA

1.- Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. No sólo fue Pascal, el gran filósofo y matemático francés, el que dijo que la fe religiosa es una apuesta personal conveniente desde un punto de vista estrictamente racional; antes y después de Pascal ya lo habían dicho y hecho otras muchas personas creyentes y responsables. Yo creo que el mismo San Pedro, en este famoso texto que hoy comentamos, decidió seguir a Cristo porque le parecía la solución más conveniente y razonable para él y para sus compañeros. Sí, ya sé que Cristo le dice a pedro que ha sido el Padre el que le ha empujado a tomar esta decisión, pero, en definitiva, esto no es más que decirle que ha sido el Padre el que le ha aconsejado bien. Lo bueno de san Pedro es que en este caso sí se ha dejado conducir por el Espíritu, que “es el que da vida”. La razón última que le ha llevado a san Pedro a tomar esta decisión de seguir a Cristo es que, entre las dos opciones posibles, esta es la más aconsejable, porque sólo Cristo tiene palabras de vida eterna. No hay duda de que lo que Cristo les había dicho sobre el pan de vida y sobre la necesidad de creer en él para obtener la vida eterna era difícil de creer, era “un modo de hablar duro”, pero, si no creían a Cristo ¿a quién iban a creer? Algo de esto nos pasa a los cristianos del siglo XXI: seguir a Cristo nos parece una decisión difícil y arriesgada, pero si no apostamos por Cristo ¿por quién podemos apostar? ¿Por nuestros políticos, o por nuestros científicos, o por la selección española de fútbol? Sólo Cristo tiene palabras de vida eterna; todo lo demás son palabras pasajeras y, en muchos casos, tramposas y vacuas.

2.- Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir. También Josué les preguntó a las tribus de Israel si querían servir al Señor, o si preferían servir a los ídolos. “Yo y mi casa, les dice, serviremos al Señor”. Y todo el pueblo respondió: “¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!” También hoy a nosotros, los cristianos de este siglo XXI, se nos propone frecuentemente la misma pregunta que propuso Josué a su pueblo: ¿queréis servir a Dios, o preferís servir a vuestros actuales ídolos? Y la verdad es que la respuesta de nuestra sociedad no es la respuesta de las tribus de Israel. Los ídolos de nuestro tiempo llenan más estadios y ocupan más espacios en los medios de comunicación que los predicadores del evangelio de Cristo. ¿Porque los ídolos actuales tienen palabras de vida eterna? No, porque nuestra sociedad está tan obsesionada con nuestra vida temporal, que no tiene tiempo, ni ganas, de pensar y creer en la vida eterna. ¡Es una pena!

3.- Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. San Pablo, para explicar esta afirmación, dice una frase que hoy a más de un joven cristiano le puede parecer fuera de lugar. En concreto, san Pablo dice: “porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia”. Hoy día nos resultaría difícil admitir que el marido sea cabeza de su mujer y que, consecuentemente, debe amar a su mujer porque, lo mismo que Cristo es cabeza de la Iglesia, él es cabeza de su mujer. Lo de amar a la mujer con entrega y generosidad sí lo entiende cualquier marido cristiano, pero lo de amar a la mujer porque él es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza de la Iglesia les parece difícil y complicado. Es cierto que, bien explicado, lo de amar a la mujer como Cristo amó a su Iglesia, viene a ser lo mismo que lo de amar a la mujer con entrega y generosidad máxima. Pero esto requiere mucha explicación. Los tiempos de san Pablo no son nuestros tiempos y, consecuentemente, las palabras y los signos que eran claros en tiempos de san Pablo puede ser que hoy no sean tan claros. Afortunadamente, la mujer tiene hoy unos derechos y una consideración social que no tenía en tiempos de san Pablo. Esto es algo de lo que nos alegramos todos los cristianos y debemos tenerlo en cuenta en todos los momentos, y muy especialmente cuando hablamos de las relaciones que deben tener los maridos con sus mujeres.

 

Gabriel González del Estal

www.betania.es

 

¿NOS MARCHAMOS O NOS QUEDAMOS?

1. - Jesús no dejó indiferente a nadie. Cuando tuvo que hablar, alto y claro, lo hizo. Sin componendas ni miramientos. Aún a riesgo de perder, por exigir demasiado, a gran parte de los suyos. Pero es que, Jesús, quería eso: autenticidad y sinceridad en sus seguidores.

La predicación de Jesús, lejos de ser una imposición, era y sigue siendo una propuesta. A nadie se nos obliga a llevar la cruz en el pecho y, mucho menos, a decir que somos cristianos si –por lo que sea– no lo tenemos claro.

Hoy, con más severidad que nunca, estamos viviendo una deserción de la práctica de fe. Parece que lo que se lleva, es decir “no soy practicante” “a mi la Iglesia no me va” “paso de rollos religiosos”. En el fondo, hay un tema más grave: nadie queremos complicaciones. Los compromisos, de por vida, nos asustan; como en el evangelio de este domingo: encrespó el modo de expresarse y las directrices que marcaba Jesús de Nazaret.

2. - El Señor, porque sabe y conoce muy bien nuestra debilidad, siempre tiene sus puertas abiertas: unas veces para entrar y gozar con su presencia y, otras, igual de abiertas para marcharnos cuando –por lo que sea– nos resulta imposible cumplir con sus mandatos. Ahora bien; permanecer con El, nos lo garantiza el Espíritu, es tener la firme convicción de que nunca nos dejará solos. De que compartirá nuestros pesares y sufrimientos, ideales y sueños, fracasos y triunfos. Porque, fiarse del Señor, es comprender que no existen los grandes inconvenientes sino el combate, el buen combate desde la fe. Y, Jesús, nos adiestra y nos anima en esa lucha contra el mal y a favor del bien.

--¿Cuándo hemos dejado al Señor sólo?

--¿Sabemos estar en su presencia sin más compañía que el silencio?

--¿Nos planteamos, con frecuencia, lo que significa y conlleva el ser cristianos?

--¿Nos duele, en algún momento, la proclamación de la Palabra de Dios?

Estos interrogantes, al final de esta breve reflexión dominical, pretenden incentivar nuestra fe dormida. Si creemos y servimos al Señor, que lo hagamos con valentía, con transparencia y sabedores de que, seguirle, aunque no sea un camino de rosas, merece la pena.

 

Javier Leoz

www.betania.es