¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 2 7
de Agosto de 2023
DOMINGO
21° DURANTE
EL AÑO
Isaías 22, 19-23 / Romanos 11, 33-36 / Mateo 16,
13-20
Salmo Responsorial Sal 137, 1-3. 6. 8bc8
R/. "Tu amor es eterno, Señor"
Santoral:
Santa Mónica, San Guerín
y San Amadeo
LECTURAS DEL DOMIN GO 27
DE AGOSTO DE 2023
DOMINGO
21° D URANTE
EL AÑO
Pondré sobre sus hombros
la llave de la. casa de David
Lectura del libro de Isaías
22, 19-23
Así habla el Señor a Sebná, el mayordomo de
palacio:
Yo te derribaré de tu sitial
y te destituiré de tu cargo.
Y aquel día, llamaré a mi servidor
Eliaquím, hijo de Jilquías; ,
lo vestiré con tu túnica,
lo ceñiré con tu faja,
pondré tus poderes en su mano,
y él será un padre para los habitantes de
Jerusalén
y para la casa de Judá.
Pondré sobre sus hombros
la llave de la casa de David:
lo que él abra, nadie lo cerrará;
lo que él cierre, nadie lo abrirá.
Lo clavaré como una estaca
en un sitio firme,
y será un trono de gloria
para la casa de su padre.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
137, 1-3. 6. 8bc
R.
Tu
amor es eterno, Señor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo
y daré gracias a tu Nombre.
R.
Daré gracias a tu Nombre por tu amor y tu
fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.
Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma.
R.
El Señor está en las alturas,
pero se fija en el humilde y reconoce al orgulloso
desde lejos.
Tu amor es eterno, Señor,
¡no abandones la obra de tus manos!
R.
Todo viene de Él, ha sido hecho por Él, y es para
Él
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma
11, 33-36
¡Qué profunda y llena de riqueza es la sabiduría y
la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus
designios y qué incomprensibles sus caminos!
«¿Quién penetró en el pensamiento del Señor?
¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio algo, para
que tenga derecho a ser retribuido ?»
Porque todo viene de Él, ha sido hecho por Él, y
es para Él. ¡Él sea la gloria eternamente! Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de
los Cielos
X
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo
16, 13-20
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente
sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el
Bautista; otros, Ellas; y otros, Jeremías o alguno
de los profetas».
«Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de
Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la
carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el
cielo. Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la
muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las
llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates
en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo
que desates en la tierra, quedará desatado en el
cielo».
Entonces, ordenó severamente a sus discípulos que
no dijeran a nadie que Él era el Mesías.
Palabra del Señor.
Reflexión
“¿QUIÉN SOY YO PARA TI?”
1.- ¿Y quién soy yo para vosotros? Desde luego es una pregunta
comprometedora, casi diría que a mala idea. ¿Y
quién es Jesús para mí? Contestaciones de
catecismo y de teología barata, todos tenemos
alguna. No es una pregunta de un examen de
historia antigua o contemporánea.
No son pocos los ateos que lo saben todo de Jesús. También los
fariseos que le espiaban se sabían todo de Él, su
padre, su madre, sus parientes, su edad, sus
correrías por Palestina.
¿No se interesa Jesús por si llevamos una de esas camisetas en
las que pone, con grandes letras, I love Jesus…,
quién soy yo para ti?
2.- Y creo que es una buena ocasión de preguntarnos cada uno
sinceramente que significa Jesús en nuestras
vidas, si es que significa algo.
¿Es algo más que la suegra o esa anciana tía una vez al mes o
todas las semanas? Esa que cerrada la puerta de su
casa y ya en el descansillo de su misma escalera
todo queda en el recuerdo, más o menos cariñoso.
¿Entra Jesús al menos en el grupo de mis amigos, es el mejor de
mis amigos o, al menos uno de ellos? ¿Cuento con
Él o no cuenta nada en mi vida de cada día? ¿Quién
soy yo para ti?
3.- Una ancianita, de esas sin doctorados o estudios, daba el
otro día una gran definición de Dios: “Dios es
compañía” Esta ancianita, sin ser Pedro, había
recibido como Él, no por estudios, ni por grandes
maestros, sino del mismo Dios esa revelación
interior, esa manifestación de lo que el Señor es
para ella. Y había sido digna de esa revelación
porque el Señor se manifiesta a los sencillos y a
los humildes, no a los entendidos de este mundo.
4.- El Señor Jesús ya sabe lo que es Él para esa pobre anciana.
¿Quién dices tú que soy yo?, esta pregunta tiene
una resonancia especial para nosotros que no tenía
para los apóstoles cuando el Señor se la hizo.
Para ellos ese Señor no había aun dado la vida por
ellos y por nosotros ya sí.
¿Podremos escaparnos con una respuesta facilota, teológicamente
muy atildadita, con muchas exactitudes
filosóficas? ¿Es eso lo que el Señor espera de mí?
Hay que hacerse cada uno esta pregunta a solas, ante un Jesús
expirante en la Cruz y dejando hablar al corazón.
¿Quién soy yo para ti?
José María Maruri, SJ
www.betania.es
¿CUÁL ES TU RESPUESTA?
1.- Una pregunta clave que interroga nuestra fe. Sorprende
a veces que cuando se realizan encuestas en que se
pregunta "¿Se considera usted católico?", las
respuestas afirmativas consigan porcentajes tan
altos, del 80 o más por ciento. Sorprende porque
muchas de estas personas que responden
afirmativamente, luego, ante preguntas referentes
a cuestiones básicas y fundamentales de la fe
cristiana, responden negativamente. Y se da la
paradoja, la contradicción de que hombres y
mujeres que, por una parte, se afirman
"católicos", por otra digan no creer -por ejemplo-
en la divinidad de Jesús o en la existencia de la
vida eterna.
2.- ¿Qué decimos los que nos llamamos “cristianos”? Los
que nos consideramos creyentes “practicantes”
muchas veces no sabemos responder a la pregunta
que Jesús nos hace hoy: ¿y vosotros quién decías
que soy yo? Es más fácil cumplir unos preceptos,
que en el fondo no alteran nuestra vida, que
“mojarse” de verdad y dejar que el Evangelio
empape nuestra vida y cuestione incluso nuestras
seguridades. Es más fácil responder de memoria,
como un loro, que Jesucristo es el Hijo de Dios,
que plantearse en serio nuestra fe cristiana.
Raramente somos capaces de renunciar a nuestro
dinero o a nuestro tiempo para compartirlo con los
necesitados. Nos hemos fabricado una religión a
nuestra manera, por miedo a comprometernos de
verdad
3.- Testigos de Jesucristo. Pedro, la piedra sobre la que
Jesucristo edifica su Iglesia, selló con su sangre
la fidelidad al Maestro. Otros muchos dieron
ejemplo de fe y entrega al Maestro. La identidad
de la Iglesia está enraizada en la confesión de
Jesucristo como el Hijo del Dios viviente. Y
estamos aquí para hacer la misma profesión de fe y
así identificarnos con Jesucristo. Tenemos que
reconocer que hay muchas cosas buenas en la
iglesia: muchas vidas heroicas, oración profunda,
servicio generoso, hermosas tradiciones. Pero
también pecado en nuestra Iglesia salpicada de
escándalos. La Iglesia de Pedro está herida y
siempre lo ha estado, incluso en tiempo de los
apóstoles, pero está viva y luchando por hacer el
bien a todos. Muchas personas se escandalizan y se
alejan de Dios al contemplarnos. ¿Seremos capaces
de ser de verdad testigos -mártires- de
Jesucristo, como lo fue Pedro? Para seguir a
Jesucristo es necesario, muchas veces, que nos
neguemos a nosotros mismos y carguemos con nuestra
cruz. Cada uno tenemos la nuestra…. ¿En el
trabajo, en casa, en la vida pública, tienes
presente lo que Jesús espera de ti? ¿Haces lo que
le agrada? ¿Qué respuesta das a la pregunta que
hoy te hace Jesús?
José María Martín OSA
www.betania.es
Pero ¿interesa Jesús?
Seguramente que, allá donde pasamos muchas horas
cada día, la cuestión de la fe (ser cristiano y
todo aquello que ello entraña) no capitaliza –ni
mucho menos– el centro de atención de la
conversación.
Tal vez, y puede ser un fallo grande o exponente
una debilidad, sabemos hablar de todo pero nos
cuesta hablar de Dios: expresar nuestras
convicciones religiosas; manifestar nuestras
creencias; defender, si la situación lo requiere,
la concepción que tenemos de la vida, de la
familia y de la sociedad desde el Evangelio.
1. ¿Quién dice la gente que soy yo? Hay que quitar
esa gran máscara del cristianismo vergonzante o de
falsos respetos que, algunos de nosotros, podemos
tener. La fe no la podemos reducir y enclaustrar
exclusivamente a una vivencia interna. Con el
Señor, en estos domingos precedentes, hemos comido
el pan multiplicado, nos ha sacado del fango de
las aguas turbulentas, nos ha sanado en numerosas
ocasiones como lo hizo con la hija de la mujer
cananea.
Viene el Señor, una vez más, y nos pregunta que
qué pensamos de todo esto. De nuestra fe y de
nuestra esperanza, de nuestro seguimiento y de
nuestra entrega, de su persona y de sus palabras.
En un mundo mediatizado por la imagen, el Señor,
no nos pregunta por sentirse inseguro. Lo hace
porque tal vez, nosotros, no estemos seguros de a
quién seguimos, quien es y por qué le seguimos.
2. Aquí, hoy, podríamos poner encima de la mesa
del altar las cartas de la verdad o de la falsedad
de nuestras creencias.
- En nuestras conversaciones ¿cuántas veces
hablamos de Dios?
- Con los amigos ¿cuando planteamos seriamente
nuestra vida cristiana o el hecho de ser católicos
y cristianos? Porque, en definitiva, de lo que
abunda en el corazón se expresa en los labios.
- ¿Qué decimos sobre Él? ¿Le conocemos
profundamente o sólo superficialmente? ¿Escuchamos
su Palabra o simplemente asistimos a su lectura?
¿Estamos en comunión con El, o somos unos amigos
interesados que sólo lo saben vivir y sentir en
ciertas celebraciones solemnes?
3. Uno de los aspectos más negativos de nuestro
tiempo es el relativismo. También, respecto a la
persona de Jesús, ha hecho estragos este virus. No
es difícil encontrar personas que digan que Jesús
es un personaje formidable, fuera de serie,
histórico pero olvidan ( tal vez no lo han sentido
nunca) que Jesús, como Hijo de Dios, es sobre todo
Salvador.
- Jesús no ha venido al mundo para ser coreado en
pancartas y luego ser olvidado en el estilo de
vida de los que nos decimos creyentes.
- Jesús no ha nacido para que nos remitamos a las
actas de la historia y comprobemos que, en verdad,
existió.
Jesús no ha irrumpido repentinamente para que lo
ensalcemos como un defensor –de las causas
perdidas–.
- Jesús, sobre todo, ha venido para que veamos en
El, la mejor fotografía y el mejor rostro que Dios
tiene: el amor.
Hoy, como Pedro entonces, nuestra iglesia (con
contradicciones, deficiencias, limitaciones,
dificultades, temperamento, carácter, etc.) sigue
respondiendo: Tú, Señor, eres el Hijo de Dios.
Javier Leoz
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