¡Alégrate, el Señor está contigo!

 

EVANGELIO DEL DÍA

Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68

 

     

Domingo, 13 de Agosto de 2023

DOMINGO 1 DURANTE EL AÑO

1 Reyes 19, 9. 11-13a / Romanos 9, 1-5 / Mateo 14, 22-33
Salmo Responsorial   Sal 84, 9-14
R/.  "Muéstranos, Señor, tu misericordia,

y danos tu salvación"

 

Santoral:

San Ponciano, San Hipólito, San Estanislao de Kostka,

San Juan Berchmans, San Venidlo Romançon,

Beato Felipe de Jesús Munárriz y compañeros

mártires y Beato Santiago Gapp

 

 

LECTURAS DEL DOMINGO 13 DE AGOSTO DE 2023

 

DOMINGO 19° DURANTE EL AÑO

 

Quédate de pie en la montaña, delante del Señor

 

Lectura del primer libro de los Reyes

19, 9. 11-13a

 

Habiendo llegado Elías a la montaña de Dios, el Horeb, entró en la gruta y pasó la noche. Allí le fue dirigida la palabra del Señor. El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor».

Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se .oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla, Ellas se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta.

 

Palabra de Dios.

 

 

SALMO RESPONSORIAL                                                     84, 9-14

 

R.    Muéstranos, Señor, tu misericordia,

y danos tu salvación.

 

Voy a proclamar lo que dice el Señor:

el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos.

Su salvación está muy cerca de sus fieles,

y la Gloria habitará en nuestra tierra.  R.

 

El Amor y la Verdad se encontrarán,

la Justicia y la Paz se abrazarán;

la Verdad brotará de la tierra

y la Justicia mirará desde el cielo.  R.

 

El mismo Señor nos dará sus bienes

y nuestra tierra producirá sus frutos.

La Justicia irá delante de Él,

y la Paz, sobre la huella de sus pasos.  R.

 

 

Desearía ser maldito,

en favor de mis hermanos

 

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo

a los cristianos de Roma

9, 1-5

 

Hermanos:

Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón. Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza.

Ellos son israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas. A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.

 

Palabra de Dios.

 

 

 

EVANGELIO

 

Mándame ir a tu encuentro sobre el agua

 

X   Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Mateo

14, 22-33

 

Después de la multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. y al atardecer, todavía estaba allí, solo.

La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.

Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman».

Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».

«Ven», le dijo Jesús. y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante Él, diciendo: «Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios».

 

Palabra del Señor. 

 

Reflexión

 

 

JESÚS NO ES UN FANTASMA

1.- Se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. La situación en la que se encontraban los apóstoles, en la travesía del lago, era una situación comprometida. Estaban “muy lejos de la tierra”, la barca “estaba siendo sacudida por las olas” y “el viento era contrario”. En esta situación, en la tenue luz de la madrugada, no era difícil ver fantasmas. Dicen los entendidos en Biblia que, cuando Mateo escribe este relato, la comunidad de la Iglesia en la que él vivía estaba pasando por momentos de desconcierto y desánimo. Arreciaban las persecuciones, muchos cristianos estaban nerviosos y desconcertados porque la segunda venida del Señor no acababa de llegar y, en consecuencia, la fe primera, fuerte y vigorosa, se estaba debilitando y muriendo. Mateo ve en esta situación de la Iglesia de su tiempo mucho parecido con lo que les pasó a los discípulos en aquella famosa madrugada, después de la multiplicación de los panes. También nosotros podemos pensar que la situación en la que se encontraba la primitiva Iglesia, cuando Mateo escribe su evangelio, no es muy distinta de la situación en la que se encuentra nuestra Iglesia de hoy. El mar en el que navega hoy nuestra iglesia es un mar hostil y los vientos que hoy soplan más fuertes en nuestra sociedad son vientos que intentan hundir la barca de nuestra fe. En estas circunstancias es fácil entender que muchos cristianos se sientan tentados a pensar que Jesús es ya sólo un fantasma, un cuerpo sin vida que flota en el aire de nuestra débil creencia y que sirve ya más para asustar y amedrentar, que para consolar y dar ánimo. Por eso, debemos seguir leyendo el relato evangélico y escuchar con atención lo que Jesús dice a los discípulos.

2.- ¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! Jesús no nos dice hoy esto a través de los grandes medios de comunicación, ni en los usos y costumbres de la sociedad en la que hoy vivimos. Pero sigue diciéndonoslo a través de muchísimos cristianos santos y comprometidos que, con su ejemplo y con su palabra, han sabido y saben hacer frente a las dificultades externas en las que les ha tocado y les toca vivir. Juan Pablo II, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, son sólo unos nombres muy conocidos entre los miles de cristianos valientes que, en medio de dificultades tremendas, han sabido y saben mantener firme el testimonio de su fe. Es necesario que hoy todos los cristianos proclamemos con valentía nuestra fe, no una fe en fantasmas y en dioses tonítruos y amenazadores, sino en el único Dios verdadero que se manifestó y se encarnó en Jesús de Nazaret, un Dios santo y cercano, pródigo en misericordia y en amor. Este Dios es el que nos dice: ¡ánimo, yo estoy con vosotros y entre vosotros, no tengáis miedo!

3.- Subió al monte a solas para orar. Nadie nos va a quitar el miedo exterior, si antes no arrancamos cada uno de nosotros el miedo interior que paraliza nuestro corazón. Y esto sólo lo vamos a conseguir mediante la oración y la meditación serena y silenciosa, apartados del ruido exterior y de los vientos sociales que quieren hundir la siempre frágil barca de nuestra fe. Con humildad y con valentía pidamos todos los días a Dios, en el silencio de nuestro santuario interior, que nos salve. Comprobaremos que, en cuanto Jesús comience a dirigir él nuestra barca, amainará el viento.

 

Gabriel González del Estal

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DESCUBRIR LA PRESENCIA DE JESÚS

1- Jesús necesita orar. Imaginamos a Jesús agotado físicamente después de haber saciado el hambre de la gente y de haberse despedido de todos. Los discípulos se han ido a pescar, pero El necesita retirarse a solas para orar. Si el mismo Jesús necesita orar, ¡cuánto más nosotros! La barca de los discípulos se deja llevar sin rumbo por el viento. Así es nuestra vida muchas veces: caminamos sin rumbo, arrastrados por nuestras pasiones, sin un objetivo fijo, sin fuerzas para enderezar nuestra vida. Pero Jesús acude en su ayuda caminando sobre las aguas. Es un signo de su divinidad y los discípulos se asustaron, "se turbaron" como María cuando recibió el anuncio del ángel ante el misterio de Dios que se le había revelado. Pedro y los doce quedaron turbados ante la verdad de Jesús que se estaba manifestando. Jesús les da ánimo, su identidad, "soy yo", da confianza al hombre que se debate siempre en el temor, la angustia, la desesperación o el vacío.

2 – “¡Señor, sálvame!". Pedro se quiere hacer el valiente y quiere poner a prueba sus propias fuerzas. Pero le entró miedo, comenzó a hundirse y suplicó "¡Señor, sálvame!". Intuyó el poder de Jesús y por eso se dirige a El caminando sobre las aguas, pero luego piensa en las dificultades y los problemas y esto le provoca el hundimiento. Esto le ocurre por dejar de mirar a Jesús y poner los ojos en otro sitio. El conocimiento de nosotros mismos, de nuestras miserias y oscuridades nos desconcierta, sólo la fe en Jesús nos ayuda a caminar. No nos conocemos suficientemente, nos da miedo bajar a lo profundo de nosotros mismos. Pedro era un hombre impulsivo, terco y primario, pero generoso y por eso se lanza fácilmente sin tener en cuenta los obstáculos. Pedro es uno de los que gritan por el fantasma, después pasa a una actitud petulante y atrevida, pero después se angustia al ver su propia realidad. Sólo la fe en Jesús sostiene su vida, por eso exclama con todos: "Realmente eres Hijo de Dios".

3. - ¿Cómo encontrarnos con Jesús? Es aleccionadora en este sentido la lectura del Libro primero de los Reyes: el profeta Elías en su huida de la pérfida reina Jezabel se metió en una cueva del monte Horeb. Recibió el anuncio de que el Señor iba a pasar. Pero no le vio en el huracán, ni en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego, el Señor vino con la brisa tenue. Es imposible descubrir a Dios en el ruido, en el jaleo, cuando estamos fuera de nosotros mismos. Es verdad que Dios está en todos los sitios, pero es imposible percibirle si no profundizamos en nosotros mismos. Es dentro de nuestro santuario interior donde podemos darnos cuenta de su presencia. Ahora tenemos más tiempo para el descanso, para el encuentro con nosotros mismos. La Palabra de Dios de cada día o un buen libro de meditación nos pueden ayudan a descubrir el gran tesoro de Dios que todos llevamos dentro. Y no olvidemos que un lugar privilegiado para el encuentro con Dios es el hermano que sufre, que está solo, al que nadie quiere. ¡Descúbrelo!

 

José María Martín OSA

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¿TIENES MIEDO? ¡REZA!

Las Hermanas de Teresa de Calcuta se quejaban a su madre fundadora de que no llegaban, con su esfuerzo, en la atención a los enfermos y moribundos. ¿Qué hacemos, madre? Y, Teresa de Calcuta respondió: “una hora más de adoración al Santísimo”.

1. Había quedado atrás aquel milagro espectacular de la multiplicación de los panes y de los peces. Los discípulos, sin pensárselo dos veces, subieron a la barca invitados por Jesús. Con aquel Señor que cumplía lo que decía, que multiplicaba a miles, panes y peces, merecía la pena ser seguido y obedecido.

Pero, como en las películas, en el seguimiento a Jesús hay escenas de miedo. Momentos donde parece detenerse la felicidad. Instantes que uno quisiera pasar rápidamente para llegar al final cuanto antes.

Los discípulos se embarcaron en aquella aventura que Jesús les sugirió. Pronto nacieron las dificultades. Las aguas turbulentas, el mar violento les hizo comer su propia realidad: seguir a Jesús no implica vivir al margen de las pruebas, de los sufrimientos o de los temores. Eso sí, vivir con Jesús, aporta la fortaleza y serenidad necesarias para seguir adelante y para que nunca, las zancadillas, sean mayores que nuestra capacidad para sortearlas.

2. Uno, cuando es creyente convencido (no solo bautizado) pone sus afanes no solamente en la exclusividad de sus fuerzas y carismas. Jesús, aun siendo Hijo de Dios, necesitaba de ese “tú a tú” de la oración. Escogía espacio y tiempo, lugares y silencio para un coloquio con Dios.

A Jesús, en su experiencia de Getsemaní, se le diluyeron los miedos y las ganas de renunciar a su misión, por el contacto íntimo con Dios. ¿No será que nuestras fragilidades y cobardías son fruto de nuestra deficitaria comunión o comunicación con el Señor?

¡No tengáis miedo! Nos dice el Señor en este domingo. En pleno verano y con un sol de justicia, buscamos sombrillas y lociones que nos hagan más llevadero el tórrido calor. Tenemos miedo a quemarnos y miedo al dolor. La fe, cuando está sólidamente fundamentada y enganchada en Jesús, es la mejor sombrilla y la mejor loción que podemos utilizar para evitar quemaduras en el alma y sonrojo en el rostro.

Estamos en unos tiempos donde hemos de saber contemplar la presencia de un Dios que nos está tensando un poco. Que está purificando nuestro discipulado. Nuestra pertenencia a su pueblo.

Hoy, como Pedro, gritamos aquello de ¡Señor, sálvame! Dejemos un margen de confianza al Señor. Lancémonos a las aguas de nuestro mundo sin miedo a ser engullidos por ellas. Si, el Señor va por delante, tenemos las de ganar. Él es el dueño de la barca. El sentido de nuestra historia. El fin de nuestra oración y de nuestra entrega. En el silencio aparente, en la ausencia dolorosa es donde hemos de aprender a buscar y a ver el rostro del Señor que, un domingo más y en pleno verano, nos grita: ¡Animo soy yo, no tengáis miedo!

 

Javier Leoz

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