¡Alégrate,
el Señor está contigo!
EVANGELIO DEL DÍA
Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Jn 6, 68
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Domingo, 11 de Julio de 2021
DOMINGO 15° DURANTE EL AÑO
Amos 7, 12-15 / Efesios 1, 3-14
/ Marcos 6, 7-13
Salmo Responsorial, Sal 84, 9ab. 10-14
R/. "Muéstranos, Señor, tu misericordia,
y danos tu salvación"
Santoral:
San Benito, Santa Olga, Santas Ana Xin de An,
María Guo de An, Ana Jiao de An
y María An Linghua
LECTURAS DEL DOMINGO 11 DE JULIO DE 2021
DOMINGO 15° DURANTE
AL AÑO
Ve a profetizar a mi pueblo
Lectura de la profecía de Amós
7, 12-15
Amasías, el sacerdote de Betel, dijo a Amós: «Vete
de aquí, vidente, refúgiate en el país de Judá,
gánate allí la vida y profetiza allí. Pero no
vuelvas a profetizar en Betel, porque éste es un
santuario del rey, un templo del reino».
Amós respondió a Amasías: «Yo no soy profeta, ni
hijo de profetas, sino pastor y cultivador de
sicómoros; pero el Señor me sacó de detrás del
rebaño y me dijo: "Ve a profetizar a mi pueblo
Israel"».
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
84, 9ab. 10-14
R.
Muéstranos, Señor, tu misericordia,
y danos tu salvación.
Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete la paz para su pueblo y sus
amigos.
Su salvación está muy cerca de sus fieles,
y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán,
la Justicia y la Paz se abrazarán;
la Verdad brotará de la tierra
y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes
y nuestra tierra producirá sus frutos.
La Justicia irá delante de Él,
y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
Nos ha elegido en Él, antes de la creación del
mundo
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Éfeso
1, 3-14
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor
Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bienes espirituales en el cielo,
y nos ha elegido en Él, antes de la creación del
mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables en su presencia, por el amor.
Él nos predestinó a ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo,
conforme al beneplácito de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que nos dio en su Hijo muy querido.
En Él hemos sido redimidos por su sangre
y hemos recibido el perdón de los pecados,
según la riqueza de su gracia,
que Dios derramó sobre nosotros,
dándonos toda sabiduría y entendimiento.
Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad,
conforme al designio misericordioso
que estableció de antemano en Cristo,
para que se cumpliera en la plenitud de los
tiempos:
reunir todas las cosas, las del cielo y las de la
tierra,
bajo una sola Cabeza, que es Cristo.
En Él hemos sido constituidos herederos
y destinados de antemano -según el previo designio
del que realiza todos las cosas conforme a su
voluntad-
a ser aquellos que han puesto su esperanza en
Cristo,
para alabanza de su gloria.
En Él, ustedes,
los que escucharon la Palabra de la verdad,
la Buena Noticia de la salvación,
y creyeron en ella,
también han sido marcados con un sello
por el Espíritu Santo prometido.
Ese Espíritu es el anticipo de nuestra herencia
y prepara la redención del pueblo
que Dios adquirió para sí,
para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Los envió
a
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
6, 7-13
Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos,
dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más
que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero;
que fueran calzados con sandalias y que no
tuvieran dos túnicas.
Les dijo: «Permanezcan en la casa donde les den
alojamiento hasta el momento de partir. Si no los
reciben en un lugar y la gente no los escucha, al
salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies,
en testimonio contra ellos».
Entonces fueron a predicar, exhortando a la
conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron
a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.
Palabra del Señor.
Reflexión
TODOS LOS CRISTIANOS HEMOS NACIDO CON LA MISIÓN DE
PREDICAR EL EVANGELIO
1.-
En aquel tiempo, llamó Jesús a los doce y los fue
enviando de dos en dos…
Ellos salieron a predicar la conversión. Predicar
el evangelio de Jesús es predicar la conversión al
Reino de Dios: un reino de santidad y de gracia,
de verdad y de vida, de justicia, de amor y de
paz. Tenemos que empezar por nosotros mismos,
porque si nosotros no estamos convertidos, mal
podremos convencer a los demás. En el evangelio de
este domingo Jesús dice a sus apóstoles que deben
predicar el evangelio, la buena noticia, con
humildad, con sobriedad y atendiendo
principalmente a los pecadores y enfermos. Los
cristianos de ahora y de siempre debemos, pues,
ser personas humildes, sobrias y extremadamente
generosas con todos los que nos necesiten. La
sociedad en la que nosotros vivimos no soporta a
los hipócritas, corruptos y explotadores. Jesús
fue, por encima de todo, una persona que pasó por
la vida haciendo el bien; intentemos nosotros
hacer lo mismo.
2.-
Respondió Amós:
“no soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y
cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al
rebaño y me dijo: “ve y profetiza a mi pueblo
Israel””. El
profeta Amós no era profeta oficial, ni sacerdote
del templo; era pastor y cultivador de higos. El
que le acusaba y le pedía que se marchara a su
tierra sí era sacerdote oficial y vivía de su
oficio. Nosotros, los que predicamos el evangelio
de Jesús, debemos hacerlo por vocación, no por los
beneficios económicos o sociales que la
predicación puede reportarnos. Porque es evidente
que la predicación del evangelio en nuestra
sociedad puede reportarnos beneficios económicos y
sociales que nos distinguen entre los fieles con
los que convivimos. Nuestro predicar debe ser
siempre un acto de servicio humilde y generoso,
que busca exclusivamente el bien espiritual de los
fieles a los que nos dirigimos. El predicador,
repetimos, debe ser humilde y generoso,
presentándose ante los fieles como un humilde
servidor, sin buscar nunca en primer lugar su
propio bien, sino el bien de los demás. Si no lo
hace así, no lo hace como verdadero discípulo de
Jesús de Nazaret.
3.-
Dios nos eligió
en la persona de Cristo, antes de crear el mundo,
para que fuéramos santos e irreprochables ante él
por el amor… Él nos ha destinado en la persona de
Cristo a ser sus hijos.
Este himno cristológico que hace de pórtico a la
carta de san Pablo a los cristianos de Éfeso tiene
un contenido teológico muy amplio, que no vamos a
comentar aquí. Sólo queremos resaltar dos
detalles. Primero, que Dios nos ha llamado a todos
los cristianos, en la persona de Cristo, a ser
santos e irreprochables ante él por el amor y
segundo: que hemos sido destinados a ser sus
hijos. Que la santidad de los cristianos debe
estar fundamentada en el mandamiento del amor,
parece algo evidente, ya que el mandamiento del
amor es el mandamiento nuevo de Jesús. Como dice
san Pablo en más de una ocasión: si no tenemos
amor no somos cristianos. Y, en segundo lugar, que
Dios nos ha destinado a vivir como hijos de Dios.
Esto es algo necesario en lo que debemos
distinguirnos los cristianos, porque las personas
con las que convivimos en esta sociedad no se
distinguen precisamente por esto, por vivir como
<hijos de Dios>. A nosotros, a los cristianos, no
puede gustarnos una sociedad en la que los valores
competitivos, económicos, materiales, son los
valores primeros. Para nosotros, como ya hemos
dicho, el valor primero es el amor, y esto nos
lleva a no poder aceptar una sociedad tan
desigual, tan injusta, tan materialista y tan
corrupta como la sociedad en la que vivimos. Vivir
como auténticos hijos de Dios, viviendo según el
evangelio de Jesús, nos obligará en muchas
ocasiones a rechazar los principales valores en
los que vive nuestra sociedad.
Gabriel González del Estal
www.betania.es
PREDICAR CON EL EJEMPLO
1.-
La valentía del
profeta.
Nuestra vivencia de la fe es poco comprometida.
Nos cuesta mucho ser consecuentes y por eso no
hacemos atractivo el seguimiento de Jesús. El
profeta Amós, pastor y campesino, vivió en Israel
en el siglo VIII antes de Cristo. Aunque era
extranjero en Israel, pues había nacido en Técoa
de Judá, profetizó en el Reino del Norte. Habló
claramente, sin rodeos ni diplomacia. Condenó la
injusticia social y la violencia del lujo, la
depravación religiosa y el formalismo de un culto
vacío; anunció por vez primera el castigo del Día
de Yahvé, la ruina de la casa real y el exilio del
Reino del Norte. Habló donde era preciso hablar y
en el momento oportuno, que es cuando hablan los
profetas. Por eso sus palabras resultaron
insoportables y subversivas. No es de extrañar que
le salga al paso el sumo sacerdote Amasías que,
como buen funcionario, debe velar por los
intereses del rey de Israel, Jeroboán II. El
sacerdote decide por su cuenta echar de Betel al
hombre de Dios. Amós le responde enérgicamente y
le dice que él no es un profeta de oficio, que no
pertenece a ninguna escuela profética, y que para
vivir le basta con cultivar higos y cuidar un
rebaño de cabras. Si él predica la palabra de Dios
no lo hace por vocación humana o por simple
interés, sino porque Dios le ha mandado profetizar
contra Israel. Por encima de la voluntad de
Amasías y la presión del poder está la autoridad
indiscutible de Dios: “Ve y profetiza a mi pueblo
de Israel”. Amós es consecuente y valiente, sabe
que se juega su vida. Una buena lección para
nosotros, que hemos sido ungidos como profetas en
el Bautismo y que a la mínima dificultad nos
retiramos. ¿Somos conscientes de nuestra misión de
ser profetas en medio de nuestro mundo?
2.-
Dios tiene un
plan para nosotros.
¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? El "misterio"
ha quedado revelado, como nos dice Pablo en la
Carta a los Efesios. No hay azar. Dios tiene un
"plan": Dios ha creado para nosotros el mundo,
casa abierta para los hijos de Dios. No vamos a la
deriva, caminamos hacia una meta: todos los
hombres reunidos en torno a Cristo formando un
inmenso Cuerpo, la humanidad regenerada sentada en
torno a la mesa familiar, el encuentro definitivo
de los hombres con Dios y de los hombres entre sí.
Esto no son sólo palabras bonitas, promesas sin
garantía. Entre nosotros vive un hombre en quien
se ha cumplido ya todo esto: Jesucristo, muerto
para resucitar. Cada eucaristía recordamos este
proyecto de Dios, participamos en él y esperamos
que termine por ser realidad total. Cada día de la
semana, cada acontecimiento de nuestra vida es una
etapa en el camino de Dios, cuando sean todas las
cosas recapituladas en Cristo
4.-
Un anuncio que
exige un cambio de vida.
Hoy Jesús encomienda su misión a los Doce. El
envío por parejas era una costumbre habitual en el
judaísmo. Según la legislación judicial judía,
para la validez de un testimonio se requerían al
menos dos varones adultos. Los doce, enviados de
dos en dos, serán testigos de Jesús, darán
testimonio en favor de él en un momento en que los
indicios de rechazo de Jesús empiezan a hacer su
aparición con fuerza. La misión de los doce no es
para enseñar (esto es específico de Jesús), sino
para proclamar la conversión. El término
conversión nos remite a la proclamación
programática de Jesús y connota una urgencia, dada
la cercanía del reinado de Dios. Significa un
cambio radical de mentalidad, un giro copernicano
en las categorías mentales, las cuales, a su vez,
determinan la actuación del hombre. La misión de
los doce busca provocar una transformación. El
alcance de esta transformación queda puesto de
manifiesto en el poder que Jesús les confiere
sobre los espíritus inmundos. Esta expresión
mitológica engloba todo lo que de inhumano y
hostil destruye al hombre. La transformación no se
reduce a la sola dimensión espiritual, sino que
afecta a la totalidad del hombre. La conversión
tiene también una dimensión material como elemento
constituyente. Los doce deben ser ellos mismos
signo visible de la conversión que proclaman. En
las circunstancias concretas de su momento
histórico, los doce no necesitan más bagaje de un
bastón, que casi resultaba imprescindible como
protección, y unas sandalias, sin las que no se
podía caminar por el suelo pedregoso de Palestina.
La fuerza y credibilidad de su misión no estriba
en los medios empleados. Lo más importante es el
testimonio personal. ¿Somos conscientes de la
urgencia de la misión en nuestros días? ¿Damos
testimonio con nuestra vida coherente?
José María Martín OSA
www.betania.es
¡CONVERSIÓN!: NO QUEDA OTRA
¿Qué es la religión? Ni más ni menos, entre otras
muchas cosas, esa ligazón que intentamos
descubrir, cuidar cultivar entre lo humano y lo
divino, entre Dios y nosotros. ¿Pero es
suficiente? Por supuesto que no. La esencia del
cristianismo no es un contentarnos con decir “yo
vivo unido a Cristo o yo creo en Jesús” sino,
además, en la consecuencia más importante e
inmediata: vivir con Él y como Él.
1.- La conversión de una empresa (sobre todo cuando hace aguas)
no consiste solamente en un lavado de fachada o en
el cambio de la técnica para sacar adelante su
producto. El secreto de su éxito reside en algo
fundamental: ha de ser fiel a sus principios
fundacionales. Ha de sacar adelante, más allá de
la técnica, formas y maneras su producción. Y por
cierto, si quiere ser combativa y competitiva, con
calidad.
2.- En la vida cristiana puede ocurrir algo muy parecido.
Quedarnos en unos mínimos, tan mínimos, que la
resultante sea una vida light y sin diferencia
alguna con lo que vemos o escuchamos por la calle.
El cristianismo no sólo predica el amor de Dios,
que es lo tenemos muy claro, además no puede dejar
de exigir una mayor justicia, verdad, fraternidad
y perdón entre los hombres.
--Siempre,
y es así, es más fácil hablar de lo mucho que Dios
nos quiere que exigirnos a nosotros mismos el amar
como Él nos ama.
--Siempre,
y es así, resulta menos profético presentar un
rostro licuado de la fe que un color marcado por
los derechos humanos, la pobreza o las
bienaventuranzas. ¿Qué ocurre entonces? Ni más ni
menos que, la conversión, siempre será la
asignatura pendiente de la calidad de nuestra vida
cristiana. O hay conversión o podemos concluir que
nos estamos haciendo a nuestra media una versión
diferente del Evangelio.
3. Nuestra fe, además de personal, ha de ser contagiosa. No
podemos recluirla en la caja de cristal que existe
en el corazón de cada persona. La fe, como si de
una bomba racimo se tratara, explota y se expande
allá donde existe un afán evangelizador; donde los
cristianos, sintiéndose tocados y elegidos por
Dios, no se repliegan y saben que están llamados a
ser profetas o altavoces del Evangelio.
Los elegidos no solamente son o somos los sacerdotes; todos,
desde el momento de nuestro Bautismo, insertados
en el Cuerpo de Cristo que es su Iglesia estamos
convocados y urgidos a desarrollar –con nuestros
carismas, habilidades, dones, talentos e
inteligencia– una misión personal que nada ni
nadie en nombre de nosotros podrá realizar. ¿Por
qué? Porque cada uno, allá donde está, debe dar su
peculiar color a su vida cristiana y, con su vida
cristiana, color a todo lo que le rodea.
4.- Hoy, además de sacerdotes, necesitamos cristianos
convencidos. Hombres y mujeres que, siendo
conscientes de que creen y esperan en Jesús, están
llamados a participar de la encomienda de Jesús:
“id por el mundo”.
Nos quedamos con una frase del Papa Francisco pronunciada en
Quito en su viaje reciente a Ecuador:” La sociedad
necesita más nuestras obras que nuestras
palabras.”
Javier Leoz
www.betania.es
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